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Mi primera vez Humillado y Sodomizado

Buscando el en periódico acabe mirando las páginas de contactos, llevaba tiempo pensando en cuestiones de sado y dominación, con frecuencia navegaba por internet en busca de vídeos BDSM, ya que la idea de estar en una sesión me asediaba hace tiempo y me excitaba mucho, esa mañana en particular me impactó un anuncio en el periódico: “Dómina profesional te hará sentir el perro más obediente” al pie del anuncio indicaba un número telefónico; Excitado llamé, al otro lado una voz melosa pero poderosa me atendió:

-¿Tienes experiencia o te inicias? ¿Sabes realmente en lo que te metes? Luego no podrás salir es muy intenso y adictivo.- A lo que le respondí que mi única experiencia era lo que había mirado por la red. Me citó a las 5 de la tarde, en tal dirección, haciendo hincapié a la puntualidad.

Allí estaba yo, 5 p.m. en punto, llamado a un timbre de un edificio de varias plantas, de esos antiguos que se encuentra en el centro de la cuidad, me sentía muy nervioso, llamé a la puerta, tardaron unos minutos para abrir, la puerta se abrió…

¡Quedé helado! ¡Boquiabierto! era una mujer de media edad vestida de cuero, calzaba botas con unos tacones de vértigo, grandes senos, su boca carnosa, vamos muy sensual y lo que más me impresionó fue que le seguían dos hombres completamente desnudos, ambos a cuatro patas, amordazados, en su boca llevaban un ball-gag y además ella llevaba puesto un arnés con un falo enorme. Yo seguía de pie ahí, en el portal, blanco como un papel, sin palabra alguna para articular, inmóvil, pero más inquieto que nunca en mi interior, ella me habló muy amablemente, cálida, diría hasta dulce, en fin una voz que te invitaba a confiar:

– ¡Vaya! – (exclamó dibujándosele una sonrisa picarona y seductora) tú debes ser la cita de las 5, adelante pasa, al fondo hay un despacho ve y cierra la puerta que enseguida estoy contigo, a estos perros le queda poco de su sesión –

Algo atónito, puesto que aquella escena sólo en vídeos la había visto, decidí entrar, un pasillo me conducía hacia el despacho, era algo frío no distaba de lo convencional, un escritorio de roble me separaba de una silla tapizada en cuero negro, detrás de la misma una biblioteca colmada de libros, la casa estaba totalmente restaurada, cerró la puerta dejándome adentro, podía escuchar el ruido de sus tacones alejándose y tirando de las correas que sujetaban a los sumisos.

Durante mi espera pude escuchar al fondo algo amortizadas por las mordazas las voces de los sumisos, ella gritaba, les gritaba y empujaba, no lo tenía claro, lo único claro era que su voz ya no se oía tan dulce, se había trasformado en la de una mujer ruda, dura, exigente o al menos eso era lo que me parecía. Espere un rato se me hizo eterno, cesaron los gritos, gemidos o lo que estuvieran haciendo.

A los 5 minutos entro ella – Disculpa – me dijo dulcemente a veces no controlo bien el tiempo, mirándome de arriba hacia abajo – No pasa nada – dije, me encontraba muy nervioso, catatónico.

– Así que tú también eres nuevo como los perros de antes – (Empecé a sudar eran nuevos y como los había tratado, pero sin embargo estaba excitado y sentía como mi polla empezaba a asfixiarse con mi ropa aun puesta) estaba nervioso, y le dije:

– No sé si será buena idea, quizá no esté a su altura – ella se acerco, casi pegada a mí me susurró la oído – ¡No es buena idea que seas mi perro y hagas todo lo que me dé la gana! ¿No has venido para eso? – (Cabizbajo no me atrevía a mirarla) – ¡¡Anda contesta!! –

Yo no sé, respondí, mi miembro estaba tan duro que era notorio a simple vista, ella lo sujetó con su mano apretándolo – Aquí no dice lo mismo, ¿Que dice tu polla? – no sé contesté, me encontraba deliciosamente nervioso – ¿Qué dice tu polla?- esta vez el tono de su voz era fuerte, exigente.

