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Los inicios de un amo, completa. Este relato, aunque contiene partes que son ciertas, es fruto de imaginación.

Tengo 45 años y mi primer relato, totalmente veraz, se remonta a mis 23 años, yo en esa época trabajaba en un concesionario de camiones de una marca muy conocida de Suecia, trabajaba como administrativo comercial. Nunca he sido gran cosa físicamente la verdad, 1.75 de alto, algunos kilos de más, moreno y mirada expresiva. Acababa de cortar con mi novia de toda la vida, pues en nuestras relaciones sexuales a mí me faltaba algo, y ella siempre me decía que yo era muy bruto cuando las manteníamos.

Por distintos motivos, la empresa tuvo problemas y la marca se quedó con parte del concesionario, pero con la condición de que la dirección de la empresa pasaría a su control, por lo que en menos de un mes nos enviaron a una nueva gerente, sueca, afincada en España, casada (aunque el marido no vino) con dos hijos, morena, blanca de piel y ojos azules, y una prepotencia que iba por delante de ella.

Desde el primer día saco el látigo y empezó a echar a gente, reordenar los departamentos y a tratarnos con la punta del pie, como si fuésemos tontos o animales. A mi departamento le tocó el último, pero el trato, igual que al resto, insultos, desprecios y vejaciones, total que en menos de dos meses se había ganado el odio de todo el mundo.

Y me toco a mí, me pidió expedientes antiguos, papeles incluso de antes de que yo formara parte de la empresa y documentos que ni yo sabía que existían, pero por miedo a perder mi trabajo, supongo que como todos, aguantaba todas sus humillaciones, pero llegó la gota que colmó el vaso, un día se pasó un familiar mío a visitarme, como había hecho otras tantas veces en mi rato del desayuno, y delante de mí familiar empezó a darme voces y a llamarme tonto y otras lindezas, la verdad es que jamás le había pegado a una mujer pero os juro que en ese momento si en vez de ser una mujer es un hombre le hubiese cruzado la cara. Me encerré en mi oficina y traté de calmarme, pero cuando más lo intentaba más me enfadaba, así que llame a su secretaria y le dije que quería hablar con la Loba, que era como la conocíamos; al rato, sonó el teléfono de mi mesa y me dijo que cuando acabase mi jornada que me esperaba en su despacho, así que las dos horas que quedaban se me hicieron eternas, pero no me tranquilizaron para nada.

Por fin entré en su despacho, siempre sin luz solar, siempre esa odiosa lamparilla que más parecía una sala de interrogatorio que un despacho. Al entrar, su secretaria se marchó y le dijo que, si cerraba todo porque nos quedábamos solos, ella le dijo que sí, aunque no tardaría nada en “terminar con el individuo este”, palabras textuales, y eso a mí terminó por sacarme de mis casillas.

Ella sentada en su sillón, vestida sobria y tapando sus formas, siempre pantalón y ropas algo antiguas, me miraba como se mira a alguien a punto de ejecutar, así que sacando valor de todo el rato que estuve esperando y encendiéndome aún más, lo primero que le dije fue que era una mala zorra que lo único que le pasaba es que nunca le habían follado bien ni dado una buena hostia a tiempo, que era una niñata madura pero niñata y que al final iba a conseguir que alguien le cruzara la cara. Conforme le decía todo esto, a ella le iba cambiando su cara de loba y se iba agachando más y más en su sillón, yo envalentonándome más seguía insultándola tanto que se echó a llorar y a pedirme perdón, al principio me desconcertó e incluso empezó a darme lástima, aunque eso fue un segundo, así que seguí llamándola de todo, hasta que le dije que ella era una zorra barata y que me la iba a follar allí mismo, la verdad aún no sé cómo me salió esa frase, pero su respuesta fue “sí mi Señor es lo que deseo”, yo no conocía el mundo de la dominación, pero al oír esa frase hizo que me empalmase y me excitase de una manera que jamás lo había hecho.

Sin pensarlo le dije que se pusiera de rodillas, cosa que hizo sin protestar.

Ven hacia mí zorra, desabróchame los pantalones y chúpamela. De rodillas y a gatas se acercó a mí y me la chupo, ¡digo que si lo hizo!, jamás había sentido tanto placer.

Ella siguió, aunque debido a mi excitación me corrí enseguida, pero no la avise solo le cogí de la cabeza y descargué todo mi semen en su garganta, advirtiéndole que si se escapaba una gota la castigaría.

Cuando terminé y vi lo que había hecho, me quedé paralizado, pero su siguiente frase fue “gracias, Señor” y eso me hizo volver a mi actitud dominante.

Ponte de pie perra de mierda ahora te vas a tragar todos tus desplantes.

Lo que usted diga, diga mi Señor, contestó ella.

Quítate la ropa, y rápido que pareces una vieja así vestida, lo hizo sin levantar la mirada y ágilmente, y ¡sorpresa! Vaya cuerpo, pechos grandes con pezones aún más grandes, con carnes, pero sin estar gorda y totalmente depilada, tal y como yo muchas veces le había pedido a mi novia, total que me empalmé otra vez, así que la cogí del pelo, la levanté, quité casi todo lo que había en la mesa y empecé a follármela, insultándola y devolviéndole una a una todas sus vejaciones mientras le retorcía los pezones hasta hacerle algo de sangre, pero a la muy zorra le gustaba, y a mí más aún. Cuando me iba a correr se la saqué y la volví a poner de rodillas y me corrí en su cuerpo, y especialmente en su pelo. Cuando acabé le dije que se iba a quedar así hasta que llegase a su casa, y su tercera frase fue otra vez “sí Señor, lo que usted diga”. Le dije que se vistiese y que ya hablaríamos, pero cuando se levantó para hacerlo me entraron ganas de orinar, y aún sin saber por qué la cogí del pelo y la llevé a su servicio, la llevé de un tirón y sin más, al entrar, la metí en el plato de la ducha y le ordené que se pusiese de rodillas, ella me miraba con asombro y sin saber qué iba a pasar, una vez de rodillas le apunté a la cara y a su cuerpo con mi polla y empecé a orinarle, le ordene que abriese la boca y que lo que le entrase lo tragase. Cuando termine se fue a lavar, pero se lo prohibí, me miró y fue la primera vez que habló más tiempo, ya que me pidió que la dejase lavarse pues había quedado con gente para cenar, ahí mi cabeza empezó a pensar e imaginar cómo putearla aún más, así que casi sin pensar le dije que no, que se vistiera y que iría a la cena así, tal y como estaba, sólo la autorice a cepillarse el pelo.

Empezó a vestirse, pero otra idea se me vino a la cabeza, y le dije que sólo los pantalones y la blusa, nada de ropa interior, me miro como suplicando, pero no dijo nada, y al ver que yo no decía nada dejó la ropa interior al lado y se vistió.

Yo cogí su bolso, lo abrí, saqué todo lo que había, ¡otra sorpresa!, llevaba un pequeño consolador con mando a distancia, y se me ocurrió otra idea. Le pedí el mando, me lo dio en el acto pues lo tenía en el bolsillo del pantalón la muy zorra, le dije que hoy yo también iba a cenar donde ella, pero a su costa claro, le abrí su monedero y le saqué 10.000.-Ptas. Y le pedí el nombre del restaurante, me miraba aterrorizada, pero obedeció sin rechistar y eso a mí me iba excitando aún más y me hacía ejercer aún más mi dominio sobre ella.

Me fui advirtiéndole que estaría cerca de ella y hasta la saludaría como empleado suyo que era y que, si se atrevía a lavarse o a cambiarse, el castigo sería terrible.

Ambos nos fuimos, cada uno por su lado, ella en su llamativo y reluciente coche, y yo en el mío, que ni siquiera era mío. Cuando me senté en mi coche, enfrié mis ánimos y pensé lo que había pasado, un escalofrió corrió por mi cuerpo, pues imaginé que ella todo lo había hecho por salir de allí sin que le pasara nada, y que lo primero que iba hacer era denunciarme y por supuesto ponerme de patitas en la calle. Pero bueno, me dije que a lo hecho pecho y que seguro que todos me darían la razón si se enteraban pues no había un empleado que no la odiara. Así que mientras estaba entretenido con mis pensamientos, sin darme cuenta me encontraba delante de un buen restaurante y muy conocido de Granada.

