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Se descubre una nueva ilusión

Una mujer iba paseando con dos perros siempre sobre la misma hora acerca de las dos y media del mediodía. Era una mujer madura de unos treinta y ocho años, la cual no estaba nada mal. Todos los días pasaba por debajo de un puente y todos los días se cruzaba con más gente. Miguel era uno con los que se cruzaba ella. Era un hombre de unos treinta y cinco. Normal, ojos verdes con pelo rubio y delgado. Todos los días que iba a la casa de un familiar se cruzaba con ella. Este la miraba con atención, pero siempre con educación. La miraba de pies a cabeza analizando todo lo que llevaba. Llevaba dos correas con dos perros pequeños, solía llevar unos pantalones vaqueros azules y otras veces otros de pana ajustados que le sentaban muy bien. Sobre el calzado llevaba unas botas negras algo sucias. Miguel supuso que era suciedad de la arena del parque o algo similar. Día tras día, siempre era la misma escena que se repetía una y otra vez. En cierto modo esto podría decirse que era una monotonía habitual. Ella se llamaba Marta siempre salía sobre la misma hora y se percataba de la gente con la que se cruzaba. Un hombre captó su atención, era guapo, delgado, de ojos verdes o azules no sabía con cierta seguridad ya que no se había acercado tan cerca para descubrirlo. Sólo sabía que la mayoría de los días se cruzaba con él, de manera arbitraria y sin quererlo hasta que un día se cruzaron por la misma acera y no por la contraria. Y se percató que bajaba su mirada hacía los perros. Ella pensó que podrían gustarle los animales y no pensó nada más.

Marta era una mujer atractiva y de buen ver, aunque camuflada por su abrigo al ser invierno nadie se percataba de su figura o de sus atributos salvo por las facciones de su cara. Un día se cruzó con ese señor que solía coincidir con el cuando paseaba a sus perros. Entonces ella lo notó el hombre bajaba su mirada y parecía fijarse en el suelo o en sus botas. Este hecho la extrañó con cierta curiosidad. Los días se sucedieron y todo seguía igual y los mismos gestos las mismas actitudes. Esto realmente le estaba la estaba gustando en cierta manera y la sacaba de su monotonía. Miguel por su parte seguía con su vida tal y como estaba, cruzándose con mucha gente en el trayecto hasta la casa de ese familiar. Un día sin embargo se cruzó con la señora de los perros por otra calle y otra vez bajó su mirada para mirarla. Ella se volvió a percatar de ese hecho. Un día cuando se volvieron a cruzar ella dejo caer un pañuelo por accidente al suelo justo en el momento ese señor se cruzaba con ella. Miguel se agachó a recogerlo mientras no dejaba de mirar al suelo, diciendo aquí señora tome su pañuelo que se le ha caído. Marta por su parte sonrió y le dijo muchas gracias por recogerlo. Pues tengo las dos manos con las correas de los perros y no podía agacharme para cogerlo. Ella no había perdido detalle de lo sucedido. Se fijó en la mirada de ese señor y únicamente miraba sus botas.

En ese momento, se le pusieron los pelos erizados de su piel, de manera excitante y morbosa. Ella sonrío mientras se giraba, continuando con su camino, mientras que Miguel se quedó parado dirigiendo su mirada hacia el suelo donde ella pisaba. Se percató que tenía las botas ligeramente más sucias. Marta seguía pensando sobre las veces que se cruzaba con ese hombre, y en todas siempre le pillaba mirando sus botas. La verdad que pensaba no eran unas botas de marca ni caras. Pero una cosa que tenían era suciedad de usarlas. ¿Le gustaban sus botas sucias? Debía de descubrirlo. Marta estuvo pensando sobre todo hasta que un día en una calle, observó como un chico estaba de rodillas delante de una chica de su misma edad. Este le besaba las botas, además se las lamía como si fuese su perro. Mientras ella le insultaba y le denigraba verbalmente. Marta escuchaba frases como. –¡Vamos, esclavo! –¡Lame bien las botas y límpiame la suciedad de mis botas! –decía ella. –¡Si, Ama Angela, como ordene! –decía el. Marta observaba desde la otra acera como esa chica de unos 20 años trataba así de esa manera a ese chico al que le llamaba esclavo, cerdo, perro, puto sumiso…

Desde que se quedó ese rato, ella escuchó que la chica que se llamaba Ama Angela. Ella la miraba hacía su posición mientras la saludo educadamente. –¡Hola buenas tardes! –¡Hola! –respondió Marta, algo sorprendida e intrigada. Mientras Angela decía al chico, –Mira esclavo, tienes una mujer que nos está mirando. –jajaja –¿Verdad qué te gusta, esclavo? –preguntó Angela. –Si Ama Angela, –Me gusta y me excita sentirme humillado por usted. –respondió el esclavo. –¡Ahora límpiame la suela de las botas! –ordenó Ama Angela. –¡Ay, mira lo sucias que están! Mientras ella levantaba la suela para que este la lamiera. El chico la lamia despacio y con pasión a su orden. Cuando terminó de limpiar ambas botas, prosiguió con sus suelas, dejándolas limpísimas. –¡Dame lo que es mío, perro! –ordenó Ama Angela. –Si Ama Angela. –respondió el esclavo. El chico saco su cartera para cogerla con su boca, el cual se la entregó a su Ama. –Muy bien perro, así me gusta que seas obediente con tu Ama. –dijo Ama Angela. Ella sacó una serie de billetes de ella, serían unos 150 euros. Angela se la volvió a poner la cartera vacía en la boca, ordenándole que se pusiera en la postura del sumiso. Marta mientras tanto con sus perros, se quedó mirando toda la breve escena, ya que nunca había presenciado nada parecido, y algo en ella se había encendido cierta curiosidad por saber.

El chico se puso con las palmas de la mano pegadas al suelo junto con su cabeza pegada al suelo con la posición de rodillas. Angela mientras tanto se encendió un cigarrillo para empezar a fumar mientras lo observaba, riéndose de él, diciéndole lo patético que era, lo mierda de hombre que era, lo poco hombre que era, –Más eres un gusano asqueroso que sólo servía para servir a una mujer. –dijo Ama Angela. Mientras fumaba su cigarrillo con toda la tranquilidad del mundo. Entonces, le ordenó que se pusiera a cuatro patas y escupió en el suelo. El rápidamente fue a cuatro patas como un perro inclinó su cabeza acercándose al suelo y lo lamió. –Muy bien, perro, así me gusta que obedezcas sin rechistar. –dijo Ama Angela. –Mira que me ha costado bastante adiestrarte, pero creo que ahora eres más feliz, siendo mi esclavo. –dijo Ama Angela. –¡Ven aquí, abre la boca! –ordenó Ama Angela. Angela apago la colilla del cigarrillo en la boca del esclavo para que éste cerrase su boca, tragándose la colilla. Bueno para Marta era un chico normal y corriente de la calle al verlo, pero viéndolo así de ese modo parecía un perro más que un chico. Entonces, la chica sacó un collar acompañado de una correa y se la puso al cuello del chico, marchándose por la calle en dirección de un parque apartado, que estaba unos metros más allá, el cual no solía haber apenas nadie en ciertos lugares. Angela la miró. –Y le dijo. –Hasta luego, ve yo sólo tengo un perro, pero es muy feliz, riéndose de él. –Mueve la cola, perro, –ordenó Ama Angela, mientras que el chico movía el culo a cuatro patas a la orden de su Ama. Marta estaba perpleja de haber presenciado las escenas tan extrañas que nunca había visto a menos en directo. Parecía una película de BDSM o algo así. Ella nunca había sentido curiosidad por esas cosas, pensaba que quizás ese hombre que la saludaba siempre, cada vez que se cruza con él, sea un esclavo, perro como ese chico con esa chica que había visto. Marta había visto todo, sabía exactamente lo que tenía que hacer, pero era eso lo que quería. Desde luego, se había mojado e incluso excitado al ver esas escenas.

En casa, busco información en el ordenador mientras empezaba a tocarse. Ella notó que se había excitado viendo esa escena y que tenía algo mojadas sus bragas. Por lo que viendo vídeos semejantes empezó a masturbarse sintiendo un placer más intenso que otras veces. –¿Me gusta eso? –pensó ella. Esa noche descansó, durmiendo plenamente a pierna suelta. Por la mañana se fue a comprar un par de botas, algunas sandalias y algunos zapatos de tacón de aguja. Hacía mucho que no usaba unos ya que desde que rompió con su pareja, había estado sola salvo los dos perros. Marta era muy espabilada por lo que estuvo mirando temas como BDSM, sus siglas, que significaban, juegos de D/s femenina, juegos de tipo Ama/perro/pony, relaciones Ama/esclava/perra. A la hora de ir al trabajo todo seguía como siempre, pero algo había cambiado en Marta. Marta trabajaba como publicista en un medio. Trabajaba en un departamento de anuncios clasificando, evaluando las diferentes propuestas que les llegaban. Su grupo estaba formado por veinte personas formándose grupos de cinco personas y cada uno trabajaba con un tema diferente. En su grupo había tres chicas y dos chicos. Ese día era muy ajetreado ya que venían más propuestas de anuncios publicitarios de lo debido. Estábamos en fechas navideñas por lo que todo se multiplicaba por tres o por cuatro veces el trabajo que el resto del año. Marta se había dejado el móvil en su puesto de trabajo, por lo que cuando sonó una compañera lo cogió, y estando este desbloqueado salió la galería de imágenes, viéndose una mujer con un látigo y un hombre de rodillas ante ella, unas escenas de una mujer de rodillas, besando los pies de otra mujer. Sonia se quedó mirando brevemente para que Marta no se diera cuenta de nada, cerrando la galería. Los mofletes de Sonia se pusieron un poco rojos, mostrando algo de vergüenza al ver esa imagen. Sonia le dio el móvil a Marta como si no pasara nada. Ella no sabía porque tenía en el móvil unas fotos semejantes. Quizás con algo de curiosidad, empezó a vigilar a Marta o mirarla con otros ojos, ya que no conocía esa faceta de Marta. Jo, y parecía tan inocente la mujer. –pensó Sonia. Los días pasaban en el trabajo, pero todo pareció seguir siendo normal hasta que llegó un anuncio publicitario especial que se salía de lo normal. Al jefe de departamento le había llegado un anuncio, a sus manos con contenido BDSM. Se trataba de crear un anuncio de un establecimiento que trataba esos temas como fuente de ingreso. Ese tema cayó en el departamento de Sonia junto con sus compañeros. El jefe estaba más contentillo de lo normal ya que le iban a pagar por el anuncio bastante dinero, más que otros, y pensaba que el tema era una mierda, pero mira tú por donde, parecía que movía mucho dinero y había mucha gente con ese interés. Sonia se acercó a Marta para preguntarle sobre el tema ya que tenía mucha curiosidad. Marta le respondió que no tenía mucha idea sobre ello, pero en ese momento Sonia saco en la conversación la imagen que había visto en su móvil. Marta por su parte se puso un poco nerviosa, se ruborizó un poco, pero le empezó a decir que el motivo de esa foto y de las otras era porque había visto a una chica de unos 20 años hacer una mini- sesión con su esclavo en la calle cerca de la zona donde sacaba a sus perros. Sonia empezó a tranquilizar sobre lo que había visto, dejando de estar nerviosa, aunque se puso colorada al ver esas escenas. Era una mujer casada respetable con hijas y con un buen marido que ganaba bastante dinero, por lo que no se podía quejar de nada salvo algunas cosas como en todas las parejas. Ambas siguieron escribiendo el artículo prosiguiendo con su trabajo hasta que llegó la hora de irse a sus casas, manteniendo la rutina del trabajo a casa y de casa al trabajo.

