Saltar al contenido

Con la prima Natalia

La esperaba impaciente, por fin había conseguido convencerla. A los pocos minutos oí el ruido de la llave en la puerta y aparecer Natalia, sentí como un escalofrío que me subía desde los pies a la cabeza de solo imaginar que en tan solo un minuto la tendría en la cama esperando que se la hincara (penetrara) hasta los huevos.

Nos desnudamos ambos quedando solo en ropa interior ella con bragas y sujetador porque decía le daba vergüenza desnudarse delante de mí. Al desprenderme de los calzoncillos apareció ante sus ojos mi pene totalmente erecto y duro como una piedra.

Ella: Madre mía, aun parece que la tengas aún más gorda que ayer.

Nos tumbamos en la cama y al momento nos estábamos magreando (acariciando) le desabroche el sujetador apareciendo antes mis ojos sus maravillosas tetas (senos) con los pezones erguidos de la excitación, mis labios se apoderaron de ellos mientras mi mano exploraba entre sus piernas dentro de las bragas, note su coño (vagina) totalmente húmeda y caliente y al momento de su garganta comenzaron a escaparse gemidos de placer, en ese momento aún no lo sabía, pero Natalia era lo más parecido a una ninfómana, jadeaba y gemía solo con las caricias de mis dedos, me apodere del botoncito (clítoris) y al momento estaba duro e hinchado, era algo que ella aun no sabía quedaba tanto placer, su marido aun no lo había descubierto.

Le quite las bragas para poder acariciarla con más comodidad mientras ella me masajeaba torpemente el pene que no podía estar más duro. No pasaron cinco minutos que ambos estamos deseosos de pasarla siguiente paso. Cogí un condón de la caja que había dejado sobre la mesita y que había comprado antes de llegar a casa. Intente colocármelo pero era algo imposible, no sé si debido a la excitación, al nerviosismo por las ganas que tenia de entrar en ella que no había manera de colocármelo, tampoco era un experto, hasta esa vez nunca lo había hecho con condón, con las mujeres que había tenido relaciones de sexo ninguna me lo había pedido quizás porque ellas ya tomaban medidas o porque estaban seguras que ya no se quedaron embarazadas, todas habían sido mujeres casadas y con los cuarenta cumplidos. El capullo (glande) lo tenía tan hinchado que no había manera de que entrara en el condón, Natalia intento ayudarme pero al hacerlo el concón se rompió, cogimos otro y con más cuidado lo intentamos pero desistimos ya que no había manera de que entrara, en esos años tampoco debía de haber condones de diferentes medidas como actualmente que todas debían ser medidas estándar y mi pene no era de medida estándar al menos en el grosor así que cansados de intentarlo y los dos más calientes que horno después de unos minutos de hablarlo y con la promesa y juramento que no me correría dentro, que la sacaría antes de correrme ella sin estar muy convencida dejo que me colocara sobre ella y con una mano acompañe la punta del pene a la entrada de su caliente cueva.

Ella: Pablo recuerda que me lo has jurado, no te vayas a correr dentro.

Yo: Que noo tonta, de verdad cuando me vaya a venir la saco te lo juro.

Aun sin estar segura de abandonarse dejo que la punta de mi pene comenzara a restregarse entre los gruesos y calientes labios vaginales buscando la entrada. Cuando logre colocar la punta en la dirección correcta comencé a apretar, pero debido a su nerviosismo unido al miedo de que no cumpliera mi promesa y se la dejara dentro. No lograba atravesar la barrera donde un día debió estar su virginidad. Le pedí que se relajara, que no tuviera miedo y se abandonara. Mientras la intentaba tranquilizar le di un fuerte apretón que la hizo gritar, más de la sorpresa que del dolor, aunque también un poco según me confesó más tarde. Logre avanzar unos centímetros, ella me decía con la respiración agitada.

Ella: Para, para no seas tan bruto, joderrr que me has hecho daño.

La intente relajar para que se relajara de una vez y con movimientos lentos y suaves fui avanzando a medida que ella se relajara hasta penetrarla por completo, entonces le susurre al oído.

Yo: Ves como no era tan difícil, ya está toda dentro y no te he reventado ni nada.

Ella: Joder que cosa más grande y gorda siento dentro, me llega al estómago.