Lo primero que hice fue mirar por los alrededores por si veía su coche, y al no encontrármelo me temí lo peor, pero, en fin, tomé aire y entré en el bar del restaurante, me pedí una bebida y me puse a observar a mí alrededor por si la veía. Al principio no la vi, pero cogí mi bebida y me metí más aún en la sala comedor, y ¡premio! allí estaba sentada junto a otras dos mujeres y un hombre, al que reconocí por ser asesor de nuestra empresa en temas laborales, a las otras dos no las conocía de nada, pero iban muy elegantes y pintadas. En esa sala sólo había otro par de mesas ocupadas. Ella se dio cuenta en seguida pues sus amigas le preguntaron qué le pasaba pues se había puesto blanca, la verdad que supo salir, pues dijo que no entendía como un empleado suyo se podía permitir un sitio así, y en un plan despectivo, sus dos acompañantes le quitaron hierro al asunto, sin saber que ella lo decía por herirme y cabrearme más. Yo me giré e hice como si me acabase de dar cuenta, me dirigí a su mesa, conforme me iba acercando la cara le iba cambiando de color, pues se creía que yo iba a ponerla en evidencia después de su frase, pero nada más lejos de mi intención, pues aunque no tenía claro aun lo que iba hacer, sí sabía mi siguiente paso, me acerqué y los saludé a todos cortésmente y a ella especialmente, y sin pensarlo le dije que, como sabía que estaba aquí y ella me había dicho que le terminara unos expedientes muy urgentes para el día siguiente, los tenía terminados pero que los había dejado en el coche pues no sabía si los iba a querer aquí o los iba a dejar en su coche. Ella dijo que muy bien que me acompañaba al coche y que los dejaría en el suyo. A Miguel no le extrañó nada pues no era la primera vez que nos hacía ir a donde ella estuviese a llevarle documentaciones, así que se levantó y me acompañó, le pregunté por su coche y me dijo que lo tenía en el parking, pero que por favor le dijese que quería y me fuese, que mañana ya hablaríamos. Aún sin saber por qué, al salir por la puerta, me acerqué a su oído y le dije que quién coño era ella para decirme nada y que tirase delante mía hacia su coche. En el trayecto a su coche no se volvía ni una sola vez, fue corto pues estaba al lado, cuando llegamos se volvió y me dijo qué era lo que deseaba de ella su Señor, a mí eso me puso a cien, y mi excitación creció aún más, lo primero que hice fue darle un morreo corto pero intenso.

Le dije ponte detrás del coche de rodillas zorra, que tengo ganas de que me la chupes como buena perra que eres. Sin abrir la boca obedeció, yo la seguía y os juro que aún tenía mis dudas y estaba algo incrédulo por todo esto y sobre todo por mi forma tan natural de actuar. Al llegar a su lado me masturbé y le dije que sólo tenía que tener la boca abierta, pues había cambiado de opinión y no quería que me la chupase, sólo deseaba correrme en su zorra y asquerosa boca. La verdad que con la excitación que llevaba no tarde más de cinco minutos en correrme, antes la avisé y le dije que procurase que no se derramase una sola gota, pues si lo hacía se iba a manchar y entre el olor a orín, que aun despedía de antes, y mi corrida, sus amigas se iba a dar cuenta de lo zorra que era. Al terminar de correrme y ella de tragarse todo, absolutamente todo, le dije que me limpiase la polla con su boca, cosa que hizo muy diligentemente.

Cuando terminó le dije que se pusiera de pie, le abrí los pantalones, en los cuales se le notaba una pequeña mancha, le pregunte de que era y me dijo, sin atreverse a mirarme a los ojos, que se había corrido. Le metí tres dedos, y vaya que, si se había corrido, mis dedos resbalaron dentro de su coño como si los metiese en un vaso de agua. Los saqué, abrí su bolso y saqué su consolador, del cual tenía yo el mando en mi bolsillo, y se lo introduje en su coño de golpe. Cuando lo sintió dentro me miró aterrorizada y me pidió por favor que eso no, que iba a poner en peligro su reputación, que estaba casada y que sus amigas conocían a su marido. Le dije que no me importaba, que eso era por sus anteriores lindezas hacia mí en el restaurante. Es más, ahora delante de todos me vas a invitar a quedarme a cenar, con vosotros, eso la aterrorizo aún más, pero esta vez no dijo nada, sólo se dispuso a echar a andar, pero la pare en seco y le dije que aún me tenía que limpiar los dedos, pues los tenía pringosos de sus jugos. Volvimos al restaurante y como se iba haciendo costumbre sin hablar, ella delante y yo detrás de ella, al entrar al restaurante hizo ademán de ir al baño, pero la cogí fuertemente, pero con disimulo del brazo y le susurré que a dónde iba, me dijo que, a enjuagarse la boca, pero le ordené que, de eso nada, que una zorra como ella tenía que llevar el sabor mío en su boca, otra vez obedeció sin rechistar.

Cuando comentó que me había invitado a cenar, al único que le extraño fue a Miguel, por lo que supuse que las otras dos señoras no conocían el carácter de mi loba, pero en fin pensaría que el trabajo que le llevé había merecido la pena.

Me senté entre medias de Ana y Rocío, pues así se llamaban ellas, y empezamos a cenar y a tener una charla muy amena, pues pude comprobar que fuera del ambiente laboral sabía desenvolverse muy bien, yo entre plato y plato iba conectando y desconectando el vibrador, la verdad que me hacía gracia ver los esfuerzos que hacía porque no se le notase, pues yo siempre aprovechaba los momentos que hablaba ella para conectárselo.

A la hora del postre se lo dejé conectado, y se corrió vaya que, si se corrió, se tuvo que coger al brazo de Ana, pues casi se desmaya, sus amigas y Miguel se preocuparon, pero supo salir, pues dijo que había tenido un día agotador y que sólo era un pequeño mareo.

Ahí la dejé tranquila y me dediqué a charlar con sus amigas, dándome cuenta de que eso aún la ponía más enferma pues se sentía desplazada y un poco celosa, esto lo supe luego, en ese momento solo quería ver sus reacciones.

Terminada la cena, pagada toda por ella, y hablando con sus amigas les comenté para que ella lo oyese, que hoy había sido un día muy duro de trabajo, fíjense cuanto que a mi jefa no le ha dado tiempo ni de cambiarse, a lo que casi al unísono las dos dijeron que ya se habían dado cuenta, pero que también era normal que estando entre mecánicos hoy no oliese precisamente a rosas. Me reí por dentro y la miré pues ambos sabíamos a qué olía, aunque ella lo único que hizo fue bajar la cabeza.

Nos dirigimos hacia la calle y Miguel dijo que se retiraba, pues estaba cansado y tenía que madrugar al día siguiente. Mi loba dijo que ella también se iba a dormir, ahí aproveché yo para decirles que como las tres habían bebido, que yo las llevaba si no les importaba subir en mi viejo coche, pero Ana estuvo más viva y le dijo a la loba que por qué no me dejaba llevar su coche y así lo sacaban del parking y que luego me diese para un taxi y yo me bajase en su casa, cosa que fue aceptada tras mirarme ella y yo asentir disimuladamente, aunque la verdad la loba, entre lo que había tomado y cómo olía y estaba, ya le daba igual y a su amiga Ana y Rocío, también estaban un poco pasadas de copas. Echamos a andar, los cuatro hacia el parking, pero Rocío dijo que le dolían los pies y a esas horas no había ascensor en el parking y tendría que bajar la rampa andando y nos pidió que la recogiésemos allí.

Yo sin ningún mal pensamiento, sólo el de enfadar más a la loba, le dije que sí que se esperase allí, y como algo natural le dije a la loba tú quédate con ella y Ana me acompaña a mí. Era la primera vez que la tuteaba delante de sus amigas, es más sonó como una orden y no como una sugerencia, pero lo que me extrañó fue que ni la loba ni Ana rechistaron, la loba se quedó con Rocío y Ana echó a andar junto a mí, al darme cuenta de lo que había ordenado y más aun de cómo habían obedecido las dos, me excité aún más y me fijé en Ana, unos 45 años, delgada, piernas largas, y unos pechos desproporcionados para su delgadez, pues eran demasiado grandes, además iba vestida con una falda por las rodillas, medias color carne, y unos zapatos de tacón alto. Al empezar a bajar la rampa ella me dijo que se iba a quitar los zapatos pues por la rampa se iba a caer, y yo de la forma más natural le dije que ni se le ocurriera, que así estaba más guapa, ella sólo me miró, pero continuó andando con los zapatos puestos. Al llegar a la altura del coche me dirigí a Ana y le dije ¿sabes a que bajó antes la loba conmigo?, ella me miró y me preguntó que, como había dicho antes, a por unos papeles o algo así, a lo que yo le respondí “mira zorra, porque eres tan zorra como la loba, ella bajó a hacer lo mismo que tú me vas a hacer ahora, se dio la vuelta como para protestar, pero yo la cogí del pelo y le comí la boca y ahí se acabó todo. Ponte de rodillas y chúpamela perra, y agachando la cabeza se arrodilló ante mí y empezó a chupármela, pero tras varias corridas ya me costaba a pesar de mi excitación, así que la levanté tirándole del pelo y le ordené quitarse el abrigo, una vez hecho esto le ordene que se desnudase, y su respuesta fue que si yo estaba loco que una cosa era chupármela y otra cosa era desnudarse, pero mi reacción no se hizo esperar, sin más le di un tirón de la camisa y saltaron todos sus botones al aire, y no hizo falta más, empezó a desnudarse quedándose con la ropa interior, bragas y sujetador de encaje y algo que me vuelve loco con medias de liguero. Estaba temblando de frio o de miedo, la verdad es que ni lo sabía ni me importaba, le metí la mano en el coño y estaba mojado, así que le comenté, esto te gusta ¿eh, zorra?, y su respuesta fue intentar masturbarse, cosa que impedí, le di su abrigo y le dije que subiera al coche, fue a recoger su ropa, pero le ordené que la dejase allí en el suelo, así que se puso el abrigo y se montó en el coche, nos habíamos demorado unos quince minutos, y yo aún seguía empalmado y muy excitado, cuando llegamos donde estaban la loba y la otra, ambas estaban tiritando de frio. Yo sabía dónde vivía mi loba, pero no las otras dos, así que le pregunté a la loba que dónde vivían sus amigas, y ella me indicó que en su misma urbanización, aunque Rocío en distinto portal, para mi pensé que esas dos estaban forradas, pues vivían en la zona más cara de Granada, sabía que una estaba casada y la otra separada, pero no mucho más.

