Saltar al contenido

Se descubre una nueva ilusión (2)

Angela se arregló delante del espejo para poco después marcharse saliendo por la puerta de la casa de su esclava, pero justo en el rellano de delante de su puerta. Angela llamó a su esclava. –¡Ven esclava! señalando con el dedo de su mano sus botas. Sonia salió desnuda de rodillas a cuatro patas, arrastrando la cadena metálica por el suelo hasta que se arrodilló e hizo la posición del sumiso, que consistía en sentarse agachada con las manos en el suelo, pegando su cara al suelo delante de su Ama, esperando en silencio como una buena esclava. En ese momento subían cuatro chicas jóvenes de la misma edad que ella, hablando de sus cosas cuando de repente se encontraron con esa situación tan peculiar. Parecía que Angela estaba esperando a que sucediese algo para humillarla y denigrarla más. Sin duda alguna, era una chica muy maquiavélica en lo que se refería a los temas sobre la dominación y sexo. Angela miró hacía la escalera volviendo a ver a la misma chica que se llamada Estefanía, pero acompañada con tres amigas suyas más con su misma edad. Ellas iban hablando de sus cosas hasta que se encontraron con todo el fregao por llamarlo así. –¡Ah! Hola de nuevo. –dijo Angela, refiriéndose a Estefanía, a la misma vez que se presentaba a las amigas.

–Soy Ama Angela. –dijo ella, y luego miró hacia su esclava, diciéndolas. –Y esta es mi esclava blanca, sonriendo mientras las miraba nuevamente a sus ojos sin retirar la mirada como analizándolas detenidamente, mirándolas de arriba a abajo. –Besa y lame mis botas, esclava. -ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Sonia muy sumisamente, dejando descolocadas a las cuatro chicas. Sonia beso y lamió sus botas con la mayor naturalidad y tranquilidad, y con gran dedicación hasta que su Ama Angela levantó las suelas para que las lamiera también. Las chicas estaban asombradas de presenciar esa escena tan obscena que nunca habían visto, quedándose calladas en silencio, observando el breve momento que duró ese momento. –Angela le ordenó hacer la reverencia a su esclava, para marcharse, preguntándola antes de irse. –¿Quién eres? –¿Qué eres? –¿Quién soy yo? –¿A quién perteneces? –A lo que Sonia. –dijo por la escalera.

–“Soy Sonia Álvarez Pérez –Una esclava y perra blanca. –Usted es mi Ama Negra Angela. –Soy de su propiedad y le pertenezco mi Ama Angela.”

Mientras iba a darle al botón para que la puerta se cerrase, Angela la ignoraba completamente, salvo en el último momento en el que escupió en el suelo antes de cerrarse la puerta. Sonia se agachó, acercando su cara para lamer con la legua el escupitinajo del suelo, diciendo Sonia poco después de cerrarse la puerta. –¡Muchas gracias Mi Ama Angela! Angela había ignorado a las cuatro chicas completamente ya que no eran nada para ella. Sólo las había mirado cuando hicieron su aparición que eso la benefició en su sesión de humillación y denigración de su esclava Sonia que le vino genial para mantenerla muy sumisa y doblegada públicamente ante otra gente que la viera salvo ella ya que eso era fundamental para doblegar su voluntad y su alma ante ella su Ama y Dueña.

Poco después, las chicas miraban a Sonia, la cual había sido una vecina muy simpática y encantadora con ellas. Además de ser la madre de una sus amigas de la Universidad Autónoma de Madrid. Sonia fue de rodillas lamiendo el suelo por donde había pisado las botas de su Ama Angela e incluso tocó el botón de llamada del ascensor para que viniese, y cuando se abrieron sus puertas se metió medio cuerpo dentro, bloqueando la puerta para lamer justamente donde había pisado las botas de su Ama Angela, pero había una sorpresa para ella, que además no se esperaba. Su Ama Angela había escupido siete u ocho veces por todo el suelo del ascensor. De esta manera, Sonia se volvió a excitar mientras su humedad bajaba por las piernas, así que miró hacia las amigas de sus hijas que les preguntó si alguna podría grabarla con el móvil para enviárselo luego al número de móvil de su Ama Negra Angela, que había memorizado. Estefanía anotó su número, sacando el móvil para grabarlo. La chica con la que se cruzó la primera vez la respondió. –Si claro, Sonia. -respondió Estefanía. –No te preocupes, sacando el móvil y grabándola mientras que Sonia se metía en el gran ascensor y lamía los diferentes escupitinajos del suelo. Susana puso el pie en la puerta para que la puerta del ascensor no se cerrase, y cuando terminó de cumplir con los deseos de Ama Angela.

Sonia les dio las gracias a todas las amigas de sus hijas, e hizo la reverencia ante ellas, las cuatro chicas, para detrás besarlas sus botas negras. Cuando termino se dio la vuelta para meterse en su casa, cerrando la puerta a cuatro patas como la esclava y perra que se había convertido. Esto les dejó en estado de shock a las cuatro chicas viendo todos esos momentos tan extraños que les había parecido muy fuerte. Ellas subieron las escaleras para meterse en la casa de Estefanía, donde todas estuvieron hablando sobre lo que había sucedido. Se preguntaban –¿Quién era esa Ama Angela o qué había pasado con Sonia? –¿Por qué se había convertido en esclava de esa chica llamada Ama Angela? Todo eran dudas e incertidumbres, pero todas las chicas cuyos nombres eran los de Estefanía, Sara, María y Susana estaban calientes, y para ponerse los pijamas se tenían que quitar la ropa, por lo que se quedaron desnudas, sólo con la ropa interior y vieron que estaban muy excitadas por ver esas escenas de sexo BDSM. En espacial Estefanía, que había mojado sus bragas, notándose unas grandes machas de su humedad de sus fluidos por sus piernas y en sus bragas. –¡Vaya Estefanía y Sara, habéis mojado mucho vuestras bragas! –dijo María, mientras Susana se reía de la situación.

Sara reconoció que se había excitado al ver la situación cuando vio de rodillas a Sonia con el collar en el cuello. –Y Estefanía reconoció haberse excitado al verlas. Entonces sus amigas la preguntaron. –O sea que cuando las vistes a las dos, ¿te excitaste? –preguntó Susana. –Si creo que sí, pero fue cuando me saludó al bajar a las escaleras para reunirme con vosotras en la cafetería. –respondió Estefanía. –¡Dime qué es lo que sucedió exactamente! ¬–preguntó Susana. Estefanía empezó contando que cuando ella bajaba por las escaleras se cruzó con Sonia y con esa chica. –¿Y qué sucedió? –preguntó Susana con cierta curiosidad. La verdad que la interrumpió que no la dejó continuar con lo que iba a decir. Las cuatro chicas estaban muy exaltadas, excitadas porque en ese momento todas estaban tenían sus bragas manchadas, estando muy mojadas. –Pues que las salude al verlas, y ella se presentó diciendo –“Buenos días yo soy Ama Angela”. –dijo Estefanía. –Entonces la saludé “Buenos días Ama Angela” “Buenos días Sonia”, dije yo nerviosa. Pero cuando terminé de saludar ella me miro, y dijo. –esclava blanca, lame mis suelas de mis botas, mientras que escupía al suelo mientras me miraba, obligando a que su esclava Sonia lo lamiera. –Creo que fue ahí cuando me mojé mucho las bragas, por lo que me marché corriendo, cuando me volvió a decir. –Hasta luego, Estefanía. Por lo que volví a responderla –Si Ama Angela hasta luego, mientras que ella seguía jugando con su esclava Sonia. –respondió Estefanía, poniéndose colorada. Esta confesión de Estefanía las había puesto muy cachondas a sus amigas tanto a Sara, a María como Susana, que tenían todas sus bragas mojadas y estaban echando fluidos vaginales pringándolo todo.

