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La sensación de poder (y por ende, de sumisión)

Cuando la situación de poder excita.

No suelo involucrar a mi trabajo con el placer, son asuntos que los tengo bien separados en mi cabeza y en mi vida, pero debo admitir que es sumamente excitante alguien que está en una situación de poder, de dominio, de autoridad y que para colmo te encanta físicamente.

Tenía un problema en el trabajo, un proyecto que no salía por falta de una firma de una autorización de un tipo obstinado. Le di mil revisadas y todo estaba perfecto y como correspondía, era un capricho nada más el que esa persona no firmaba ¿o acaso quería recibir una coima? Ni pensarlo, odio esa gente extorsionadora y más si se están haciendo bien las cosas. Eran meses y meses de trabajo y teníamos que conseguir esa bendita autorización si o si.

Mi compañero de trabajo en este proyecto, sorprendido me dice que se pudo comunicar con el obstinado sujeto, y estaba dispuesto a “discutir” el asunto, con la única condición que vaya solamente yo, en persona. Lo miré sorprendida, quién es este tipo y porqué yo solamente? Pregunté por su nombre… Mmm me suena, lo googlee y apareció su imagen, me quedé mirando, sabía exactamente quien era, recordé varios años atrás alguien quien insistentemente me invitó a salir y nunca acepté, no porque me no me haya gustado, de hecho me atraía muchísimo, pero era una etapa en que estaba en pareja, muy enamorada, y bajo esas circunstancias suelo ser totalmente fiel, tiempos pasados, ahora estaba soltera. Ya lo había olvidado, sin embargo parece que para él yo aún era un asunto pendiente, ya que posiblemente muy pocas veces alguien le haya dicho que no a ese sujeto.

No puedo mentir, sonreí por dentro y me sentí muy motivada en ir a aquella reunión, debo confesar que nunca he pagado algún favor laboral con “otros favores”, no es mi estilo, pero no puedo explicar el morbo que sentí en esta ocasión al saber que posiblemente decida romper mis paradigmas y mis límites profesionales. Le pedí a mi compañero que pacte una reunión para el día siguiente, él me citó en su oficina a las 10 de la mañana. Elegí cuidadosamente mi atuendo: un mínimo hilo dental (no tanga, hilo hilo color rojo), brasiere rojo de encaje, sobre el brasiere y blazer también rojo, unos leggins negros muy apretados y tacos rojos. Cabello suelto, bien peinadita con ondas, maquillaje suave, pero los labios totalmente rojos… De (hecho debo admitir que dudé en llamarlo a este relato como lo llamé ahora, o podría llamarlo también “lady in red”, me gustaba el título, me gusta el color rojo, me sienta bien).

No sabía bien a lo que iba, cual era mi objetivo y que llegaría a hacer y que no, posiblemente me termine enojando, mandaba todo al carajo y las cosas se complicaban, o bien salían de maravilla y me ganaba un nuevo “amigo”, la cuestión es que me sentía realmente sexy.

Llegué a la cita en su oficina, me hacen pasar y lo primero que pude sentir es un aroma varonil, un perfume realmente excitante, me recibe este hombre serio e inmutable, y en tono bastante pedante apenas me saluda y me dice que solamente tiene unos minutos y que sea breve. Es guapo, muy guapo, alto, musculoso, pero su posición soberbia y fría me pareció lo más atrayente. Sacudo la cabeza y vuelvo a la realidad, veo con los ojos objetivos, el tipo es un imbécil y le digo que él fue quien me citó, yo no le había pedido esa reunión, así que no me apure y me diga si tiene tiempo o no, caso contrario me retiro. Baja un poco el tono y me pide que me siente por favor, accedo.

Ni bien me siento, el recibe una llamada, aprovecho el momento para revisar mi celular (menos mal) el cual tenía una notificación de haber recibido un whatsapp, lo abro y era mi compañero de trabajo, quien me había escrito que habían conseguido la autorización que necesitábamos para avanzar el proyecto mediante otra persona, y que salga de ahí, que ya no necesitábamos a ese imbécil. Solamente sonreí, no respondí, pero sabía que ahora el control lo tenía yo, solamente que él no lo sabía.

Cuelga su llamada y es su tono prepotente me pregunta que si traje la carpeta, claro que la tenía, se la paso siguiéndole el juego, ya que lo lógico hubiera sido dejar de perder el tiempo y retirarme, pero me gustó sentirme liberada de la presión, el tipo era un imbécil y me gustaba mucho físicamente y también su actitud porque normalmente tengo tipos que se portan demasiado aduladores para conseguir algo de mí, en este caso la indiferencia y prepotencia me resultaban hipnotizantes.