Había pasado unos ochos días desde que habían tenido esa conversación. A la salida del trabajo Sonia decidió dejar el coche aparcado para pasear de regreso a su casa. Estando por la zona, ya que vivía cerca de Marta, a unas calles solamente y estando Sonia, paseando por esa calle, vio a una chica con un chico haciendo algo que hasta que no se acercó no sabía exactamente lo que era. Sonia vio lo que le había contado Marta. Ella llevaba una falda con un abrigo con unos zapatos de tacón altos. Era rubia con pelo largo un poco más del hombro hasta la mitad de la espalda. Aquella chica joven le pareció muy bella para su edad. Seguramente podría tener la edad de una de sus hijas. Esta vez Angela había venido con otro esclavo suyo. y eso le encantaba, ser vista por otros mientras hacía su humillación y denigración a cambio de obediencia, sumisión y dinero. Ella practicaba Findom a través de Twitter y otras redes sociales, y de hecho le iba muy bien por la manera que vestía. El caso es que Sonia observo como el chico estaba de rodillas cerca de ella, mientras ésta le insultaba, y le denigraba con insultos, escupiéndole en su boca y en la cara. Mientras que él le daba las gracias y respondía todo el tiempo con frases como “gracias mi Ama Angela”, “me gusta ser su esclavo que me humille” “y me trate como merezco,” mientras que la chica llamada Ama Angela, se reía a carcajadas. Angela al ver que estaban siendo observados nuevamente por otra persona ya que todos se iban quejándose de ver esas cosas. Esta mujer en cambio se quedó mirando sin moverse. Esto hizo que Angela cogiera más confianza y seguridad, a la hora de hacer la sesión. Además, ella misma se excitaba humillando a sus esclavos, así que aprovechando que tenía una observándolo todo, se bajó las bragas y ordenó a su esclavo tumbarse en el suelo de la acera. Ella empezó a orinar mientras le decía. –¡Venga esclavo trágatelo todo y no que no se te derrame nada, que si no lo lames con la lengua! El chico fue tragándose toda la orina para luego ella sacar un pañuelo de tela y limpiarse su coño. Angela miró a Sonia con una sonrisa, saludándola educadamente. –Muy buenos días tenga, –¿Le ha gustado mi esclavo? –Lo tengo muy bien adiestrado, –Vamos cerdo ponte a cuatro patas y ladra. –ordenó Ama Angela. El chico se puso a cuatro patas y se puso a ladrar, –guau, guau, guau. Mientras que Angela con malicia cogió el trapo para escupirlo varias veces en él y se lo metió en la boca del chico. –Así mejor para que este callado este puto perro de mierda que me molestan sus ladridos. –Menudo cerdo asqueroso estás hecho. –dijo Ama Angela. Pensando mira que cuando nos conocimos eras un chico guapo, pero no todo reluce aparentemente es oro. –¿A qué si esclavo? –preguntó Angela. –Y el esclavo asentía con la cabeza inclinando su cabeza haciendo una reverencia, quedándose mirando a los pies de su Ama Angela.

–Ese trapo es tu premio perro, por ser tan obediente. –Cierra la boca y saboréalo que es el néctar de tu Ama, –y le dijo, no todos los perros tienen la suerte que tú tienes. Le puso una correa con un collar y se lo llevo al parque, mientras iba hablándole como su fuera un perro normal y corriente. Esto había dejado de piedra a Sonia que había venido paseando a esa zona de regreso a su casa, muy cerca de donde Marta le dijo que había visto a una chica que supuestamente era Ama. Sonia se había excitado al ver esa situación y quizás cometió una equivocación. Ella decidió seguirlos al parque a cierta distancia sin que pareciera que los seguía. Nada más llegar Sonia se asentó en un banco mirando hacia donde estaban ellos. Angela estaba con su perro esclavo, tirándole una pelota de tamaño pequeño para que él, se la trajera con su boca y se la dejara en la palma de su mano. Esto sería algo normal si fuera un perro normal, pensó ella. Sin embargo, no era nada normal. Angela además sacaba fotos, se hacía Selfies, sonriendo y haciendo gestos de pasárselo bien. Cuando terminó de jugar a la pelota, le ordenó lamer sus botas que se habían ensuciado, limpiándoselas completamente mientras estaba sentada en un banco, hasta la suelta de las botas le lamió. Sonia miraba incrédula de haber presenciado todas esas cosas denigrantes y asquerosas, pensando en irse de allí, pero el caso que se quedaba mirándolo. Angela le ordeno que sacara su cartera para que se la pusiera en la boca, diciendo con carantoñas. –¿Es un regalo para mí, esclavo? –preguntó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió el esclavo, que apenas su voz era entendible. Ella cogió el dinero, debía de haber unos seis billetes de 50 euros, serían como unos 300 euros. Fue cuando le dijo, –Besa mis botas y mira al suelo, esclavo. –ordenó Ama Angela. Todo el tiempo Angela estuvo bebiendo agua poco a poco de una botella de su bolso, por lo que tuvo ganas de hacer pis, fue cuando le ordenó abrir la boca y le meo dentro de su boca. –No te lo tragues todo no me molesta perro que se te caiga algo. –dijo Ama Angela. La orina era tragada, pero otra salía por su boca cayendo por su ropa. Fue cuando le baño por la cabeza, la cara y el cuerpo. y mientras sonreía le dijo. –Ya te puedes ir esclavo, –Y la próxima vez que llegues tarde será peor. –dijo Ama Angela. –¡Vete así esclavo y no te limpies! –dijo Ama Angela. –Los cerdos como tú, sois todos unos guarros, y como tal os tienen que tratar, ver y reconocer por la calle. –dijo Ama Angela. –Espera esclavo, que voy ayudarte en eso. –dijo Ama Angela. Angela sacó su pintalabios y escribió en la camiseta “Soy un Cerdo y un guarro, escúpeme en la cara”. –Además, metete este pañuelo en la boca, el cual ella había meado y escupido. –ordenó Ama Angela. –Quiero que no te lo saques hasta que llegues a casa esclavo. –dijo Ama Angela. –Pero Ama vivo con mi novia –¿Y si me ve así? –dijo el chico. –Ese es tú problema, no el mío esclavo, pero ahora que lo preguntas. –Le dices lo que eres, que eres un esclavo y perro de tu Ama Angela y le cuentas todo lo que has estado haciendo conmigo. –respondió Ama Angela con una sonrisa maquiavélica. –Además, le dirás que deseas ser su esclavo, te desnudarás ante ella, poniéndote de rodillas a cuatro patas como el perro que eres, le haces la reverencia y le besas las botas, las zapatillas, lo que lleve, y se las lames con la lengua. -dijo Ama Angela.

–Además, quiero que vayas a donde está aquella señora que te ha estado viendo todo el rato, y le dices esto “soy un esclavo y un perro, y mi Ama Angela me ordena darle las gracias por haber pasado unos momentos maravillosos viéndome” –le besas y le lames las botas, te metes el trapo y te vas. –¿Lo has entendido esclavo? –dijo Ama Angela. –Si mi Ama Angela, haciendo una reverencia y besó sus botas. El esclavo se acercó a Sonia a cuatro patas mirando al suelo, como le había ordenado su Ama Angela. Cuando llegó al banco donde estaba Sonia le dijo. –”Soy esclavo y perro de mi Ama Angela, y mi Ama me ordena darle las gracias haber pasado unos momentos maravillosos viéndome,” Se arrodilló para besar y lamer sus botas, para luego levantarse, hacerle una reverencia con una inclinación e irse. Sonia estaba alucinada de lo que había pasado. Sin duda, tenía tema para escribir el argumento del tema del anuncio de BDSM ya que ahora tenía material para poder contar e imitar en el anuncio. Ella no se dio cuenta, pero Angela se había levantado de su banco empezando a caminar en su dirección, ya que era una chica muy atrevida, decidida, valiente y dominante. Angela se había sentado al lado suyo hasta que le saludó con una sonrisa. Angela era una chica de unos 20 años, alta, rubia y de piel negra. Soy Ama Angela, me ha intrigado que me siguieras a mí, y a mi esclavo blanco. Hola, me llamo Sonia. Angela, la cortó diciéndola háblame con educación. –¿Cómo dices? –respondió Sonia, cuando recibió un tortazo por parte de Angela.

