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Una tarde como puta

Tenía ya más de un año saliendo con mi tío José Antonio. Ya había estrenado mi culito y le gustaba usarlo siempre. Era sólo suyo pues a mi novio no me daban ganas de entregárselo.

Una tarde mientras estábamos en el hostal de siempre, mi tío me dijo que vendría un socio suyo de México. Nunca supe en que negocios andaba mi tío, pero tenía bastante dinero, aunque era sencillo y muy amable. Me preguntó si conocía alguna amiga para salir los cuatro, a almorzar y “pasar la tarde”. Le dije que sí, pero que necesitaba saber exactamente que buscaba.

Se abrió conmigo y me dijo que su socio quería salir y coger con una veinteañera. Mi tío le pagaría el gusto para que esté contento. Me dijo que pagaría S/. 300 por el almuerzo y la tarde, que debería incluir coger con su socio. Me pareció muchísimo dinero. En esos tiempos me daba entre S/. 800 y S/. 1,000 al mes, que para mí era más que suficiente para todo lo que quería y necesitaba, pero S/. 300 por una tarde me pareció un regalo de dinero.

Conseguí a una amiga que sabía era muy libre y sin prejuicios. Llegado el día nos juntamos los cuatro y salimos a almorzar. Me di cuenta que el socio de mi tío José Antonio no me quitaba los ojos de encima y que siempre me hablaba a mí y no a mi amiga. Me resultó obvio que mi tío también se dio cuenta.

Luego de almorzar fuimos a tomar unas cervezas a un bar muy elegante en Miraflores. En algún momento, que justo el amigo de mi tío y mi amiga fueron al baño, mi tío me dijo que su amigo quería coger conmigo. Yo me sorprendí. Le dije que no haría eso. Mi tío continuó y me ofreció los S/. 300 para mí. Le pregunté por mi amiga, como quedaría ella. Me dijo que sólo le daría S/. 100.

Como media hora después fui con mi amiga al baño y le comenté lo que había hablado con mi tío. Ella me dijo que perfecto, que los S/. 100 estaban súper para ella. Que el amigo mexicano de mi tío no le gustaba y que mejor no coger con él. A mí me parecía atractivo, pero de hecho ya estaba acostumbrada a salir con un hombre mayor y quizás por eso no se me hacía tan difícil.

Seguimos tomando y le dije a mi tío que mi amiga había aceptado los S/. 100 y yo me quedaría con los S/. 300. Le pareció muy bien. Se lo comentó luego a su amigo y tras otra ronda de cervezas partí con él a su hotel. Por lo que supe mi tío y mi amiga tomaron una cerveza más, mi tío le pago los S/. 100 y cada uno se fue a su casa.

El amigo de mi tío se había hospedado en el Hotel Sheraton, que por aquellos años era el mejor de Lima. Desde Miraflores estaba algo lejos, y en el taxi me iba cogiendo los muslos (yo estaba en vestido) y por instantes avanzaba y me rozaba la tanga. Durante eso nos besábamos y estoy segura que el taxista miraba todo por el retrovisor, pero estaba algo mareada y me sentía puta por lo que estaba haciendo, lo que me calentaba mucho.

Al entrar a su habitación, que era enorme, cambió su forma de actuar con solo cerrar la puerta. El hombre mayor y atento se transformó en un cliente. Para ser sincera no lo esperaba así, pero tampoco me desagradó. Me sorprendió al inicio, pero luego fue muy excitante.

Me ordenó que me desnude “sácate la ropa puta”, recuerdo sus palabras. Mientras él se desvestía. Estaba algo gordo, pero no obeso. Cuando lo vi desnudo, me gustó lo muy velludo que era, realmente un oso.

Se acostó en la cama y siguió ordenando “chúpala perrita”. Me senté a su lado y comencé a chupársela. Era un pene normal, no era enorme, pero tampoco pequeño, era quizás más grueso que el promedio, pero estaba bien. En muy poco tiempo se puso muy duro y siguió ordenando “sube peruana puta” me dijo.

Y obedecí, me subí sobre él y empecé a cabalgarlo, ni siquiera se me ocurrió ponerle un condón. Él perdió el control y en menos de un minuto se vino dentro de mí. Me quedé sorprendida y con todas las ganas de seguir cogiendo.

Pero ni bien se vino me ordenó “vístete y ándate”. Sólo lo obedecí.

Al día siguiente mi tío me pagó los S/. 300 y me preguntó “qué tal te fue”. Le conté lo sucedido, se río y me llevó al hostal, donde si la pasé muy rico mientras mi tío me decía “tremenda putita resultaste”.

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