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Mi prima, mi puta personal

Con Patricia, mi prima, nunca tuvimos buena relación. Ella es dos años menor que yo, linda, con buen cuerpo, pero con un carácter de mierda. Siempre tiene algo de que quejarse, algo que no le gusta, siempre a disgusto. Yo llegué a la Capital, hace 10 años, cuando tenía 18, para estudiar en la universidad. Mis padres compraron un departamento para que yo viva, me recibí y comencé a trabajar. Por suerte con Patricia solo me veía en las vacaciones o las fiestas.

Una tarde recibo la llamada de mi madre pidiéndome por favor que reciba a Patricia que quería venir a buscar trabajo e irse a vivir sola, pero sus padres todavía no habían conseguido un departamento. Para no poner mal a mi madre, y con la promesa que no iba a ser por más de un mes, acepte.

Patricia llegó un sábado a la mañana. Y lo primero que hizo fue protestar porque el departamento tiene un solo baño. Tampoco le gustaba dormir en un diván en el living. Traté de poner lo mejor de mi paciencia y no escucharla.

Gracias a Dios durante el día no la veía por mi trabajo. Casi una semana después, el viernes, llegue al departamento con una amiga. Patricia puso su mejor cara de culo. No me importó. Fuimos a mi dormitorio y tuvimos un sexo tremendo. Ella gritaba como loca, era una máquina de gozar. Lo hicimos dos veces y luego se fue. Patricia ya estaba acostada.

Cuando me desperté, me di una ducha, y fui a desayunar.

“No puede ser, anoche no pude dormir con los gritos de tu amiguita. Por favor, mientras yo esté acá no traigas a tus amiguitas.” Dijo Patricia sin decir “Buen día.”

“Patricia, este es mi departamento y soy muy libre de hacer o invitar a quien quiera. Si la flaca gritaba debe ser porque le encanta coger, le encanta el placer. Y a mí me encanta cuando se pone así. Si no te gusta, pues andate.”

“Voy a hablar con tu mamá.” Dijo.

La llamó y luego mi madre a mí.

“Mamá, es muy simple. Yo vivo aquí, ella desde el primer momento se quejó por todo. Ahora pretende que yo no traiga mis amigas. Es muy fácil para mí: se calma o quedan pocas opciones: Se va ella o me voy yo. No tengo problemas en irme a lo de una amiga hasta conseguir alquilar un departamento.”

Mi madre escucho atentamente, me mandó un beso y segundos después la llamó a Patricia, que fue cambiando su rostro sonriente a una cara seria para después llenársele los ojos de lágrimas. Cortaron y me quedé mirándola a la cara.

“Nada, te das cuenta que me estas echando, a mí, a tu prima.”

“No, no te echo, pero si vos no dejas de protestar por todo, si, andate, no me importa un carajo de tu vida.”

Un rato después, fui a pasear con unos amigos y volví después de cenar. Patricia estaba mirando televisión.

“Hola.” Dijo muy tranquila.

“Hola.” Respondí y me fui a dar una ducha. Un rato después fui a buscar un vaso de whisky a la cocina, vestido solo con un bóxer. Patricia me miró asombrada.

“¿Qué pasa?” Pregunté.

“Nada, no esperaba verte así.”

“Es mi casa.” Dije.

“Lo sé.” Dijo y su mirada fue hacia mi bulto.

Mientras me servía el vaso de whisky, ella no dejaba de mirarme. Fui a mi cuarto, y miré un rato de televisión y nuevamente fui por un whisky. Patricia estaba despierta. Y su mirada fue nuevamente a mi bulto.

“Parece que nunca viste un hombre en bóxer.”

“Si, claro que vi. No soy una tonta.”

“Ah, pero por tu cara, parece que hace rato que no vez uno.” Dije.

“Eh, puede ser.” Dijo nerviosa.

Caminé hacia ella y mi bulto quedó a la altura de su cara. Patricia respiró profundo y mordió su labio inferior. Mi pija empezó a hincharse. Ella la miraba con cara de asombro. Tomé su mano y la llevé a mí bulto. Ella en vez de sacar su mano, apretó suavemente. Solté su mano y ella no dejaba de acariciarla. Baje un poco mi bóxer y mi pija saltó fuera.

