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Cogiendo a escondidas con la prima Diana

Nunca me ha emocionado ir a Irapuato, de ahí son algunos familiares de Lety y el hecho de pensar en que tenía que manejar por 5 horas me tenía de los huevos.

Y es que, los gritos de los niños, la carretera, el calor, actualmente también la violencia, todo se presta a no querer ir, a pesar de que los tíos cumplan bodas de plata.

Tal vez el único consuelo era saber que me daría un gran taco de ojo con las tías, primas, sobrinas y alguna que otra pariente de mi esposa y es que por ejemplo, la tía Loulu y Yesenia de quien les he hablado en relatos anteriores son sus parientes, pero por parte de su papá, al igual que la tía Alma, pero por parte de su mamá creo que están aún más buenas. Un ejemplo es la tía Alba que a sus casi 50 años está que se cae de buena, o la prima Sandra, una nalgona rompe huevos a la que le encanta ser muy hot, en fin, eso es lo bueno de la familia de mi esposa.

Finalmente, después del gran viaje, del estrés y el cansancio de ir manejando llegamos a casa de su primo, ya que su lema es “la familia no se queda en hoteles” así que su primo Enrique nos abrió su casa para hospedarnos esos días.

Enrique y su esposa Felicia nos recibieron con circo, maroma y teatro, eso a mí me incomodó, pero la familia de mi esposa es así, todo era normal, hasta que una chica, de ojos verdes, piel blanca y un rico cuerpo, piernona, nalgona y chechona, se acercó y nos abrazó a Lety y a mí. Ambos nos quedamos mirándonos, no sabíamos quién era, hasta que se presentó y dijo: -primos, soy Diana, ¿cómo están?, guau! Era la hermana menor de Enrique, esa niña que yo recordaba tirada en la tierra y con su ropa sucia, ahora estaba ahí, con un pants apretado que marcaba sus fenomenales curvas.

El impacto de ver a semejante ricura pasó pronto y la noche se desarrolló como siempre. Durante los días antes de la boda, convivimos mucho con Enrique y Diana, ella era muy linda y amable frente a todos, pero cada vez que me la encontraba sola, me miraba coqueta, me decía indirectas y me desafiaba, al principio creí que eran cosas mías, así que no le di importancia.

Finalmente, el día de las bodas de plata llegó y la casa era una fiesta, todos bañándose y cambiándose como locos, a mí me tocaba ir por ms hijos y cambiarlos, pero fiel a su costumbre estuve correteándolos por toda la casa, en la parte de las recámara vi una puerta entreabierta y oí un ruido, deduje que ahí estaban mis hijos, pero estaba equivocado, en lugar de ver a mi niños, estaba Diana, con un minivestido rojo a medio muslo y colocándose unas medias color carne que apenas cubriría el vestido, al verla me quede idiotizado, ver los sensual que las colocaba en sus ricas piernas, ella me miró y sin detenerse, gritar o reclamarme me dijo:

D: ¡Mis sobrinos no están aquí!

L: Lo siento, ¡gracias!

D: ¿A menos que busques otra cosa?

L: ¡No! ¡Gracias!!

Estaba claro que me lanzó una indirecta, la imagen de su pierna levantada mientras se colocaba la media y mostraba su ropa interior, me generó una gran excitación, finalmente encontré a mis peques y los cambié, para dirigirnos a la iglesia.

El protocolo antes de llegar al salón se realizó como se acostumbra en mi país, entre la misa y el camino, Diana y yo intercambiábamos miradas, la joven prima de mi esposa sabía lo que traía y quería usarlo para seducirme o lo que se le ocurría.

La fiesta se desarrolló muy bien, baile, bebida y buen ambiente, el problema que tuve fue que Diana se sentó a mi lado y la joven me tenía de los huevos, me acariciaba la pierna por debajo de la mesa o me acariciaba la espinilla con sus ricos pies cubiertos en sus medias de seda, yo la tenía piradísima, así que, para distraerme, tomaba y bailaba, incluso la sacaba a bailar como para desviar la atención ya que su hermano y mi esposa estaban a nuestro lado, pero Diana era bien canija y cada vez que podía me arrimaba sus ricas nalgas, de hecho en la batucada se empinó y no pude evitar darle un rico llegue en su delicioso par de nalgas.