–Joder, tía, nos has puesto cachondas a las tres, pero ver esas escenas, etc. –dijo María. –Ha sido lo más fuerte que hemos visto. –dijo Sara. –Pero necesito hacerme un dedo no puedo aguantar más. –respondió Susana. Esas palabras habían excitado tanto a las chicas que Susana empezó a meterse primero un dedo luego dos hasta que tenía tres o cuatro dentro, metiéndoselos y sacándoselos a una velocidad cada vez más rápida mientras gemía como una perra. Esto hizo que María empezara hacer lo mismo para luego meterse el boliche de una de las patas de la cama que tenía forma redondeada con aspecto con una forma de un pene de hombre. En cambio, Sara estaba con el mango de una raqueta de Estefanía, metiéndosela mientras gemía de placer, gritando soy una zorra guarra, –¡Fóllame por favor mi Ama Angela! Mientras que Sara se puso a meterse un desodorante a cuatro patas mientras emitía unos gemidos tan altos como los de sus amigas, diciendo todo el rato “soy una guarra, una puta sumisa, una cerda asquerosa, una perra blanca de mi Ama Angela”. –decía Estefanía junto con sus amigas que lo repetían igual entre las cuatro como si fueran un coro de un grupo musical de la televisión. Al no poder soportar más la situación límite, todas, se corrieron al unísono, gimiendo como perras en celo. – ¡¡¡Aaah!!!! ¡¡¡aaah!!! ¡¡¡Aaah!!! –Gritando todas juntas. –Sí gracias mi Ama Negra Angela.

Pero no paró ahí la cosa, todas se pusieron a lamerse su coño formando un círculo como en una película porno. Todas alcanzaron tanta excitación, lamiéndose como autómatas que se corrieron al unísono, echando sus fluidos y squirts en el suelo, por sus piernas y por sus caras, mientras seguían lamiéndose entre sí, como si estuvieran poseídas por la lujuria y el sexo. –Mnn, –Mnn, –Mnn. Se escuchaban todos esos gemidos altos con frases obscenas como

–“Soy su esclava mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad mi Ama Negra Angela.”

Cuando la madre de Estefanía, abrió la puerta de la calle según venia del trabajo, y escuchó sonidos extraños, pero no tenía ni idea de todo lo que estaba pasando. Por un momento pensó que su hija junto con sus amigas estaba, viendo una película en la habitación, y que esos extraños sonidos procedían de una película. Bueno decía la madre para sí misma, al menos están en casa sin hacer ninguna trastada. La madre dio un portazo para hacer saber a su hija junto con sus amigas, que había llegado a casa del trabajo, porque hace unas horas su hija la había pedido permiso para decirla, que iban a venir sus amigas y que se quedarían para. La madre le había dicho que tenía que irse esa noche por lo que no podía quedarse, así que la presencia de las amigas le vino bien para que su hija no estuviera sola en la casa. Las chicas al escuchar el sonido se pusieron nerviosas y se levantaron rápidamente, cogieron unas toallitas para limpiar el suelo, el desodorante, la raqueta de tenis y el boliche de la cama que estaban pringados con flujos de ellas.

Todas estaban desnudas manchadas con sus flujos vaginales y squirts de todas e incluso lo tenían por la cara y por su boca. Eran todas unas guarras, unas zorras de campeonato que habían tenido sexo entre ellas en un estado de celo total que las llevó al haber visto todas esas escenas de sexo tan obscenas para ellas. Entonces Estefanía se puso la bata, saliendo al pasillo donde vio a su madre para saludarla, diciéndola, que se estaban duchando su baño. –¡Vale, hija! –dijo su Madre que se llamaba Gloria. –Cariño, esta noche y mañana y puede que pasado no a estar en casa, tengo que irme por motivos de trabajo, por lo que la presencia de tus amigas me viene bien para no estar sola. Sara, Susana y María se metieron rápidamente en pelota picada en la ducha hasta que llegó Estefanía, metiéndose dentro de la ducha con ellas. –Date prisa, tía. –dijo María. –Ya pero no se hace en 5 minutos. –respondió Susana. –Vaya marronazo jajaja. –dijo Sara. –¿Creéis que nos ha escuchado chicas? –preguntó Estefanía, todo nerviosa. –No sé, parece que no. –respondió Sara. –Ha sido todo muy fuerte, tía. –dijo María. –¡Qué zorra que eres Estefanía! –dijo María. –Llamando todo el rato a tu Ama Angela. –dijo María. –¿Qué eres una puta sumisa esclava como Sonia? –Preguntó María. –No lo sé, o sea, pero me he corrido como nunca. –respondió Estefanía, poniéndose roja por la vergüenza. –Déjalo ya, María. –dijo Susana. –La verdad que tanto tú como yo junto con Sara, también lo hemos repetido todo el rato, así que todas somos unas putas zorras cerdas sumisas y esclavas de nuestra Ama Negra Angela, y además lo hemos repetido todas juntas a la vez. –dijo Sara. –Si es verdad chicas, nos hemos puesto cachondas al decirlo en alto mientras nos corríamos. –dijo María.

–Pero nuestra Ama Negra Angela, no lo sabe y desconoce que nos hemos masturbado pensando en que ella nos humilla y nos denigra completamente como hizo con su esclava Sonia. –dijo Estefanía. –Si es verdad. –dijeron todas juntas, que putas sumisas somos. –Además, lo hemos hecho a escondidas, que es lo peor de todo. –María. –Si, y creo que tendremos un castigo por parte de nuestra Ama Negra Angela. –dijo Susana.

–Entonces todas dijeron gritando a la vez

–“Somos esclavas y perras blancas de nuestra Ama Negra Angela, le pertenecemos y somos de su propiedad de nuestra Ama Negra Angela para servir y obedecer a nuestra Ama Negra Angela.”

Mientras se miraban la una a la otra, lo repetían hasta veinte o treinta veces como en un bucle, memorizando las frases en sus cabecitas esas frases, excitándose nuevamente y chupándose el coño una la otra, arrodillándose entre ellas, y besándose los pies entre ellas, lamiéndoselos entre ellas, se sentían humilladas y denigradas, y eso las excitaba tanto que gemían de placer al pensarlo. Estaban totalmente cachondas, excitadas las cuatro después de hacer eso. Por lo que estaban pensando en más cochinadas por hacer. –¿Nos desnudamos y vamos a cuatro patas por la casa y escaleras, ladrando, lamiendo el suelo, nuestras botas y calzados? –¿Lo hacemos, tía? –preguntó María. –¿El qué María? –Preguntó Susana. –Mi madre se ha ido unos días, así que estamos solas. –respondió Estefanía. –Haced lo que yo hago, creo que nos lo pasaremos muy bien. –dijo María. –Mira que eres perra María. –dijo Sara. –Pues igual que tú, tan zorra y puta sumisa como Sara y Susana, también. –respondió María. Estefanía sacó unas cuerdas que con unas tijeras las cortaron en cuatro trozos para hacer cuatro collares con su correa.