Nada más arrancar Rocío se quedó dormida, era la que más había bebido, así que le dije a la loba, zorra sácate el consolador del coño, la verdad es que su cara no era de mucho asombro, así que pienso que ella sospechó algo ante nuestra tardanza, cuando se lo sacó me lo paso a mí, y yo a la vez se lo di a Ana y le ordené que lo chupase, me miro con cara de asombro y algo de asco, diciéndome que eso no lo haría, en ese momento frene de golpe y se lo volví a repetir, pero amenazándola que o lo hacía o la dejaba allí mismo sólo con el abrigo. Y no le quedó más remedio que obedecer, lo chupó y lo dejo reluciente, y cuando terminó le dije que se lo metiera en el coño, que ahora iba a saber por qué el mareo de su amiguita en la cena.

Cuando llegamos a la urbanización, entramos directamente a la cochera comunitaria, pero con la suerte de que la de la loba era también cerrada, así que metimos su coche y cerré la puerta, y les ordené a las dos que se bajasen del coche. Ana al bajarse se corrió pues el consolador lo tenía funcionando, y del chillido que dio se despertó Rocío, pero parece que aun más bebida que cuando se quedó dormida, ahí se produjo un silencio, pero como ambas estaban vestidas, una con su ropa y otra con el abrigo, pues disimulamos muy bien. Yo al ver su estado sólo le dije que íbamos a hablar un rato, que si quería la acompañaba hasta el ascensor, pero me dijo que no que estaban sus hijos y que no quería que la viesen así. Entonces le recomendé que se quedase un rato en el coche y que durmiese, luego la despertaríamos. A los tres minutos ya estaba otra vez dormida. Ana aún seguía con el consolador encendido y ya a punto de correrse otra vez, así que la cogí del pelo le quité el abrigo y la metí atrás junto a su amiga, y llamé a la loba. Ven perra ponte de rodillas aquí junto a lo puerta, quiero que veas como me follo a tu amiga, pues tu hoy no lo probarás puta de mierda. Me metí atrás levanté a Ana, le saqué el consolador y se la metí en el coño, follándomela por detrás a golpes fuertes, mientras le sacaba sus inmensos pechos del sujetador y se los pellizcaba, y ella sólo decía que no despertarse a su amiga pues ésta era muy puritana y entonces sí que la íbamos a liar, a mí en ese momento ya me daba igual así que mientras me la follaba le metí la mano entre la ropa a su amiga y empecé a tocarle el coño, aunque llevaba pantys, y no pude hacer mucho, pero vamos ni se enteró, así que eso me dio otra idea.

Cuando estaba a punto de correrme me la quite de encima y la eché fuera del coche diciéndole que se pusiera de rodillas junto a la loba. Cogí a Rocío, y ambas me suplicaron que no hiciera nada, pero yo sólo quería correrme, así que la saqué del coche como pude pues ésta estaba rellenita y apoyándola en el capó le abrí el abrigo, le subí el jersey, la verdad que estaba buena a pesar de sus kilos de más, pero su ropa interior era horrible, terminé de masturbarme corriéndome en su barriga, en sus pechos, y en su pelo, y ella aún dormida.

Me volví hacia las otras dos y estaban asustadas de verdad por si se despertaba su amiga, e hicieron ademán de levantarse, pero cuando las miré ambas se quedaron dónde estaban, yo ya estaba cansado y la verdad más que satisfecho, así que a la loba le dije que se quitara toda la ropa, cosa que hizo con rapidez y como siempre sin hablar, y que se volviese a poner de rodillas, y cuando ambas estaban desnudas me puse frente a ellas y las mee a las dos, la loba sólo cerró los ojos y abrió la boca, pero Ana se levantó de golpe y se quitó, intentó coger el abrigo y me dijo que quién creía que era yo, que por ahí no pasaba, y a mí sólo se me ocurrió ir hacia Rocío y empezar a llamarla, así que Ana me pidió por favor que no lo hiciese, que ella estaba casada y que seguro que su amiga se lo contaba al marido, que haría lo que yo le pidiese, entonces le ordené que con su lengua limpiase a la loba y que le comiese el coño. Al principio puso cara de asco, pero luego le gustó pues empezó a masturbarse mientras le comía el coño a su amiga, y las dos estaban muy calientes pues no tardaron más de cinco minutos en correrse.

Yo ya estaba cansado la verdad es que habían sido muchas emociones en un solo día, y mi vida había cambiado radicalmente, pues había descubierto en mí algo que ni yo lo sabía.

Cogí la ropa de la loba y el abrigo de Ana y lo metí en el coche, lo cerré y ambas me miraron entre temerosas e incrédulas.

Las dos subiréis así tal y como estáis a vuestras casas, y si os ve alguien, así sabrán las zorras que tienen por vecinas, al decirles esto pensé que iban a poner el grito en el cielo, pero ambas obedecieron sin protestar y corrieron al ascensor, la verdad es que eran las tres de la mañana y un día laborable, así que no había nadie.

Cuando las dos estaban en el ascensor, yo desperté a Rocío, se espabiló un poco y me preguntó por sus amigas, a lo cual yo le contesté que se fueron hace rato, y que yo me había quedado cuidándola, pero que ya era tarde.

De camino al ascensor la noté inquieta y tocándose por encima de la ropa, yo me reí interiormente y le pregunté qué le pasaba, ella sólo me dijo que le parecía que había sudado mucho, pues se sentía como mojada.

Ya en el ascensor, y frente al espejo se dio cuenta de que su pelo estaba como pegajoso, y no sabía de qué, aún estaba un poco adormilada y bebida.

Rocío es más bien bajita, 1.60, 50 años más o menos, pero si era muy atractiva, con unos kilos de más, digamos más rellenita que gorda, puritana, pues en la cena se ruborizaba con cualquier contenido un poco picante, y eso que no hubo muchos durante la misma, pues se guardaron las formas, pero con la bebida hubo alguno que otro.

Cuando subíamos me dijo que le estaban entrando ganas de vomitar, y que sus hijos, posteriormente me entere que eran dos hijas, le iban a montar una buena cuando entrase y viesen en qué estado iba, yo sin maldad ninguna, le dije que si quería esperar y bajar a la calle a que le diese el aire, que aunque hacía frío, iba bien abrigada, pero su respuesta fue que lo que necesitaba era que la acompañase a su dormitorio en silencio, y entrásemos por la puerta del servicio, ya que el cuarto de sus hijos están al otro extremo de su cuarto y por ese sitio no se iban a enterar, y que si entraba ella sola seguro que iba a formar mucho ruido, así que entramos por la puerta del servicio, y atravesamos la cocina, la verdad que al ver la cocina pensé que la zorra estaba podrida de dineros, pues solo la cocina era la mitad de la casa donde yo vivía, así que entramos en su cuarto que estaba junto al salón, y al entrar vi que tenía cerrojo, me extraño pues no es costumbre tener los dormitorios con pestillo o cerrojo, y me contesto que una vez las niñas, ahí fue donde me entere que eran niñas, entraron en su cuarto cuando su marido y ella estaban haciendo el amor, así que el “capullo” de su marido puso al día siguiente un cerrojo. Así que la senté en la cama y me dirigí a la puerta y cerré la puerta con el cerrojo, ella me pregunto un poco asustada que porque hacia eso, y yo le dije que si me pillaban ahora allí con ella que dirían sus niñas de su madre. A estas alturas yo no tenía pensado nada, pues la verdad estaba cansado y creía que no se me iba a poner tiesa en una semana después de la noche que llevaba, ella solo me dio las gracias y que su amiga tenía un empleado muy apañado y servicial, yo me reí interiormente, también me pidió que no le dijese nada a ninguna de las dos, pues ella es una persona muy vergonzosa y es la primera vez en muchos años que le pasaba esto, yo le dije que no se preocupara que ellas dos tampoco iban muy católicas y que seguro que no se iban a acordar de nada. Así que me acerque a ella y quise ayudarla a desvestirse, solo me dijo que ya lo haría ella, que no lo estropeara y que ya me podía ir, que muchas gracias por todo y que confiaba en mi discreción, yo me di la vuelta y me dirigí hacia la puerta del dormitorio pero cuando fui a abrir la puerta, a pesar de mi cansancio me gire y le pregunte “¿desde cuando no mantienes relaciones sexuales?”, ella ya más espabilada y serena, me dijo que a mí que me importaba y que me fuese ya, que estaba cansada y que quería acostarse, me gire y me acerque a ella y le dije “mira zorra o contestas ahora o salgo fuera de la habitación haciendo ruido para despertar a tus niñitas ¿vale?”. Creo que ahí se dio cuenta de que tenía las de perder y me contesto que desde que el padre se fue de la casa solo se había masturbado y muy de tarde en tarde, porque según ella no tiene esa necesidad eso es solo cosa de depravados, a mí me dio por reír y le dije que las puritanas como ella al final eran unas zorras reprimidas, ella se encendió y me dijo que mañana se lo diría a mi jefa para que me pusiera de patitas en la calle y que me fuese ya o no le iba a importar despertar a sus niñas, aunque esto último lo dijo sin ninguna convicción.