La fiesta acabó, mi Lety estaba un poco ebria, de hecho, todos terminamos así, al llegar prácticamente tanto los niños, Enrique y su mujer y mi Lety cayeron rendidos, yo me quedé en la sala tomándome una cerveza, mi intención era tomarme una para relajarme y dormirme, en eso estaba cuando Diana salió de su cuarto y se encaminó hacia mí, ya no traía sus tacones, pero seguía con su vestido y medias, se veía riquísima, y no pude evitar erizarme al tenerla tan cerca.

D: ¡Regálame un trago no!!

L: ¿Aun quieres beber?

D: ¡Tengo sed!

L: ¡Ok, toma!

Bebió de mi cerveza y se pegó más a mí, no pude evitar ponerme nervioso cuando la chica juntó su pierna a mi mano, me miró sonriente y me dio mi cerveza.

D: ¡Uhm me duelen mis pies!

L: Si, ¡es que bailamos mucho!

D: ¿Me los sobas?

L: ¿En serio? ¡Como gustes!

Diana subió sus pies a mis rodillas, se veía fantástica reclinada en el sillón, podía mirar su tanga blanca por debajo de su vestido, con mis manos comencé a acariciar sus pies, me excitaba sentírselos con las medias puestas, comencé con la planta, luego el talón, para después ir por cada dedo, mientras tanto la prima de Lety hacia gemido muy excitantes.

D: ¡Si, uhm, que rico!

Sus quejidos, me la ponían durísima, mirar sus muecas y sus pucheros, me hacían querer desnudarla y darle verga hasta que se viniera, pero solo me mantenía acariciando sus ricos pies.

D: ¡Uhm, Luis, que rico sobas!

L: Diana, ¡me gusta cómo se sienten!

D: ¿Y que más te gusta?

L: Dios, ¡creo que voy al baño!

Me levanté como pude ya que la tenía durísima, en el baño mientras me lavaba la cara y olía su perfume que dejó en mis manos, pensaba en desnudarla y darle una rica cogida, pero sentía que todo era arriesgado, cualquiera podía oír y encontrarnos, pero mi calentura y deseo me decían que aprovechar esta oportunidad, así que salí del baño a ver que proseguía, mi sorpresa fue al ver a Diana empinada disque recogiendo algo y si como si se tratase de un imán, corrí y me pegué detrás de ella mientras mis manos acariciaban su par de perfectas y jóvenes piernas.

D: ¿Qué haces?

L: ¡Que rica estás, me tienes a mil!

D: ¡Pero eres mi primo!

L: Solo políticamente, ¡de sangre no!

D: ¡Nos van a ver!

L: ¡No me importa!

Comencé con besarle el cuello, mientras mis manos apretaban su vientre, ella gemía y se movía de forma deliciosa, sentía sus nalgas en mi dura verga, lentamente llevé mis manos debajo de su vestido, para acariciar sus muslos y sus entrepiernas, ella volteó la cabeza y nos dimos un apasionado y caliente beso de lengua.

Nos perdimos sintiendo nuestros labios, mientras mis manos acariciaban su perfecto par de nalgas, lentamente bajé el cierre de su vestido, le di la vuelta y besándole su hermosa espalda, se lo bajé hasta dejarla en tanga y brasear.

La nena estaba buenísima, su sudor por parte de la calentura que salía de nosotros era una bebida de dioses, mi lengua recorría su espalda mientras mis manos continuaban acariciando su vientre y todo su cuerpo.

La llevé al sofá donde estaba sentado, la acosté y la besaba apasionadamente, mis manos recorrían sus piernas tetas y cadera, no quería dejar sin acariciar alguna parte de su cuerpo. Lentamente le quité su brasear y unas tetas perfectas estaban en mi vista, duras y grandes, de pezón claro, llevé suave mi lengua, parecía gato lamiendo, recorría todo el contorno de sus tetas para después succionar suavemente su rico pezón.