–¡Lo siento yo no! –respondió Sonia. –Lo que has oído ¿O estás sorda? –preguntó Ama Angela. Angela le dio otro tortazo, zas, que le dio ya hasta un tercer tortazo, zas. –Y háblame de usted como corresponde blanquita. –dijo Ama Angela. Hasta que salieron de su boca lo siento Ama Angela. –respondió Sonia. Ama Angela le dio otro guantazo, dejando a Sonia medio tirada en el suelo hasta que le dijo. –No ves que no soy tu Ama Angela. –¿Eres estúpida o qué tienes en ese cerebro que no funciona cerda asquerosa? –Las perras viejas blancas como tu hay que enseñarlas desde cero, parece que no has sido domada ni adiestrada por nadie. –No te preocupes eso tiene solución, puta zorra sumisa. –dijo Ama Angela. –Llámame Señorita Angela, de momento. –¡Vamos ponte de rodillas, que quiero ver a mi nueva esclava blanca! Sonia no podía creérselo, pero estaba chorreando y estaba excitada. Sonia se puso de rodillas ante Ama Angela. –Muy bien, ves mis botas, bésalas y límpiamelas. –ordenó Ama Angela. Sonia fue a sacar un pañuelo hasta que recibió otro guantazo dejándola medio en el suelo. –¡No estúpida esclava blanca! –¿No has visto como debes de hacerlo puta sumisa asquerosa? –¿Tan tonta eres esclava? Sonia se acercó a las botas y comenzó a lamerlas con diligencia, mientras que Ama Angela sacaba fotos, ella empezó a lamer la suela de las botas dejándolas totalmente limpias. Muy bien perra blanca. -dijo Ama Angela. Entonces, sacó un collar rosa que llevaba en su bolso y se lo puso al cuello con una cadena como correa. –¿Vives cerca esclava? –Si Señorita Angela, pero he venido en coche. –respondió Sonia. –No te preocupes esclava, vamos paseando. Además, llámame Ama Angela, dándole otro guantazo que a partir de ahora cerda asquerosa, seré tú Ama y dueña. –dijo Ama Angela. –¡Qué menuda guarra y zorra que estás hecha! –Mira cómo vas mojada y chorreando tu húmedas por los muslos hasta el suelo. –dijo Ama Angela.

Sonia no se lo podía creer, iba a 4 patas como si fuera un perro con un collar rosa en su cuello y siendo tirada con una correa de la mano de aquella chica joven negra que era su Ama y dueña. Angela iba mirando el contenido de su bolso hasta encontrar la cartera con su dirección, que rápidamente miró con el móvil para saber dónde estaba su casa, pero resultó que estaba cerca. –Tienes suerte está bastante cerca, aunque si te ve alguien que te conozca, menudo marrón para ti esclava, pero se ve que esto de te gusta, porque he visto que chorreas de placer, así que debe de gustarte cerda. -dijo Ama Angela. –¿Estás casada esclava blanca? –¿Con quién vives puta cerda? –preguntó Ama Angela. –Si mi Ama Angela, estoy casada, pero mi esposo no me quiere. –respondió Sonia. –Entiendo, o sea que te pone los cuernos, y resulta que tú eres una esposa insatisfecha. –dijo Ama Angela. Angela había buscado una ruta cualquiera por calles secundarias le daba igual si se encontraban a alguien o no, pero siempre hay alguien que ve algo. Varios chicos se fijaron en ellas, asombrados de lo que veían hasta que Angela, les sonrió y les preguntó. –¿A qué os gusta cerdos? –¿Se os ha puesto dura esclavos blancos? –Buscadme por Twitter, soy Ama Angela. Después de eso continuaron por la calle, mientras pasaban vecinos mirándolas, y realmente miraban primero a ella, pero luego a Sonia que iba de rodillas a cuatro patas como un perro con un collar en su cuello tirada por una correa que llevaba aquella chica joven negra de su mano. Se escandalizaron al verlas pasar, pero Angela se reía y les decía que no se metieran con su esclava blanca hasta que llegó a su portal. Angela sacó la llave, preguntándola –¿Cuál es tu llave esclava? –Se rápida porque si viene alguien lo vas a pasar muy mal. En ese momento bajaba una amiga de sus hijas que era vecina suya, que al verla se impresionó mucho. Esta la saludó muy educadamente. –Hola, buenos días. –dijo Estefanía, mientras que Angela respondió también a su saludo con una sonrisa. –Mira a tu vecina, y salúdala que ha sido muy educada contigo esclava blanca. –ordenó Ama Angela. –Hola Estefanía. –respondió Sonia. –¡Dile la verdad sobre qué eres, y quién soy yo! -ordenó Ama Angela. Estefanía se quedó parada un momento, mientras Sonia decía,

“Soy una esclava y perra blanca y esta chica es mi Ama Angela, la pertenezco y soy de su propiedad,”

Totalmente excitada y mojada que manchaba el suelo al decirlo abiertamente. Estefanía se río y dijo anda que cuando se lo diga a tus hijas van a flipar. –Un placer Ama Angela un placer conocerla y un placer para ti esclava blanca, y continuó bajando por las escaleras.

–Veamos. –¿Qué puerta es? –decía Angela, con una sonrisa, mientras de Sonia estaba muerta de vergüenza por lo sucedido, ¿Y si otro vecino la descubría también? –Pensaba como se había metido ella en esa situación hasta que Angela encontró la llave y abrió la puerta para pasar ella primero en la casa, y después ella a cuatro patas como una perra esclava que era. –¿Hay alguien en casa? –preguntó Angela. –He traído a su esclava blanca que se había perdido. –afirmo Angela. –Parece que estamos solas, esclava. –Bueno desnúdate y ponte a 4 patas. -ordenó Ama Angela. Sonia no parecía atreverse hasta que le dio otro guantazo. –Obedece, esclava blanca, aprende cuál es tu lugar en la vida, que es estar a mis pies como mi esclava –dijo Ama Angela. –¡Vamos perra esclava asquerosa! –dijo Ama Angela. Al verla que estaba paralizada, cogió unas zapatillas de uno de los cuartos, que por el tamaño que tenía parecía tener su mismo número de pie, así que se descalzó para ponérselas. Cogió una de ellas y le empezó a darle azotes hasta que la dijo. –Cuéntalos y dame las gracias, esclava. –ordenó Ama Angela. Sonia, después de recibir unos quince azotes con la zapatilla de su hija, empezó a contarlos. –Empieza desde cero, esclava, los otros no cuentan. –dijo Ama Angela. –Uno, Ama Angela, gracias mi Ama Angela, dos mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela… hasta que tuvo el culo rojo como un tomate. –Ahora desnúdate y ponte a cuatro patas, esclava. Sonia se quitó toda la ropa, quedándose desnuda a cuatro patas como una perra, mientras estaba excitaba y chorreando sus fluidos por los muslos cayendo al suelo. Angela que no se le escapaba nada cogió las bragas húmedas para metérselas en la boca. –Toma, chúpalas y mantenlas dentro con la boca cerrada. –ordenó Ama Angela. –De nuevo, se puso a darle con la zapatilla, mientras ella gemía de dolor y placer que poco a poco se transformaba con la excitación, confundiéndose con placer sexual, gemía de placer sexual como una perra en celo. –Seguramente, tengas algunos juguetes eróticos porque una cerda guarra como tú es imposible que no tenga nada, –Ve a cuatro patas delante mía y me indicas donde los tienes perra blanca, –dijo Ama Angela. –¡Vamos esclava blanca! –ordenó Ama Angela. Sonia obedeció, yendo a su habitación, señalándolo con la boca de un cajón. Angela sacó todos los consoladores que eran unos tres, uno muy grande y otros más pequeños. –Vamos con este grande que parece perfecto para ti, esclava blanca. Mientras la cara de Sonia era un poema al verlo. –Espera aquí y no te muevas. –dijo Ama Angela. Ella se fue a la otra habitación y acertó, era de una chica de su misma edad, cogió unas bragas y se las puso. Cuando volvió le dijo –Mira llevo unas bragas de una de tus hijas. –Supongo que estarán en la universidad. –Mira que tener una madre tan zorra como tú, esclava blanca. Fue cuando Ama Angela sacó unas correas del bolso y se puso el consolador grande como arnés. –Sigue a cuatro patas, esclava que te voy a convertir en una perra más feliz de oreja a oreja, que vas a sonreír a todo el mundo al verte en la calle. Angela le ordenó lamer y chupar el consolador entero para tragárselo entero hasta metérselo poco a poco, hasta que se lo introdujo completamente hasta el final, manteniéndola así varios minutos y follándola la boca cada vez más rápido y más fuerte, escuchando sus gemidos y jadeos. Angela se puso detrás de ella, y se lo metió completamente, dando un gritó enorme, mientras Angela la follaba cada vez más deprisa. Vamos puta cerda grita como la perra blanca que eres. –ordenó Ama Angela. ah, ah, ah, ah, ah, mientras Sonia gemía como una loca –¿Grita qué eres? –¿Quién soy yo? esclava blanca. –ordenó Ama Angela. Sonia respondía con gritos de placer, –Si mi Ama Angela, –Soy su esclava blanca, –Y usted es mi Ama y mi dueña, le pertenezco, soy de su propiedad mi Ama Angela, hasta que comenzaba a tener orgasmos encadenados que la dejó temblando, quedándose tirada en el suelo, hablando sola. –Si mi Ama, soy su esclava y su perra, –Si mi Ama, soy de su propiedad, –Si mi Ama, soy suya mi Ama.

Angela cogió la cadena de la correa y tiró de su esclava, haciéndola levantarse y seguirla a cuatro patas, aunque torpemente. Angela era lista no dejaba que descansara para tenerla más dócil y obediente sin que pudiera pensar para no reaccionar. Angela la llevó al salón mientras le ordenaba lamer sus zapatillas a fondo, sabiendo que eran las de su hija, que estaban muy sucias al haber estado su hija usándolas durante un mes y varias semanas, tenían un olor penetrante y profundo al que Sonia se acostumbró, mientras las lamia con placer. Cuando limpió las suelas se las quitó y las puso en el suelo. –Mete la nariz y huélelas hasta que diga que pares, esclava. –Si mi Ama Angela. –respondió Sonia, ya sometida y doblegada completamente. Pasaron unos veinte a treinta minutos hasta que le dijo que parara. Durante ese tiempo parecía que se le grabó en su cerebro el olor de las zapatillas de su hija, aunque se las hubiera puesto su Ama Angela para humillarla más aún. –Ahora, túmbate en el suelo y abre la boca. –ordenó Ama Angela.