No seas exagerada andaluza, le dije mientras me apretaba a ella mordisqueándole los pechos. Notaba los huevos (testículos) apretados contra su sexo. Comencé un mete y saca lento, suave apretándome con fuerza cuando notaba los huevos chocar (descansar) sobre su sexo. No habían pasado más de diez minutos cuando Natalia ya iba por su segundo orgasmo. Aunque sentía un fuerte dolor en los huevos (testículos) y el pene deseoso de correrme lograba aguantar. Mientras esperaba que volviera de dejar los niños en el colegio me había pajeado (masturbado) siendo consciente que si no lo hacía no iba a aguantar mucho sin correrme. Entre orgasmo y orgasmo descansábamos unos segundos, ella me preguntaba:

Ella: ¿No te habrás corrido verdad?

Yo: Noo, cariño, no tranquila, te avisare cuando no pueda aguantar más.

Ella: Joder como aguantas, Juan en tres minutos ya se ha corrido.

Me dijo con la cara roja como un tomate y los ojillos medio cerrados del placer que le estaba haciendo sentir.

Volví a la carga esta vez medio de lado, en la postura que años después supe que le llamaban la tijera, una postura cómoda para ambos, yo no la aplastaba con el peso de mi cuerpo y ella podía moverse y ambos podíamos mirarnos y observar el placer en la cara del otro. Entonces ella se le ocurrió bajar la mano entre las piernas no sé si para cerciorarse de si se la tenía metida toda o para que pero me rozo los huevos y no pude evitar que se me escapara un fuerte gemido al sentir sus manos, ella se dio cuenta cuanto me había gustado que en vez de dejar de hacerlo consiguió introducir la mano y apresarlos y masajearlos, fue esa vez cuando yo descubrí que mi punto flaco era ese, que me acariciaran los testículos. Intente aguantar ya que notaba que me empezaba a temblar todo, ella estaba inmersa de medio de un nuevo orgasmo y esta vez debido a que podía moverse mucho más fuerte que ninguno de los anteriores. Yo ya no podía aguantar más, intente hacerle retirar la mano de los testículos pero ella desistía en dejar de acariciarlos y casi gritando le anuncie que tenía que salir, sacársela.

Yo: Paraa, paraaa Natalia paraaa que no aguanto más, voy sacártela, voy a sacarla.

Ella: Nooo, noo aguanta un poco más ahora noo, nooo espera, esperaba aguantaba.

Ella me mantenía sujeto a con sus piernas enrolladas a las mías moviéndose como si le estuviera dando un ataque de epilepsia entre fuertes jadeos y resoplidos. No puede aguantar más y me deje ir, ella dejo escapara un grito al sentir el primer latigazo de semen en las paredes del útero, le siguieron unas cuantas más que ella recibió con resoplidos hasta quedar desplomada con signos de ahogo mordiéndome el cuello dejándome una marca que hizo que tuviera que llevar un pañuelo al cuello durante varios días. También yo quede exhausto apretado a ella notando las contracciones de su sexo apretando e estrangulando mi pene. Ambos quedamos inmóviles apretados el uno al otro durante varios minutos hasta que ella fue consciente de lo que había pasado y bruscamente se separó saltando de la cama con signos de nerviosismo y preocupación.

Ella: Lo has hecho, lo has hecho y eso que juraste que no lo harías, me cago en la puta.

Salió disparada hacia el baño sin dejarme decirle que había sido ella la que no me había dejado sacarla. Cuando volvió del baño unos minutos más tarde ya menos nerviosa siendo consciente que toda la culpa no había sido mía se sentó en la cama y con la cabeza entre las manos inclinada hacia adelante decía:

Ella: Como se lo explico a mi marido si me he quedado preñada (embarazada).

Solo se me ocurrió decirle que no debíamos ponernos la venda antes de la herida, una frase que se solía y suele decir mucho.

Ella: Seguro que me quedo, con la cantidad de leche que me has echado y yo que me quedo solo con ver a mi marido en calzoncillos no se quela voy a decir.

Me acerque a ella y le acaricie la cabeza, ella se giró y me miro a los ojos, le volví a decir que yo quería salir de ella pero que no me había dejado, ella era consciente que había sido así y no volvió a recriminarme más la acción, nos tumbamos en la cama boca arriba a descansar unos minutos antes de vestirnos.

Yo: Natalia veras como no pasa nada, tranquilízate que tu marido no note que te pasa algo.

Le pregunte cuando le solía venir a ella la regla, me dijo que le faltaba una semana ya que ella decía para la regla era un reloj y por suerte así fue.

Un día cuando llegue de clase le note una mirada diferente, más contenta que de costumbre, me recibió con una amplia sonrisa y enseguida me lo pensé, estaban los niños delante y solo le pregunte:

Yo: ¿Te ha venido verdad?