– Dice que estoy excitado, respondí vencido – Eso me parece a mí, no te has equivocado al venir y es una magnífica idea por lo que veo – ¿No crees, perro? – Escucharla me puso a mil, sentía como mi miembro palpitaba, balbuceé un Sí – ¿Cómo que si? Será sí Señora para ti a partir de ahora ¿Entendido perro? – ¡Sí Señora! bien me dijo calmada.

Como si no se hubiese exaltado se sentó en la silla del despacho, me miró de pies a cabeza, sentía que lo hacía como si buscase un defecto, era una mirada exhaustiva – ¡De rodillas, ya! – me quedé parado no reaccionaba, estaba nervioso – ¡De Rodillas o cobras de nuevo!- está vez de inmediato mis piernas cedieron quedando a rodillas, ella se cruzo de piernas, me tenía adelante.

– ¿Has chupado un tacón alguna vez en tu vida, perro?- nunca Señora – Va siendo hora que empieces, ¿No crees?- Sí Ama – ¡Pues, vamos que esperas! – empecé a pasar mi lengua por su tacón, cada lametón lo sentía en mi miembro que estaba a reventar, lo había visto mil veces en los vídeos pero no tenía idea de lo placentero que era, estaba en otra dimensión, cachondo, fuera de mi, salido, babeaba, mi lengua tibia y húmeda pasa una y otra vez por sus botas.

– ¡Vamos! ¡Chupa bien esos tacones, perro! –

En eso escuche la puerta se abría y se cerraba, supuse eran los otros sumisos que se iban, perdí la noción del tiempo, chupaba, lamía, mi boca babea igual que mi miembro que para ese momento estaba durísimo como una roca, estuve lamiendo a sus botas por un rato, hasta que ella se levanto y ordeno:

– ¡Levántate y sígueme! – salí detrás de ella, al pasillo directo a la habitación donde horas antes había visto meterse a los sumisos, era espaciosa con instrumentos de sado de todo tipo, revestida toda de velas y cueros, fui al centro.

– ¡Desnúdate! ¡Ahora! ¡Qué esperas! ¡Ponte a cuatro! Replicó – lo hice, ahí estaba más cachondo y obediente que nunca, ella sacó de un cajón algo, fue hacia mí, era un collar y una correa para perro, me lo puso al cuello y añadió la correa – ¡Bien! ¡Ahora ya eres un verdadero perro! ¿Disfrutas perro? – Sí Ama respondí, disfruto mucho, no podía dar crédito a que aquello que para muchas personas era humillante y digno de repudio, despertará en mi tantas sensaciones las cuales ignoraba existían en mis adentros, y ahí estaba con la mejor erección que haya tenido en mi vida.

-¿Qué hacen las Amas con los perros?- sacarlos a pasear le dije – ¡Exacto! – volvió a gritar, está vez su voz era una mezcla entre exigente y excitada, vamos a pasearte y cogió la correa, llevándome por todo el salón una y otra vez, como su mascota, viendo sus enormes tacones marcarme el ritmo, estaba muy excitado, de repente paró, fue a un armario, abrió un grifo y me puso al frente un cuenco lleno de agua – ¡Bebe perro! Estarás cansado – acabe bebiendo como un perro callejero, babeaba, gemía como un desconsolado mojado y muy excitado, el agua brotaba por mi boca, claro me mojaba todo el pecho y terminaba en mi polla, esto me ponía más cachondo, y no puede evitarlo me toque, unos ligeros masajes bastaron y de repente broto mi semen, caliente, espeso, me corrí como nunca lo había hecho, era demasiado para mí.

– ¿Cómo se te ocurre correrte así y sin mi permiso? ¡Perro estúpido! ¡Limpia eso con la lengua! ¡Ya! Replicó furiosa – horrorizado lo hice, bastante enfadada estaba ya – No creas he terminado contigo, te castigaré cuando termines de limpiar, por correrte sin permiso – suplique, balbuceaba llorando, estaba tan sensible pidiendo piedad, pero de nada sirvió ella llegó con una fusta, me dijo: – ¡Te voy a azotar perro! ¡Atiéndeme! cada vez que te azote me darás las gracias y me dirás que eres un perro desobediente – llegó el primero fustazo ¡zass! el dolor se apodero de mi, sin embargo era como un hormigueo, un rápido estado de transición dolor por placer, pero a la vez me producía un morbo, que me ponía los huevos a reventar.