Fue cuando Ama Angela empezó a mearla por todo el cuerpo desnudo hasta llegar a su boca donde le ordenó tragarlo. Cuando acabó le ordeno lamer el suelo su meada hasta dejarlo todo limpio e incluso cuando terminó Angela escupía en el suelo, y Sonia lo lamía con la lengua. Angela la ordeno a permanecer a cuatro patas, mientras le dijo. –¡Lame mis pies, esclava blanca, mirándome a los ojos mientras lo hagas! Sonia la miraba mientras ella la decía, –¡Menuda guarra eres, qué puta blanca eres, cerda guarra, perra blanca, esclava blanca en celo, qué asquerosa que eres! pero –¿A te gusta esclava blanca? –¿Verdad esclava blanca? –preguntó Ama Angela. Sonia respondió. –Si mi Ama Angela, –Me gusta y soy muy guarra y cerda mi Ama Angela. Y ella le preguntó –¿Qué eres? –Soy su esclava blanca, mi Ama Angela –¿Eres libre Sonia? –No, mi Ama Angela, soy su esclava blanca para servirla mi Ama Angela –¿De quién eres? –Soy su esclava blanca mi Ama Angela. –Dilo más fuerte que no te oye nadie con nombres y apellidos. –dijo Ama Angela.

“Soy una esclava blanca que pertenezco a mi Ama Angela, le pertenezco y soy de su propiedad” “Soy Sonia Álvarez Pérez esclava blanca de mi Ama Negra Angela.”

–Bien, esclava blanca, así me gusta. Además, –¿Tu raza blanca es inferior a la mía esclava? –preguntó Ama Angela. –Si mi Ama Negra Angela, soy inferior a usted y sólo sirvo para ser su esclava blanca. –respondió la esclava. –Nosotros los negros somos superiores a vosotros esclavos blancos. –dijo Ama Angela. –¿A qué es verdad esclava blanca? –Si mi Ama Angela, es verdad, somos una raza inferior para ser sus esclavos y servirlos mi Ama Negra Angela. –Así me gusta que sepas tu lugar en este mundo. –respondió Ama Negra Angela. Angela saco una figurita con una A, la cual calentó con el mechero hasta calentarlo lo suficiente para marcarla. –Mis esclavos blancos llevan una marca que indican que son de mi propiedad, date la vuelta y acerca tu culo de esclava blanca. –¿Quieres ser mi esclava y perra blanca? –preguntó Ama Angela. Mientras le daba con la zapatilla su culo repetidamente, uno detrás de otro. Debían de llevar unos cincuenta y ocho hasta que Sonia ya no pudo más y respondió. –Si mi Ama Angela, márqueme como su esclava blanca. Angela le puso la A en la cintura un poco más abajo hasta dejar bien la señal. Sonia chilló como una cerda de dolor que causó la risa de su Ama Angela. Mientras se tronchaba de risa al ver como había sometido y doblegado a esa mujer madura de buen ver para sus años. ¡¡¡Ah!!! –Tranquila esclava blanca, aquí está tu Ama Negra Angela para darte mimos. Ella empezó dándole caricias en la cabeza como se lo hacían a los perros. –Parece que te duele un poco perra, espera que se lo que puedo hacer por ti, se puso encima y la volvió a mear sobre la marca y por todo el cuerpo. La meo todo el cuerpo hasta acabar en su boca, tragándola, y después le ordenó lame toda la orina del suelo del salón antes de que lleguen tus hijas y esposo. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Sonia. –Muy bien, esclava blanca, así me gusta. –respondió Ama Angela. Sonia ya doblegada se excitó muchísimo como la trataba así, de forma denigrante y humillante, que la excitaba, volviendo a tener otro orgasmo y corriéndose nuevamente.

Después de lamer todo el suelo, le ordenó que fuera a las habitaciones de sus hijas, y limpiara todos sus calzados con la lengua. Angela, se quitó las bragas de una de las hijas de su esclava para ponérselas en la nariz. –Mira huélelas son las bragas de tu hija y los flujos de tu Ama Negra Angela y tu dueña. Cuando termines vuelves aquí las hueles y te las metes en la boca para saborearlas. Y cuando ya no sepan a nada póntelas y cuando las mojes de nuevo, te meas en ellas y te las vuelves a meter en la boca, porque eres una cerda asquerosa y eso te gusta esclava blanca. Además, si tienes la desgracia de que te vean esa letra A les respondes con la verdad, que eres una esclava sumisa blanca y perteneces en propiedad a tu Ama Negra Angela. –Bueno ahora me voy, disfruta el resto de la tarde como te he ordenado esclava blanca. –Por cierto, dame un toque al móvil. –Coge la cartera con la boca y tráela a cuatro patas como la perra esclava blanca que eres, y la depositas en mi palma de mi mano, esclava blanca, mientras tanto ve ladrando. -Ladra perra blanca. –ordenó Ama Angela. -guau, guau, guau. –ladró Sonia. Sonia cogió su cartera con la boca para llevársela a su Ama Negra Angela. Angela miró el dinero que tenía unos 150 euros. -Bueno, me abonas por verse unos 350 euros, que son unos 500 euros por domarte, adiestrarte y doblegarte a mi voluntad. –Cuando termines todo lo que te he ordenado repites una y otra vez hasta que lo tengas memorizado en tu mente.

–¿Quién eres? –¿Qué eres? –¿Quién soy yo? –¿A quién perteneces? –ordenó Ama Angela.

Angela se arregló delante del espejo para marcharse, pero antes le ordenó que besara y lamiera sus botas antes de irse en señal de obediencia, sumisión y respeto. Sonia obedeció y cuando se marchó, se fue para limpiar los todos los zapatos de sus hijas, uno a uno iba lamiéndolos hasta dejarlos limpios. Estaba tan caliente tanto como no lo había estado en años ya que su esposo debía de tener una amante y pasaba de ella, que se corrió durante ese tiempo que lamia el calzado de sus hijas, por lo que mancho todo el pasillo y las habitaciones. De esta forma lamio todo el suelo como una cerda, guarra y esclava blanca. Cada vez que acababa volvía a repetir

“Soy una esclava y perra blanca, pertenezco a mi Ama Negra Angela, soy de su propiedad para servirla y obedecerla a mi Ama Negra Angela.”

Estaba tan excitada que se fue a cuatro patas para lamer todas sus botas y los zapatos y zapatillas de su esposo. Su nueva vida de esclava blanca había empezado y tal como había ordenado su Ama Angela, le hizo un ingreso de 350 euros para completar el pago a través de verse poniendo como motivo de pago:

“esclava y perra blanca Sonia Álvarez Pérez por adiestrarme, dominarme y someterme para mi Ama Negra Angela.”

Mientras tanto Angela marchaba feliz por haber encontrado otra esclava blanca más para su harem de perros y perras blancos y negros. Ella no era racista sólo que le gustaba poner a cada uno en su lugar. En ese momento recibió una notificación de transferencia por verse de su esclava blanca Sonia, y ella se puso muy contenta respondiendo otro mensaje a su esclava blanca. –Muy bien, esclava blanca, así me gusta que seas obediente y fiel con tu Ama y dueña. –¡Ladra en voz alta durante cinco minutos, y a partir de los cinco minutos repite el juramento! –¿Quién soy? –¿Qué eres? –¿Quién soy yo? –¿Y a quién perteneces? durante veinticinco minutos, y luego repites otros veinticinco veces, dándome las gracias. –Sonia al recibir el mensaje se mojó nuevamente, que empezó hacerlo nada más terminar de leer el mensaje. –Si mi Ama Negra Angela. –respondió al mensaje la esclava. Los vecinos estaban hasta los cojones de los ladridos. Ellos pensaban que tenían un perro sólo en la casa, y sobre las otras frases se escandalizaron al oírlas algunos vecinos lo escuchaban claramente, pero otros no porque sus ventanas estaban cerradas. Angela se sentía en su plenitud en el que todos sus esclavos/as le daban tributos mensuales por su condición de ser sus esclavos/as. Mientras volvía a su casa, tenía otra sesión con otro pelele de Twitter que había contactado con ella, quedando en un bar para tomar una copa con él. La sesión con la esclava Sonia no fue planificada, surgió de forma inesperada, así que tenía muchas ganas de aprovecharla, ya que ella había notado en Sonia un signo de sumisión cuando la siguió por la calle hasta el parque, y luego no dejando sin mirar todo lo que hacía en el parque, sino no se hubiera atrevido porque una persona es diferente y no todos les gusta ser dominados. Es algo que todas las dominas tienen, una especie de sexto sentido que cuando ves a alguien, baja la mirada o retira la vista como que tiene todos los síntomas de ser sumisa/o, aunque a veces es timidez. Angela llegó al bar para sentarse en la mesa acordaba, pero su supuesto esclavo no había llegado aún. Esto le molestó bastante porque pasaba de la hora acordaba, y llegaba tarde. Angela no hacía más que resoplar y suspirar, pero de repente recibe un mensaje de ese supuesto esclavo. “Perdone mi Ama Angela me ha surgido un problema, no he podido llegar a tiempo, creo que llegaré con 10 minutos de retraso” –escribió esclavo Pablo. –Vale, esclavo, pero tendrás tu castigo por no obedecerme al llegar a tiempo. –respondió Ama Angela. –De momento, ingresa por PayPal,

“soy un esclavo blanco mentiroso y he mentido a mi Ama Negra Angela,”