No necesite respuesta su sonrisa de oreja a oreja me lo confirmaba.

Yo: Ves, ya te lo dije tanto preocuparte, te dije que no te ibas a quedar, la primera vez los bichitos, (espermatozoides) no saben el camino jajaja, la próxima vez ya será diferente.

Me miro a los ojos con desafío:

Ella: ¿La próxima vez? Con lo mal que lo he pasado no habrá próxima vez.

Yo: Tan mal lo pasaste yo había pensado que te lo habías pasado más que bien.

Me miro con una sonrisa de oreja a oreja, hubo muchas próximas veces.

Desde el principio:

Para empezar, presentaré a los personajes de la historia, aunque hace mucho tiempo que ocurrió. Los que os voy a relatar es real aunque no lo parezca. Lo único no real son los nombres La co-protagonista de esta historia por ponerle un nombre la llamaremos “Natalia”, y era una prima hermana de mi madre, casada y con dos hijos pequeños aún no había cumplido los cuarenta y estaba buena a rabiar. Natalia era una mujer de estatura normal, ni alta ni baja, rubia de bote como se suele decir cuando el color de pelo no es el verdadero, lo supe la primera vez que la vi desnuda y observe el color del pelo que lucía entre las piernas no coincidía con el de la cabeza que no podía ser más negro, aunque a veces suele pasar que el color del pelo de las partes íntimas (coño) no coincide con el de la cabeza, aunque en Natalia si coincidía.

De cuerpo era más bien rellenita pero sin llegar a estar gorda, con un culo y un par de tetas que me volvieron loco desde el primer momento que la vi después de casi diez años. Natalia junto con sus padres había emigrado del pueblo a un pueblo de Madrid, (Torrejón de Ardoz) algunos años antes de que nosotros lo hiciéramos a Cataluña a un pueblo de Barcelona.

Con 22 años y recién acabado el servicio militar encontré un trabajo y la empresa me propuso hacer un curso de formación en Madrid y al comentarlo en casa mi madre que mantenía correspondencia asidua con su prima se lo comentó y quedaron en que a mi llegada mientras encontraba una pensión de acorde a mis condiciones económicas me quedara unos días en su casa y así lo hice. El día de mi llegada la prima Natalia me esperaba en la estación en pleno centro de Madrid. Me recibió muy contenta y me quede embobado al verla, no se parcia en nada a la que un día vino a casa de mis padres en el pueblo a despedirse porque se marchaban a Madrid, me quede embobado, estaba impresionante de buena, tenía todo lo que en esos años me gustaba en una mujer.

Yo en esos era un chico de piel más bien morena, con un buen cuerpo pues practicaba mucho deporte y jugaba al futbol en un equipo de barrio desde hacía unos años.

No era que Amalia tuviera un cuerpazo de modelo, pero aquel par de tetas y aquel culo me excitaban demasiado y además me daba ese morbo de ser la prima de mi madre. Los días pasaban y yo no paraba de pajearme. Un día ya cansado de pajearme y sabiendo que su marido no la satisfacía tanto como ella necesitaba al haberlos oído discutir varias veces y ella recriminarle que siempre estaba cansado pensé en que era hora de actuar, de hacerle saber lo que sentía hacia ella después de que ella un día entrara en la habitación y me sorprendiera pajeandome (masturbando).

Ese día había vuelto de las clases y como por la mañana me levantaba muy temprano para coger el tren hasta el centro de Madrid para asistir a las clases cuando llegaba ya pasadas las tres de la tarde estaba un poco cansado y solía echarme en la cama un rato. Siempre solía pajearme, (masturbarme) por las noches pero ese día estaba muy excitado y decidí hacerlo sin pensar que la prima Natalia iba a entrar en la habitación sin llamar antes y tumbado en la cama con la polla (pene) tieso y duro como una piedra, excitado como un burro no me pude resistir y comencé a pajearme, (masturbarme).

Me encontraba en la última fase de la paja con los ojos cerrados disfrutando del placer que me producía la paja. Oí el ruido del carraspeo de una voz y al abrir los ojos observe a la prima Natalia con la mirada fija en los veinte centímetros de carne tiesa y dura que masajeaba con mi mano mientras los chorros de semen saltaban sobre mi vientre. Intente taparme lo mas rápido que pude pero ella pudo ver con total claridad lo que mantenía en una de mis manos subiendo y bajando a lo largo del tronco.

