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Mis machos: Mi sobrino postizo, un encanto de chico

Carlos vino a casa con la novedad que su primo Antonio venía a visitarnos unos días, en realidad quería que Carlos lo acompañe unos días a pescar y a ver la posibilidad de un negocio cerca de Villa la Angostura. El viernes siguiente ya anocheciendo llegaron a casa Antonio y su hijo Nicolás.

Yo sabía de toda la familia de Antonio (y ellos de mí) a través de conversaciones de teléfono, pero recién ahora tenía la oportunidad de conocerlos en persona. Antonio era un cincuentón bien parecido y simpático, su hijo Nicolás un adolescente de 18 años, era un chico alto delgado y lampiño que aparentaba menos edad.

Luego de las presentaciones y bromas de rigor, acordaron salir temprano en la mañana, de modo que Carlos dejo cargadas sus cosas en la camioneta de su primo para no perder tiempo en la partida. Lo que yo ignoraba es que ellos habían planeado el viaje sin Nicolás, o sea, el chico debía quedarse conmigo mientras ellos estuvieran ausentes. Par de picaros veteranos seguramente, tenían pensado alguna cosa más que ir de pesca y negocios.

A la madrugada siguiente los pescadores partieron felices de la vida, luego de darles el desayuno me despedí de Carlos con un beso y mi deseo de suerte “en la pesca”, que sonó tan irónico que ambos sonrieron. Yo aproveche el resto de la mañana de ese sábado para ordenar la casa, estaba en eso cuando Nico apareció semidormido todavía, me saludo con un beso y un: “buen día tía”, cosa que me encantó, yo no había tenido sobrinos y que me aparezca de pronto uno postizo era muy lindo.

Le hice el desayuno y conversamos un rato, le pregunte por el colegio, los amigos, si tenía novia etc. Nico era bastante parco, así que mucho no me enteré respecto a él. Se me hacía tarde para ir al negocio de modo que me duche y vestí rápido, invite a Nico a venir, pero prefirió quedarse y usar la pileta, le dije que se maneje a gusto en la casa y me fui, al salir me dijo: “chau tía, anda tranquila que yo cuido todo”, me sonreí y salí para el negocio.

A mi regreso agobiada por el calor del mediodía, guarde la camioneta en el garaje y fui al dormitorio a ponerme alguna ropa más liviana, por la ventana vi a Nico disfrutando de la pileta, lo observe un largo rato y en ese momento mi cabeza empezó a trabajar a mil. No era deseo sexual (ya que la semana anterior había estado con los chicos en el campo y me dieron como de costumbre una terrible dosis de sexo), pero si el morbo de pensar que estaría sola en casa con Nico varios días.

A medida que lo miraba nadar y zambullirse el morbo y la calentura me estaban desbordando, traté de calmarme, me puse mi bikini y fui hacia la pileta, Nico no me había escuchado llegar y sorprendido cuando me vio me saludó con “hola tía”, me encantaba que me llamara tía, le sonreí, lo salude y me tire al agua, yo había dejado a propósito sueltos los breteles de mi corpiño, de manera que cuando salí de abajo del agua me quedaron los pechos al aire, actué como si no me hubiera dado cuenta esperando que Nico viera a “mis mejores amigas”.

Cuando note que ya me había mirado bien, me hice la sorprendida por el “accidente” acomode el corpiño y sin decir una palabra salí de la pileta, invitando a Nico a almorzar. Nos sentamos en las reposeras de la galería junto a la pileta y comimos unos sandwichs con gaseosa. Yo estaba muy excitada y decidí avanzar preguntándole si le gustó lo que me había visto, él se hizo el desentendido de modo que insistí diciéndole: “Nico, sé que me miraste bien, te gustó o no?”, él se puso colorado como un tomate y balbuceo: “si tía, me gustó mucho”. Le dije que sé muy bien que la mayoría de los hombres se masturban cuando ven una mujer desnuda o semidesnuda y le pregunte si él lo iba a hacer pensando en mi, le dije que si no actuaba con vergüenza y era sincero le daría un premio, vaciló unos segundos y me dijo que si, que se había quedado con la imagen de mis tetas en la cabeza y que iba a masturbarse.

El morbo se me puso a mil, me saque el corpiño y mostrándole las tetas le dije, este es tu premio por ser sincero, de inmediato noté como se le paraba y le dije que me encantaría ver como se masturbaba delante mío mientras me miraba. Empezó a refregarse la pija por sobre el pantalón, yo estaba recaliente y el morbo me desbordaba. Así no vale le dije, yo te muestro las tetas vos saca la pija y muéstramela como yo te muestro mis tetas, el pobre chico estaba tan caliente que la saco en el acto, no sé cómo me contuve de arrojarme sobre el a mamársela, pero en mi calentura me quite la bombacha de la malla y me metí los dedos en la concha sin dejar de mirar ese pedazo de carne que me estaba volviendo loca.

No aguante más y me arrime a él, me arrodille a su lado y se la mame con más desesperación que nunca, el chico gemía como poseído, yo seguía con mi mano derecha en la concha y la izquierda sobre la suya ayudándolo en su paja. Acabamos los dos juntos y trague hasta la última gota de deliciosa leche de macho joven.

Apoye mi cabeza en sus piernas sin soltarle la pija que seguía semidura y le pregunte si alguna vez se la habían mamado, “nunca tía –respondió- tampoco tuve relaciones sexuales ni vi tetas tan grandes y hermosas, mi novia apenas me dejaba manoseárselas y yo terminaba en casa pajeandome como vos dijiste que hacíamos los hombres”. Le dije que tal como recién viste, no solo los hombres se pajean y que yo le iba a enseñar todo sobre sexo.

Lo tome de la mano y lo lleve a mi cuarto, lo tire sobre la cama y empecé a lamerle todo ese cuerpo joven y lampiño, estaba fuera de mi, tan enloquecida como la primera vez con mis chicos en el campo. No tardó mucho en ponerse dura de nuevo, así que me monte sobre él y sin dejar de mirar su cara de goce lo cabalgue hasta que acabamos juntos nuevamente, Nico seguía con la pija parada, le dije que se ponga encima mío y seguimos cogiendo largo rato, él ya había acabado dos veces que así esta vez tardo un rato largo, yo perdí la cuenta de las veces que acabé, pero seguro fueron más de tres, el pibe estaba como poseído gimiendo y dándome bomba.

Yo ya estaba desatada totalmente y le lamia el pecho los hombros, el cuello y le gritaba: “no pares mi amor, dale pija sin parar a la puta de tu tía”. Después de semejante cogida nos dormimos los dos, cuando me desperté él todavía dormía, fui a la cocina traje un par de vasos de gaseosa y lo desperté. Al verme se puso colorado seguía con vergüenza, eso me dio una terrible ternura, le acaricie la cara y el pecho y le dije que no sienta vergüenza, que esto sería nuestro secreto.

Le pregunté si le había gustado y si quería que yo fuera su maestra de sexo, entusiasmado me respondió que sí. Me sonreí, lo invité a ducharnos, ya estaba atardeciendo, él se fue a la pileta yo me puse una bata encima y me quede adentro escribiendo esto para tratar de sosegar el morbo que me daba pensar en todo lo que le enseñaría a “mi sobrino y alumno“ estos días que íbamos a pasar solos.

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