De esta manera, hicieron un nudo para el collar y el resto de la cuerda simulaba la correa. Entonces se las ataron a su cuello, simulando que eran sus collares de perras esclavas. De esta manera, unas detrás de otras salieron de la habitación a cuatro patas ladrando –guau, –guau –guau, como perras esclavas que querían ser. Estefanía había colocado su móvil grabándose toda la escena en la habitación, pero Sara había puesto el suyo en el baño, grabándolo todo, mientras que Susana y María habían puesto su móvil por el salón, el pasillo y la puerta de la calle. De esta forma salieron a cuatro patas ladrando como perras y diciendo la frase que habían escuchado y que les había hecho excitarse tanto para perder la vergüenza al verse así denigradas y humilladas entre ellas que las hacia mojarse sus partes íntimas deslizándose una humedad por sus muslos de sus piernas. Iban lamiendo los flujos dejados de una detrás de la otra y así sucesivamente. Una de ellas empezó a lamer las botas de otra de ellas, así que fueron una a una, lamiendo sus botas para verse así humilladas completamente. –¡Vamos lame esclava! –decía una de ellas diciendo soy tu Ama Negra Angela. Mientras que las otras lo iban diciendo y todas empezaron a lamer las botas.

Sara lamía las botas de Susana, Susana lamía las botas de Sara y María Lamía las botas de Estefanía y Estefanía lamía las botas de Sara. Estuvieron por lo menos una media hora dejando todas las botas limpias como los chorros del oro. Se atrevieron con las suelas de sus botas que estaban asquerosas ya que unas tenían chicle otras cacas, pero eso les ponía, ser humilladas así de esa manera. Quizás antes de ese día hubieran dicho que eso era una estupidez y menuda una risa, y no les hubiera gustado, pero al ver esas escenas las habían enloquecido de placer, de lujuria, y ahora no querían parar, necesitaban sexo duro de tipo BDSM. Una vez que todas habían agotado todas las humillaciones que podían hacer, se les ocurrió la idea de lamer las botas de su madre así que fueron todas a cuatro patas como perras en celo para lamer todas la botas, zapatillas, sandalias y zapatos de tacón altos, hasta que se saciaron diciendo cada vez que acababan “Somos esclavas y perras blancas de nuestra Ama Negra Angela, le pertenecemos y somos de su propiedad Ama Negra Angela para servir y obedecer a nuestra Ama Negra Angela.”

–¡Qué más podemos hacer Estefanía? –preguntaron todas juntas. –Yo escuché que hacían todo esto, junto con lo que hemos visto. –respondió Estefanía. –Ya está. –dijo Susana. –Vamos al descansillo, escupimos en el suelo y que cada una lama el escupitinajo de la otra. –dijo Susana. –bebed agua para que meamos en el suelo también. –dijo Sara. –También, podemos lamer el suelo donde piso nuestra Ama Negra Angela. –dijo María, toda cachonda por hacer algo tabú y prohibido. –Vale, vamos. –dijo Sara. Todas con la cuerda cogidas con su boca salieron al rellano. De esta manera la primera cogía su cuerda con la boca para llevársela a su Ama Negra Angela, cogía la de atrás así de esa forma todas eran tiradas por su correa, excitándose más como si su Ama Negra Angela estuviese ahí. Ellas bajaron por las escaleras al piso de Sonia. Allí escupieron en el suelo y empezaron a lamer los escupitinajos, lamieron el suelo donde había pisado Ama Angela y empezaron a mear un poco cada una para lamerlos juntas, hasta que llamaron al ascensor para meterse dentro para escupir y mear un poco en él para lamerlos. Estaban muy salidas, excitadas por lo que bajaron por las escaleras pasando por todos los rellanos de cada planta. En uno de ellos salía una madre con su marido, hija e hijo, que al verlas preguntaron. –¿Qué estáis haciendo así chicas? –¿Por qué vais desnudas a cuatro patas como si fuerais perras? –preguntó la madre. Y todas contestaron.

–“Somos esclavas y perras blancas de nuestra Ama Negra Angela, le pertenecemos y somos de su propiedad Ama Negra Angela para servir y obedecer a nuestra Ama Negra Angela.”

Por lo que el matrimonio se marchó por el ascensor asombrados, sin decir nada salvo por escandalizarse al verlas de esa manera. En otros rellanos se cruzaron con un grupo de cuatro chicas qué al verlas así, y más aún ver a Estefanía, preguntaron. –¿Qué haces así Estefanía? –¿Qué hacéis todas con una cuerda al cuello como unas perras, y además, desnudas? –Otra vez todas respondieron.

–“Somos esclavas y perras blancas de nuestra Ama Negra Angela, le pertenecemos y somos de su propiedad Ama Negra Angela para servir y obedecer a nuestra Ama Negra Angela.”

–Vaya así que es eso. –dijeron ellas que se llamaban Claudia, Helene, Sofia y Gloria. –He visto que son esclavas que les gusta la humillación, la denigración. –dijo Gloria. –Les ordenan todo tipo de cosas denigrantes como lamer botas, pies, saliva, meados. –dijo Helene. –Pegarles con látigo y varas, y tratarlas como perros. –dijo Sofia. –¡Poneros delante nuestra, de rodillas mirando al suelo, esclavas! –ordenó Claudia. –Soy Ama Claudia. –ordeno ella. –¡Vamos, putas sumisas, cerdas asquerosas! –dijo Ama Gloria. –¿A qué estáis esperando esclavas? –dijo Ama Sofia. Mientras que escupieron todas en el suelo. –Ya sabéis lo que tenéis que hacer. –dijo Ama Helene, que era una chica negra. Todas se pusieron delante de ellas respondiendo. –Si Ama Helene, –Si Ama Claudia, –Si Ama Sofia, –Si Ama Gloria. –respondieron las esclavas. Empezaron lamiendo los escupitinajos, para luego pasar a lamer sus botas, mientras hacían la reverencia, que cautivó a todas las Amas jóvenes, para empezar a lamer las botas de sus nuevas Amas. En ese momento, salían unos chicos que bajando por las escaleras las vieron desnudas a cuatro patas, lamiendo las botas a otras chicas. Todos se preguntaron –¿Qué era lo que estaba sucediendo? Pero las Amas los miraron con una mirada seria que les hicieron irse mientras otra decía son nuestras esclavas y nosotras somos sus Amas Dominantes. –¡Si os gusta poneros de rodillas y admitir que sois esclavos como ellas! –dijo Ama Helene, toda excitada por la situación. Los chicos se marcharon con una gran excitación ya que ellas les vieron los paquetes en los pantalones, mientras se reían juntas de ellos. Las esclavas seguían lamiendo e incluso se sentaron para que les lamieran las suelas.

