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Aislamiento Covid con mi tía y primas

Una semana antes que en Argentina decidan imponer el cierre total mi vida era espectacular. Vivía en mi departamento mono ambiente cursaba el tercer año de la carrera de Ingeniería, iba al gimnasio todos los días a entrenar, tenía dos o tres amigas con quien compartíamos noches y diversión. Tengo 26 años, mido 1.80 metros y por tanto gimnasio muy buen físico. Mi familia más cercana son una tía y dos primas que viven en un country de los alrededores. Muchos fines de semana, sobre todo en verano los paso con ellas.

Cuando avisaron del confinamiento, mi tía me llamó de inmediato:

“Tono, ¿Qué vas a hacer, con quien vas a estar?”

“Solo Tía, la verdad que no pensé nada, esto es una locura.”

“Si, totalmente. Pensalo y antes de quédate solo veni para para casa. O mejor, avísame, y te paso a buscar con la camioneta para cargar tu cosas.”

“Dale tía. Te aviso.”

Por más que pensaba o hablaba con amigos, no podía cerrar con nadie para pasar juntos ese tiempo. Me decidí y llamé a mi tía que me pasó a buscar.

Por suerte la casa era muy amplia y cómoda. Tenía mi habitación súper grande, con baño privado como todas las de la casa. A la tarde llegaron mis primas de la facultad. Con ellas la relación fue muy buena, éramos compinches, amigos, más de amigos que de primos.

“Tono, esta es tu casa, movete de esa forma.” Dijo mi tía.

“Gracias tía, sos una genia.”

“Tono, me haces sentir mal con lo de “Tía” tengo 40 años, y me haces sentir vieja.”

“Dale, si, de vieja no tenes nada.” Dije.

La verdad es que nunca la había visto como mujer, siempre como “la Tía”. Ella era divorciada, abogada exitosa, y según me habían contado Lia y Caro, sabían que de vez en cuando salía con algún amigo, aunque nunca los había traído a la casa. Estaba en mi cuarto, con la puerta abierta y Lia vino a invitarme a tomar mate en el parque de la casa.

“Cuenten, que es de sus vidas, novios, chongos, en que andan.” Pregunté

“Nada serio, uno que otro chongo.” Dijo Lia.

“Yo, con novio, pero no muy en serio.” Dijo Caro.

Las dos son lindas, sin ser espectaculares. No muy altas, buenos cuerpos aunque Caro un poquito ancha de caderas. Lia en cambio, flaca, pechos pequeños lo mismo que su cola. Me habían contado que a las dos les gusta mucho el sexo, que lo disfrutan mucho.

“Si esto dura 15 días como dicen bueno, pero si se alarga, se va a poner pesada la cosa.” Dijo Lia.

“¿A qué te referís?” Pregunté.

“Sexo nene, sexo. Quince días con una pajita se banca, pero más… Hasta a vos te voy a ver con buenos ojos.”

“Sos una hija de puta.” Dije riéndome.

“Si, dice eso, pero bien que en el verano se hizo más de una cuando viniste a la pileta. Ella me lo contó.” Dijo Caro.

“Basura, bien que fue porque te encontré dándote y me dijiste que era por como le marcaba la malla.” Dijo Lia.

En ese momento vino Andrea, mi tía:

“¿De que charlan, se puede?”

“Si Ma, claro. Hablábamos de que si sigue el confinamiento, hasta Tono va a ser lindo para darle.”

“Lia, me encanta lo femenina que sos para hablar.”

“Si es cierto, esta fuerte y por lo que vimos a través de la malla en el verano, está bien dotado. La verdad vieja, ¿Después de un mes sin ir a “jugar canasta” con tus amigas, no le darías?”

“Prefiero no haber escuchado esa pregunta.” Dijo Andrea.

“Dale, jugate. ¿O te compraste algún juguetito como Caro?” Dijo Lia.

“No, no compre ningún juguetito.”

“Tono, fijate como evade contestar. Esta te baja caña en una semana como mucho. Espero que tengas resistencia porque dicen que las veteranas son tremendas.” Dijo Caro.

“Chicas, basta.” Dijo Andrea y se fue a la casa.

“Son malas, la pusieron bien incomoda.” Dije.

“Pero no dijo que no.” Dijo Lia.

Al día siguiente, Andrea me pidió que la acompañe a comprar al Súper, y a una casa de computación aprovechando que faltaban dos días para el cierre. Primero fuimos al mercado, yo iba con el carro y ella adelante buscando las cosas. Estaba vestida con una camisa, una pollera corta que no llegaba a ser mini, pero estaba cerca. Estaba pensando que buen cuerpo tenía y no me di cuenta que me estaba mirando.

“Tono, te colgaste con algo.” Dijo Andrea sonriendo.

“Perdón, si no me di cuenta.” Dije poniéndome colorado.

A partir de ese momento, sus movimientos se hicieron sexys. Salimos del super y estábamos guardando las cosas en la camioneta cuando sin querer le roce el culo con mi mano. Ella me miró y sonrió. Subimos al auto y me pidió que maneje. Se sentó casi de costado mirándome.

“¿Pasa algo Andrea?”

“No, Tono, nada.” Me dijo con una sonrisa.

Íbamos por la avenida cuando vi un hotel alojamiento. Sin decir nada entre. Ella no dijo nada, solo se acomodó en el asiento. Entramos a la habitación y ella de inmediato me bajó los pantalones y me empezó a chupar la pija. Estuvo un rato y mientras se fue sacando la ropa. Se acostó y abrió las piernas. Empecé a chupar su concha y meterle dedos, ella gemía como loca, estaba totalmente mojada.

“Tono, tenes una pija hermosa y chupas como los dioses.” Me dijo. Tuvo un orgasmo y fui metiéndole la pija de a poco en su concha que para mi sorpresa era estrecha. Ella se quejó apenas pero empezó a apretar sus tetas.

Fui aumentando mi velocidad, ella gemía y apretaba las sabanas. Tuvo un nuevo orgasmo y me pidió ponerse en cuatro.

“Así, cogeme así.” Dijo caliente mientras se acariciaba el clítoris.

Su culo era hermoso, más lindo que el de las hijas. Yo entraba y salía cada vez más rápido. Su orto me llamaba, lo escupí y ella se estremeció. Fui metiendo un par de dedos y ella resoplaba y gemía.

“Ahora sí que me volviste casi totalmente loca. Solo faltaría que me des un chirlo en el culo.” Dijo mirándome.

Le hice caso, y le di un buen chirlo. Ella se puso loca, yo me quedé quieto, y ella se movía con todo. Otro chirlo y gritaba como una buena puta. Pude sentir su orgasmo y se dejó caer en la cama.

Saque la pija y me puse a su lado masturbándome. Ella abrió la boca y se tragó toda mi acabada para luego chuparla un poco.

“Ni se te ocurra contarle a tu madre. Me mata si se entera que me cogí a su bebe.” Dijo riendo.

“Y a mí por cogerme a la hermana.” Conteste.

Nos vestimos y seguimos con las compras.

Cuando volvimos a la casa mis primas estaban extrañamente sonrientes. Ayudaron a bajar las cosas y mientras acomodábamos Lia se me acercó y me preguntó:

“¿Lindo el polvo con mi vieja? Y no te molestes en negarlo, active el localizador del teléfono porque se demoraban y adivina donde marcaba que estaban.” Dijo sonriendo.

“Muy lindo.” Dije.

“Pues esta noche vas a saber cómo me gusta que me cojan.” Me dijo sonriendo.

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