– ¡Gracias mi Ama! soy un perro desobediente – y así 15 veces más, ¡buff! me ardían las nalgas, la piel dolorosa, sentía hasta el mínimo roce de los sensible que estaba – ¡Suficiente! – soltó la correa y fue por algo, regreso caminando hacia mí con un arnés puesto – Ahora, por ser un perro malo de postre te comerás está polla, ¿Has comido polla alguna vez?- muy bajito respondí que nunca (Como mucho estando muy excitado había hurgado en mi culo mientras me masturbaba).

-¿Cómo? ¡Habla alto sumiso!- Nunca le dije – Siempre hay una primera vez para todo ¡Abre esa boca y chupa, perro! – me sorprendió cuando empezó a introducirme poco a poco el arnés en la boca, empecé a lamerlo pasándole la lengua una y otra vez, parecía lo estaba adorando, nuevamente estaba muy excitado, tanto que no me corría por miedo al castigo, después de un rato dijo: – ¡Suficiente! ahora traga – y metió el falo hasta el fondo – ¡Chupa perro! – Fue duro pero seguía tan excitado que se me nublaba todo, de algo estaba seguro, me encantaba chupárselo a esa diosa, me follaba la boca como le daba la gana ¡ufff! Saco el arnés de la boca, parecía quería una tregua tanto ella como yo, nos dimos unos minutos.

Sonó el timbre de la puerta, me asusté y ella miró el reloj – ¡Mierda! – De repente me puso la mordaza en la boca, cogió la correa y me llevo a la puerta, abrió, era un hombre de unos 50 años de buen ver, elegante y limpio, al verla a ella se puso pálido como yo esa misma tarde – Tu debes de ser la cita de las 8 p.m. pasa ponte cómodo al final en el despacho – era imposible que articulara palabra y ella con voz dulce le dijo que pronto estaría con él, obediente el hombre se fue al despacho.

Mientras ella volvió a tirar de mi correa – ¡Vamos! ¡anda, muévete!- nuevamente nos dirigíamos al salón, mi miembro hinchado parecía iba a explotar – Como tenemos visita no vamos a alterarla, te dejaré la mordaza- mientras me echaba lubricante en el ano y pringaba también su arnés, sabía lo que iba a pasar, intenté protestar – ¿Qué prefieres una buena enculada o una buena enculada más 20 fustazos? – el terror me hizo paralizarme de miedo, ella jaló la correa y puso su brazo en mi hombro haciando que quedará de nuevo a cuatro y mi ano expuesto listo a su disposición, empezó a penetrarme, me dolia, ¡grite! la mordaza amortiguaba mis gritos aún así se escuchaban por toda la casa, continuaba embistiéndome, me dolia, dejo de dolerme algo después, ella empezó a moverse con regularidad, el dolor empezó a convertirse en placer, me gustaba.

– ¡Vamos, perro! ¡Vamos, vamos! – gritaba ella – ¡Disfruta, como nunca lo has difrutado! ¡Vamos! – ufff estaba excitadísimo, parecía perro en celo, ella me follaba como una posesa, estaba a punto de correrme, le hice señas, me entendió – Está vez te correrás si pides permiso perro, pero limpiarás con tu lengua lo que ensucies- me quito la mordaza – ¡Por favor, le suplico Señora! ¿Puedo correrme?- mi cara era lujaría pura – ¡Hazlo ahora! Te lo permito perro por ser la primera vez – me agarré la polla y me corrí, mi semen salía a chorros, caliente, blancuzco como si fuese la primera corrida de la tarde, ensucie todo, mi barriga y hasta mi cara, de nuevo ella con una candidez y dulzura enorme me ordeno limpiar con la lengua y me quito el collar.

– ¡Vístete y lárgate! tengo otra visita si te veo cuando salga del despacho te voy a caer a fustazos – me di prisa en pasar la lengua y limpiar todo lo que había ensuciado, aún así tardé, me asegure todo estaba limpio, vistiéndome de prisa, para eso habían pasado 10 minutos desde que ella se había marchado al despacho, tenía miedo de que encontrara de nuevo ahí y decidí marcharme, cuando estaba en la puerta pude oír desde el despacho – ¡Vamos, perro chupa mis tacones! que disfrutaras como nunca en tu vida – abrí la puerta, salí y cerré.

FIN.

Agradezco los comentarios y observaciones que puedan dejar !! kerisum

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