Entonces una dijo –Tengo ganas de hacer pis. –dijo Ama Claudia. –No te preocupes, no tienes que ir a casa. –dijo Ama Helene. –Si nuestras esclavas van a ser nuestros urinarios. –dijo Ama Gloria. –Siempre quise mearle a alguien en la boca. –dijo Ama Sofia. –Venga esclavas blancas poneros de rodillas todas. –dijo Ama Helene. –Vega putas sumisas de rodillas ya. –dijo Ama Claudia. Todas se pusieron delante de una Ama abrieron la boca para que su Ama la meara en la boca. Todas empezaron a mearlas dentro de su boca mientras tragaban todo y parte de orina, se caía al suelo. Pero ellas, las mearon por encima de su cabezas, cuerpo y cara, dejándolas meadas humillándolas y denigrándolas. –¡Limpiadlo todo con vuestras lenguas, esclavas! –dijeron ellas. –Bueno, Ha sido un placer, marchándose riéndose de ellas. –dijo Ama Claudia. –Ya sabéis, si queréis más ya sabéis donde vivimos. –dijo Ama Helene. Estas se agacharon para lamer los escupitinajos y el resto de la orina del suelo. Mientras, las jóvenes Amas lo vieron antes de irse, bajando por las escaleras. –Mira, tía lo que están haciendo. –dijo Gloria. –Si, tía. –dijo Sofía. –¡Qué fuerte me parece! –dijo Claudia. –No te preocupes que les ha gustado, no ves lo felices que son. Estas repiten más veces. –dijo Helene. –¡Ja, ja, ja, ja! Las esclavas cuando terminaron bajaron por las escaleras hasta el portal en donde vieron escupitinajos en el suelo por todas partes. Se ve que Ama Negra Angela o las otras Amas de hace un momento habían escupido en el suelo por todas partes e incluso se habían meado por todo el suelo del portal, esperando que su esclava Sonia se atreviera a bajar para buscarla y así poder humillarla, denigrarla más abiertamente, y quizás sacarla por la calle para emputecerla más aún. Entonces ellas se pusieron cachondas tanto que fueron una a una lamiendo todos los escupitinajos y charcos de orina del suelo del portal hasta que saciaron su necesidad de esclavitud. Entonces vieron un papel doblado en una esquina, el cual desdoblaron para leerlo

–“Si te has atrevido a bajar, obedeciendo mis ordenes, eres capaz de salir a la calle para buscarme en el banco del parque, en el cual te seduje, te sometí y te dominé hasta doblegarle. Te espero en el banco tu Ama Negra Angela y tu Dueña, esclava.” –“No olvides salir desnuda de rodillas como la esclava perra que eres, con tu mirada al suelo.”

Esta nota hizo mojarse más a las chicas que pensaron vaya, –¿Y si vamos nosotras en lugar de Sonia? –Era una locura pensó esclava Susana. –No nos conoce y no somos sus esclavas. –dijo Sara. –Si, hemos fantaseado y jugado creando esa ficción. –dijo Estefanía. –dejemos todo como está, esclavas. –dijo María. –Vamos a subir antes que nos vean o venga otra persona. –dijo Sara. –Que ya hemos tenido bastante experiencia de BDSM con nuestras compañeras de universidad Helene, Claudia, Sofia y Gloria. Entonces en ese momento, entraron las dos hijas de Sonia y las pilló así en pelota picada. –¿Qué hacéis así todas chicas? –preguntó Clara. –Y Lucía preguntó –¿Y tú Estefanía? –¿Qué haces así desnuda con una cuerda al cuello como si fueras una perra? Las chicas una ve pilladas, confesaron todo lo que había pasado.

–“Somos esclavas y perras de nuestra Ama Negra Angela, le pertenecemos y somos de su propiedad para servirla y obedecerla.”

Clara y Lucía no se lo podían creer, así que pasaron del tema yéndose a casa mientras se reían a carcajadas. Pero antes de irse Lucía les dijo que si eran esclavas perras blancas que les besaran y lamieran sus botas para demostrárselo. Por lo que todas se acercaron a ellas hicieron la misma reverencia que vieron a hacer a Sonia, y empezaron a besar sus botas para lamérselas después, una a una detrás de otra, fueron haciendo y repitiendo. –¡Vaya, lo quise decir en broma, pero vais en serio, esclavas perras blancas! –dijo Lucía, que se llamaban Susana, Sara, Estefanía y María –¡Vámonos a casa Lucía que mama nos estará esperando! –dijo Clara. Pero ambas se pusieron a mearse en el rellano, escupiendo en el suelo hasta que se quedaron sin saliva. –¡Hasta luego esclavas asquerosas! –dijeron ambas, subiendo por el ascensor, mientras se reían de ellas. –¡Vamos, ladrad, que queremos oíros, esclavas! –dijo Clara. –¡Guau, guau, guau! –dijeron todas ellas. Entonces comenzaron a lamer las meadas y los escupitinajos de Clara y de Lucia. Ambas se quedaron mirando como iban lamiendo el suelo y limpiándolo con sus lenguas sin decirles nada. Las puertas se cerraron, marchándose ellas. Cuando todas las chicas habían terminado de lamer todo el suelo, pensaron que ya era hora de marcharse de allí. –¡Vámonos chicas a casa! –dijo Estefanía, que creo que ya hemos tenido suficiente por hoy.

Entonces sucedió lo que no tenía que haber sucedido. Hizo acto de presencia Ama Negra Angela. Ella había estado esperando sentada en el banco, esperando a su esclava blanca Sonia, pero decidió ir a buscarla para castigarla. Al entrar en el portal se quedó mirando, pillándolas a todas de rodillas a cuatro patas con sus collares con correas hechas con cuerdas. Además, todo el portal estaba limpio de sus escupitinajos y de sus charcos de orina. Angela se quedó mirándolas con una sonrisa en la boca hasta que empezó a reírse a carcajadas por encontrarse esa situación. Entonces dijo. –¡Vaya, vaya, vaya, pero si no es la chica llamada Estefanía, la que está de rodillas en su propio portal con una cuerda atada al cuello como si fuese un collar de perro! –exclamó Ama Angela. –“Si mi Ama Angela, esta esclava blanca se postra a sus pies para ser de su propiedad y pertenecerla mi Ama Negra Angela.” –dijo Estefanía, mientras bajaba su mirada al suelo donde estaban las botas de Angela, acercándose a ella con la mirada en el suelo, esperando sus órdenes como su nueva esclava Estefanía. –¿Y todas vosotras esclavas blancas? –preguntó Ama Angela. –¿Qué no os conozco de nada, perras zorras? –dijo Ama Angela, haciendo que todas se mojasen y que toda su humedad bajara por sus muslos hasta el suelo, nada más insultarlas verbalmente. Todas se acercaron a cuatro patas con la mirada en sus botas mirando al suelo y dijeron. ––“Si mi Ama Angela, estas esclavas blancas se postran a sus pies para ser de su propiedad y pertenecerla para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela.” –dijeron todas una detrás de otras mientras Ama Angela lo estaba grabando todo. -Muy bien mis esclavas blancas, id lamiendo como mis esclavas perras que sois. Ama Angela fue escupiendo delante de cada una de ellas uno por cada esclava, mientras cada una de las esclavas fueron lamiéndolos obedeciendo sus órdenes. –Bien, perras, así me gusta obedientes y fieles a vuestra Ama y Dueña. Repetidlo nuevamente y quiero que lo gritéis bien alto. –¿Quiénes sois? –¿Qué sois? –¿Quién soy yo? ¿A quién pertenecéis? –pregunto Ama Angela. Las chicas ya siendo sus esclavas blancas dijeron.

