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Mi gemelo de verga

Tan pronto llegué a la oficina entré al baño, el frío y el café habían hecho su trabajo, elevar mi temperatura y provocarme unas ganas casi incontenibles de orinar.

Me dirigí al mingitorio bajé el cierre del pantalón y liberé a mi guerrero de mil batallas, que para ese momento ya estaba listo para expresarse.

No tarde nada y la lluvia dorada comenzó a caer, la sensación era maravillosa, yo cerré los ojos, y el sonido de mi líquido al estrellarse sobre la porcelana se convirtió en música para mis oídos.

Al tomar mi pene por el tallo, podía sentir en mis dedos la fuerza del líquido al salir…

Estaba disfrutando tanto que jamás me percaté de que era observado, hasta que una voz marcada por el tabaco dijo:

Había escuchado que todos tenemos un gemelo de verga y nunca lo creí, hasta el día de hoy.

En ese momento abrí los ojos y volteé hacia donde provenía la voz, a mi lado mi vecino de urinario era un hombre que por su color de cabello podía jurar tendría más de 60 años, sin embargo la lozanía de su piel y su bronceado decían lo contrario.

Yo, me limité a sonreírle y continué con lo mío.

Me llamo Samuél, pero mis amigos me dicen Sam.

Mucho gusto Samuél, Yo soy Dean, pero todos me dicen Dinnie.

Mi lluvia estaba por terminar y tan pronto cesó abracé mi miembro con tres dedos más el pulgar y lo sacudí para eliminar los restos, hice para atrás mis caderas y con sumo cuidado lo guardé.

Samuél continuaba observándome, no perdió detalle de mis movimientos y tan pronto terminé el saco su miembro, mientras yo me disponía a lavarme las manos, pero en mi cabeza seguía dando vueltas la información…” Dicen que todos tenemos un gemelo de verga.”

Me lavé las manos y al través del espejo pude ver como Samuél se daba placer de forma ligera solo con tres dedos, recorría su tallo suavemente, lo hacía con tanta delicadeza que se antojaba hacer lo mismo, yo parecía que estaba hipnotizado, sencillamente no podía apartar la vista de su miembro, de hecho no podía apartar la vista de su tallo pues era lo único que podía ver desde el ángulo que tenía, la cabeza me la tapaba la mampara que divide a un mingitorio del otro.

En eso a lo lejos pude escuchar su voz… ¿Quieres conocer la verga gemela de la tuya? Yo Levanté la mirada y mis ojos se perdieron en el azul acero de los suyos, cuando me di cuenta ya me encontraba a centímetros de él.

Mírala es idéntica a la tuya…

Yo, bajé la mirada y… En efecto su pene y el mío eran ¡Exactamente idénticos!

Podría jurar que era mi verga pero pegada a otro cuerpo, la diferencia es que a esta verga una arreglada alfombra de nieve cubría sus testículos, mientras que los míos por genética no tenían nada de vello.

Con un suave movimiento de su otra mano tomó mi muñeca y aproximó mi mano hasta su miembro, una vez que estuvo a la distancia exacta retiró los dedos de su pene y con esa mano acomodó los míos, antes de tocarla lo único que alcancé a balbucear fue…

Sam… Nunca he tocado la verga de nadie…

Él sonrió… Con ambas manos me tomó de los costados de la cara y a milímetros de mis labios dijo:

No te preocupes que al ser gemelas es como si te estuvieras tocando la tuya…

En ese momento una descarga de electricidad recorrió mi espina dorsal y una punzada se estrelló entre mis nalgas, tomé suavemente su tallo y continué el movimiento que él había marcado, solo dos dedos y el pulgar.

¡La sensación era maravillosa! La vista me esta engañado todo indicaba que me estaba masturbando a mi mismo, prácticamente estaba jugando con mi pene, pero no, no era así, mi pene, se encontraba duro como una roca bajo mi pantalón.

Sam me observaba y sin hacer ningún movimiento brusco, comenzó a magrearme las nalgas…

Al sentir sus manos en mis nalgas mi verga dio un respingo y luchaba para liberarse, pero le era imposible, a mi gemelo de verga, la mía no le interesaba, él tenía una idéntica, todo indicaba que su interés se centraba en con la suya invadir mi cuerpo y alimentarlo con su proteína…

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