Os juro que no tenía intención de nada, pero su respuesta me enfado y además me empalmé otra vez, así que me puse delante de ella y le dije mira zorra, lo que tienes en el pelo es mi leche ¿entiendes?, y de sudor nada, es mi corrida que te la he echado encima con la ayuda de las zorras de tus amigas, aunque la verdad aún no se cómo no se me bajo la erección cuando vi la mierda de ropa interior que usas. Así que delante de ella me bajé la bragueta y le di dos opciones o me la chupas o salgo de aquí por la puerta de adelante y haciendo ruido, tú decides.

Su respuesta fue que jamás lo había hecho y que por favor que le pidiese cualquier cosa menos eso, así que sin más la cogí del pelo y le acerque mi polla a la boca y escupiéndole en la cara le dije chupa zorra o despierto a toda la casa, yo ya estaba súper excitado y me daba igual lo que pasara, y lo hizo al principio con cara de asco y mal, era cierto que jamás lo había hecho, a los cinco minutos de estar chapándomela le dije, para zorra hoy ya me he corrido muchas veces con las putas de tus amigas y lo haces tan mal que no acabaríamos nunca, así que ponte de pie y quítate la ropa que llevas, se levantó de la cama sin mirarme pero tampoco a disgusto, se bajó la falda, y aparecieron los pantys y esas bragas horribles de grandes y beige, y se quitó el jersey y aparecieron dos enormes tetas envueltas en un sujetador también horrible, pero una cosa me dijo que a esta zorra le estaba gustando y es que tenía los pezones que querían atravesar el sujetador, cuando fue a seguir le dije que parase, pasea para mi perra, me miro pero echo a andar, la verdad es que a pesar de los kilos era la más guapa de las tres y no estaba nada mal, así que me acerque al tocador y de un estuche de manicura saque unas pequeñas tijeras, le dije que se acercara, y cuando estuvo a mi lado le hice un agujero en los pantys a la altura de su coño, y al hacerlo me di cuenta que estaban chorreando tanto los pantys como las bragas, le pregunte porque estaba así y me contesto que hacía tanto que no tenía relaciones que con solo meterse mi “pito” así lo llamo, en la boca se había corrido de forma inesperada, pero que por favor que parase ya que no se lo diría a nadie pero que me fuese, ahi me puse serio las cogí del pelo la acerque a mi cara y le espete; eres una zorra como tus amigas, te voy a follar donde cómo y cuando quiera, ¿entendido?, ahora dime que me vaya, y lo haré, lo haré en silencio para no despertar a nadie, pero si se lo contare a tus dos amigas. Ahi se derrumbó y se puso a gimotear, me miro y me dijo que no, que no me fuese que hiciese con ella lo que yo quisiera, que se había corrido solo con tocarme, pero que tuviese paciencia que llevaba más de cinco años sin estar con nadie, y que siempre había envidiado a Ana, por ser tan liberal hablando, aunque no estaba segura de sí le ponía los cuernos a su marido, si de cómo hablaba y como vestía. Así que metí las tijeras entre los pantys y le rompí esas horrendas bragas, metí los dedos en su coño y estaba empapado, la tumbe en la cama y empecé a comerle el coño, aunque un poco descuidado y lleno de pelos, cosa que odio, y a los tres minutos empezó a correrse, parecía un río no paraba de fluir líquidos viscosos, me levante y vi su cara distinta a la de toda la noche, sonriente, avergonzada, y satisfecha, ella me miro y me dio las gracias, nunca nadie le había comido el coño, y que hoy iba a dormir como nunca, a lo que le conteste que sí que dormiría pero primero tenía que terminar, que aún no habíamos acabado, no dijo nada solo cerro los ojos, así que la cogí del pelo, la levante, le pegue la boca a su oreja y le dije “Esto no ha hecho nada más que empezar perra, a partir de ahora seré tu dueño, te vas a convertir en mi puta y solo harás lo que yo te diga y cuando yo te diga entendido”, su respuesta fue “si lo que tú quieras”, a lo que yo le arree un cachetazo en el culo y le dije que sus respuestas irán acompañadas de si Señor o no Señor.

A todo esto, yo seguía empalmado así que cogí le arranque el sujetador de un tirón, que le tuvo que doler, pero no dijo nada, absolutamente nada, la tumbe en la cama y me la folle durante más de veinte minutos, pues la verdad ya habían sido muchas veces, pero ella se corría una vez tras otra, las colcha, las sábanas y creo que hasta el colchón se empaparon de sus jugos. Cuando iba a correrme se la saque, le ordene que se pusiese de rodillas en el suelo y que abriese la boca, cosa que hizo, creo que debido al grado de excitación que tenía, así que me corrí en su boca, pero al recibir mi corrida, ya más bien escasa, ella lo escupió en el suelo, cosa que me enfado y cogiéndola del pelo la obligue a chupar todo el semen que había tirado al suelo, con cierto asco lo hizo, y cuando termino me dijo que si deseaba alga más su Señor. Sinceramente yo ya no podía más estaba reventado y ya eran casi las seis de la mañana, así que me senté en la cama y le dije que ahora necesitaba descansar pero no creo que fuese oportuno hacerlo aquí, así que iría a casa de mi jefa a ver si la despertaba y me quedaba allí a dormir, pero para mi asombro ella me dijo que tenía llaves de la casa, que cada vez que mi jefa se iba a Madrid ella le regaba las plantas, y que me las iba a dar pues estaba cansada de que las dos se rieran de la “puritana”.

A mí me dio por reír, y sinceramente le comenté en pocas palabras como había sido todo, y que posiblemente iría a la calle o seria denunciado, pero que ya poco me importaba, a lo cual Rocío me dijo que por ella no seria, que además de llevar tanto tiempo sin correrse, ni cuando estuvo casada lo hizo como lo había hecho antes, y que le gustaría seguir siendo mi perra a cambio de discreción, cosa que yo acepte encantado.

Me levante de la cama me acerque a su cómoda abrí los cajones y empecé a sacar su ropa interior, la verdad es que era horrible, toda o casi toda antigua y de color beige, solo encontré un par de juegos aceptables, esos los deje aparte, cogí el resto y los metí en una bolsa pequeña como de deporte que había por allí, también cogí todos los pantys y los rompí y metí en la bolsa, ella me miraba, pero no decía nada solo seguía mis movimientos con la vista. Cuando termine le dije que, si todo salía bien y no tenía problemas, al día siguiente iría con ella a comprar ropa interior nueva, y que lo que tenía que hacer cuando se levantase era depilarse el coño, que la próxima vez que lo viese así recibiría un buen castigo, solo respondió lo que “tú” digas, aunque rectifico sobre la marcha, “lo que mi Señor diga”. Fue a salir del dormitorio a coger las llaves de mi jefa para dármelas, e hizo intención de ponerse una bata para salir, pero yo le dije que nada que saliese así, con los zapatos de tacón y los pantys, ya rotos por todos lados, me miro, extrañamente sonrió, y salió así, volvió enseguida y me dijo que solo pasearse así con el peligro que la pillasen sus hijas había hecho que se excitara otra vez, ahora salí yo, ella me miro, pero nuevamente no dijo nada, me acerque a la cocina y mire en el frigorífico y solo encontré un par de zanahorias y no pepinos como yo buscaba, pero bueno también valdrían las zanahorias, entre en el dormitorio y se las di, “úsalas como un consolador, pero cuando acabes no las limpies las volverás a meter en el frigo así tal y como queden” “así lo haré Señor”, cada vez me asombraba más su entrega pero también me gustaba. Empezó a meterse las dos zanahorias a la vez, y yo me iba a ir, pero me entraron ganas de mear, y como no, le dije, “mira puta te voy hacer lo mismo que a tus dos zorras amigas” y en medio del cuarto me mee en su cuerpo, cosa que ella acepto sin rechistar, es más mientras yo terminaba a ella le vino otro orgasmo, que esta vez sí se sintió en toda la casa, me apure en cerrar la puerta por lo que pudiese pasar, pero vamos la casa era grande y por lo que se no se enteraron.

Me limpio “el pito”, y yo me marche, no sin antes recordarle todas mis instrucciones

Cuando salí de allí, casi ni podía andar, pues estaba derrengado, con las llaves que me dio Rocío me dirigí a la casa de la Loba, aunque había que salir de este edificio y cruzar un patio para entrar en otro, ya que las otras dos vivían en un bloque distinto.

Al salir fuera me di cuenta del frío que hacía, y me quede helado al cruzar los veinte metros que habría de separación, pues no podía ni correr de lo cansado que estaba, entre en el portal y mire los buzones, para ver en que piso vivía Ana, y comprobé que vivía puerta con puerta con mi jefa, un ático al lado de otro y nadie más.

Entre en el ascensor y al llegar arriba me introduje en la casa de la loba, con cuidado de no hacer ruido, pues no quería despertarla, y quería investigar por mi cuenta en su casa, la verdad es que si la de Rocío era grande la de la zorra de mi jefa aún más y con vistas.

