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Mi esposa me pidió un pepino

¡Demonios!, no sé cómo comenzar, es mi primera vez escribiendo algo así, no sé si sea correcta mi ortografía, mi sintaxis y mi gramática, pero lo voy intentar. De hecho, el corazón se me acelera y mi respiración es profunda, mis manos tiemblan y partir de ahora no puedo dejar de escribir.

Todo comenzó un viernes de hace como 4 años, un día cualquiera, común y corriente. Me levante temprano y como todos los seres humanos que trabajan, me levante con mucho sueño y con ganas de seguir durmiendo otros 5 minutos más, sin embargo, tenía que llegar temprano a la agencia donde trabajaba, así que me levante todo somnoliento y tomé mi bata, mi toalla y me dirigí al baño, me desnudé para meterme a bañar. Solía bañarme con agua fría, creo que te despierta en un instante. Bueno, proseguiré. Cuando estaba a punto de terminar de bañarme, mi esposa me tocó la puerta y con un gran bostezo me preguntó qué quería para desayunar, solo conteste – un cereal y si quieres yo me lo preparo, mejor regresa a la cama.

Pues al parecer me tomó la palabra, porque cuando salí de ducharme, allí estaba, bien dormida, como que solo toco la cama y cedió al cansancio. Procedí a secarme, después me puse un bóxer negro de algodón; de esos que te ajusta el paquete, me puse un pantalón de mezclilla color azul; ajustado, una playera negra con estampado color crema; con una figura de una calavera old school, calcé mis calcetines y mis tenis negros con suela de goma, tipo skate. Me peiné, me puse mi desodorante y me fui a desayunar.

Mi celular empezó a sonar con notificaciones, lo revisé y era del trabajo, me estaban enlistando todos los pendientes del día. Acabé de desayunar, me paré a lavarme los dientes, fui a la recamara para terminarme de preparar. Me rocié un poco de perfume con ese olor suave y fresco, noté a través del espejo que mi esposa estaba en su quinto sueño, pues allí estaba recostada semi bocabajo, con una pierna doblada, la colcha azul marino solo le cubría una pierna, el bóxer blanco con el que se duerme se le metía más de un lado que del otro, se podía ver bien lo carnoso y redondo de sus nalgas, hasta parecía que me las estaba ofreciendo y si le observabas bien, se le alcanzaba a ver como se le asomaba un poco uno de sus labios vaginales; la blusa gris de tirantes no le cubría bien por lo que se le asomaba una teta, la podías ver sin ningún problema, la podía ver como se le desplomaba, esa forma de gota, una teta grande, carnosa, suave, con su pezón café claro y perfectamente redondo. Su cabello negro, largo y alborotado por las almohadas le cubrían sensualmente su espalda, los rayos de sol que entraban por la ventana la hacían ver tan hermosa.

Me acerqué, la besé, la cobijé y me despedí. Tomé mi mochila y salí a tomar el transporte público que me lleva al trabajo, la combi que va a metro indios verdes, subí y no dejaba de pensar en mi esposa, no dejaba de pensar en la manera tan descuidada y sensual en la que la vi, de repente note una mirada, voltee y enfrente de mi estaba una chica como de unos 24 años, apiñonada, cabello negro y largo, con rostro afilado, lentes de armazón negro, me veía y se reía, pero se mordía el labio, cuando de repente alzo las cejas y miro hacia mi pantalón. No lo podía creer, tenía una erección por pensar en mi esposa, y no me di cuenta. Tampoco era una erección que tú digas “ay no mames, que pinche erección, vas a romper el pantalón”, pero se notaba un poco y los pantalones ajustados delatan. De la sorpresa, rápido me cubrí con mi mochila y me puse súper rojo por la pena. Lo bueno fue que llegué rápido a mi destino y me bajé para tomar el metro y llegar a mi trabajo.

En el transcurso del día no dejaba de pensar en mi esposa, y le mandé un mensaje por whats: “Hola hermosa, que tengas un bonito día, así como lo tengo yo, porque no dejo de pensar en ti y en cómo te veías en la mañana”.

A lo que ella respondió: “¿Por qué? ¿Cómo me veía o qué show?, tenía tanto sueño, que no supe a qué hora te fuiste”.