–“Soy Estefanía, soy esclava y perra de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela”

–“Soy Susana, soy esclava y perra de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela”

–“Soy María, soy esclava y perra de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela”

–“Soy Sara, soy esclava y perra de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela”

–Muy bien mis esclavas blancas. –dijo Ama Negra Angela.

Angela se sentía feliz y contenta había sometido a otras cuatro chicas jóvenes como ella, que ya eran sus esclavas y perras blancas. Pero como eran estudiantes como ella, no disponían de mucho dinero así que les dijo lo siguiente. –Quiero que cuando vayáis a vuestras casas me mandaréis una transferencia de 150 euros mensuales, esclavas. Pero ahora por haberos convertido en mis esclavas, me pagáis 120 euros por adiestraros, domaros, someteros y doblegar vuestra mente hasta que seáis las esclavas sin voluntad que deseo. Desde ese momento sólo viviréis para servir a una Ama o un Amo. –ordenó Ama Negra Angela. Todas respondieron –Si mi Ama Negra Angela, dando toda la felicidad a su Ama y Dueña. –Debéis poner como motivo vuestro nombre, apellidos, lo que sois, quien soy yo y porque me abonáis esa transferencia, que como es lógico la razón es “Por adiestrarme, someterme, domarme y doblegarme a mi Ama Negra Angela.” –dijo Ama Negra Angela. –Si mi Ama Negra Angela, respondieron todas una detrás de otra. –Y como veo que está todo limpio en el portal, vamos hacer una cosa. –dijo Ama Angela. Angela fue escupiendo por todas partes, además iba metiéndose chicles en la boca que los masticaba en su presencia y luego los tiraba al suelo para pisarlos, dejándolos pegados en el suelo todo sucios. Después de eso fue meando por todas partes, dejando charcos de orina por todo el portal, mientras se reía ante la atenta mirada de sus nuevas esclavas, diciéndolas. –Miradme todas esclavas blancas tontas y estúpidas, que me entregáis vuestra libertad a cambio de obediencia, respeto y sumisión. –ordenó Ama Angela.

Todas la estuvieron mirando hasta que terminó de hacer pis, de escupir y de tirar chicle. –esclavas a lamer se ha dicho, dejad el portal limpio que mirad que asqueroso está el portal. –Menuda gente guarra vive aquí, –¡Qué asco la verdad ser vecina de este portal! –dijo Ama Angela. En ese momento, llegaba una vecina junto con su esposo que abrían la puerta del portal. –Perdone usted, pero ¿Nos puede dejar pasar qué vamos a nuestra casa? –preguntó la mujer muy educadamente. –Claro, pasen ustedes, pero tengan cuidado de no pisar a mis perras blancas. –dijo Ama Angela. El matrimonio fue pasando mientras las esclavas de Ama Angela, estaban lamiendo escupitinajos, meadas de pis y masticando chicles del suelo con mucha mierda y suciedad. –Antonio, cierra la boca, que estás babeando. –dijo su mujer Beatriz, que entonces reconoció a Estefanía allí lamiendo la orina del suelo. –Pero Estefanía ¿qué estás haciendo así? –preguntó la vecina suya, y bueno tus amigas de clase que las conocía de haberlas visto alguna vez venir a su casa. –Puedes hablar, esclava Estefanía. –ordenó Ama Angela. –Soy esclava y perra blanca de mi Ama Negra Angela, que es está chica, le pertenezco y soy de su propiedad como su perra y esclava, que vive para servirla y obedecerla. –respondió la esclava Estefanía, volviendo a lamer la orina del suelo. –Tanto Beatriz como su marido Antonio se quedaron con los ojos abiertos, y exclamaron. –¡Menuda juventud, se ha echado a perder el mundo! –dijo Beatriz, mientras que Antonio le decía si cariño si, se ha echado a perder, marchándose en el ascensor.

Cuando terminéis me contáis como os he encontrado así predispuestas para ser mis esclavas, porque no os conocía salvo a Estefanía que la vi pasar por la escalera, y lo único que hizo fue saludarme diciendo “Hola Ama Angela y Si mi Ama Angela” que entonces supe por sus machas en sus bragas que habían manchado su falda que iba a ser mi esclava y sumisa blanca, pero vosotras no lo entiendo. Entonces, todas fueron diciéndola a su Ama Angela como habían llegado a esa situación de estado de entrega y sometimiento tan denigrante y humillante, ya que ella no había hecho nada. Cuando ella ya se enteró, empezó a entender lo que había pasado. Ellas eran chicas que no conocían ese mundo de nada, pero la impresión que le dio cuando vieron a su esclava Sonia, les había marcado y habían evolucionado mucho en poco breve espacio de tiempo. Angela subió con ellas por las escaleras, mientras ellas subían a cuatro patas detrás de ellas y cogidas por la cuerda como corresponde a una Ama con sus perros. En cierta planta, en la cual vivía su esclava Sonia, se escuchaban gritos, gente enfadada y discutiendo entre ellos. –Mama, ¿Qué haces así? –¿Por qué tienes una letra A marcada más abajo de la cintura? –¿Qué eres esclava y perra blanca de esa Ama Negra Angela? –¿Encima has estado lamiendo nuestros calzados, no sólo los tuyos sino los de papa también? –¿Estás mal de la cabeza mama? –dijeron Clara y Lucía, muy molestas por toda esa situación que estaban viviendo.

Angela mientras se quedó escuchando la discusión del portal, miraba a sus esclavas blancas diciéndolas, –Si eres una esclava y una perra tarde o temprano saldrá a la luz, y lo siento por esas hijas pijas, pero su mama es mi esclava blanca, yo soy su Ama Negra Angela como lo sois ahora vosotras, esclavas. –¿Verdad mis esclavas blancas? –preguntó Ama Angela. –Si mi Ama Negra Angela. -dijeron todas en voz alta escuchándose por todo el rellano. –Vamos, esclavas, seguid a vuestra Ama Negra y Dueña a la cual pertenecéis y sois propiedad ahora. –ordenó Ama Angela. Subir detrás de mí, y además quiero que ladréis. –dijo Ama Angela. –Guau, guau, guau, guau. –ladraban las perras blancas.