Sabes bomboncita, es una carpeta muy larga, no se si me de el trabajo de leerla completa, necesito un estímulo. Entiendo, le dije, mientras me iba abriendo los botones de mi blazer, dejando al descubierto mi brasiere rojo, vamos directo al grano, te pondré sobre la mesa lo que te ofrezco a cambio de tu tiempo en analizar la carpeta. Me empecé a mojar, era totalmente innecesario lo que estaba haciendo, pero me excitó tanto ese juego de poder, que no podía evitar seguir, mientras lo miraba fijamente liberé mis pechos y los puse sobre el escritorio -debo aclarar que mis pechos son bastante grandes y se apoyaban perfectamente sobre el escritorio-, la coima estaba sobre la mesa, así lo sentí, esa era la intención en la que debía ser interpretado. Se acomodó nerviosamente sobre si silla y estiró sus brazos a través del escritorio hasta agarrar con sus dedos a manera de pinza mis pezones y empezó a halar de ellos firmemente, yo solo suspiré, era deliciosamente perverso, me ejercía presión, me dolía pero me encantaba, no aflojó la presión, empezó a apretar un poco más y a estrujarlos, mientras yo me quejaba y gemía. Se levantó, se acercó y empezó a chuparlos, yo inmóvil no hacía nada, solamente cerré los ojos mientras sentía que se llevaba mis tetas a su boca, mordía mis pezones y me raspaba con su barba que empezaba a crecer.

Se detuvo y me preguntó que más tenía para poner sobre la mesa, entendí perfectamente la pregunta, me bajé el leggin dejando al descubierto mis nalgas blancas y redondas totalmente liberadas ya que solamente estaba con el mínimo hilo que no cubría prácticamente nada y así, me senté sobre el escritorio (a buen entendedor, el mensaje estaba claro, eso también lo estaba ofreciendo), se acercó, me amasó las nalgas y pasó su lengua por la única parte que cubría el hilo. Yo inmóvil igual que hace un momento, solamente cerré los ojos y disfruté para mis adentros.

Era suficiente, debí haberme ido, no necesitaba hacer nada de eso, pero lo estaba disfrutando, quise quedarme más.

Se alejó y se volvió a sentar en su silla de escritorio, me pidió que me saque toda la ropa y solamente me quede con los tacos rojos. Mientras yo lo miraba fijamente a los ojos fingiendo sumisión, por dentro no negaré que lo disfrutaba muchísimo, se acomodó en la silla y empezó a sobarse su pene sobre el pantalón, mientras yo me sacaba la ropa delante de él.

Una vez desnuda, me sentí una esclava a punto de ser vendida, sentía como si fuera una yegua de esas que revisan antes de comprarlas, estaba desnuda delante de él solamente con los tacos, se levanta y se empieza a tocar los senos, me da una palmada en las nalgas, y me acaricia de manera torpe la mejilla. Me pide que me incline y le muestre mi nalgas, obedezco y me las abro, porque a ese punto yo ya estaba muy excitada con la situación, él se queda mirando y me mete el dedo, yo no le di el gusto de que escuche ni un solo gemido de mi parte, aunque por dentro me derretía. Fueron dos o tres metidas de dedo nada más, cuando paró y me dijo que leería los informes de la carpeta, pero que es muy largo, así que necesitaba un estímulo mientras leía, -Métete bajo el escritorio y chúpala mientras termino de leer esto a ver si decido firmar-.

Fue el colmo de mi clímax de fantasía escuchar aquello, y ahí estaba yo, desnuda bajo su escritorio, abriendo el cierre del pantalón para liberar su pene, mientras él leía el informe yo me metí su miembro completo en mi boca, empecé a chuparlo, succionarlo, lamerlo, pero cuando se emocionaba, frenaba un poco, pausaba, para luego seguir más despacio e ir aumentando velocidad periódicamente. Estuve así muchos minutos, varios, mientras él leía (o se hacía el que leía el contenido de la carpeta), empecé a meterme sus testículos en la boca, los succionaba y esculpía, pero cuando él quería acelerar, frenaba y se calmaba y así estuvimos unos 15 minutos.

Me dijo que ya leyó lo que tenía que leer y que aún no estaba muy convencido, que me ponga en 4 apoyada al escritorio y que ahí vería si mi vagina y mi culito lo convencían. Yo decidí que ya había experimentado lo suficiente, fue muy excitante la situación, pero el imbécil ese no merecía nada más, así que me levanté y me empecé a vestir, le dije que no necesitaba su firma, ya había llegado el expediente original a su jefe y él lo había aprobado, ya estaba todo solucionado y no lo necesitaba, pero me había quedado ya que tenía ganas de probarlo un poco, pero que ya me tenía que ir. Cambió su mirada de pronto, la prepotencia se fue y con una mirada y tono de voz hasta suplicante, me pidió que me quede, que no lo podía dejar así con las ganas. Sin decirle nada agarré la carpeta, le di un pico y me fui.

Los días siguientes me llegaron flores y chocolates por varios días a su nombre, yo nunca respondí, ni agradecí, ni volvió a saber de mí. Fue para mi una experiencia maravillosa, solamente espero no volver a necesitar su firma en el futuro jajaja.

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