Solo le contesté: “Te veías tan sensual y súper hot, así toda dormidita con tus cositas de fuera, ha, ha, ha”

Ella: “En serio? Qué pena, jajaja, para que veas que aun dormida soy bella, jajaja, no te creas”.

Vi el mensaje y seguí trabajando en lo que estaba, como por eso de la 1:00 pm llegó mi jefa, venia de una reunión con unos clientes. Se le notaba toda asoleada, roja por y cansada por subir por las escaleras, y no era para más, eran 4 pisos. Entró y con bocanadas de aire dijo: – Buenas tardes, ya vine, ¡Ay diosito santo!, esas escaleras si cansan, ¿qué ha pasado, todo bien, no ha llamado nadie? ¿Cómo vas con las páginas web?- me decía mientras se echaba aire con la mano. Pues me paré para responderle cando veo que se empieza a quitar el saco negro que tenía y a desabrochar dos de sus botones de la blusa.

Solo imagínensela, alta como de 1.75, 32 ó 33 años, morena clara, cabello ondulado que va del color negro al color castaño claro, de estas mujeres carnosas, gordibuenas, con unos kilos de más, con un par de tetas, es más que digo tetas, son unas tetotas que luego se tiene que poner seguritos entre botón y botón para que no se le abran las blusas, sin broncas si le echabas un 38 DD, traía unos pantalones de mezclilla ¾ de color azul; decolorados de las piernas, con unas zapatillas negras; con un tacón medianamente alto, que hacía que las nalgas se le pararan, no era muy nalgona, más bien era caderona, con unas piernotas, pero con los tacones se le levantaban las nalgas, se le veía figura. Cabe aclarar que ella y yo de plano no nos caemos bien, solo nos soportábamos por la chamba, había algo en ella que me chocaba y aparte soy súper elitista y mamón. Bueno, total sólo le respondí: – Todo bien, no ha llamado nadie. Con las páginas voy bien, ya terminé 2 sitios y estoy terminando de diseñar el tercero ya para empezarlo a desarrollar. Me fui a mi lugar, me senté y recordé que faltaba que me mandará un logotipo de un cliente, así que solo empuje la silla de llantitas y me asomé para decirle, cuando vi, ella estaba en su silla, agachándose para quitarse las zapatillas y se le notaban como se le colgaban ese par de tetotas, hasta estrías se le veían de lo grandes que las tenía, su bra de encaje negro con vivos rojos hacían que resaltaran más, pero me limite a comentarle y regrese a mi lugar de trabajo.

Parecía que el universo quería que todo el día estuviera con la verga parada. Por suerte termino la jornada laboral, eran como las 6:30 pm, guarde mis proyectos, apagué mi compu, tome mis cosas y me fui a despedir de mi jefa, ella se puso de pie, medio me tomo el hombro, me acercó a ella, sentí su par de lolas, se sentían tan suaves y carnosas; me dio un beso en la mejilla, que más que beso solo es como si chocaras pómulo con pómulo y un beso al aire, me dijo: – Hasta el lunes, que descanses, bonito fin de semana- lo decía como con una voz aguda y más a fuerza que de ganas. Salí de la oficina y una vez más, andaba con una erección.

Llegue a la estación del metro potrero y esperando el metro para abordarlo en dirección indios verdes, llegó, se abrieron las puertas y comenzó el empujadero de gente para ganar un espacio en el vagón, ya una vez adentro, frente a mí, una señora como de unos 45 años, parecía secretaria, bajita como de 1.60 m, llenita, con un pantalón de vestir azul marino, entubado, saco del mismo color y camisa blanca, pero por encima de ella alcanzaba ver su escote, no es que yo sea muy alto, mido 1.75 – 1.77 más o menos, pero si alcanzaba a ver como con el movimiento del metro le rebotaban las tetas a la señora, para mi mala suerte, paso de nuevo, comencé a tener una maldita erección, en el momento menos indicado, yo no me podía mover, no había espacio hacia donde hacerse.

La señora sintió que se me estaba parando la verga y volteo y me miro como de arriba abajo, primero como diciendo: – no mames, neta? Pinche cochino- pero después me miro como diciendo: – está bien, te voy a dar chance, no estás tan mal- entonces, la señora como que empezó a mover la cadera al ritmo del movimiento del metro.