Todas la siguieron hasta que llegaron al piso de Estefanía que estaba su puerta abierta así que Angela pasó y detrás de ella, pasaron ellas a cuatro patas como perras que eran. Bueno esclavas id diciéndome con la cabeza donde están vuestros móviles para mandarme los vídeos que serán la prueba de juramento que os denigrará más ante mí, esclavas blancas. –ordenó Ama Angela. Todas fueron mostrando donde habían puestos sus móviles y fue cuando empezaron a enviárselos a su celular, a realizar la transferencia de 270 euros cada una de ellas con el motivo por PayPal. Luego comenzó a verlos mientras las tenía de rodillas mirando al suelo con las manos en el suelo y la cabeza pegada a él. –Angela no hacía más que reírse a carcajadas ja, ja, ja, ja, ja, ja. -decía Ama Angela. –Chicas estáis salidas y necesitadas de sexo. –dijo Ama Angela. –No sé si sois esclavas de verdad o si son las hormonas por la edad que tenemos. –De todas formas, os tendré como mis esclavas, porque me encanta tener esclavas de mi edad, nos lo vamos a pasar como enanas. –dijo Ama Angela. Ella empezó ordenando –Id lamiendo mis botas una a una. Primero fue María, que la veía como menos sumisa, luego Susana, detrás Sara y por último Estefanía. Todas lamiendo varias veces sus botas hasta hartarse de lamer y saborear sus botas, que ella miraba y decía que se las habían dejado muy limpias.

La verdad que parecían unas botas nuevas, y eso le encantó. No pasaba nada, porque con andar por ahí unas horas, pasar por un parque y estaba todo solucionado, volvería a tener las botas sucias de nuevo. –esclava, descalzadme, ve oliendo mis botas 5 minutos para pasársela a la esclava que estaba al lado. –ordenó Ama Angela, mientras llamaba por teléfono a su amiga Bárbara. –¡Hola, corazón ¿qué tal estás? –preguntó Angela. –Bien, Angela, estoy aquí en una sesión con un esclavo asqueroso y mierda que está hecho. –respondió Bárbara. –Mira Angela. –dijo Bárbara, mientras abría una videoconferencia mostrando al esclavo, mientras le meaba en la boca en pleno parque y desnudo. –jajaja, que risa amiga. –dijo Angela, pues mira lo que tengo yo aquí. –dijo Angela, enseñándola a las cuatro esclavas que tenía lamiendo sus pies, metiéndose los calcetines meados en su boca. –Ja, ja, ja, ja madre mía cuantas esclavas blancas tienes. –dijo Bárbara. –Ya me contarás cómo ha sido todo. –dijo Bárbara. –Claro, sin problemas, pero puedes comprar seis collares con sus cadenas. –preguntó Angela. –Si, tengo por aquí un esclavo negro que puedo mandarte ahora. –dijo Bárbara. –No me digas ¿Has sometido a Arturo? –preguntó Angela. –Si, hace dos días se puso a mis pies y me confesó que soñaba con tener una Ama Blanca y que fuese su Ama. –dijo Bárbara. –Me parece estupendo, mándamelo con lo que te he dicho. –dijo Angela, mientras escribía los nombres de los collares. –dile que tienen que ser para chica finitos de color de plata y preciosos para unas chicas guapísimas. –dijo Angela. –vale, ya lo he apuntado, esclavo negro ven mira a tu ex novia Angela, y díselo. –ordenó Ama Bárbara.

Ella puso el móvil en el banco y le vio venir desnudo a cuatro patas con un collar con una cadena que ponía esclavo Arturo y propiedad de Ama Bárbara. –Hola, esclavo, ¿Qué tal estás Arturo? –preguntó su exnovia Angela. –Estoy bien, mi Ama Angela, besos sus pies y la pido perdón mi Ama Angela. –respondió Arturo. Angela se reía bien de él, pero a carcajada limpia, pero no decías que esto no te gustaba, que era malo y que estaba mal esclavo. –preguntó Ama Angela. –Al principio sí, pero luego un día me empezó a gustarme y me pillo mi Ama Bárbara, masturbándome mirando sus vídeos mi Ama Angela. –respondió el esclavo Arturo. –Vale, ya hablaremos tú y yo, esclavo negro. –dijo Ama Angela. –Ya sabes lo que debes de hacer en mi presencia, se lo has visto hacer a otros esclavos blancos, pero ahora tu eres un esclavo negro inferior a ellos, y como tal te voy a tratar, como la mierda asquerosa que eres, un cerdo asqueroso, un guarro, un puto sumiso de mierda y una zorra mariquita, que vamos te vas hartar a chupar vergas, tragar semen y a ser follado como una perra en celo que eres. –dijo Ama Angela, bastante enfadada. –Si mi Ama Angela, ahora soy suyo, le pertenezco y soy de su propiedad mi Ama Negra Angela, la serviré y la obedeceré mi Ama Negra Angela. -respondió a su exnovia ahora su Ama Negra y Dueña de todo su ser. –Bueno Bárbara cuídate y dale mucha caña a este cerdo esclavo negro de mi parte y dile que traía los dispositivos para mis esclavas blancas. –dijo Angela. –Si, claro sin problemas, pásalo bien con tus esclavas blancas. –dijo Bárbara.

–Bueno esclavas, poneros en fila, una al lado de la otra, y abrid las bocas, que quiero que os lo traguéis todo, y lo que se os caiga al suelo, lo vais a lamer todo. –ordenó Ama Angela. Ella se pudo desde la izquierda a la derecha fue meando en sus bocas mientras ellas lo tragaban obedientemente. Eso fue algo que le encantó a Angela que sus esclavas la obedecieran. Ahora iba a venir lo más difícil así las ordenó ponerse de espaldas y las ató las manos a la espalda con los pies. De forma que estaban inmovilizadas, ya que no podían moverse. Angela sacó un látigo que tenía en el bolso preparado para una sesión que iba tener dentro de unas horas, así que aprovechó para usarlo. Además, era nuevo y había que estrenarlo, quería practicar un poco con ellas para que cuando viniera su ex novio de mierda que ahora era su esclavo negro. Le iba a enseñar bien lo que era ser un esclavo negro, ya que la había engañado y mentido cuando ella le propuso muchos juegos como novia, y que no sería su esclavo sino un amante, su novio. Él le dijo que no le gustaba, y lo que era peor que una amiga suya Bárbara lo había sometido y no ella, que había sido su novia tan solo hace unos días de tiempo, y eso era lo que más le jodía de todo, porque si se lo dice a ella. Para ella que lo amaba sería como un esclavo libre que podría practicar todo a su voluntad y no sólo a la suya.