D: ¡Uhm, que rico!

L: ¡Me tenías a mil!

Me despojé de mi ropa, Diana se quitó la tanguita dejándome ver su rica vagina húmeda y depilada. La acomodé de manera que quedó sentada en el sofá y me bajé al rio.

Primero hundí mi lengua entre sus labios vaginales, lo hice en repetidas ocasiones para después abrir su vagina y lamer todo su clítoris, mientras sus fluidos vagina le seguían inundando mi boca.

La vagina de Diana sabia fantástica, ella gemía, pero trataba de ser discreta, sabía que estábamos en jaque, pero quería disfrutar el oral que le daba.

L: ¡Tu vagina está de lujo!

D: ¡Uhm!

L: ¿Cómo mamas?

D: ¡Ah, déjame mostrártelo!

Me puse de pie, Diana con sus dos manos acariciaba mi verga, la acariciaba como un juguete, pero sus ojos de divinidad me demostraban que quería tragarla como perra.

Puso mi cabeza en su lengua y lamió rico, hizo ese ejercicio unas cuantas veces, ya que el agarro sabor, comenzó a succionar poco a poco mientras sus manos acariciaban mis huevos.

La tomé du su cabello y la rica prima de mi mujer empezó a tragarse mi verga de forma monumental, la devoraba hasta su garganta, me mordía el escroto, el prepucio y me mordía mi mástil, luego con su lengua sobaba y lamía cada fluido pre seminal, yo me sentía en la gloria, a sus 19 años la prima de mi esposa era una experta come vergas.

L: ¡Uf, que rico chupas, uhm!

D: ¡Uhm, mmm!!

L: ¡Ah, nena, uhm!

D: ¡Ya, mmm, métemela!!

Siguiendo su orden como fiel escudero, la tomé de su cintura, la cargué y la acosté en el sofá, me agaché y abriendo sus piernas lentamente introduje mi verga, la cual gracias a la humedad de su vagina entraba rico.

Nos besábamos y de vez en cuando alzaba mi cabeza para vigilar que nadie viera.

Me movía suave, quería que recordara esa noche, me estaba cogiendo a una diosa, a sus 19 años ella despertó mucho en mí, me daban ganas de dejar a mi esposa y llevármela, amaestrarla y tener una rica esclava sexual, pero eso solo era pensamientos pasajeros.

Diana se movía rico, ambos nos acoplábamos bien, pese a que tenía 12 años más que ella, sentía que llevábamos toda la vida cogiendo.

L: ¡Uh, ven cabalga!

D: ¡Vas a gozar!

Me acosté en el sofá y Diana se acomodó para darme una deliciosa cabalgada, me deleitaba con sus ricas tetas, las mordía mientras Diana se empujaba rico a mi dura verga.

Sus movimientos de cadera eran majestuosos, nos besábamos, devoraba sus tetas, apretaba sus muslos, era una excitación extra verla con sus medias puestas, las acariciaba, lamia su cuello, estaba probando cada parte de la joven Diana.

L: Uhm, chiquita, muévete, ¡muévete!

D: ¡Ah, que dura y grande!

L: ¡Que suerte tenerte así!

D: ¡Sabes!! ¡Desde que te vi con mi prima, quise probarte!

Ahora entendía sus insinuaciones, en algún momento me encontró cogiendo con su prima y eso le había despertado el ansia de estar conmigo, eso me elevó el ego y me sentí su macho.

Me senté en sofá y la puse a darse sentones, lo hacía muy bien, ella se tragaba por completo mi verga, ambos mirábamos para no ser descubiertos, pero disfrutábamos de lo rico que cogíamos.

Miraba como mi verga desaparecía en su concha, sus quejidos eran excitantes, le apretaba las tetas, le apretaba el vientre, metía mis dedos en su vagina y apretaba su clítoris, estaba cogiendo como nunca.

Nos pusimos de pie, subí su pierna en al brazo del sofá y de patita de ángel la penetraba, ella me besaba el cuello y me mordía los pezones, yo hacía lo mismo con los de ella, me tenía a mil, sudábamos como cerdos, éramos dos animales en brama, ya no nos importaba que nos descubrieran solo queríamos seguir cogiendo.