Yo me quedé súper pendejo, sacado de onda, sentía como sus nalgas se tallaban en mi verga, sentía como se me ponía más dura; la señora se empeña en sentirla. Para mi mala suerte llegamos a indios verdes y yo aun con esa madre bien parada y por si fuera poco, la señora, antes de bajar me la agarra, sonríe y se pierde con la gente. Solo me puse la mochila enfrente y caminé hasta el lugar donde se encontraba la combi que va rumbo a mi casa.

Subí a la combi, saqué mi celular de la mochila y le envié un mensaje a mi esposa: “ya voy en camino, estoy ya en la combi, puedes ir viendo lo de la comida, traigo mucha hambre”. Ella me contesto enseguida: “sí, en unos 20 minutos la empiezo a calentar, deja que termine de depilarme tu postre”. En ese momento, me sorprendí, alcé mis cejas, tape mi boca con la mano y me emocione; la gente se me quedo viendo por el movimiento brusco que hice.

Llegué a mi casa como por eso de las 8:00 de la noche, vi a mi esposa en la cocina, calentando la comida, me le acerqué por detrás, la abracé y le di un beso en la mejilla. Fui a lavarme las manos, en eso mi esposa gritó: -ya está servido, ándale, apúrate o se te va a enfriar-. Me senté, hablamos lo de siempre de cómo me fue en el trabajo, que era lo que había hecho, etc. Le pregunté por nuestra hija, y dijo que habían ido mis suegros de visita y se la habían llevado, sólo asentí con la cabeza. Ella se levantó, se fue a la habitación y yo terminé de comer y me dirigí a la sala a ver un poco de televisión, a ver si había alguna película buena.

Después de unos 25 minutos escuché que mi esposa se acercaba, pero se me hizo raro que escuchaba pasos de tacones, volteé y allí estaba ella tan sensual, tan sexy, tan curvy. Yo me quedé estupefacto, con la boca abierta, la mire de arriba abajo y ella con unos tacones negros, su 1.60 de estatura paso a ser de 1.70, con unas medias de red que llegan a media pierna, un liguero que hace que resalten lo poco soleado de sus piernas claras y carnosas, una tanga negra como de encaje que no dejaba mucho a la imaginación, un babydoll tipo corset de color negro, ajustado, se le veía una figura tan sexy; el baby hacía que las tetas se le juntaran y se le subieran, de por si mi esposa es tetona, es 34 C, pues parecía aún más tetona de lo normal, el contraste de color era tan impresionante, un baby negro con unas tetas carnosas y claras; su cabello negro, largo, alborotado y ondulado le llegaba a tapar por debajo de ese par de cosotas, sus labios pintados de un color rojo intenso y brilloso, ojos pintados de color oscuro, ahumados. Yo juraba que me habían cambiado a mi esposa por una pornostar. De inmediato me pare del sillón y me le aventé, ella me decía: – tranquilo, cálmate, hay que disfrutar y aprovechar el tiempo.

Me tomó de la mano y nos fuimos al cuarto, yo le veía como se le movían ese par de nalgotas con cada paso, veía como le rebotaban al caminar, parecía que las veía en cámara lenta. Entramos a la recamara y empujo a la cama, se montó y me empezó a besar, yo ni tonto, ni perezoso la comencé a acariciar la espalda hasta bajar a las nalgas; se las estrujaba, se sentían frescas, carnosas, suaves, moldeables.

Empezó a bajar su mano para ayudarme a quitar la playera, me recostó y me desabotonó el pantalón, yo me quité los tenis ayudándome de mis pies. Me bajo el cierre y quito el pantalón. Ella agachada me acaricio por encima del bóxer, me miro y dijo: -¡ay!, mira quien está despierto para jugar, ¡uyy!, a tiempo para que se nos una a la fiesta- me empezó a bajar el bóxer lentamente y a darme besitos y lengüetadas por debajo del ombligo. Yo me sentía desesperado, ya quería tener acción. Ella logro bajar por completo el bóxer y mi verga brinco como mástil, la cabeza era roja y brillosa, parecía un pinche hongo, me palpitaba muy cabrón, se me puso tiesa, tiesa.

