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Mi prima Norma

Desde que tengo memoria siempre me llevé bien con mis primos, en especial con dos que eran un poco mayores que yo, en un inicio me llevaba súper bien con un primo llamado Martín, que es dos años mayor que yo, pero cuando llegó a la adolescencia comenzó a tener otras amistades y otro tipo de intereses, poco a poco fuimos conviviendo menos.

Mi prima Norma es un año mayor que yo y en la medida que me distanciaba de Martín me acercaba más a Norma. La convivencia era muy sana, teníamos intereses muy similares cuando éramos adolescentes, nos agradaba el mismo tipo de música, de películas, en fin, siempre me pedía le acompañara con sus amigos o simplemente que le acompañara cuando mis tíos le encomendaban algún mandado o tarea especial.

Norma siempre fue más extrovertida que yo, así que era ella quien tomaba la iniciativa de tomarme de la mano o de abrazarme, quien no nos conocía podía llegar a pensar que éramos novios. Siempre nos llevamos muy bien y lo más travieso que llegamos a hacer fuera de casa fue fumarnos un cigarrillo. Cosas de niños pasando a la adolescencia.

El atractivo de Norma siempre fue su despreocupada forma de ser, no tenía un cuerpo de diez, pero se veía bien cuando se arreglaba para una fiesta. Por cosas del destino, Norma se fue a vivir lejos de la ciudad a casa de los abuelos.

Pasaron algunos años y no supe más de Norma, hasta que un día que llegué a casa y vi que mi madre conversaba con una chica muy atractiva, cuando la chica volteó a verme sonrió diciendo “hola primo”, y corrió hacia mí para darme un fuerte abrazo. No lo podía creer, era Norma, seguía teniendo la misma cara de escuincla traviesa pero su cuerpo dejaba ver que era una atractiva mujer de 23 años.

Norma lucia sensual, su ropa ajustada dejaba ver su silueta, unos pechos generosos, una cintura pequeña, un par de piernas no muy largas pero bien torneadas y un espectacular trasero que lucía muy firme.

Estuvimos platicando de todo, y se hizo muy tarde, Norma le preguntó a mi madre si podía darle hospedaje esa noche y sin dudarlo accedió. Cenamos en la más absoluta tranquilidad, a pesar de que Norma se veía buenísima no la veía con ojos de deseo, todo era hasta cierto punto normal.

Llegó la hora de dormir y compartí la habitación con Norma, en mi cuarto había dos camas individuales así que cada quien se quedaría en una, nadie reparó en que fuera inapropiado, después de todo éramos familia, todo estaba en confianza como cuando niños.

Mi madre le prestó a Norma una pijama para dormir y fue la primera en ir a acostarse, yo me fui más tarde, cuando entré al cuarto no encendí la luz para no despertarle y así a oscuras me puse mi pijama y me metía la cama. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad por completo, pude ver que Norma había dejado su ropa al pie de la cama, imaginarla sin su ropa me puso muy caliente y fue la primera vez que vi a mi prima como la mujer que evidentemente era. Tardé en dormir, en mi mente solo estaba la imagen de Norma, sus sensuales formas y la proximidad de nuestras camas.

Al día siguiente desayunamos y Norma se despidió, durante la plática nos contó que ahora que estaba de vuelta no vivía con mis tíos, que se había comprado un departamento y vivía sola. Cuando se fue me pidió le acompañara al sitio de taxis y mientras caminábamos me abrazó como cuando niños y pude sentir su cuerpo, ella por su parte sintió el mío y solo comentó.

—Oye primo, ya estás muy fuerte… a ver cuándo vas al departamento a visitarme.

—Pues nada más que me invites.

—Tú no necesitas invitación.

—Nos ponemos de acuerdo entonces.

Llegamos donde los taxis y tomó su camino. Desde ese momento todos los días nos mensajeamos por teléfono, me contaba cosas de ella, algunas decepciones amorosas, broncas con la familia, sobre su trabajo, en fin, nos pusimos al día en todos los temas y nos sentíamos como cuando adolescentes. En una plática me pregunto.