50 euros como tribuno. –Si mi Ama Angela. –respondió esclavo pablo. Al momento, Angela recibió una notificación de la transferencia había sido realizada, con lo que se sintió más contenta ya que al menos estaba ganando algo de dinero por esos minutos perdidos. –¿No está mal 50 euros de un esclavo blanco tonto y asqueroso por llegar tarde? –pensó Angela. Estos hombres son tontos de verdad y algunos hasta retrasados mentales. Angela se reía como hombreas maduro caían bajo sus pies como hombres de su edad. También, lo experimentaba con mujeres maduras y jóvenes. Justamente en ese momento, llegó el esclavo pablo. Era la primera vez que la veía en persona, hasta ese momento había sido sesiones a través de Twitter, WhatsApp y videoconferencias de humillaciones junto con vejaciones, pero nunca se había atrevido a realizarlo en persona, por lo que el chico estaba colorado y algo nervioso estaba por esa nueva situación. Hasta ahora el sólo había experimentado este tipo de sesiones con su Ama Angela a través de las redes sociales y servicios de mensajería como Facebook. Twitter, WhatsApp, etc. –pensaba Pablo. Angela lo notó nada más verlo que bajó su mirada rápidamente hacía sus botas. La verdad que ella disfrutó con ese gesto, pero quería verle los ojos. De esta manera, Angela le dijo que le mirara a los ojos cuando una persona habla a otra por primera vez, era lo mínimo que se debería de hacer por educación. Pablo la miró a los ojos para que Angela le diera tiempo a decirle. –Ahora me repites lo que me acabas de decir. –ordenó Angela. –”Perdone mi Ama Angela me ha surgido un problema, no he podido llegar a tiempo.” –Disculpas aceptadas, esclavo blanco. –respondió Angela. La verdad que Angela quería hablar un poco con él, pero estaba tan metido en su papel llevando a cabo su fantasía erótica que Angela quiso empezar a disfrutarlo. Pablo retiró su mirada mirando a sus botas. Ella disfrutaba cuando un esclavo le hablaba y este bajaba la mirada a sus pies por miedo a mirarla a los ojos. Era una sensación de poder que lo gozaba de plenitud. –De momento, ponte de rodillas y besa mis botas esclavo blanco. –ordenó Ama Angela. Pablo miró hacia los lados y se puso de rodillas para besar sus botas como le había ordenado, pero se iba a levantar después de besarlas cuando Angela le dijo. –¿Alguien te ha dado la orden de levantarte? –preguntó Ama Angela. –No, mi Ama Angela. –respondió Pablo. –Pues sigue de rodillas, sigue besando mis botas y cuando lo te ordene empiezas a lamerlas, esclavo blanco. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Pablo.

A los poco minutos, vino una camarera para tomarles nota de lo que iban a tomar, pero al ver a un chico de rodillas, besando las botas de una chica, se quedó un poco impresionada, y no sabía cómo reaccionar. –Ahora, esclavo blanco, lame mis botas, limpia la mierda de ellas, que es para lo único que vales, cerdo. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió el. Pablo lamía con la orden que le había dado su Ama Angela, mientras que Angela le respondió a la camarera. –No te asustes, es sólo mi esclavo limpiándome las botas. –Se llama Pablo, y tiene un castigo por llegar tarde. –dijo Ama Angela. –¡Menudo castigo dijo la chica riéndose por ver ese espectáculo! –Entonces –¿Qué va a tomar la Señorita? –¿Y qué va a tomar su esclavo? –preguntó la camarera, saliendo del apuro. –Veamos, a mí me traes unas costillas asadas, una cerveza sin alcohol porque si conduzco no se puede beber alcohol y un poco agua. –respondió Ama Angela. –¿Y él? mirando hacia el chico. –preguntó la camarera. –¿Quién? –respondió Ama Angela. –Su esclavo Pablo, ¿qué si va a tomar algo? –preguntó la camarera, algo nerviosa y colorada. –¿esclavo vas a tomar algo? –preguntó Ama Angela. Pablo miró a su Ama y con su mirada supo lo que quería que hiciese. –Tomaré lo que me ordene mi Ama Angela, Señorita camarera. –Ves Elisa como hablando se entiende la gente, sonreía Angela con un toque de picardía. –dijo Ama Angela. Cuando se iba a ir la chica, Angela le dijo, esclavo lame la suela de mis botas, las tengo muy sucias de andar por la calle todo el día. Y la camarera se quedó con los ojos mirándolo antes de irse. Al llegar a la barra le dijo al cocinero el pedido. La chica se lo contó al cocinero lo que había sucedido, y este le dijo –Es un cliente como otro, sírvela, nos paga y se va. –No opines ni te enfades, –hay gente muy rara y viendo esto, me lo creo. –dijo el cocinero. Al rato vino la chica con el pedido con las costillas, la cerveza, vio como el esclavo había lamido ya las plantas de las botas de su Ama Angela y ahora estaba lamiendo un escupitinajo del suelo y otro de su bota. La situación la superaba, pero comenzaba a ponerse excitada y cachonda de ver esas escenas, la camarera dejó la bandeja de las costillas asadas, la cerveza. –¿Algo más Señorita Angela? –preguntó la camarera. –No de momento, pero trátame como corresponde. –dijo Ama Angela. -Te dije que me llamo Ama Angela. –afirmó Ama Anela. –Muy bien perdone usted Ama Angela. -respondió la camarera. –¿Desea algo más Ama Angela? –preguntó la chica con tacto. –Te falta por traer la jarra del agua Elisa. –dijo Ama Angela. –Si es cierto Ama Angela. –respondió Elisa. –Ahora mismo se la traigo Ama Angela. –dijo Elisa, un poco roja. –Muy bien, así me gusta obediente y servil, Elisa. –dijo Ama Angela. –Nada más de momento Elisa gracias. –De nada, estoy para servirla Ama Angela. –respondió la chica. –Sonrió ésta. –dijo Ama Angela. –Ya te puedes marchar Elisa si necesito algo más te llamaré. –dijo Ama Angela, mientras esta comenzó a comer las costillas y le iba tirando los huesos de estas con algo de carne a su esclavo que estaba de rodillas. De vez en cuando escupía en el suelo para que el lamiera. –esclavo si has terminado coge los huesos con la boca y déjalos en el plato que te aproximo. –ordenó Ama Angela. Elisa desde la barra no dejaba de quedarse embobada mirando la escena. Angela no le perdía pista desde que hablo con ella en la mesa. –esclavo, espérame aquí que voy al baño. –ordenó Ama Angela. –A lo perros no os dejan ir al baño, así que conténtate, que te dejen entrar al bar, que los perros no podéis entrar al bar. –Yo si fuera esa camarera te hubiera echado a la calle y atado al poste de ahí. –dijo Ama Angela, así que compórtate cuando no esté tu Ama y Duela delante. –dijo Ama Angela. –No ladres, perro. –ordenó Ama Angela. Mientras que la camarera llamada Elisa se quedaba mirándola todo el rato que estuvo en el bar. Angela se levantó para acercarse a hacia donde estaba la camarera que se llamaba Elisa. Elisa la miraba de arriba hacia abajo, observando que no sólo era muy bella, sino que tenía un cuerpo de infarto, quedándose un poco embobada mirándola a las botas junto con sus piernas, pero rápidamente dejó de mirarla para seguir con su trabajo, recogiendo una bandeja de otro pedido mientras la llevaba a otra mesa del al lado.

–¡Por favor Elisa ven! –ordenó Ama Angela. –¿Qué desea Ama Angela? ¿En qué puedo servirla Ama Angela? –preguntó Elisa. –Indícame dónde está el servicio de mujeres. –ordenó Ama Angela. –Si Ama Angela, está por aquí. –respondió Elisa. Elisa la acompaño hasta la puerta, pero en ese momento le dijo, –Ábreme la puerta entrando tú delante mía Elisa. –ordenó Ama Angela. –Si Ama Angela. –respondió la camarera. Elisa abrió la puerta entrando dentro, quedándose en la puerta para que entrara Ama Angela al aseo femenino. En ese momento, otro cliente que iba al aseo masculino, se quedó en embobado mirando no sólo a las chicas sino por su diálogo entre ellas. Angela pasó mientras le decía. –Quiero preguntarte una cosa. –dijo Ama Angela. –Claro, por supuesto Ama Angela. –respondió Elisa. Al cerrarse la puerta, Angela la miró de arriba a abajo a Elisa y le miró a los ojos que inmediatamente ella desvió su mirada, mirando al suelo hacía un lado. –Mira, sé cuándo estoy en presencia de una esclava blanca. –dijo Ama Angela. -Yo no soy una… etc. –dijo Elisa. –Si, tú si lo eres. –Eres una esclava sumisa. –dijo Ama Angela, dejando a Elisa paralizada con miedo. –De hecho, llevas todo el rato mirándonos cuando estábamos en la mesa y si te miro las bragas diría yo que estás hasta mojada, se te ve en el delantal, hasta la humedad te baja de las piernas al suelo. –dijo Ama Angela. –¿Qué eres Elisa? –preguntó Ama Angela. Es algo de lo que me debes de responder ahora mismo Elisa. –ordenó Ama Angela. –Soy una esclava sumisa blanca, mi Ama Angela. –respondió Elisa. –¿Y Qué tienes que hacer ahora esclava? –preguntó Ama Angela. –Esto mi Ama Angela. –respondió Elisa. Elisa lo había visto hacer antes con Pablo cuando llegó al bar, así que sabía lo que hacer, y Angela también lo sabía. Elisa se desnudó ante su Ama por primera vez en su vida y se puso de rodillas e hizo la misma reverencia que Pablo, besando sus botas, y le dijo –Si mi Ama Angela, soy su esclava blanca, quedándose de rodillas en esa posición sin moverse hasta que no se lo ordenara. –Muy bien esclava blanca. –Te acepto como mi esclava así que lame mis botas, cerda, guarra. –¡Qué menuda zorra asquerosa eres! –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Elisa. Ella empezó a lamer las botas con pasión y placer por ello. Se notaba que estaba disfrutando con ello. Cuando estuvieron limpias, Angela se sentó en uno de los váteres con la puerta entreabierta, para que Elisa lamiera con gusto las suelas de sus botas e incluso le tiro varios escupitinajos al suelo que Elisa lamió, dándole las gracias. –Te veo que esto te gusta, eres una sumisa nueva que no ha practicado nunca nada, y que nunca has tenido una Ama Negra como yo. -dijo Ama Angela. –Yo voy a adiestrarte, verás como te gusta ser mi esclava blanca, zorra blanca. –dijo Ama Angela. –Ponte de rodillas, pon tus manos a la espalda, y acerca tu cara a mi coño, esclava blanca y abre tu boca asquerosa de esclava blanca. –ordenó Ama Angela. Angela se puso encima de ella y empezó a orinar en su boca. –Quiero que te lo tragues todo, esclava. –ordeno Ama Angela. Elisa tragaba toda la orina, mientras miraba a su Ama a sus ojos hasta que Angela empezó a orinarla por encima de la cabeza, su cara y cuerpo. –¿Qué es dice esclava blanca? –preguntó Ama Angela. –¡Muchas gracias mi Ama Angela, besando sus botas! –dijo Elisa. –Ven, esclava blanca. –Ahora lame la taza del váter, –ordenó Ama Angela. Pero Elisa no se atrevió hacerlo, quedándose paralizada por unos segundos. Angela le dio unos de tortazos en su cara hasta que se le puso la cara roja. –Si mi Ama Angela. –dijo Elisa, empezando a lamer la taza del váter inferior, el borde y la superior donde se sientan las mujeres. Entonces le ordenó ponerse de nuevo de rodillas con la boca abierta. Angela se puso encima y cagó directamente en su boca, ordenándola, –Come y trágatela toda y como tires algo lo comerás del suelo, esclava blanca. –ordenó Ama Angela. Elisa la pobre obedeció sumisamente hasta que se comió hasta el último pedazo de mierda que salió de su culo. Después le ordenó limpiarle el ano con su lengua. –Muy bien esclava blanca. –dijo Ama Angela. –Estoy orgullosa de ti, esclava. -dijo Ama Angela. –Dame tu móvil, –ordenó Ama Angela. Angela cogió su móvil anotando su número de contacto como “Mi Ama Angela”. Entonces se lo dio, le dijo. –Me ingresas 500 euros por PayPal, por adiestrarte, domarte y someterte, poniendo en el motivo tu nombre y apellidos, respondiendo a estas preguntas; –¿Quién soy? –¿Qué eres? –¿Quién soy yo? –¿Y de quién eres? –”Soy Elisa Pérez Albesto esclava blanca de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla.” –Repítelo esclava, mientras Angela lo grababa con el móvil. –Es tu juramento de esclavitud, porque todo lo que has hecho lo he grabado, y si no lo cumples se lo enviaré a tus familiares, amigos y compañeros de trabajo. –dijo Ama Angela.