Angela empezó dando latigazos fuertes una detrás de otra mientras las esclavas chillaban su nombre, dándole las gracias mientras contaban. –¡Zas, Zas, Zas! –hablaba el látigo. –Uno mi Ama Angela, muchas gracias mi Ama Angela. –decían las esclavas según les tocaba una detrás de otra. Angela estuvo dándoles de latigazos durante bastante tiempo hasta que tocaron el timbre de la puerta. Entonces se tomó un descanso para ir a mirar quien era, mientras las esclavas jadeaban sudando por los latigazos seguidos. Miró por el telefonillo, que parecía que tenía cámara con pantalla. –¿Quién es? –preguntó Angela. –Soy yo su esclavo negro Arturo. –respondió de rodillas, desnudo con un collar al cuello con una cadena y una bolsa en la boca. Angela era un pedazo de zorra de mucho cuidado, le dejó unos 15 minutos diciéndole, –esclavo espera, cuando te lo ordene, subes por las escaleras. –dijo Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió el esclavo negro Arturo. La gente pasaba mirándole con cara raras mientras el miraba al suelo esperando a que le ordenara entrar. Cuando pasaron 10 minutos, le dijo. –Lame la baldosa de la puerta con la lengua, esclavo. –Si mi Ama Angela. Arturo empezó a lamer la baldosa de la puerta con la lengua, mientras que las mujeres mayores, las chicas jóvenes pasaban por delante y lo veían desnudo con un collar en el cuello, mientras lamía el suelo de la puerta.

Algunas se reían al verlo, insultándole, humillándolo más hasta que dos chicas universitarias se acercaron para preguntarle –¿Por qué estaba así? ¿Y su motivo para hacer eso? El caso es que una de ellas era una chica negra muy guapa y la otra era una chica blanca muy guapa. –Oye, perdona ¿Te sucede algo? –preguntó la chica negra que se llamaba Deiya. –“Soy un esclavo y perro negro de mi Ama Negra Angela, le pertenezco, soy de su propiedad de mi Ama Negra Angela. –respondió el esclavo. –¿Y por eso estás así y lamiendo el suelo? –¿Por qué te lo ha ordenado tu Ama? –preguntó la chica blanca Elisa, con cierta curiosidad al verlo. –Si Ama Deiya y Ama Elisa. –respondió el esclavo negro, poniéndose delante de ellas para besarlas las botas negras que llevaban para posteriormente lamerlas con toda tranquilidad y dedicación. Ellas se sentaron en la baldosa de la puerta que habían visto como el esclavo negro había limpiado con su lengua. Entonces el esclavo negro empezó a lamerles las suelas de sus botas negras mientras la gente pasaba, mirándolos con una cierta curiosidad. Esto no pasaba desapercibido para su Ama Negra que se asomó a la pantalla para ver lo que hacía. –Muy bien, esclavo negro. –dijo Ama Angela. –Lo hacéis muy bien Deiya y Elisa –¿Queréis pasarlo muy bien? –preguntó Ama Angela. –Si claro, nos encanta el BDSM y al verlo nos apetecía dominarlo, tanto a mi como a Elisa, nos fascina el tema de la dominación y sumisión del hombre o de mujeres. –respondió Ama Deiya.

–Subid con el esclavo negro, estoy en el piso doceavo, puerta G. –respondió Ama Angela. –Venga ya has oído a tu Ama Angela, que debo de suponer que es ella. –dijo Ama Deiya, que era una negra de buen ver. –Vamos esclavo, ve ladrando, cerdo. –dijo Ama Elisa, mientras se reía de él. Ellas no eran tontas subieron por las escaleras, pero a la entrada bajaban dos chicas blanquitas de unos 20 años de edad, muy guapas que les parecieron a Deiya y a Elisa. Ellas al ver a un tío de color de rodillas con collar con dos chicas que aparentemente eran sus Ama, no hizo más que complicar la situación más. –Buenos tardes. –dijeron ambas a las Chicas con el perro esclavo negro. –Buenas tardes también para ti. Dijeron ambas Amas. –Y salieron deprisa sin querer mirar nada más. Eso si las nuevas Amas Deiya y Elisa que había aparecido en escena, le ordenaron lamer sus botas mientras bajaban para que ellas lo vieran, y cuando las saludaron Ama Deiya escupió en el suelo para que el esclavo negro se pusiera delante de ambas para que lo vieran como lo lamía delante de ella. –Saluda a las chicas que son muy educadas con nosotros, esclavo. –ordenó Deiya. –Si mi Ama Deiya. –dijo el esclavo negro. –Buenas tardes tengan Srtas. mientras hacia la reverencia delante de ellas. Fue entonces cuando salieron por la puerta un poco molestas por todo lo que estaba pasando ese día, ya que nada parecía de salir bien desde que despertaron esa mañana escuchando sonidos raros y gente extraña por la escalera.

Cuando llegaron la puerta estaba abierta de par en par. Se escuchaban los latigazos que les estaba dando Ama Angela a sus esclavas blancas. Este sonido dio mucho placer a las nuevas invitadas que escuchaban ese sonido maravilloso mientras respondían las esclavas con –cincuenta ocho mi Ama Angela, muchas gracias mi Ama Angela. –decían una detrás de otra cuando les tocaba. Angela sabía darlos ya que apenas dejaban marca, pero cada vez eran más fuertes hasta hacerlas llorar a todas. –Hola sed bienvenidas a mi sesión de BDSM. –dijo Ama Angela. –Muchas gracias. –dijeron ambas, presentándose como Ama Deiya y Ama Elisa, que al ver el ambiente se entusiasmaron al ver todas esas esclavas de rodillas con las manos y pies atadas ante ellas. –Nosotras también venimos de una sesión que ha fallado porque el puto cerdo de mierda se rajó a última hora, y estamos enfadadas. –dijeron ambas Amas. –Pero tenemos de todo, látigos, cadenas, cuerdas, velas, esposas al menos dos por Ama. –dijeron Ama Deiya y Ama Elisa. A lo que esa nueva noticia alegró mucho a Angela ya que estaba sola para tanto esclavo y no daba abasto. –Angela dijo. –Lo primero es lo primero, fue poniendo los collares a cada una de ellas con su cadena, y cuando ya estaban puestos, les ordenó ponerse de rodillas a cuatro patas como perras esclavas blancas que eran. –Repetidlo que os escuchen estas dos Amas presentes que serán vuestras testigos. Todas fueron diciendo sus nombres y apellidos y jurando su pacto de esclavitud con ella.

–“Soy esclava y perra blanca de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servir y obedecer a mi Ama Negra Angela.”

–Bravo, reían las tres Amas con entusiasmo. –Ven, esclavo negro. –ordenó Ama Angela, que previamente les contó a las dos nuevas amigas Amas lo que había pasado, por lo que ellas se ofrecieron para denigrarlo, domarlo y adiestrarlo. A lo que Angela se lo agradeció, –Cuando terminéis ponerle esta letra A en su cintura más abajo. –dijo Ama Angela. –Claro, además nos pone mucho someter a un hombre negro. Generalmente suelen ser todos blancos ¿Verdad Elisa? –dijo Ama Deiya. –Si es cierto. ¬–dijo Ama Elisa. Las dos se llevaron al esclavo negro a cuatro patas de rodillas con una fusta que le iban dando en el culo mientras él los iba contando dando las gracias a sus Amas. Cuando se quedaron solas de nuevo, Ama Angela les ordenó ponerse tumbadas de forma que iba meándolas en sus bocas un poco a cada una hasta que llegó lo fuerte, fue poniéndose encima de sus bocas y cagándolas en su boca, una a una se iba llevando un trozo pequeño para tuviera para todas. Mientras que les ordenó que se los tragaran. Ellas obedecían ya doblegadas completamente con haber recibido más de cincuenta latigazos entre todas, por lo que eran sumisas obedientes y fieles sin voluntad a Ama Angela como ella quería. Nada más terminar ellas fueron de rodillas, a sus botas, diciéndola muchas gracias mi Ama Angela, mientras besaban sus botas. Esto le encantó a Angela, verlas así bien sumisas y obedientes, así que las ordenó ponerse en fila hasta que llegó el momento de la marca del ganado de esclavas.