Patricia ahora acariciaba mi pija. Tomé su cabeza y la puse con sus labios sobre mi pija. Ella la empezó a besar. La tomaba en su mano y la besaba sin parar.

“Chupala.” Dije y ella me miró fijamente. Dudó pero empezó a chuparla. Me agache un poco y me puse a acariciar sus pechos, primero sobre la remera que usaba para dormir, y luego directamente.

“Sacate la ropa.” Ahora, sin dudar, se quitó la ropa y siguió chupando. Me masturbé un poco y acabé chorreando toda su cara. Patricia me miró y no dijo nada. Mi leche caía por su cara, y ella me miraba como esperando que le diga que hacer.

Me fui a mi dormitorio y me acosté a dormir sin decir nada. El domingo me levanté tarde, salí a almorzar con unos amigos y cuando volví Patricia estaba con la ropa de dormir, mirando televisión. Fui a mi cuarto, me saque la ropa y volví al living. Me senté a mirar televisión al lado de ella. Tomé el control remoto y puse el canal porno. En la película, una mujer era sometida por un hombre, que la acariciaba y tocaba por todos lados.

Sin mirarla le dije que se saque la ropa. Ella obedeció de inmediato. Le indique que me siga y fuimos a mi dormitorio. La hice acostar y me puse de rodillas para que me chupe la pija. Ella chupaba con ganas. Llevé mi mano a su concha y estaba empapada.

“Estás muy caliente, parece que te gusta el sexo, chupar bien una pija.” Ella no dijo nada y siguió chupando.

Separé más sus piernas y llevé mis dedos a su ano. Cuando ella los sintió me miró a los ojos con cara de terror. Me acosté y ella se puso de rodillas a chupar mi pija. La acomodé y seguí jugando con mis dedos en su culo. Ya entraban dos cómodamente. Patricia tenía lágrimas en los ojos, pero sus piernas choreaban sus jugos.

“Subite.” Dije y ella se sentó en mi pija, subiendo y bajando. Ahora no me miraba. Estaba con los ojos cerrados. Sus manos buscaron sus pechos y se los apretaba.

“¿Cuántos hombres te pasaste?”

“Pocos.” Dijo sin mirarme.

“Pero sos muy calentona, muy putona.”

“Si…” dijo en forma casi inaudible.

“Pues mientras estés en este departamento vas a ser mi puta. Siempre dispuesta a lo que te diga.”

Patricia no dijo nada. Solo aceleró sus movimientos hasta llegar a un orgasmo y seguir moviéndose. Apreté sus pechos y tomé sus pezones. Mientras los apretaba le dije:

“Metete dos dedos en el culo.” Y sin mirarme se negó con la cabeza. Apreté y retorcí sus pezones. Ella balbuceando dijo: “bueno.” Y metió primero un dedo y luego otro en el culo. Ella aumentó sus movimientos y apretaba con la otra mano una de mis manos en sus pechos. Sentí que iba a acabar y la hice acostar boca arriba, sin sacar sus dedos del culo. Acerque mi pija a su culo y le saque los dedos.

Patricia me miraba con cara de terror.

“Por favor, no, por el culo no.”

Lentamente fui metiendo la cabeza. Patricia lloraba en silencio. Cuando le metí totalmente y empecé a moverme. Tomé una de sus manos y la llevé a su concha. Sin que necesite decir algo, ella se comenzó a masturbar, aunque lloraba. Mis movimientos se fueron haciendo más fuertes. Con su mano libre, se apretaba un pecho. Pude sentir como tenía un orgasmo fuerte, su cintura se arqueo, y siguió masturbándose con todo. Yo me volvía loco mirándola. La cogía por el culo con violencia. Acabe llenándole el culo de leche. Ella con un orgasmo tremendo, apretándome la pija con su culo.

Me tiré en la cama y ella me miró.

“Andá a tu cama.” Dije, y ella se fue.

Desde ese día Patricia fue mi puta. Cuando los padres estaban por conseguirle un departamento, me pidió quedarse. Nunca más protestó ni se quejó por nada.

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