–”Soy Elisa Pérez Albesto esclava blanca de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla” -dijo Elisa.

–Ahora lo repites veinte cinco minutos, mientras te das tortas en tu coño, y cuando te corras lo limpias, ya sabes cómo. –ordenó Ama Angela. Después de hacerlo te vistes y sales del aseo. –dijo Ama Angela. –No te limpies eres una cerda asquerosa así que te da igual si hueles bien o no. Además, las esclavas no llevan ropa interior así que no las uses más. Angela cogió las bragas mojadas de sus fluidos y la metió en el agua del inodoro. Angela se descalzo, poniendo los pies en su cara para que los oliera para después de cinco minutos, ella empezara a lamer mientras se sentaba en el váter con la tapa subida. Elisa lamía los pies con pasión, se veía que era una fetichista de pies nata, y eso le encantó a Angela. Mientras lamía sus pies sacó una letra A del bolso, la calentó con su mechero mientras se fumaba un cigarrillo. Cuando terminó de lamer la ordenó ponerse a cuatro patas con la boca abierta. Angela le echaba la ceniza en su boca mientras le echaba el humo por la cara. –Huele al aroma del tabaco de tu Ama. –ordenó Ama Angela. Cuando terminó apagó el cigarrillo en su boca y la ordenó que la cerrara para comérsela. A lo que Elisa hizo, aunque no le hiciera mucha gracia estaba totalmente sometida y doblegada a su Ama Angela. Angela sacó una paleta de madera para decirle a Elisa. –Date la vuelta, esclava. –ordenó Ama Angela. Después de eso comenzó dándole con la paleta. –¡Vamos esclava blanca empieza a contar y dame las gracias! –Uno mi Ama Angela, Gracias mi Ama Angela, dos… así hasta que le puso el culo como un tomate. Fue entonces cuando la miró para decirle. –Saca y escurre las bragas del váter. –ordenó Ama Angela. –Sujétalas con tus dos manos. –ordenó Ama Angela. Angela comenzó a mearlas mezcladas con sus flujos de antes y escupitinajos, –Métetelas en tu boca y cierra la boca. –ordenó Ama Angela. –Y llévalas todo el día para que cuando te envíe un mensaje diciendo que te las saques lo haces, esclava blanca, para luego ponértelas, mientras se reía a carcajadas. –Esto es porque cuando me viste por primera vez me miraste mal, así que ahora tienes lo que te mereces, ser mi esclava blanca. –dijo Ama Angela. Y para que no se te olvide nada, date la vuelta para ponerle la marca de su letra A en la cintura, mientras Elisa chillaba de dolor, pero como tenía las bragas metidas apretaba los dientes con todas sus fuerzas chupando todo el sabor de su Ama Angela, de la meada de la orina y agua sucia. Angela le escribió un mensaje en el móvil diciéndola su dirección. –Irás a mi casa, me limpiarás y cocinarás para mi esclava blanca. –¿Lo has entendido esclava blanca? –preguntó Ama Angela. -Elisa con restos de lágrimas le dijo, –Si mi Ama Angela. Angela tenía además un collar en el bolso por lo que se lo puso con una correa. –Llévalo todo el día y no te lo quites, esclava blanca. -ordenó Ama Angela.

Una vez terminada se estaba maquillando cuando Elisa se acercó de rodillas a cuatro patas con su collar y su cadena arrastrándola. De rodillas le hizo la reverencia para besar las botas, la cual lamió completamente incluida sus suelas. Entonces Angela salió del aseo para volver a la mesa que al llegar le dijo a su esclavo. –Date la vuelta y mírame. –Abre la boca. Cuando este le escupió dentro de ella. Mientras lo saboreaba le dijo –Abre las piernas un poco más. –ordenó Ama Angela. –Quiero que me ingreses 500 euros por PayPal, poniendo:

–”Soy Pablo Gutierréz Teisel, esclavo y perro blanco de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela”