Empecé a abrir puerta por puerta e ir mirando la casa, un salón enorme, una cocina igual o más grande, me fui por la parte del servicio y al abrir una de las habitaciones vi que allí normalmente dormía o habitaba alguien, pues se veía ropa y objetos típicos de un dormitorio, aunque en ese momento no había nadie, menos mal pensé, luego seguí registrando, y di con una habitación muy ordenada y con varios armarios todos cerrados, cosa que me intrigo, así que me fui a la cocina y busque algo con que forzar alguna de las puertas, pues la verdad es que me daba igual, una vez forzada la primera, me lleve la sorpresa más grande en mucho tiempo, pues había una colección de artilugios todos muy bien ordenados por cierto, consoladores, esposas, látigos un par de fustas, bolas chinas, vamos un arsenal, pensé que vaya puta tenía por jefa, con lo recatada que parecía la muy cerda, cerré como pude la puerta y me dirigí a buscar su habitación, penetre en ella sin hacer ruido y allí estaba ella, totalmente dormida, me acerque y la destape, vi que se había duchado y puesto un pijama de franela, horrible por cierto, pero ya me daba igual, me desvestí y me metí en la cama totalmente desnudo y la verdad que algo sucio y sudado después de todo el día de trabajo y lo que no era trabajo, quedándome grogui a los cinco minutos.

A las dos horas sonó el despertador de mi jefa bueno no sé qué sonó primero el despertador o el susto que se llevó cuando me vio.

Se bajo de la cama de un salto y me pregunto qué hacía yo allí, como había entrado, simplemente le conteste que por la puerta y con las llaves que me había dado su amiga, la cara se le descompuso y su mirada se fue al suelo, me pidió que me fuese, que lo que paso ayer no volvería a pasar que no sabe como sucedió, pero que eso no podía ser, pues era mi jefa, que no tomaría represalias en contra mía, pero que por favor me fuese. Yo una vez visto lo que guardaba en el único armario que abrí, solo le conteste que se olvidase de eso, que a partir de ahora haría “lo que a mí me saliese de los huevos”, y que ahora solo quería descansar, que estaba cansado y que no me molestase, y me volví a tumbar en la cama, pero mirándola a los ojos hasta que volvió a bajar la mirada, cosa que yo di por una aceptación.

Le dije, llama a la empresa y di que hoy no vas a trabajar, que ayer algo te sentó mal, y así les das un respiro a mis compañeros, yo ya llamare más tarde y me inventare algo, descolgó el teléfono y llamo desde su cuarto a la empresa con su típica voz de tirana, dio unas cuantas instrucciones y colgó, se sentó en la cama y me dijo si deseaba algo más, solo le dije que se metiera en la cama y no se moviera hasta que yo me levantase que estaba muy cansado y agotado, pero antes le pregunte que quien dormía en el cuarto que hay junto a la entrada de servicio, a lo que me contesto que una muchacha que tenía interna como cocinera, limpiadora, vamos una chacha, pero que cuando ella no se va a Madrid se tomaba los miércoles y jueves libres. Solo le dije vale y ahora a dormir zorra, y no te muevas hasta que yo me despierte.

Vaya si descanse, me levante a las una de la tarde, y como le había ordenado ella estaba a mi lado sin moverse, pero con los ojos como platos, yo pegue un bote de la cama y empecé a ejercer como Amo de mi jefa. Levántate perra y quítate eso que llevas puesto, que pareces una monja coño, sin rechistar se lo quito. Ahora ponte a cuatro patas y acércate a mi perra, bajo la mirada y cumpliendo mi deseo se acercó a mí, pero en ningún momento levanto la mirada. Quiero primero que me prepares un baño en esa bañera que, seguro que tienes, era el único sitio que yo no había visitado, pero acerté, la bañera iba acorde con el ático era enorme, y luego me preparas algo de desayunar perra, pues tengo hambre. Todo lo hizo a cuatro patas, sin yo tener que decirle nada, así que me metí en la bañera y cerré los ojos nuevamente, solo los abrí cuando sentí algo muy suave tocándome, era mi jefa, que me estaba pasando una esponja y me estaba lavando, la verdad es que yo cada vez estaba más alucinado, pero a la vez más seguro de mí, y de lo que quería hacer, y sobre todo que estaba disfrutando como jamás lo había hecho. Y empecé a preguntarle algunas cosas, como que porque siendo tan sumisa era tan hija de puta con nosotros, a lo que respondió que lo que quería era provocar a uno de mis compañeros, para ver si reaccionaba como yo, pero no hubo manera, mi compañero al que se refería era digamos un adonis, pero que no había forma de que respondiera, a mí me dio por reír, pues mi compañero tenía dos cosas, la primera era muy tímido y apocado y la verdad se dejaba mangonear por todos, y la segunda era que es gay, de hecho hoy en día está casado muy felizmente con su novio de toda la vida, solo que en aquella época nadie o casi nadie lo sabía, pues por desgracia aún estaba muy mal visto.

Y que en mi jamás había pensado, ni remotamente que fuese así, ahi me reí interiormente, porque ni yo lo hubiese pensado en ese momento, aunque ahora sé que siempre fui así, además que como dije al principio, aunque no soy feo, creo, mi cuerpo no es precisamente muy musculoso, pues soy más bien gordito. Pero que cuando yo le hable así y me miro a los ojos se dio cuenta de que conmigo no se jugaba y que sin saber aun porque sintió deseos de entregarse a mí, aunque la verdad no esperaba que fuese así, y menos con la intervención de su amiga, a lo que yo la rectifique diciéndole que amigas, pues Rocío también recibió su parte y de mejor agrado al final que ellas, me miro con cara de asombro e incredulidad, pero no dijo nada, solo que tenía algo de comer en la mesa, salí de la bañera y empalmado pues todo esto me había excitado nuevamente, pero no le dije nada solo salí a la cocina y me senté a comer, ella se sentó también para comer, pero mirándola le dije que, que hacía, a lo que me respondió que ella también iba a tomar algo que tenía hambre, así que la cogí del pelo y la tire al suelo diciéndole que sí, que iba a comer, pero mi polla mientras yo desayunaba y que procurase no derramar una gota al suelo, pues ese iba a ser su único alimento durante todo el día, pero cuando mejor estaba sonó el timbre, cosa que nos asustó a ambos, me miro pero no dijo nada, solo esperaba mis indicaciones así que le dije que se pusiese una bata y abriese, cosa que hizo rápidamente y fue abrir, yo la seguí pero con cuidado, pues yo seguía desnudo, al abrir me di cuenta que era Ana, que venía a comentar lo de anoche, la verdad que se notaba el cambio de la cara de zorra que tenía anoche y la cara entre desencajada y asustada de ahora.

Ana le dijo a mi perra (a partir de ahora la llamare así), que aún no sabía que les paso anoche, que no entendía como paso, que jamás había hecho una cosa así, que cierto era que le gustaba calentar a los hombres, pero que nunca le había puesto los cuernos a su marido, cosa que yo dude, pero seguí escondido escuchando la conversación, que tenía miedo a que Rocío hubiese visto u oído algo, que con lo cotilla que era, si se había dado cuenta de algo se iban a enterar todas las vecinas, mi perra, al ver que no salía yo, pensó y acertó que yo quería oírlo todo así que la hizo pasar y cerró la puerta, que llevaba toda la mañana pensando en eso, y al ver que no había ido a trabajar pues se decidió a hablar conmigo (mi perra), esta solo le dijo que no se preocupase que ella tampoco era así, pero que anoche lo paso muy bien y que no se arrepentía de lo que paso, a todo esto yo estaba ya con la polla como un burro pues solo de oír la conversación me iba a correr, no veía muy bien pero me moví un poco para ver si podía ver a Ana sin que esta me viese a mí, y me asome un poco más, pero como ella estaba tan enfrascada en la conversación con mi perra, no se dio cuenta en principio de mi presencia, y al verla me entraron ganas de follármela otra vez, pues la tía era elegante, otra vez zapatos de tacón, medias, una falda justo por las rodillas, y un jersey de cuello vuelto pero ajustado, que le marcaban más aun las tetas, a lo que yo pensé al verla que si que era cierto que le gustaba calentar a los hombres, pues a pesar de los años estaba muy bien y siempre marcando tipo. Ella seguía disculpándose con mi perra, y pidiéndole discreción que si se enteraba su marido la mataba, su marido era del opus y con cargo importante, a lo que mi perra le dijo que no se preocupase y que nadie se iba a enterar de nada y Roció menos en el estado que estaba, mi perra le dijo que a donde iba, y Ana le contesto que como su marido no iba a comer, pues que ella necesitaba salir a despejarse de lo de anoche e iba a comer con su hija y su yerno, pero que si quería que se esperaba y comían juntas. Yo como no aguantaba más aparecí, le di las buenas tardes, y me acerque a mi perra, la cogí del pelo y le dije que siguiese con lo que estaba haciendo antes de que llegase la zorra de su amiga, la cual se quedó paralizada sin saber que hacer, se puso de todos los colores y empezó a balbucear que, que hacía yo ahí, mi perra no contesto, solo se puso de rodillas y empezó a chupar, Ana reculo, pero parecía de piedra, no hablaba, pero no se iba solo miraba, y así se quedó hasta que me corrí, que no tarde mucho, pues estaba que iba a reventar, mi perra me miro y solo dijo “¿satisfecho mi señor?”, y luego miro a su amiga diciéndole “¿ves no pasa nada?” solo acabo de entregarme a mi señor.

