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Humillación total (Capítulo 1)

Todo parecía aparentar que iba a ser un día como todos los demás. 

Pero al llegar a mi casa luego de un largo día de trabajo noté que la puerta estaba abierta.

Al entrar, noté toda la sala revuelta y de inmediato escuché ruidos extraños en la habitación.

Mientras me acercaba a la habitación dije… “Gorda estás bien?” Y ella gritó… “¡Corre!”.

Justo en ese instante abrí la puerta y ahí estaba ella, arrodillada, llorando, con todo su maquillaje corrido, despeinada y al lado estaba él apuntándole con un revólver y sujetándola de todo su pelo revuelto. Al verme dijo:

-Quédate quieto. Tranquilito o la mato…

Y me ordenó que me arrodille en el rincón de la habitación. De inmediato tomó su mochila y sacó una soga y se acercó a atarme las manos. Y también los pies.

Mientras lo hacía mi mujer gritó:

-¡Está loco, es un psicópata, solo quería robar, pero al ver nuestros juguetes del cajón se puso así!

En ese momento él gritó.

-¡Te callas putita! -y de inmediato se acercó a mi oído y me susurró- La voy a violar y si te haces el loco también a ti.

La verdad no puedo describir lo que sentí en ese momento, la impotencia, los nervios, la imposibilidad de hacer algo, la humillación de tener que ver cómo iba a violar a la mujer que amo.

Recuerdo que con mi voz temblando le dije “por favor no, llévate el dinero, no le hagas nada, házmelo a mí, a ella no la toques”.

Y dijo…

-ah mira, te gustó la idea de que a ti también -y se rio de una manera muy psicópata.

De inmediato fue hacia ella, la jaló del pelo y le dijo…

-vas a hacer lo que yo te diga ¿ok?

Ella me miró y yo tristemente asentí con mi cabeza, como intentando tranquilizarla. No había otra opción era eso o morir.

Ella seguía arrodillada con la mirada al piso. Él la abofeteó muy fuerte, le escupió el rostro y le pidió que lo mire fijo y ella obedeció. De inmediato toda temblando comenzó a desabrocharle el cinturón. Le bajó el cierre y su jean cayó al suelo.

Él la tenía tan dura que se le marcaba toda la verga en el bóxer. Mi mujer entre asombro y miedo se quedó paralizada mirando su bulto. Él con su cinturón lo ajustó a su cuello como una correa, de una manera bien brusca y jaló haciendo que el rostro de mi mujer quedara en su bulto.

Y apuntando con el revólver a su cabeza le dijo:

-Dime… señor por favor me deja mamarle su verga?

Mi mujer en ese momento creo que entendió que ya no había opciones. Pero estaba paralizada. Él se arrodilló frente a ella, dejó el revólver en el piso y comenzó a ahorcarla y decirle “vas a hacer lo que te diga o me cojo a ti y a tu marido”.

Ella en ese momento le bajo el bóxer y él estaba tan empalmado que su vega saltó como un resorte frente a la cara de mi mujer. Y si… era enorme. Demasiado grande largo y ancha, recta sin curvas y con un glande que daba miedo.

Mi mujer abrió su boca y el jalándola del pelo la ayudó. A pesar de que él presionaba, su boca alcanzaba la mitad de su miembro. Él le ordenó que la escupa, y mi mujer lo hizo.

Él dijo:

-eres obediente putita que afortunado es el maricón de tu marido.

Mientras mi mujer se la mamaba. Yo seguía tirado en el suelo, amarrado de pies y manos. Aprovechando la distracción comencé a morder la soga que ataba mis manos. Estaba demasiado ajustada, apenas comenzaba a desflorar el nudo cuando él me observó, empujó a mi mujer hacia atrás, por un instante se apreció a ver el hilo de baba entre su verga empalmadísima y los labios de mi esposa.

Se acercó y me dio un coletazo con el revólver, en ese momento todo se oscureció.

Me desperté escuchando a mi mujer llorando implorando “por favor no lo hagas, por favor!”.

Veía todo borroso, pero alcancé a ver como él tenía el Plug anal que le regalé para su cumpleaños. Lo estaba lubricando con su boca. Luego se dio y le dijo “pónselo o te mato”.

Ella me miró, yo la miré y le asentí.

Él con su revólver sin dejar de apuntarme gritó “¡ponte en cuatro puto!”.

Y yo así lo hice, mi mujer me escupió y me lo metió. El dolor que sentí, era la primera vez que entraba algo en mi cola. Y era bastante grande el diámetro del plug. Pero mi mujer tuvo la delicadeza de escupirme y creo que eso ayudó a que entrara con facilidad.

Desde ese momento todo cambió.

Él volvió a jalar del cinturón a mi mujer al lado mío y mi mujer siguió mamándosela. Él no paraba de decirle cosas, mi pequeña verga a comparación de la suya se me empezó a parar. Él lo noto y empezó a burlarse.

Le decía a mi mujer sujetándola de la cabeza obligándola a verme “míralo al putito cornudo de tu marido, se calienta de verte obedecerme. Ahora te voy a llenar de leche la boca y quiero que lo beses y le agradezcas por dejarte disfrutar de la verga de un macho de verdad”.

Mi mujer comenzó a mamarla tan intensa que él no paraba de jadear.

No tardó en decir “voy a acabar…”. Mi mujer abrió la boca pero él la jaló del cabello volvió a meterla en su boca. No tardó en comenzar a ahogarse de leche y rebalsarse. Pero mi mujer no dejaba de mamarla porque él no dejaba de presionarla sujetándola de cabello.

Y así, jalándolas acercándola a mi cara le dijo “ahora besa y agradece a tu esposo”.

Mi mujer lo hizo me beso muy suave, apenas alcancé a sentir la humedad.

Pero el gatillo su revólver y le dijo… ”Apasionadamente o los mato a los dos!”.

Y nos besamos como nunca jamás con la leche de él.

[email protected], espero algún mensaje de mis lectores.

Es la primera parte de la historia que cambió mi vida. Si realmente alguien lo lee y lo calienta hágamelo saber de alguna manera y contaré mucho más.

Saludos y gracias.

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