Mientras la daba un par de patadas en los huevos. –Cuéntalos, esclavo blanco. –ordenó Ama Angela. Éste chillaba de dolor, haciendo que todos los demás clientes mirasen para saber que estaba sucediendo. El camarero se reía y el cocinero ya ni te cuento las risas que le daban. Entonces Pablo cogió el móvil e hizo la transferencia de 500 euros. –Muy bien, esclavo blanco. -dijo Ama Angela. –Ahora dilo en alto y dame las gracias, esclavo blanco. –ordenó Ama Angela. –¡Qué te oigan todos! –ordenó Ama Angela, mientras salía Elisa del aseo vestida otra vez, pero esta vez siendo una esclava blanca de su Ama Negra Angela. Elisa llevaba el collar puesto con la cadena dentro, que le producía cosquillas, pero iba excitada y mojada completamente. Ella no conocía esos placeres que eran un placer nuevo para ella que estaba experimentando de esa manera de sexo con el BDSM, que le encantaba porque estaba fuera de su control. –Muchas gracias mi Ama Negra Angela. –dijo en alto Pablo. –¿Qué eres pablo? –preguntó Ama Angela. –”Soy su esclavo y perro blanco mi Ama Angela, le pertenezco y soy de su propiedad mi Ama Negra Angela. –gritó pablo, todo feliz por obedecer y complacer a su Ama Angela. Entonces pasó por su lado Elisa e hizo la reverencia con respeto, obediencia, educación y sumisión. –No te olvides, esclava blanca, eres mi váter blanco, te tengo que alimentar habitualmente, así que te espero en mi casa. –dijo Ama Angela. –Si mi Ama Angela, me gusta ser su esclava y seré su váter blanco mi Ama Angela. –respondió la esclava Elisa. Al mismo tiempo la acercó la mano que Elisa la beso con una inclinación y reverencia. –Ingrésame 500 euros y mensualmente 150 euros por PayPal, esclava blanca por adiestrarte, domarte y someterte, esclava blanca. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela, como ordene mi Ama Angela. –respondió Elisa, mandando la transferencia en ese momento, que antes de salir Ama Angela por la puerta del bar, sonrió de placer por el día fabuloso que había tenido. Angela se subió a su coche y se marchó, para su casa ya que estaba algo cansada. Mientras que Elisa se acercó a Pablo para preguntarle si necesitaba ayuda por lo que había pasado. El camarero le dijo a Elisa que siguiera trabajando, que el chico sólo se había metido en eso, y que él sólo debía salirse de esa situación alocada. Elisa pensó que no le faltaba razón, aunque ahora ella misma se había metido en la misma situación al convertirse en una esclava de su Ama Negra Angela. El caso es que ahora Elisa estaba más mansa como si le faltaba fuerza, parecía como si la hubieran domado. Había pasado de ser una yegua salvaje a una yegua domada por su Amo. Elisa era ya una puta sumisa, fiel y obediente con todos que deseaba complacer. Angela le escribió un mensaje a su esclavo Pablo. –Envía unos 300 euros a la camarera por aguantarte todo ese rato, esclavo. –escribió Ama Angela. –Pídele ser su esclavo dentro del bar, poniéndote de rodillas besándola sus botas para después lamerle sus botas, limpiando sus suelas, que debe tenerlas muy sucias. –escribió Ama Angela. –Y un perro esclavo blanco como tú, no puede permitir que una chica tenga así su calzado, así que empieza a lamérselas si no te ha respondido aún. –escribió Ama Angela. –Por cierto, díselo en alto para que todos te oigan, esclavo. –ordenó su Ama Angela, a través del móvil. Pablo fue hablar con la camarera Elisa. –¿Da permiso para hablarla Ama Elisa? –preguntó Pablo. Elisa se quedó paralizada hasta que Pablo siguió hablando. –¡Por favor! –Mi Ama me ha ordenado le pregunte si ¿me acepta como su esclavo blanco? Además, mi Ama Angela me ha pedido que le ingrese 300 euros en su cuanta de PayPal. –dijo Pablo. –¿Me lo podría dar mi Ama Elisa? –preguntó Pablo, todo humillado y colorado. –Elisa le dijo. –Si, no hay problema, adelante esclavo. –respondió Ama Elisa. El ingreso lo recibió en unos segundos, poniendo como motivo. –”Soy Pablo Gutierréz Teisel, esclavo y perro blanco de mi Ama Elisa, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Elisa.” –Pablo, se arrodilló, poniéndose de rodillas y empezando a besar sus botas de su Ama Elisa, mientras que ella se sentaba en una de las sillas que tenía al lado para que este lamía las suelas de sus botas. –Elisa recibió un mensaje de su Ama Angela, diciéndola, te he hecho un regalo por ser mi váter blanco, esclava, así que acepta a tu nuevo esclavo blanco, pero recuerda yo soy superior a ti, y tú eres mi esclava blanca. –Si mi Ama Angela, –¡Muchas gracias mi Ama Angela! –Me postro a sus pies como su sierva y esclava blanca. –respondió Elisa. –Vale, esclavo blanco. -Te acepto como mi esclavo, –Ve al baño de mujeres, y me esperas desnudo de rodillas, mirando al suelo. –ordenó Ama Elisa. Ella fue a hacer los pedidos que le mandó el cocinero y éste le pregunto. –¿Qué vas hacer con ese chico? -preguntó. –Pues, que es mi esclavo, Paco. –No soy tonta si puedo sacar un extra de dinero y que limpie mi casa. –Bienvenido sea. –respondió Elisa. –Si, llevas razón. –dijo el cocinero. Estas ocasiones no se pueden desperdiciar. Pero de todas formas hueles un poco raro como a fluidos femeninos, –¿Estás cachonda con todo lo que has visto hoy? –preguntó el cocinero. –Si, Paco. –respondió Elisa. –Nada no te preocupes echándose unas risas. –dijo Paco. La verdad que no te debes de extrañar ya que soy un hombre y huelo a las hembras cuando se excitan. –dijo el cocinero, con una gran sonrisa. Además, las cosas personales se quedan fuera del trabajo así que disfruta tu vida Elisa y si esto te pone, adelante con ello. –Al fin y al cabo, son sólo juegos y fantasías eróticas. –dijo el cocinero. –¡Ve a llevar los pedidos, Elisa! –Si, ahora voy, Paco. –respondió Elisa, toda excitada que le dieran órdenes. Antes de eso no sentía nada, pero ahora todo se magnificaba, sintiéndolo todo más y todo empezaba a verlo como “mandar y obedecer.” –Aquí, tienen lo que han pedido, Señoritas. –dijo Elisa. –¡Muchas gracias por la atención! –respondieron las chicas. –¿Puedes traernos cuatro raciones de tortilla de patata? –preguntó una de las cuatro chicas que estaban sentadas a la mesa, que se llamaba Gema. –Si, Señorita, ahora se la traigo. –respondió Elisa. Las chicas estaban encantadas con su atención de forma que le pusieron una buena propina en la mesa para cuando viniese la camarera. –¡La cuenta, por favor! –dijo Nayara. –Ahora mismo voy, Señoritas. –dijo Elisa, llegando a la mesa de las clientas. Ellas se levantaron dejando el dinero en el platito típico donde se deja el dinero cuando vamos a un restaurante o un bar para consumir alguna bebida o comida. Entonces Elisa se agachó a cogerlo, diciendo muchas gracias por venir, Señoritas. Nayara vio el collar en su cuello con una cadena metida y entendió lo que sucedía. Se acercó a la oreja diciéndola, –No te preocupes. –Se lo que eres y más cuando le has besado la mano a tu Ama Angela, esclava. –dijo Nayara. –Lo siento mucho, Ama Nayara, mirando a sus botas. –Estás son Ama Gema, Ama Paula, Ama Natalia y yo soy Ama Nayara. –dijo Nayara. –Ahora discúlpate con todas por no mostrarte como lo que eres, esclava. –¡Lo siento mucho Ama Gema, Ama Natalia, Ama Paula y Ama Nayara! –Disculpas aceptadas, esclava. –¡Ponte de rodillas y empieza a besar nuestras botas, esclava! –ordenó Ama Paula. –Si mi Amas como ordenen. –respondió Elisa. Elisa se puso de rodillas y fue besando las botas de todas las Amas, mientras que ellas se reían y disfrutaban del momento. –Creo que vamos a tomar algo más, esclava. –dijo Ama Gema. –Ve y tráenos cuatro Coca-colas con unas tapas, esclava. –ordenó Ama Natalia. –Si mi Ama Natalia, lo que ordene esta esclava suya. –respondió Elisa, que besó sus botas como signo de obediencia, respeto y sumisión, marchándose a traer las bebidas y las tapas. Elisa trajo en seguida las bebidas junto con unas tapas de jamón con unas patatas alioli. –Aquí tienen Mis Amas. –Deseo que les guste y que estén a su gusto mis Amas. –Muy bien, esclava. –dijo Ama Paula. –Ahora ponte de rodillas y empieza a lamer nuestras botas, esclava. –dijo Ama Natalia. Elisa se puso de rodillas yendo a lamer bota por bota hasta que las dejó limpísimas. Cuando terminaba de limpiar unas botas de una de ellas, ésta la escupía comida para que Elisa se la comiese. Una a una fue comiendo restos de comida del suelo para volver a los pies de ellas. Una vez que acabaron de comer y de tomar esa consumición, se levantaron para marcharse. –Nos ha gustado el servicio, esclava. –dijo Ama Gema. –Vendremos más a verte. –dijo Ama Paula. –Ya le preguntaremos a tu Ama Angela y Dueña si podemos venir a verte, esclava. –¡Muchas gracias, por venir a este restaurante-bar, espero que les haya gustado el servicio! –dijo la esclava Elisa. –De nada, el placer es nuestro, porque no es habitual encontrar una esclava de camarera. –dijo Ama Paula. –Es un plus para el negocio. –dijo Ama Gema. –Hasta luego, Ama Gema, Ama Natalia, Ama Paula, Ama Nayara. –dijo Elisa, inclinando su cabeza y haciendo una reverencia como si fuesen princesas. –Hasta luego, esclava. –dijo Ama Natalia. Los camareros y el cocinero no dijeron nada sobre lo que había sucedido. De hecho, se habían excitado también ellos, al verla hacer eso. Después de eso Elisa se fue al aseo donde estaba Pablo, esperándola, y nada más verle le dio unas patadas en los huevos, –Eres un cerdo asqueroso y guarro que te voy a enseñar bien cuál es tu lugar, esclavo blanco. –Le ordenó lamer sus botas y luego cuando se descalzo lamió sus pies. Cuando le entró ganas de hacer pis le ordenó que abriera su boca y le meo en ella, por todo su cuerpo como su Ama Angela había hecho con ella. Después le cagó en la boca y le hizo tragárselo todo para luego darle con la bota en el culo mientras el, repetía su juramento de esclavitud. –Ya te puedes ir, esclavo blanco, pero vas a ingresarme 600 euros por domarte, adiestrarte y someterte. –ordenó Ama Elisa. –Si mi Ama Elisa, haciendo el ingreso que le llegó en el momento. –Repite el juramento, esclavo. –ordenó Ama Elisa. Mientras ella grababa con su móvil y se lo enviaba a su Ama Angela.

–”Soy Pablo Gutierréz Teisel, esclavo y perro blanco de mi Ama Elisa, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Elisa.”

Ama Elisa con las manos empezó a darle totazos en sus mejillas de un lado y del otro, como si fuera un movimiento sísmico. –Zas, zas, zas, zas. –hablaban las tortas de Ama Elisa. –Responde esclavo blanco. –¿Quién eres? –¿Qué eres? –¿Quién soy yo? –¿Y de quién eres? –preguntó Ama Elisa, mientras el esclavo Pablo respondía. –“Soy Pablo Gutierréz Teisel.” –“Soy esclavo y perro de mi Ama Elisa.” –“Usted es mi Ama y mi Dueña mi Ama Elisa.” –“Pertenezco a mi Ama Elisa y soy de su propiedad.”

–Repítelo durante veinte cinco minutos, así como estás. –ordenó Ama Elisa. Ella se iba a ir cuando Pablo le hizo la reverencia, besando sus botas en señal de respeto, obediencia y sumisión. Cuando salió del aseo se acercó a la barra para seguir trabajando ya que su periodo de trabajo no había acabado. Después de unos treinta minutos, Pablo salió del aseo, pago la cuenta a su Ama Elisa, haciéndola la reverencia y besándola las botas de rodillas como su esclavo. Se levantó poniéndose de pie y se marchó, en su coche con una gran erección que se corría si la tocaba. Él se había corrido sin tocarse en el aseo mientras contaba las tortas para detrás lamerlo con su lengua. Mientras conducía recibió un mensaje de su Ama Negra Angela, diciéndole fuera desnudo dentro del coche mientras conducía hacia su casa. Además, le dijo que saliera con el collar puesto desnudo y con su correa.

Éste debía de llevar las llaves en la boca junto con el mango de la correa. Subir a cuatro patas por la escalera de unos catorce pisos, y tocar al timbre para que su novia saliera para abrirle la puerta. –Entonces le besas las botas, las zapatillas o los pies si está descalza, se los lames, diciéndole que eres un esclavo y perro blanco que perteneces a mi Ama Negra Angela y a su esclava y Ama Elisa, que le perteneces y eres de su propiedad. –dijo Ama Angela. –Y que ahora si ella lo desea serás su esclavo y perro blanco. –escribió Ama Angela, con una gran malicia. Por eso pablo iba repitiendo “soy esclavo y perro blanco de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad de mi Ama Negra Angela.” Nada más llegar al parking de su edificio, Pablo se bajó desnudo del coche, lo cerro y se puso de rodillas a cuatro patas, llevando su correa con sus llaves en la boca. Él iba subiendo por las escaleras cuando se cruzó con una vecina amiga suya amiga de su novia que se llamaba Marta. –¿Pero Pablo qué haces así desnudo con un collar y una correa y a cuatro patas? –preguntó Marta. Pablo se puso delante le hizo la reverencia y le dijo, “soy un esclavo y perro blanco de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad.” A continuación, se puso a besar sus botas y a lamerlas, dejando a Marta con la boca abierta, pero complacida hasta se sentó y le dejó que lamiera las suelas de sus botas sucias, llamándole esclavo, cerdo, perro de mierda, que era una basura de hombre.