Mire a Ana que aún seguía petrificada y le dije que o se iba o se quedaba con todas las consecuencias, pero que a mí no me gustan las calientapollas, que se decidiera de una puta vez, no reacciono, así que apartando a mi perra me acerque a ella, que seguía sin moverse, la cogí del pelo y la hice poner de rodillas al lado de mi perra, ahora limpia la boca de mi perra, límpiale los restos de semen que tiene en la boca, tardo pero poco a poco se acercó a mi perra y empezó a lamerle los labios, que se convirtió en un morreo en toda regla, pero las pare, pues no era eso lo que quería en ese momento, así que las hice seguirme, pero Ana se levantó e hizo intención de irse, pero una bofetada bien dada la calmo, y no fui yo el que se la dio, se la dio mi perra y le dijo, mi señor te ha dado la oportunidad de irte, si lo haces ahora todos sabrán lo puta que eres tú dirás que decides, sin más le metí la mano bajo la falda, y la muy zorra no llevaba bragas, y estaba mojada, así que introduje tres dedos de golpe y la muy cerda solo necesito dos o tres empujones para correrse y caerse al suelo desfallecida de la intensidad con la que se había corrido.

Espere a que se recuperara, la levante y le di un morreo como hacía tiempo que no le daba a una tía, y ella respondió, dándome las gracias por hacerla sentir así de puta, siempre había deseado serlo, pero nunca se había atrevido, le dije que se quitara las falda y el jersey, tardo un segundo, quedándose solo con las medias sin liguero, y con el sujetador, eso me gusta mucho y me excita, les dije a ambas que me siguieran, pero a partir de ahora mi jefa seria mi perra y la otra mi puta, por lo que mi perra me seguiría siempre de rodillas y mi puta se abriría de piernas cuando donde y como yo quisiera, su respuesta fue darme otra vez un morreo, les dije ademas que para ambas tenía una sorpresa, y que ya se enterarían en su momento. Las lleve a la habitación que había descubierto la noche anterior, entramos y le pedí a mi perra que ya estaba abriendo los armarios, cosa que hizo rápidamente, y vaya sorpresa en el otro armario había todo tipo de ropa de cuero, y algún que otro utensilio más, y en la última puerta había una camilla y algo que no sabía que era ni lo había visto jamás, pero luego me entere que era un potro.

Ana no salía de su asombro, solo acertó a decir “mira la zorra esta, parecía que no había roto un plato”, a lo que yo le respondí con un bofetón, diciéndole que aquí solo hablaba yo que ella era una puta sin derecho a opinar solo cuando se le dijese.

Le dije a Ana que atase a mi perra a la camilla, con el coño lo más abierto posible, cosa que hizo, aunque torpemente. Cuando termino me lleva a Ana al cuarto de mi perra y me la folle, pues ya no podía más me la folle hasta correrme dentro, mientras le retorcía los pezones con fuerza y con gran placer para mí, cuando termine le dije que se fuese dónde estaba mi perra que se subiese en la camilla y que le limpiase el coño mi perra, y se tragase la leche que se le escapase, pues eso es lo único que iba a comer hoy.

Cuando entre en el otro cuarto mi perra ya lo que hacía la perra, era comerle el coño a Ana, tanto que se volvió a correr y se cayó de la camilla quedándose en el suelo echa polvo, pero con una cara de vicio que jamás había visto. A mi perra la deje atada y a Ana le dije que cogiese las llaves del coche de mi perra que íbamos a mi casa a coger ropa, pues iba a pasar unos días muy entretenidos. Ella solo rio, cogió las llaves del coche, su ropa e iba a empezar a vestirse cuando le dije que lo haría en el ascensor, me miro asustada pero cuando vio mi cara no dijo nada solo cogió la falda y el jersey, abrió la puerta y corrió al ascensor. En el ascensor, le quite el sujetador, así iras mejor comente, sonrió y se terminó de vestir.

Cuando se subió al coche le dije que la quería siempre con las piernas abiertas y la falda arriba, que era mi puta y así es como iría siempre conmigo. Salimos de la cochera y pare el coche y le dije que esperase así tal y como estaba un ratito, que ahora volvía, me suplico que allí no, pero sin ni siquiera mirar atrás me apee y entre en la urbanización y fui al portal de Rocío la llame y le dije que bajase en cinco minutos, me dijo que no estaba lista, y yo le dije que no me importaba que se pusiese algo rápido y que la esperaba en la entrada de la urbanización dentro del coche de mi perra. Volví al coche y allí estaba Ana, tal y como yo la había dejado, con solo asomarme un poco se le veía el coño. Me senté en el asiento y metí la mano en su coño, y estaba empapado, solo se me ocurrió decirle que era una zorra, a lo cual me sonrió, pero con cierto nerviosismo por el lugar que estábamos. A los diez minutos apareció Rocío y Ana se quería morir, y más cuando veía que se acercaba al coche, pues no imaginaba que fuese ella la que estábamos esperando en el coche, cuando abrió la puerta y se sentó detrás la cara de Ana era de no entender nada. Rocío venia un poco anticuada como siempre, lo único decente eran los zapatos, en eso tenía buen gusto, venia sin medias, y me dijo que como no tenía no se quiso poner pantys para no defraudarme, a todo esto Ana no salía de su asombro, así que sin más arranque el coche y fuimos a mi casa a recoger ropa, a mi madre le dije que me iba a casa de unos amigos hasta el lunes, cosa que no le extraño, pues yo entraba y salía siempre mucho en casa, cuando baje al coche y les pregunte que habían hablado me dijeron que nada, ambas estaban muy cortadas, así que me reí y conduje el coche hasta el Corte Inglés que lo acababan de abrir, entre en el parking y les dije preparar dinero o las tarjetas que vamos a comprar ropa para Rocío. Lo primero fueron una medias para que se las pusiera, pues hacia frio, luego nos metimos en la sección de lencería y escogimos seis o siete modelos a cuál más provocativo, yo ya estaba otra vez como un burro de empalmado, fuimos a pagar y le dije a Ana esto lo pagas tú, para que no te metas más con la cotilla de tu vecina, lo dije en voz alta para que lo oyera Rocío.

Ana saco la tarjeta y pago, unas sesenta mil pesetas de hace unos años ya, pero ni rechisto. Luego fuimos a comprar un par de vestidos para ella, escogimos un par de faldas algo cortas y blusas, pero sin exagerar y un vestido de fiesta. La cogí de la mano y la arrastre a un probador, deje a Ana en la puerta para que vigilara y yo me metí con ella, le dije que se quitara la ropa que llevaba y se pusiera una falda que le di y una blusa,

La muy zorra no llevaba bragas, y estaba muy húmeda, me dijo que estaba así desde que se depilo esta mañana. Me quedé con las ganas de follármela allí, pero me dio miedo de que nos pillaran y así que lo único que hice fue darle un morreo, dejamos su ropa allí mismo y salimos con las compras. A todo esto, Ana aun no salía de su asombro, pero no hablaba solo miraba. Al llegar al coche le dije a Ana que lo llevase ella que Rocío y yo íbamos a subir atrás. Cuando salimos del parking serían las seis o siete de la tarde, y lo primero que hice fue meter los dedos en el coño de Rocío y masturbarla con fuerza hasta que se corrió, luego le dije a Ana que parase en una tienda y que se bajase y comprase una botella pequeña de agua, me miro extrañada pero no dijo nada, aun no salía de su asombro ver a Rocío así. Mientras iba a por el agua le dije a Rocío que ya estaba tardando en chupármela y que esperaba que fuese mejor que la otra noche, solo me dijo que tuviese paciencia y que la enseñase, cuando volvió Ana aún estaba Rocío chapándomela, se quedó helada y embobada mirando hasta que le dije “arranca ya puta” que esta mi perra esperando, tardamos unos minutos pues estamos cerca, entramos directamente a la cochera, lo metimos en su sitio cerramos la puerta, le ordene a Rocío que parase que aún era torpe, llame a la puta de Ana y le dije chúpamela tú y enseña a Rocío como se hace, la muy zorra la quito de un tirón y se puso a chupar ella, mientras cogí la botella de agua bebí un par de tragos y tire el resto encima de Ana, pero ni se inmuto siguió a lo suyo, mientras Rocío miraba y se tocaba el coño por encima de la falda. Cuando me fui a correr le dije a Ana que se quitara, y me corrí en la botella, “mi comida para mi perra”.

Les dije a ambas que a quedarse en ropa interior las dos, cosa que hicieron rápidamente, y ahora al ascensor y para casa de mi perra. Me miraron y suplicaron, pues no esperaban esto a las siete de la tarde, pero obedecieron. Suerte que no nos vio nadie, o casi nadie, pues yo vi a alguien moverse detrás de una columna, pero no les dije nada.