—¿Entonces cuando vas a venir?

—¿A dónde?

—A visitarme no te hagas menso.

—Pues el sábado si quieres, entre semana no puedo, ya salgo un poco tarde de trabajar como no tengo auto pues se dificulta el regreso.

—Pues vente el viernes y aquí te quedas, te vas el sábado.

—No sé… mejor el sábado.

—No muerdo, bueno… si no fuéramos primos igual y sí.

—Jajaja, no inventes, no eres mi tipo, estás bien fea.

—Ándale tú, galán. Ya vente el viernes y vemos que cenamos.

—Ok, allá te veo.

Llegó el viernes y me fui a casa de Norma, durante la jornada de trabajo me sentí excitado por la idea de estar a solas con ella, el recordar su cuerpo me ponía muy cachondo. Llegué con Norma y me recibió muy amable, me abrazó y me expresó el gusto que le daba que la visitara, ya dentro del departamento vi que tenía muy pocos muebles, y fue que comenzamos a platicar de mis tíos. Me comentó que estaba un poco distanciada de ellos y que por eso prefirió invertir el dinero que tenía en un lugar para vivir, que poco a poco iría saliendo adelante con su trabajo para amueblar su departamento y mejorar su situación de vida.

Después de un rato de plática salimos por algo de cenar, el plan era cenar en la calle pero decidimos comprar para llevar y cenamos en casa. Nos dio media noche platicando y llegó la hora de dormir, fue cuando repare en que solo había dos posibilidades, o dormía en el piso o en la cama matrimonial de Norma.

Norma vio que yo estaba mirando al piso y me preguntó:

—¿Qué buscas?

—Donde voy a armar mi cama.

—No seas menso, nos dormimos juntos en la cama, ya te dije que no muerdo.

—¿Qué tal que yo sí?

—Promesas primo… promesas…

—No me des cuerda.

—Vamos a acostarnos, total, una mordidita no me vendría mal.

Apagamos la luz y nos desvestimos cada uno en un lado de la cama, yo estaba en bóxer y pensé que quizá Norma usaría una pijama o un camisón de dormir. Nos metimos a la cama y Norma me abrazó, sentí como sus piernas buscaron entrelazar las mías pero sin llegar a ser algo sensual, estábamos abrazados y comenzamos a platicar de nuevo, recordamos algunas canciones y algunas situaciones de cuando niños, le dije que siempre me pareció que algunos de sus amigos estaban celosos de mi porque siempre andábamos abrazados.

—Igual pensaban que yo era tu novio.

—Sí, algunos si lo pensaban, pero era divertido no sacarlos de su error.

—Que fea eres.

—Ya me has dicho fea varias veces, ¿de verdad si estoy para el perro?

—Es un decir, estás muy bien. ¿Qué te daban de comer los abuelos?

—Decídete, ¿estoy fea o estoy bien?

—Estas buenísima.

—¿Sí te gusto?

—Sí, mucho. Pero ya, cambio de tema.

—Tú me gustas mucho primo. Solo porque estaba mi tía en casa, si no, me hubiera pasado a dormir a tu cama el otro día.

Busqué los labios de Norma y ella respondió con un pequeño beso.

—Que ricos labios tienes primo.

—Y tu estas riquísima de pies a cabeza.

—Esta noche puedo ser toda tuya.

Nos besamos lentamente, fuimos de menos a más, no teníamos ninguna prisa y entre los besos me percaté que Norma estaba en pantaleta, no traía brasier, la única barrera entre su pecho y el mío era una playerita no muy larga.

Mientras besaba a Norma, acariciaba sus nalgas, me encantaba sentir su breve cintura y la redondez de sus nalgas, realmente se sentían tan firmes como se veían a simple vista. Norma por su parte acariciaba mi abdomen y mi verga por sobre el bóxer.

Me saqué el bóxer y ayudé a Norma a sacarse la pantaleta… únicamente se quedó con la playerita. Norma aprovechó el total acceso y comenzó a masturbarme lentamente, besó mi abdomen en un par de ocasiones.

—Te la quiero mamar.