Sentía como se iba acercando, su respiración caliente en la punta de mi verga, sentí lo húmedo de la punta de su lengua, yo respiraba profundamente, sentí como su mano la tomo desde la base y la comenzó a jalar lentamente, mi verga que no es muy grande, me mide unos 14 cm; pues de lo excitado que estaba sentí como si se me hubiera estirado un par de centímetros más, la vi más larga de lo normal, la vi bien pinche gordota, con un par de venas bien remarcadas, solo sentía como me palpitaba, mi sangre hervía. Ella la tomó, la empezó a lamer lentamente como paleta, decía que la sentía muy caliente, me lamia por debajo de mi glande, solo sentía como mis nervios reaccionaban, cuando de pronto se la metió toda, se la metía a la boca una y otra vez, subía y bajaba el ritmo, la jalaba, la escupía y la volvía a chupar. Yo solo cerraba los puños, aguantando de no venirme y de seguir disfrutando.

Ella subió hasta mi pecho, me dio un beso apasionado y me dijo: – ahora te toca a ti, es hora del postre, así que atáscate- se paró, dio un par de pasos y lentamente se quitó la tanga, ¡uy, no mames! Cuando se agachó las nalgas se le expandieron hermosamente, cuando se bajaba la tanga, alcance a ver un hilo súper viscoso de fluidos vaginales, se incorporó y se fue a la cama gateando y parando el culote que se le veía hermoso con su liguero y medias de red, dio media vuelta para quedar bocarriba, abrió sus piernas, bajo sus manos hasta su vagina totalmente depilada, abrió sus labios. Se podía ver lo mojada que estaba, le escurrían, la panocha le brillaba de lo húmeda que estaba.

Le besé sus pies y fui subiendo poco a poco, le daba pequeños besos y pequeñas mordidas, besé la parte interna de sus piernas, humedecía mi boca para pudiera sentir placer, de repente tomo mi cabello y puso mi cara en su panocha, me decía: – ándale, que el postre se te va a quemar de lo caliente que esta, bésala, muérdela, escúpela, hazle lo que quieras, pero ya hazle algo-. Saqué mi lengua y la puse por debajo de su clítoris y empecé a lamerla, tratando de poner la lengua tiesa y darle unos toquecitos, escuchaba como se le escapaban pequeños gemidos, le soplaba suave y cuando menos se lo esperaba, le di unos lengüetazos en el clítoris, me sentía como perro sediento bebiendo agua, ella se retorcía, apretaba la colcha, movía sus piernas y su pelvis, veía como le palpitaba la vagina; sentí que su rica, húmeda y caliente panocha se hinchaba, le metía la lengua y ella me respondía con más jugos, con gemidos, gritos.

Estuve así por unos 10 minutos hasta que se quitó bruscamente, se puso arriba de mí, tomo mi verga como desesperada, la chupaba, la escupía, la jalaba de arriba abajo con una brusquedad, se la metía toda como si se quisiera ahogar con verga, se pegaba en la lengua, literal se estaba dando unos vergasos, veía como me la estaba mamando y como con su otra mano se dedeaba como pinche desesperada, veía como se metía los dedos y mamaba al mismo tiempo. Era una excelente escena. Me dijo: -ahora sí, dame lo que todo el día he querido, méteme la verga por favor- ella montada sobre mí, tomó mi verga y la restregó en su panocha, jugosa, mojada y se la metió de un solo sentón y soltó un gemido agudo. Yo sentía que no iba aguantar, estaba demasiado excitado, sentía que en cualquier momento me iba a venir.

La veía darse sus sentones, con una mano se sacó las tetas del babydoll y se las empezó a amasar, sus pezones se veían duros; y con la otra mano se estaba tocando el clítoris, yo sentía como sus jugos recorrían mis huevos hinchados por el momento, ella seguía matándose sola, de arriba abajo y luego de atrás para delante, yo apretaba mis puños y encogía los dedos de los pies. El rechinar de la cama sonaba como nunca, pegaba la cabecera en la pared, el sonido del colchón, el entrar y salir de mi verga sonaba, todo en el ambiente era excitante.

Ella paro y dijo ahora cógeme tú, cógeme de a perrito, méteme la verga como quieras, trátame como quieras, dime lo quieras. No tarde en ponerme detrás de ella, le veía como tenia mojado todo alrededor de la vagina, los jugos le llegaban hasta cubrir las nalgas, como si se las hubiera aceitado. Tome mi verga, la ensalivé un poco y de una sola estocada se la metí, ella se retorcía como gata, mis huevos pegaban en su panocha con el vaivén, me gustaba la vista que tenia de sus pinches nalgotas rebotando en mi verga, parecía como sus nalgotas aplaudieran, estuve, así como por 3 minutos, hasta que pare porque no iba aguantar, se volteó bocarriba, y me dijo: – no pares, no ahora que estoy a punto de llegar-.