Subimos los tres en el ascensor, las dos rojas como un tomate, pero excitadas, pues se les veía una cara de zorras impresionante, una vez dentro de la casa de mi perra, nos dirigimos a la habitación donde la dejamos atada, y allí estaba ella, con los ojos abiertos y parecía que disfrutaba, así que me acerque y lo primero que me dijo es que sentía haberse corrido, le toque el coño, y efectivamente estaba empapado de haberse corrido y no una sino varias veces, miro a sus dos amigas, Rocío, solo con las medias, zapatos y sujetador y a Ana solo con los zapatos y medias, Rocío miraba entre asombrada y excitada, pero Ana parecía que le había cogido el gusto muy pronto, porque solo dijo “Perra que puta que eres”, mi perra me pidió que la soltase que tenía que ir al baño, pero yo le dije que no, que lo hiciera allí mismo, dicho y hecho, empezó a mearse y poner todo perdido, cuando acabe la solté y la deje ponerse de pie, al principio le costó desentumecer su cuerpo, yo sin decir nada me fui hacia el cuarto de mi perra y me tumbe en la cama, y ellas aparecieron detrás de mí pero sin hablar, una vez tumbado las mire a las tres, y les dije que Rocío iba a ser mi preferida ese día, y que tenía permiso para hacer con ellas lo que quisiese, y solo la obedecerían a ella, pero se me acerco y me dijo “Amo estaré encantada de hacer con ellas todo lo que me digas, pero necesito aprender ¿me ayuda?” , eso me gusto, así que tome el mando y les dije que se fuesen a sus casa y se arreglaran para ir a cenar, que se ducharan y se pusiesen sus mejores vestidos, y que las quería aquí en una hora, para cenar, mientras mi perra se me acerco y empezó a besarme, pero yo no tenía muchas ganas así que le dije que ella también se arreglase, pero antes me levante y fui a la entrada donde había dejado la botella, la cogí y se la di a beber, ella no pregunto, solo la cogió y se la bebió, es más lo que quedo, como no salía le echo un poco de agua la movió y se tomó el resto, mientras lo hacía me miraba con una cara de vicio que me estaba poniendo otra vez, pero me quería reservar y solo le dije, vámonos a la bañera perra, una vez dentro me relaje y cerré los ojos, mientras sentía la ducha junto a mí, cuando los abrí, estaba arrugado como una pasa, y es que me había quedado dormido un buen rato, salí del baño y me acerque al dormitorio de mi perra, y allí estaban las tres, hablando entre ellas, me fije y estaban despampanantes, mi perra un vestido por las rodillas rojo, zapatos de tacón rojo y unas medias negras, con costura, la perra sabía muy bien que eso me gustaría mucho, Ana vestido gris claro, largo, pero con una raja que le llegaba hasta arriba, unas medias de rejilla beige, y unos zapatos de tacón negros, y maquillada, como una puta, y Rocío, el vestido que le compramos por la tarde, medias negras, y unos zapatos abiertos por atrás y de un tacón exagerado, la verdad es que las tres estaban para follárselas allí mismo.

Me acerque a ellas, sin decirles nada les metí a las tres la mano bajo sus vestidos, y mi perra y Ana, no llevaban, pero Rocío si llevaba bragas, y ya estaban mojadas, así que mande a las otras dos a ponerse bragas, hoy las quería con ellas puestas.

En cinco minutos ya estábamos en el coche, para ir a cenar, le di las llaves a mi perra y le dije que condujese ella, Ana delante también y yo me senté con Rocío atrás, nada más sentarnos me la saque y le dije, ves practicando perra, quiero que seas la mejor chupa pollas de las tres, y aprenderás aunque sea a base de azotes, sin rechistar y mirándome agacho la cabeza y empezó a comérmela, cada vez mejor, pero aun algo torpe, pero eso me gustaba, pues me excitaba, pero no lo suficiente para correrme, y así la tuve hasta que llegamos a un restaurante algo alejado de Granada, bastante bueno pero retirado y muy discreto, pues tiene pequeños salones para reuniones de trabajo, eso lo sabía, pues mi perra de vez en cuando quedaba allí cuando venían los responsables de la empresa o alguien importante, cuando llegamos estaba lleno, y solo quedaba una sala para diez personas, mi perra como la conocían dijo que aunque pagásemos más, nos la dieran, pues teníamos que tratar unos asuntos muy importantes, y que solo molestaran cuando los llamásemos, conociendo a mi perra en plan trabajo vi que no era la primera vez que decía eso, por lo que no les pareció nada extraño, a pesar de su vestuario de fiesta y de las caras de zorras que tenían la tres. Entramos y efectivamente, era una mesa grande redonda, así que me senté yo y Rocío a mi lado, las otras dos esperaron hasta que yo puse a Ana a mi lado y a mi perra al lado de Rocío, nada más sentarnos le dije a mi perra que se metiese debajo de la mesa y me la chupara, cosa que hizo sin rechistar, yo a la vez llame al camarero y le pedí la carta y un buen vino, y mientras me la chupaba y muy bien por cierto, pedí por los cuatro, el camarero salió sin notar nada, y cuando salió le dije Ana que le comiese el coño a Rocío y que se diese prisa pues el camarero traería el vino pronto, Ana me miro pero cuando vio que no bromeaba se levantó se metió también bajo la mesa y empezó a comerle el coño a Rocío, a la cual le cambio la cara enseguida y no podía disimular los gemidos, estando así entro el camarero, sirvió el vino, aunque yo le dije que solo a nosotros dos que las otras señoras estaban en el servicio, cuando se lo estaba sirviendo a ella, miro hacia abajo y creo que vio algo, pero no dijo nada, solo le tembló la mano, y a mí me excito y mucho, pues metiendo las manos bajo la mesa le agarre el pelo a mi perra y me corrí en su boca, no dejándole retirarla hasta que termine, el camarero se retiró sin decir nada, pero vaya la bragueta la tenía algo más inflada que cuando entro. Nada más cerrar la puerta, Rocío empezó a gemir muy fuerte y a decirle a Ana “puta sigue así, quiero que me lo dejes limpio, quiero sentir tu lengua como una polla”, yo la mire y me quede sorprendido, pues es la primera vez que le escuchaba ese lenguaje. Las dos salieron de debajo de la mesa juntas, cuando se levantaron les dije que se morrearan un rato y se cambiasen las corridas de sus Amos, las dos lo hicieron y muy a gusto, les dije que se sentasen, pero sobre las bragas, que se subiesen los vestidos, para mi disfrute y el del camarero “apostille”, fueron a limpiarse la boca y se lo prohibí, metí la mano en el coño de Ana y lo tenía a punto de caramelo, así que se lo acaricie y pellizque y cuando me dijo que se iba a correr pare y se lo prohibí, le prohibí correrse sin mi permiso, me miro con cara suplicante pero no dijo nada.

A los quince minutos ya estábamos cenando y tranquilos, pues no entraban si no llamabas, así que cuando termine de comer me levante, y cogí de pelo a Ana la levante, retire la silla y la incline y le dije “sigue comiendo puta y no derrames nada de lo que queda, pues te haré recogerlo con la lengua, me saque la polla que ya estaba a reventar y se la metí en el coño de un solo golpe, aunque estaba tan mojada que no le molesto nada, y como eso no era lo que yo quería, se la saque y se la metí de golpe en el culo, y ahi sí que grito a lo que Rocío, para que no siguiera le metió más comida, cada vez me gustaba más Roció, así me la estuve follando hasta que me fui a correr, la saque y me corrí en una copa, ella seguía echada en la mesa suspirando, gimiendo y muy excitada, pues no la deje correrse, me senté cogí la copa y la repartí entre lo que les quedaba de comida.

Ana seguía tal y como la deje, lo único que hice fue bajarle el vestido y llamar al camarero, que entro muy rápido, a ver que pillaba esta vez supongo, lo único que vio fue a Ana inclinada sobre la mesa, agarrada con una mano a la mesa y con la otra comiendo. Le pedí los postres, a pesar del frío pedí helado y tarta de chocolate, tomo nota y se fue, pero no le quitaba ojo a Ana. Nada más salir el camarero, saque el pequeño consolador de mi abrigo y se lo metí a Ana en el coño, fue a sentarse pero un azote en su culo le hizo desistir de ello y siguió así, en esa postura, el mando lo tenía en mi bolsillo, pero no lo puse a funcionar hasta que entro el camarero, en el momento que estaba sirviendo los postres le di al funcionamiento, pegando ella un bote y un pequeño gemido, que no pasó desapercibido para el camarero, que cada vez estaba más alucinado, fue salir y yo parar el mando, le dije siéntate puta, pero antes súbete el vestido y quítate las bragas y déjalas sobre la mesa, cuando lo hizo le dije a Rocío ahora te toca a ti, cómele el coño, pero antes cogí el helado y le introduje parte de el en el coño a Ana, pero empezó a derretirse rápido, digo yo que debido a su grado de excitación, pero esta vez no permití que se metiera debajo de la mesa sino que la gire y la puse mirándome a mí, quería ver cómo le comían el coño a Ana, y eso lo hizo mejor que comerme la polla, pues Ana me miraba y suplicaba que la dejase correr, cosa que hizo, cogió de los pelos a Rocío y la apretó contra su coño, y entre su corrida y el helado, Rocío tenía una cara toda pringosa, que hasta le caía por el escote, se incorporó y sin yo decir nada se acercó a mi perra y le ordeno, que le limpiase todo, quería ver su cara y su cuello limpio, mi perra me miro y yo solo le dije que antes ya les había dado indicaciones, a Rocío esto le gusto pues metió una mano en el escote de mi perra y cogiéndola del pezón la hizo levantarse y le dijo “espero no tener que repetirte las cosas dos veces perra”, mi perra se levantó y le limpio el cuello y la cara, Rocío cogió el consolador que estaba en la mesa y se lo metió a mi perra de golpe por el coño y dijo quiero que mi Señor te lo haga funcionar perra. Yo ya di por terminada la cena, así que llamamos al camarero y pedí la cuenta, entro el camarero y mi perra pago con su tarjeta, cuando se iba le dije al camarero que la propina se la daríamos antes de irnos. Cuando volvió para que mi perra firmase, le dije cierra la puerta cosa que hizo, le mire y le comente que la propina la tenía allí, que le daría las bragas de la que él quisiese, se le salían los ojos de las orbitas, y tartamudeando me dijo que la de la izquierda, se refería a Ana, así que como era la única que se las había quitado las cogí de la mesa y se las di, le comente que fuese discreto y que si lo era esto lo volvería a repetir pero con más propina, además le dije que si llega a escoger a cualquiera de las otras dos, también hubiese visto cómo se las quitaban.