—Pero no pares hasta sacarme toda la leche.

—Mmmm no te voy a dejar ni gota.

Y dicho esto Norma comenzó a lamer toda mi verga, desde la base hasta la punta, lo lamía como si fuese una paleta, no podía ver bien su cara por la escasa luz que entraba por la ventana pero podía ver lo suficiente como para terminar de prenderme. Sentir su boquita húmeda en mis testículos, en la base, en la punta… sentir como se metía buena parte de mi verga para devorarla como si no hubiera un mañana, realmente quería sacarme toda la leche. Yo jugaba con su cabello y ocasionalmente le daba ritmo a sus movimientos, pero lo hacía tan bien que simplemente me dejaba hacer.

Cuando sentí que me venía se lo hice saber, ella se limitó a decir brevemente.

—Vente en mi boca.

Norma siguió mamando con más afán y me vine en su boca, me masturbó con ligeros apretones asegurándose que no dejaba gota alguna como me lo había anticipado. Ambos nos incorporamos un poco y buscamos nuestras bocas, Norma aún tenía leche en sus labios, me encanto el sabor de su boca, su saliva y mi semen eran un néctar delicioso.

—Ahora vas tú primita, no me pienso quitar hasta devolverte el favor.

Norma se acomodó en la cama y abrió sus piernas para darme todo el acceso a su mojada entrepierna. Comencé a besar su abdomen, su pelvis justo arriba de su vello púbico, después besé sus muslos, regresé a su bajo vientre y después mojé mi cara con sus jugos, comencé a lamer, di una primer lamida a todo lo largo de sus labios vaginales, con mis pulgares abrí los pliegues y busqué su clítoris, su aroma de mujer era delicioso, me prendía olerla, era toda una hembra. Yo lamía toda la zona, haciendo énfasis en sus zonas más sensibles, ella comenzó a acariciar mi cabeza, después eran tirones a mi cabello que lejos de molestarme me hacían darme cuenta que mi empeño rendía frutos…

—Así primo… que rico me comes… así quería tenerte.

Yo continuaba con mi labor sabiendo que ella lo disfrutaba.

—Así cabrón, así, así no pares.

A los pocos segundos Norma apretó mi cara contra su sexo, mojándome de ella en un intenso orgasmo. Mientras di sexo oral a Norma, mi cuerpo descansó y recuperé la erección después de tan rica mamada, así que no esperé más y aprovechando que mi prima estaba aún sensible por su reciente orgasmo la tomé de las piernas y acomodé sus pantorrillas en mis hombros para levantar sus caderas y la penetré de una sola embestida. Su sexo estaba tibio, húmedo, me apretaba la verga delicioso y yo solo quería clavarla hasta el fondo, que sintiera todo lo que ella provocaba en mí.

Siempre me han gustado las mujeres que hablan durante el sexo, para mi fortuna Norma era de esas, así que mientras la penetraba me llenaba el oído con su voz.

—Cógeme cabrón, cógeme así, fuerte, hasta adentro, dámela toda!

Cada frase me ponía más caliente.

—Que rica cogida, que vergota siento, que rica la tienes.

Cambiamos de posición, deseaba tenerla de perrito, quería tener esas hermosas caderas delante de mí, imaginar tenerla prendida de su cinturita realmente me ponía caliente. Así que la acomodé y cuando la tenía en cuatro puntos pasé mi mano sobre su sexo y comprobé que seguía muy húmedo, así que la penetré nuevamente de un solo golpe y hasta el fondo, la tomé fuerte por la cintura y comencé a clavarla, ella gemía sin control, tomó una almohada y ahogó sus propios gemidos, así que empecé a cogerla con más fuerza, como si quisiera partirla, yo sabía que con esa intensidad me vendría más pronto pero ella realmente lo disfrutaba, solo se escuchaba nuestra piel chocando a modo de aplausos, cuando sentí que me venía la solté de la cintura y la sujeté de los hombros para afianzarme lo más fuerte posible, cuando eyaculé la tenía bien sujetada y me aseguré de llenarla de semen hasta las entrañas, por mi cabeza nunca pasó que podría embarazarla por venirme dentro, nada me importaba más que saciar mis ganas de cogerla.