Cuando terminó le ordenó –Anda, ven esclavo que voy a llevarte con tu novia, le cogió de la correa y lo llevó detrás de ella como su fuese su perro, mientras le ordenaba ladra, esclavo. –Guau, guau, guau. –decía Pablo. Una vez llegaron a la puerta de su casa, ésta tocó a su timbre para que saliera Alicia. Ella esperó un poco, cuando su novia Alicia salió, quedándose mirando a Pablo de rodillas con un collar al cuello y una correa que tenía en la mano su amiga Marta. –¿Esto es una broma o qué Marta? –No, yo no tengo nada que ver con esto. –Venga, esclavo habla a tu novia Alicia. –ordenó Marta. –¿No puede hablar por sí mismo o que sucede Marta? –Al parecer hay que darle la orden para hablar porque si no habla. -respondió Marta. –¿Pero Pablo qué haces así? –¿Por qué estás desnudo? –¿Por qué estás a cuatro patas como un perro? –¿Es qué eres un perro ahora? – preguntó Alicia. Pero Pablo no respondía. Marta tienes que llamarlo esclavo, Alicia. –dijo Marta. –Respóndeme, esclavo de mierda. –preguntó Alicia, enojada ya de todo esto. –Si Alicia soy un esclavo y perro blanco de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad. –respondió Pablo, mientras besaba los pies descalzos de Alicia y los lamía con pasión, dulzura y amor. –Dice que le ha ordenado su Ama Negra Angela, que te lo diga para que tu hagas con él, lo que quieras. –dijo Marta. –Pasa, esclavo que ahora vas a contarme todo lo que has hecho a mis espaldas, y ahora sí que vas a ser mi esclavo, pero de verdad. –dijo Alicia. –Desde ahora, me vas a llamar mi Ama Alicia –¿Entiendes esclavo blanco de mierda? –ordenó Ama Alicia. –Si mi Ama Alicia, mientras hacía la reverencia con la cabeza estando de rodillas como un perro, empezó a besarla sus pies para lamerlos otra vez. Alicia observaba como su novio, ahora esclavo suyo como le lamía sus pies hasta las plantas sucias de andar por casa, que ella levantaba muy excitada de verlo así humillado y denigrado a sus pies. Alicia cogió una de las zapatillas y empezó a darle con ella, pero para mayor sorpresa. Pablo empezó a contarlos. –Uno mi Ama Alicia, muchas gracias mi Ama Alicia, dos mi Ama Alicia, muchas gracias mi Ama Alicia… –Iba diciendo el esclavo. Alicia le daba con ganas para dejarlo bien marcado, mientras se le ponía rojo el culo, llorando como una nena hasta que se cansó de darle, llegando a eyacular sólo de todos los zapatillazos que le había dado. –Mira que cerdo asqueroso que eres, esclavo. –dijo Ama Alicia. –Se ha corrido sólo con los zapatillazos que le has dado y por la humillación, denigración y vejaciones a la que está sometido. –dijo Marta.

Marta miraba la escena excitada, mojándose sus bragas de ver esa faceta de su amiga, cuando terminó se volvió para volver a besar sus pies. Entonces, Alicia le dio una patata en la boca para alejarlo. –¡Vas a lamerlos cuando te lo ordene, esclavo! –No cuando tú quieras, ya que mis pies son sagrados para ti, y ahora resulta que eres mi esclavo perro. –dijo Ama Alicia. –¡Marta muchas gracias por traerlo a casa! –dijo Alicia. –Menos mal que no se ha cruzado con nadie para que quede en secreto. –dijo Alicia. –No hay problema Alicia, no nos cruzamos con nadie cuando llegó a mi planta si antes de llegar a mi planta, lo vio alguien. Pues no lo sé Alicia. Además, somos amigas, ya lo sabes. –dijo Marta. –Y tú inútil ve pasando al salón, y quédate de rodillas como el perro esclavo que eres y que vas a ser, mirando al suelo, que no tienes permiso ni para ver mis pies. –dijo Ama Alicia. –¡Ve ladrando perro! –ordenó Ama Alicia. -Guau, guau, guau, guau. –decía pablo, ya totalmente esclavizado, adiestrado y sometido por una Ama Negra llamada Angela con tan sólo veinte años, lo había convertido en un esclavo completamente. Una vez que Pablo pasó a la casa, Alicia iba a despedirse de su amiga. –Hasta luego, Marta. –dijo Alicia. –Que como ves tengo muchas cosas que hacer. –dijo Alicia. –Muy bien. –dijo Marta. –Yo también me marcho para a mi casa, Ama Alicia. –dijo Marta, escapándosele inconscientemente. Mientras, Marta bajaba varios peldaños de la escalera. –¡No te vayas tan rápido Marta! –dijo Alicia. –Espera Marta, no te vayas aún y ven aquí, Marta. –ordenó Alicia. –Respóndeme ¿Por qué me has llamado Ama Alicia? –¿Es que tú también eres una puta sumisa de mierda? –¡Lo siento mucho! –dijo Marta. –Lo dije sin pensarlo, no lo pensé Alicia, es que al escuchárselo a Pablo decírtelo, lo repetí sin darme cuenta. –dijo Marta. –La verdad que a veces no decimos lo que pensamos, pero esta vez fue al revés. –dijo Alicia. –¡Así que eres una puta sumisa, Marta! –dijo Alicia, mientras sonreía. –Pero si te he dicho que no soy una, –decía Marta. –Te has delatado tú misma sin darte cuenta, Marta. –dijo Alicia. –Eres una esclava Marta y no me dijiste nada –dijo Alicia. Todo este tiempo conociéndonos y contándonos todas nuestras cosas. –dijo Alicia. –¿Y no me dices lo que te gusta o lo que eres Marta? –miraba a los ojos a su amiga algo enojada e indignada. Reconócemelo, Marta, porque si no, esa palabra no la hubieras dicho. Marta retiró su mirada de Alicia, bajándola a sus pies. –¿Qué eres Marta? –preguntó Alicia. Ésta se puso colorada, mirando sus pies desnudos, mientras decía. –Si, Alicia. –dijo Marta. –Soy una puta sumisa de mierda Alicia. –respondió Marta, poniéndose de rodillas ante su amiga. Mientras la miraba a los pies callada sin decir nada. –¡Vale, así que eres una esclava zorra y guarra de mierda más como Pablo! –Si, Alicia, lo soy. –dijo Marta. –Soy una esclava y perra blanca. –dijo Marta. –Pues desnúdate, quítate tu ropa. –ordenó Ama Alicia. –¿Qué me tienes que decir Marta? –preguntó Ama Alicia. Marta, se desnudó delante de ella y le dijo. –Si mi Ama Alicia, soy su esclava y perra blanca Marta. –No te oigo nada, esclava. –dijo Ama Alicia. –Dilo más alto, esclava. –ordenó Ama Alicia. Entonces, Marta lo dijo gritándolo muy alto en la escalera.

–“Soy Marta Robles Acento, esclava y perra blanca de mi Ama Alicia, le pertenezco y soy de su propiedad de mi Ama Alicia para servirla y obedecerla.”

–No sabía que te gustaba estas cosas del BDSM, Marta. –dijo Ama Alicia. –Puedes hablar, esclava. –ordenó Ama Alicia. –Si mi Ama Alicia, me gusta los juegos y las fantasías de BDSM. –dijo la esclava Marta. –¿Desde cuándo estuviste fantaseando con esta fantasía, esclava? –preguntó Ama Alicia. –No lo supe hasta hoy, pero veía vídeos por internet y siempre tuve debilidad por contárselo mi Ama Alicia, pero nunca me atreví hasta hoy, que inconscientemente mi boca me delató sin darme cuenta, se lo dije mi secreto mi Ama Alicia. –respondió Marta. –Muy bien, esclava, así me gusta que te abras a mí. –dijo Ama Alicia. –¡Vete a tu casa de rodillas a cuatro patas, y ponte uno de los collares en tu cuello con una correa! –Además, quiero que vengas con la correa en tu boca. –ordenó Ama Alicia. –Si mi Ama Alicia –dijo la esclava Marta, que con lo excitada que estaba ya estaba muy mojada, chorreando por sus muslos hasta el suelo. Ahora ella entendía el placer que sentía Pablo para que hiciese todo eso, que ahora ella iba hacer. –¡Ven aquí y lame mis pies, esclava! –ordenó Ama Alicia. Marta empezó besando sus pies para después lamérselos y a chupárselos con devoción. –Así me gusta, esclava. –dijo Ama Alicia. –¡Vete a su casa y date prisa, porque si cierro la puerta! –Te quedarás, toda la noche ahí delante de mí puerta, como la esclava y perra que eres Marta, hasta que te abra la puerta por la mañana. –¿Lo has entendido esclava? –ordenó Ama Alicia. –Si mi Ama Alicia. –Antes de que te vayas, limpia mi rellano que mira como lo estás poniendo, cerda asquerosa. –ordenó Ama Alicia. –Si mi Ama Alicia. –respondió la esclava. Marta se puso a lamer el suelo, limpiando todos sus fluidos del suelo, junto con la corrida de Pablo, obedeciendo a su Ama Alicia. Mientras esta la llamaba cerda, asquerosa, guarra y zorra sumisa de mierda. Cuando terminó hizo la reverencia que había visto hacer a Pablo, le beso sus pies y marchó por las escaleras. En una de las plantas, se cruzó con un vecino que le preguntó –¿Qué estaba pasando? –preguntó Roberto. Marta le dijo, que era esclava de su amiga Alicia, y que obedecía sus órdenes. Cuando llegó a su casa se puso el collar nuevo que tenía con una correa y subió por las escaleras con la correa en la boca. Cuando llegó a la planta de su Ama Alicia, ésta la estaba esperando. Marta hizo la reverencia besando sus pies para proseguir lamiéndolos hasta lamerle las plantas de sus pies. –Muy bien esclava, entra a casa que voy a domarte, someterte y adiestrarte como necesitas. –ordenó Ama Alicia. Alicia pasó y detrás su esclava Marta y cuando se cerró la puerta, sus nuevas vidas iban a comenzar…

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