Ella: Noo, no pares, sigue, sigue por mí no lo hagas, madre del Dios hermoso, que pedazo de picha tienes por Dios vendito.

Dicho esto cerró la puerta dejándome avergonzado y un poco aturdió por la sorpresa. Tarde un buen rato en salir sin saber que le iba a decir cuando nos encontráramos frente a frente. Oí su voz que me decía desde fuera.

Ella: Pablo, me voy a buscar los niños al colegio, vuelvo en un rato.

Debieron pasar dos días antes de que nos quedáramos solos y de ella la que ella la que comenzó la conversación.

Ella: ¿Es normal tener una cosa tan grande?

Al principio no entendí a qué se refería con o de una cosa tan grande y respondí pasados unos segundos.

Yo: Una cosa tan grande, no te entiendo, ¿a qué te refieres?

Ella me miro sonriendo con malicia mientras yo con un poco de timidez llegaba a entender a qué se refería debido hacia donde se dirigía su mirada.

Ella: Pues a que va a ser, eso que tienes entre las piernas, lo que el otro día tenías entre las manos y no paraba de vomitar, santo dios chiquillo la tienes casi como un burro.

Volví a tardar unos segundos en pensar que le iba a responder. Entonces aproveche ya que ella había sacado el tema para decirle.

Yo: Supongo que como todo el mundo, ¿tu marido no la tiene igual?

Ella: Mi marido, que vaa ni la mitad, cuando te cases a tu mujer la primera noche la vas a reventar jajajaja.

Yo: Eso piensas, si por ahí sale un niño de cuatro quilos como no va a entrar, hasta ahora ninguna se ha quejado, al contrario a todas les gusta mucho sobre todo que sea tan gorda.

Ella: A todas, ¿es que te has acostado con muchas prostitutas?

Yo: Prostitutas, ¿Por qué tienen que ser prostitutas? Hay muchas mujeres como tú.

Ella: Como yoo, ¿Qué quieres decir como yo?

Yo: No te enfades ni te ofendas, pues como tú, mujeres casadas que sus maridos siempre están cansados, lo mismo que tú le dices a tu marido.

Ella: ¿Y tú se lo das?

Yo: Yo hago lo que puedo, debo darle lo que necesitan porque hasta ahora todas han querido repetir.

Ella: ¿Con cuantas te has acostado?

Yo: Que más da con cuantas una o cien,

Ella: Por como noto que me miras, imagino que estás pensando en que yo también lo necesito.

Yo: No sé, eso dímelo tú.

Ella: Creo que te estas equivocando conmigo.

Yo: Perdóname si te he ofendido, no quisiera meterme donde no me llaman, pero que os pasa, el otro día os oí discutir, tu marido no cumple en la cama.

Me dijo muy seria, pensé que se había enfadado, pero al momento volví a ver la sonrisa de malicia en su cara y como le brillaban los ojos, supongo que se lo estaba imaginando.

Ella: Yoo, ni loca, nunca dejaría que me metieras eso.

Yo: ¿De verdad? Perdóname pero no te creo.

Ella: ¿Qué no me crees?

Yo: Pues eso, que no te gustaría, no digo la mía, pero que tú marido la tuviera así de grande.

Ella: A mí no me hace falta ninguna ni así de gorda ni de nada, con la de mi marido tengo bastante.

Yo: Pues bueno, si tú lo dices, no hay más que hablar.

Durante unos segundos pareció que ahí acabaría todo y tendría que marcharme de su casa, pero antes de que me volviera a la habitación a cambiarme de ropa con la intención de salir ya que era viernes ella me dijo.

Ella: Al menos no mientas y di la verdad, ¿a qué te gustaría metérmela?

Yo: Yo no miento, sabes que si, quien no puede desear hacerlo contigo con lo buena que estas.

Yo: Me pones muy cachondo y siempre que te veo las nalgas se me pone la polla dura y tiesa, necesito pajearme, el otro día mientras lo hacía pensaba en ti, claro que me gustaría metértela, metértela hasta las trancas.

Ella: Pues es una lástima que se desperdicie tanta leche con lo necesitada que están algunas.

Me dijo ella con una sonrisa perversa tras pensárselo unos segundos.

Ella: ¿Si te dejara lo harías despacito y con mucho cuidado para no hacerme daño?

Yo: Lo hare con todo el cuidado del mundo y estoy seguro que te iba a gustar y mucho.

Después de preguntarme si tenía condones y contestarle que no, sin decir más metió la mano por dentro de las bermudas y saco mi polla al aire y apuntando hacia arriba.