Salimos del restaurante, yo algo cansado, pero ellas aun con más cara de zorra aun, pero la que parecía que más disfrutaba era Rocío, había descubierto de un plumazo un mundo que si sabía sacarle provecho iba a disfrutar mucho. Cogimos el coche y me preguntaron que a donde íbamos, yo les dije a la casa, que por hoy estaba bien, ordene a mi perra que condujese ella a Rocío le dije que se subiese el vestido y se metiese el consolador, y que no se lo sacase ni lo parase hasta que llegásemos a casa, y Ana se subiría atrás conmigo, nada más arrancar le prohibí a Rocío correrse sin mi consentimiento, y Ana que no parara de chupármela, sabía que ya iba a costarle ponerla otra vez tiesa, pero me gustaba la suavidad de sus labios, yo le metí los dedos en su coño y la fui masturbando todo el camino, Rocío no pudo aguantarse y se corrió, dando unos gritos que se debieron de sentir en toda Granada, se volvió y me pidió perdón, yo le dije que se sacase el consolador y que ya recibiría su castigo, mientras mi perra conducía y no perdía detalle de la mamada de Ana, tanto que me dijo que si podía parar, que necesitaba correrse, le di permiso, pare a Ana y le dije que se cambiara con mi perra, puso mala cara pero no rechisto y se cambió rápidamente, en ese momento y ya que estábamos a un lado de la carretera le dije a Rocío que se bajase y se quitara el vestido y esperase a que yo saliese, a pesar del frío y sabiendo que me había desobedecido antes se bajó y se lo quito, yo salí y le ordene que se pusiese de rodillas y mirándome, yo que aun tenía la polla fuera apunte a su boca y le dije que la abriese, conforme lo hizo empecé a orinarme en su boca, diciéndole que por cada gota que se le escapase le daría un azote al llegar a casa, cuando termine le dije que me limpiase la polla y luego se diese un morreo con Ana, pues sabía que era a la que menos le gustaba, conforme termino se fue en busca de su amiga y empezó a morrearla, y cuando esta la quiso quitar, le soltó un bofetón que hasta mí me dolió, Ana la miro con cara de odio, pero no dijo nada, así que Rocío siguió morreándola un rato más, además de meterle los dedos en el coño, yo pensaba lo puta que había salido pues a pesar del frio, a ella parecía no importarle, y cuando Ana empezó a correrse, la cogió del pelo la puso de rodillas y se meo en lo alto de ella, a mi aunque al principio no me gusto me calle, pues me había excitado muchísimo y estaba otra vez empalmadísimo, así que cogí a mi perra que seguía dentro del coche observándolo todo y con una mano en su coño, la tumbe en el asiento le comí el coño hasta que sentí un torrente de líquidos en mi boca, me incorpore y se la metí un buen rato hasta que me corrí dentro de ella, mientras le tiraba de los pezones que los tenía tiesos y duros de la excitación, pero para mi sorpresa cuando me levante Rocío tenia a Ana aun de rodillas pero ahora chupándole el coño, y diciéndole que no parase hasta que se lo ordenase, y cuando estaba a punto de hacerlo me miro y me dijo que si yo lo deseaba paraba y no se corría, pero yo le di permiso para hacerlo y volvió a correrse, agarrando a Ana fuertemente del pelo y diciéndole que le iba a pagar toda las veces que le había llamado mojigata, y que la iba a convertir con mi permiso en una puta esclava de mierda, yo me acerque y mirando a Ana le dije que me la limpiase que me acababa de correr en mi perra, cosa que hizo rápidamente, y cuando me la dejo limpia le ordene que se lo limpiara también a mi perra, se levantó, se metió en el coche y limpio también a mi perra, cuando termino solo levanto la cara y dijo que si deseaba algo más su señor, de ella, eso me gusto y le dije que no que era una buena perra, y que sería recompensada.

Nuevamente nos metimos en el coche y fuimos directos a la casa, una vez en el garaje, les ordene que se desnudasen, como siempre, y para la casa rápidamente, cosa que hicieron sin musitar palabra y subieron con algo de preocupación, pero menos que las primeras veces.

Una vez en la casa de mi perra les ordene a Rocío que llamase a sus hijas y les dijese que se quedaba en casa de mi perra poniéndoles como excusa que se había puesto la perra mala en la cena, a Ana como no tenía problema pues no estaba el cornudo de su marido, pero que fuese a su casa se lavase y se pusiera lencería y un camisón que me gustase, a mi perra que me preparase el baño pues yo lo necesitaba y ella que se duchase e hiciese lo mismo que Ana, y a Rocío que decidiera si quería ropa de Ana o de mi perra, pero viendo que ambas no le iban a estar muy bien, me pidió permiso de ir a su casa y coger la ropa, y así hablaba con sus hijas en vez de llamarlas, cosa que acepte, yo me metí en la bañera y me di un baño refrescante y tranquilizador, mientras sentía a mi perra y al rato a Ana deambular por la casa, intentando no hacer mucho ruido, pues ya era muy tarde.

Cuando salí del baño, llame a mi perra, que estaba la zorra de muerte, con un conjunto de ropa interior negro y unas medias igualmente negras y un camisón que no le tapaba ni el coño, y le ordene que me secase, cosa que hizo con esmero y mucho mimo, mientras me secaba entro Ana, y la verdad es que la muy zorra también estaba de muerte, más o menos igual que mi perra, pero a ella aun le quedaba mejor. Al rato sonó la puerta y apareció Rocío tal y como se fue pero con una pequeña bolsa para cambiarse, a mí eso no me gusto y le dije que por que no venía ya cambiada, y me comento que sus hijas estaban aun levantadas y le dio cosa ponerse a ducharse y a cambiarse allí, me acerque y le di un bofetón y le dije que era la última vez que me desobedecía, la cogí de las tetas por encima del vestido, y tire de ella hasta la habitación donde estaba el potro, cogí el vestido y se lo rasgue, diciéndole que una puta desobediente no merecía un vestido como ese, mire hacia atrás y vi una cara de felicidad en Ana, por lo que le dije que era toda suya, que hiciese con ella lo que quisiese, que ese era su premio por haber obedecido en todo en el coche.

Ana se fue hacia ella y la cogió del pelo y la arrastro hasta el potro, le arranco lo que le quedaba de vestido y le rompió el sujetador de un tirón que debió de dolerle por el chillido que dio, la puso boca abajo y con el culo ofrecido, se fue al armario donde estaban los juguetes de mi perra y cogió un plug anal, y sin miramientos se lo metió en su culo diciéndole “te la voy a devolver una por una puta”, pero Rocío aun disfrutaba más se le veía en la cara, mientras tenía el consolador en el culo, empezó a azotarla, diciéndole que a cada azote tenía que decir soy una puta y me gusta, cosa que cumplió en cada uno de los veinte azotes que le dio, cuando termino tenía el culo rojo, muy rojo, así que como la que más experiencia tenía era mi perra, la llame y le dije que le cuidase ese culo, y que luego la atara allí, y que ahí pasaría la noche, yo cogí a Ana y me la lleve a la habitación la tumbe en la cama, y le dije voy a terminar de darte tu premio zorra, me tumbe y empecé a comerle el coño, que estaba lleno de flujos de la excitación que tenía la muy guarra, y así estuve hasta que se corrió no se las veces y me suplicaba que parase que no podía más, cuando me canse de comerle el coño me incorpore y se la metí en el coño y me la folle hasta que se corrió otra vez, aunque ya no se podía ni mover, así que la deje y me fui a buscar a mi perra, aunque solo tuve que darme la vuelta, pues la muy puta estaba viendo lo que le hacía a su amiga, la cogí del pelo la apoye en la cómoda y se la metí en su coño, y sin importarme si se corría o no, yo si lo hice me vacié dentro de ella quedando exhausto y cansado así que decidí dar por terminada la noche, solo le dije a mi perra que fuese a que Rocío le comiese el coño y se corriera, yo me volví a la cama y me pegue a Ana que estaba ya dormida, desde el cuarto se oían los suspiros de mi perra y el estallido de goce que tuvo cuando se corrió. Al rato apareció por el cuarto y yo le dije que se metiese en la cama a mi lado también, la cama era grande, cabrían dos o tres más, así que lo hizo y no tardamos en quedarnos dormidos

Hasta aquí como fue mis inicios como Amo, luego todo continuo durante un tiempo, hasta que mi perra volvió a Madrid, Rocío encontró un buen hombre, aunque de vez en cuando volvía a mí, y Ana, bueno ella a pesar de que ya es mayor aun seguimos viéndonos y pasando ratos agradables con ella y con su hija…, pero eso ya es otra parte de mi vida, así que este en principio es mi último relato, pues estos han contado con el beneplácito de los protagonistas, solo he obviado el nombre de mi perra, pues para muchos sería fácil relacionarla.

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