D: ¡Ah, que rico, uhm!

L. Ah, uf, Diana!!!

D: ¡Coges rico, uf!

L: ¡Tú también coges de maravilla!

D: ¡Cogería diario contigo no importa que seamos primos!!

L: ¡Uhm, me encantas!!

La cargué y la acomodé sentada en el brazo del sofá, abrió las piernas y me enredó en ellas, la abracé y la penetraba rápido, el ruido de su vagina era música del cielo, nuestras lenguas se enrollaban, sentí como escurría, de pronto arañándome la espalda, sentía su venida, estaba consiguiéndole su orgasmo, ella se mordía los labios ahogando su grito de placer, me sentía el mejor, había hecho venir a la prima de mi mujer.

D: ¡Ah, papi, uhm!

L: ¡Córrete, uf!!

No solo le metía mi verga, con ms dedos apretaba su clítoris para hacerle más largo su orgasmo.

La puse en cuatro, ver sus grandes nalgas paradas en forma de corazón me puso como toro, miraba escurrir su fluido por sus entre piernas y mojaba el sofá, la tomé de su cadera y la penetré suavemente, me movía lento, quería hacerla sentir toda mi verga, ella apretaba fantástico, mordía los cojines del sofá que ya estaban más que impregnados de nuestro aroma sexual, comencé a acelerar mis movimientos, me sentía en la gloria, empalaba deliciosos a la nena mientras todos seguían dormidos.

D: ¡Ah papi, uf, que rico!

L: ¡Toma, uhm, que nalgas!!!

D: ¡Dame, dame duro con tu rica verga!

L: Que rico, ¿de quién eres?

D: ¡Tuya, uhm, soy tuya!

L: Ah, que rico, toma, ere mi perra, ¡mueve las nalgas como la rica perra que eres amor!

La embestía con mucha fuerza, ambos jadeábamos y gritábamos, le apretaba sus ricas tetas, le mordía su cuello, le jalaba el cabello, le estaba dando una cogidota.

Me encantaba ver rebotar sus nalgas en mí, le daba de nalgadas las apretaba, apretaba su clítoris, sentía que me iba a venir y ella también lo haría por segunda vez.

D: ¡Ah, así, uhm!

L: ¡Rico, uf, ah!

D: ¡Si, así, dame, verga, agh!!!

L: ¡Ahí voy, te lleno de elche!

D: ¡Ah, me vas a preñar, uhm!

L: ¡Si, serás mi perra!

Mi semen salió como explosión volcánica, ella también se corría y se movía delicioso haciendo sentir aún más mi orgasmo, nos ahogábamos el grito, estaba llenándola de mi semen, el placer era inmenso.

L: ¡Ah, toma, uhm!

D: ¡Si, ah, que rica leche!!!

Después de dejar de venirme me senté en el sofá y Diana bajó a darme unas chupadas, lamió mi verga limpiándola de la mezcla de nuestros fluidos, yo victorioso, acariciaba su cabeza mientras mi erección se desvanecía en su boca.

Finalmente, terminado el acto, nos vestimos y entre risas hablábamos de la rica experiencia que habíamos tenido, ella me contó algunas cosas como que el día de la boda de su hermano fue cuando me encontró con Lety cogiendo.

Me fui al baño a asearme un poco y unos minutos después bajó Enrique a vomitar los estragos de la fiesta, eso hizo que los demás se despertaran, pero al verme apoyándolo, Lety y Felicia dedujeron que yo había bajado con él.

Diana se fue a escondidas a su cuarto, a la mañana siguiente en el desayuno, mientras todos reían y comían, Diana me acariciaba la verga por debajo de la mesa.

Estaba más que fascinado con esa chica, de hecho, alargué nuestra estadía en esa casa, quería seguir cogiéndomela, quería seguir cogiendo con Diana, la prima de 19 años de mi esposa.

Pronto traeré la continuación de esta rica aventura que tuve con esa delicia de mujer.

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