Yo más motivado le puse una almohada por debajo de la cadera y le metí la verga, la metía como pinche desesperado, con uno de mis pulgares empecé a sobarle el clítoris, y ella con gemidos combinados como si quisiera llorar, decía: -no pares, no pares, ya me voy a venir, sigue, sigue. Yo le daba unas estocadas fuertes, cuando sentí en mi estómago algo caliente, vi sus piernas hacer pequeños espasmos, veía como salían fluidos de su panocha. Seguí cogiéndomela hasta que sentí que yo también me iba a venir, ella gemía y decía que venía otro orgasmo, así que acelere cuando no aguante más, le saque la verga y me empecé a masturbar como pinche desesperado en la entrada de su panocha, pero ya tenía mucho acumulado desde la mañana, el trabajo, el metro y avente gotas de semen hasta sus tetas, llene la entrada de su panocha de mi leche. Yo estaba exhausto, lo dos estábamos sudados, me recosté a un lado de ella.

Ella me empezó a besar y me empezó a jalar la verga para exprimirme hasta la última gota de semen, me masturbaba y se limpiaba la mano con su lengua, se acercó a mi oído y me dijo: -oye, todavía tengo ganitas, y si te traes del refri un pepino y le seguimos-. ¡Pum!, me saque de onda, solo le dije: -¿neta, un pepino? Te lo traigo, pero no te me vayas a echar para atrás-. Me pare, corrí al refri, elegí el pepino más grande que había como de unos 24 cm y casi tan grueso como una lata de cocacola, lo enjuague rápido, elegí uno con la cascara texturizada y regrese a la habitación.

Me puse de rodillas frente a ella y le dije: -a ver chiquita ahí te va- se lo puse en la entra de la panocha y ella se empezó a mover, le empezó a entrar poco a poco, veía como se le resbalaba, entraba más y más. Yo estaba sacado de onda, veía como le entraba y no se quejaba, lo metí más, ya llevaba poco más de la mitad, lo metía y sacaba, ella solo decía: -así, ¡ay!, que rico, así, así, mételo más rápido-.

Empecé a meter velocidad, veía como se retorcía de placer, yo le decía que, si le gustaba, ella decía: -sí, me encanta, sigue, que rica vergota, que rica vergota, me encanta, méteme esa vergota-. Yo estaba empezando a excitarme. Cuando me di cuenta el pepino casi desaparecía, se lo había metido casi todo, solo lo tenía agarrado con la punta de los dedos y ella seguía gimiendo y retorciéndose, mi verga seguía creciendo, cuando sentí otra vez el chorro caliente, pero esta vez salpico mi brazo, ella cerro inmediatamente las piernas y veía como las venas de su cuello se marcaban.

Yo ya bien entrado, el agarre de lado le empecé a meter mi verga, ello solo movió una pierna; como dando acceso, volteo y con una mano se abrió las nalgas para que pudiera entrar. Comencé a bombear rápido, le di un par de nalgadas: se las dejé rojas, sentí como mi verga nadaba en su panocha toda expandida por el pepino, ella estaba como noqueada, como si no sintiera nada, hasta que ya no aguanté y me vine una vez más. Me recosté aun lado de ella, sudado, sorprendido por lo que había pasado, por ver que a mi esposa le había entrado un pepino gigantesco. Estaba totalmente estupefacto. Ella se volteó y dijo con voz cansada: -¡ay, que rico! Ya hacía falta algo así- y después soltó un suspiro. Yo asentí con la cabeza, vi la hora y ya iban a dar las 11:00 pm, le pregunté que si sus papás no iban a traer a nuestra niña, solo dijo ya más dormida que despierta: -No, se la van a quedar el fin de semana-. Ambos quedamos exhaustos y nos quedamos dormidos.

Y así señoras y señores, así terminó esa experiencia, digna de recordar. Espero que haya sido de su agrado, no sé si seguiré escribiendo, todo depende de la respuesta de ustedes. Cualquier cosa, estaré al pendiente de sus comentarios, me gustaría saber que tal les ha parecido, no tanto la experiencia, sino también si está bien redactado o no. Gracias y bonita luna para todos.

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