Nos tendimos en la cama, yo quería más, mi cuerpo necesitaba un descanso pero mi lujuria no, así que le quité la camiseta y me lancé a sus pechos, los chupé, los lamí, los apreté y jugué con ellos, me regocijaba lamiendo sus pezones erectos, Norma al parecer lo pasaba igual de genial que yo, sus gemidos y la erección de sus pezones me lo decían.

Una mediana erección se hizo presente y Norma se lanzó nuevamente para darme otra mamada y terminar de ponérmela dura, una vez que logró su cometido le dije que me la quería coger con la luz prendida, que deseaba verla desnuda y contemplar su cuerpo. Así que encendí la luz, descubrí nuestros cuerpos sudorosos, su cabello despeinado y algunos rasguños en su piel. Ella de igual forma me miraba, como reconociéndome, para nada era igual que cogernos con poca luz.

La situación era morbosa, ahí estábamos, primo y prima… hombre y mujer… perro y perra hambrientos de sexo, me tiré sobre ella y busqué sus labios, lamí su cara y un hilo de saliva nos conectaba, me acerqué a su oído y le dije…

—Desde que te quedaste a dormir en casa quería cogerte meterme a tu cama y cogerte.

—Yo quería que lo hicieras, ¿crees que no vi cómo me mirabas durante el día?

—Me la he jalado todos los días pensando en tus nalgas y en tus tetas.

—Jajaja, yo me meto los dedos pensando que es tu verga. Pero tenerla de verdad es mucho mejor.

—Que puta eres.

—Si no me coges pronto de nuevo el puto eres tú.

Ante tal demanda, aproveché la posición en que estábamos y ella solo abrió sus piernas para que comenzáramos a coger de misionero, su sexo húmedo era irreal, apretaba muy rico y no oponía gran resistencia, tomamos ritmo en la penetración y la cama emitía un leve rechinido, ese rechinido acompasado que cuando le pones atención te prende más. Norma gemía, yo gruñía, estábamos trenzados en la parte superior de nuestros cuerpos, no nos íbamos a soltar hasta acabar, lo único que se movía eran nuestras caderas, sentí que no tardaba en venirme, así que le murmuré al oído…

—Me voy a venir, pon tu boca.

Norma me soltó para acomodar su cara cerca de mi verga y abrió la boca. Yo le di tres o cuatro jalones fuertes y agregué…

—No te los comas, retenlos en la boca.

Me vine en su boca, solté cuatro chorros. Me acerqué a sus labios entreabiertos y mientras lo hacía abrió sus ojos extrañada, no se lo esperaba… metí mi lengua en su boca para darle un besos francés y fue que se relajó y se entregó al beso, fue un beso profundamente erótico y húmedo, nos separamos y se formó un hilillo de semen que unía nuestras bocas, norma sonrió sorprendida y me dijo.

—¿Que fue eso?

—Se llama beso blanco.

—Se siente muy hot, es diferente a solo comerlos.

—Si, a mí me gusta el sabor. Tu cara de susto fue genial.

—Me sorprendí que es diferente. No estuvo mal para ser nuestra primera noche.

—¿Primera?

—Estás menso si crees que fue debut y despedida.

—Yo solo me cojo a mis novias.

—Pendejo.

—¿Quieres ser mi novia?

—Lo voy a pensar… Ok. Si.

—Ya me dio hambre de nuevo.

—Creo que quedó algo de la cena, lo caliento y cenamos de nuevo.

Norma buscó su playerita y se la puso, no así la pantaleta, era un lujo ver esas formas tan ardientes, vi como se movían sus nalgas mientras salía del cuarto, yo hice lo mismo, me puse solo la camiseta y salía detrás de ella. Cenamos y reímos nuevamente como si nada hubiera pasado, dejamos de ser amantes para ser primos de nuevo. Regresamos a la cama y sin decir palabra nos abrazamos para dormir. Aún nos esperaba el sábado para comenzar nuestro noviazgo.

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