Ella: Joder nene, menuda picha tienes entre las piernas, tienes una polla muy grande para lo joven que aun eres y muy hermosa es una lástima que tengas que meneártela habiendo chochos tan necesitados por ahí.

Yo: Con el tuyo me conformaría, ¿el tuyo lo está?

Ella: Hayyy primo, si yo te contara, el mío no solo está deseoso, está chorreando de ganas, pero me da miedo.

Yo: Miedoo, ¿tienes miedo de que te haga daño y te duela?

Ella: Noo, eso noo claro que noo, sin condón me da miedo de que me dejes preñada, no me quiero arriesgar, yo me quedo preñada solo con ver a mi marido en calzoncillos.

La atraje hacia mí y la bese en la boca mientras introducía la mano dentro de sus bragas notando lo caliente y húmeda que estaba, ella no se cortó y también me metió mano dentro de los calzoncillos cogiéndome los huevos y decía con palabras entre cortadas con cara de vicio…

Ella: Menudos huevazos tienes, Dios, los debes de tener llenos por lo duros que están.

Yo: Pues te los voy a vaciar en el coño.

Ella: Ehhhh, para, para no vayas tan rápido, no podemos, no voy a dejar que me la metas, no puedo dejarte aunque me lo pensaría si tuvieras un condón, pero si condón ni hablar, si quieres puedo ayudarte a vaciarlos, pero meterla ni hablar.

Yo: ¿Una paja? Anda prima no seas así y déjame que te la meta solo un poco, solo la puntita, te prometo que no me correré dentro.

Ella: Sií la puntita, como que me lo voy a creer, además me fio menos de mi que de ti jajajaja.

Me dijo con la cara roja como un tomate y los ojos brillantes mientras yo seguía insistiendo intentando convencerla.

Ella: Que nooo cariño, meterla no que me conozco, si la siento dentro no me voy a poder aguantar y no pararía hasta dejarte seco, si me dejas preñada queé, como se lo explico a mi marido, que no dejo que me la meta sin condón, no cariño es muy peligroso, si quieres te la chupo y dejo que te corras en mi boca, seguro que te gustara tanto o más que si me la metieras.

Yo: No seas mala prima no me correré dentro, te lo juro, anda solo un poco, un poquito por fa.

Ella: Un poquito cabronazo, tú me la quieres clavar, (meter) hasta los huevos, te lo veo en la cara.

Por supuesto que era ese mi deseo, era increíble lo que me estaba pasando con Natalia, se puso de rodillas entre mis piernas y comenzó a comerme la polla de una forma como solo una experta en mamadas sabe hacer, me hacía disfrutar en cada movimiento de su boca.

Estuve como unos cinco minutos recibiendo una mamada de mi tía Amalia hasta que la dije que no aguantaba más y se me escapó un fuerte, Aaaahhh, le dije casi gritando.

Yo: Me cooorrooo, por Dios que no puedo masss.

Le dije mientras el primer chorro de semen le llegaba a la campanilla, ella se la saco de la boca con gestos de ahogo.

Ella: Joodeeerrr nene, me ha llegado hasta el estómago.

Me dijo mientras se recuperaba y su mano bajaba y subía a lo largo del tronco mientras el pene seguía expulsando chorros de semen, fue una corrida increíble, pero yo deseaba más.

Ella: Bueno primo te habrás quedado descansando, menuda corrida te has pegado, ni curro Romero en sus mejores tiempos.

Me dijo bromeando y sonriendo llevándose los dedos pringados de semen a los labios para saborear su sabor.

Ella: Ummm, es de primera calidad, me gusta como sabe, otro día me la pienso tragar toda, voy a lavarme y cambiarme el vestido que me has dejado toda pringada.

Ese día no pude cumplir mis deseos y también los de ella aunque ella no quisiera aceptarlo, fue varios días después una tarde después de dejar los niños en el colegio, esa primera vez fueron dos horas, pero dos horas bien aprovechadas.

Una semana después había terminado el curso y tenía que volver para Barcelona para reincorporarme a la empresa, pero a través de la academia donde hice el curso leí que había una oferta en Fuenlabrada y la acepte porque era muy jugosa la idea de seguir cerca de Natalia.

Llegue a un acuerdo con la empresa para reembolsarle lo que había pagado el curso y me traslade a Madrid para estar cerca de Natalia, seguimos manteniendo relaciones de sexo durante más de cuatro años hasta conocer a la que iba a ser mi esposa y volví a Barcelona donde sigo residiendo hasta el día de hoy.

Deja un comentario