Mientras tanto Arturo chillaba con los latigazos que recibía. Todo el rato pidiendo perdón a su Ama Negra Angela, mientras que Angela se reía de él, pensando que fue el hombre con el que una vez puso casarse y miró como le había defraudado, puff hombres, todos son iguales unos cerdos sumisos perros de mierda. Angela calentó la letra A con la que había marcado a Sonia, Alberto y otros tantos esclavos que tenía por ahí por la ciudad, que le tributaban mensualmente por ser sus esclavos, estando disponible para ella en todo momento 24/7 h, ¿Qué más podía pedir no? –esclavas blancas poneros de espaldas y a cuatro patas. –ordenó Ama Angela. Una detrás de otra fue poniendo su letra A y una detrás de otra chillaba de dolor, saltándose las lágrimas. Entonces salieron de la habitación Ama Deiya y Ama Elisa, las cuales traían al esclavo negro muy manso, doblegado y listo para su Ama Angela. –¿Qué tal se te ha dado la doma de estas esclavas blancas de mierda? –preguntó Ama Deiya. –Pues me ha ido genial, pero os necesitaba para la terminación de la sesión. –respondió Ama Angela. –¿Si qué te falta? –preguntó Ama Deiya. –Quiero darles de comer a estas esclavas blancas, pero no tengo comida para darles a todas, así que he ido racionando la comida para darles de comer a cada una de ellas. –respondió Ama Angela. –No te preocupes, además no hemos ido al baño, nos estamos cagando, así que vamos a empezar. –Vamos esclavas blancas poneros tumbadas una al lado de la otra. –dijo Ama Deiya. Esta fue cagando en la boca de cada una junto con Ama Elisa hasta que quedaron hartas de caca, dándoles las gracias a ambas Amas. Angela mientras tanto cogió la letra A y se la puso al esclavo negro con mucha fuerza, haciendo gritar de dolor a Arturo. –¡Aaah, aaah, aaah! –dijo Ama Angela, todo feliz de haberlo marcado, mientras sonreía y se reía a carcajadas. En ese momento, vieron pasar por delante de la puerta a Clara y a Lucía, las hijas de su esclava Sonia, ya era hora de reclamar lo que era suyo dijo Ama Angela, marchándose por las escaleras en dirección de la casa de su esclava Sonia. –Voy a tu casa esclava, espérame desnuda de rodillas y a cuatro patas como la esclava y perra blanca que eres, ya que me perteneces, y eres de mi propiedad esclava Sonia. –escribió Ama Angela. Al momento obtuvo su respuesta. –Si mi Ama Negra Angela, estaré esperando como me ha ordenado, pero tengo que decirle que están mis hijas en casa. ¿Qué desea que haga mi Ama? –preguntó la esclava Sonia. –Deja la puerta entre abierta cuando llegue, entraré a tu casa, que ahora es mi casa. Una vez que esté llamas a tus hijas y delante de ellas me presentas como tu Ama y tu Dueña, te desnudas, te pones el collar y te arrodillas ante mí, besas mis botas, las lames incluido las suelas. –respondió Ama Angela. –Si mi Ama Negra Angela, será como ordene. –respondió su esclava blanca.

Pocos minutos más tarde Ama Angela entro por la puerta de su casa, esperó en el umbral de la puerta, esperando su bienvenida. Entonces pasó hasta el salón donde estaba Sonia. –¡Por favor! Clara, Lucía, podéis venir un momento. –Si mama, vamos ahora. –dijeron Ambas. Nada más de ir al salón ambas se quedaron con los ojos abiertos al mirar a esa chica negra en su salón. No entendían por qué estaba ahí en su casa. –¡Mama, por favor! ¿Qué hace esta chica en nuestra casa? –preguntaron ambas, algo desconcentradas por todo lo que estaba ocurriendo. –Tengo que contaros una cosa, mientras iba desnudándose, les dijo, poniéndose un collar al cuello con su cadena en la boca y arrodillándose ante esa chica negra, les dijo.

–“Soy una esclava y perra blanca de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela.”

Mientras besaba sus botas y empezaba a lamerlas cuando Ama Angela se sentó en el sillón y dijo. –Muy bien esclava, límpiame las suelas de las botas como la puta sumisa que eres, una guarra, cerda asquerosa, una zorra esclava blanca. –Si mi Ama Angela, soy tan feliz mi Ama, ya no tengo que ocultar nada. –dijo esclava Sonia. –Hijas mías soy su esclava, soy de su propiedad y le pertenezco. –Mirad me ha marcado como su esclava con su letra, y soy muy feliz. –dijo la esclava Sonia. Tanto Clara como Lucía no daban crédito a lo que estaba pasando. Su madre se había convertido en una esclava de esta chica negra llamada Angela que era muy bella de su misma edad. –Pero mama, ¿Esto como nos va afectar ahora? –preguntó Clara. –Si, es verdad –¿Cómo vamos a vivir así con todo esto? –¿Ella ahora vivirá contigo o te vas a ir con ella? –¿Qué hacemos nosotras? –¿Y nuestros estudios? –¿No has pensado en eso? –preguntó Lucía junto con Clara. ¬–Vuestra mama que ahora es mi esclava sólo habla cuando yo se lo ordene. –No cuando vosotras lo digáis. –dijo Ama Angela. –Vale, entonces. –dijo Lucía. –¿Puedes darle permiso para que hable nuestra mama? –preguntó Lucía. –No, lo siento chicas, pero esto no funciona así. –respondió Ama Angela. –esclava, quítame las botas, huele durante 25 minutos mis pies con los calcetines puestos. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió la esclava Sonia. Mientras que Clara y Lucía se quedaban flipando de lo que estaba ocurriendo. Sólo se quedaron mirando mientras su mama que ahora una esclava olía sus pies con gran pasión, como si le gustara más que todo en el mundo.

El tiempo pasó, pero Sonia había cerrado las puertas de las habitaciones, Angela de la calle, así que el aroma de las botas y de sus pies les llegaba hasta su nariz oliendo durante 25 minutos, calladas sin decir nada, mirando como su esclava empezaba a lamer los pies con los calcetines puestos con una necesidad que no podía aguantar. Ellas vieron como su madre estaba soltando fluidos vaginales través de sus piernas hasta caer en el suelo, estaba excitada y se estaba corriendo sólo con lamerle los pies a su Ama y Dueña. Cuando pasaron los 25 minutos, Angela les dijo las chicas. –Mi nombre es Ama Angela y sólo bajo ese nombre os responderé. –dijo Ama Angela. –Quítame los calcetines, esclava blanca. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió la esclava Sonia. La esclava de Ama Angela, lamía las plantas de los pies, quitando la suciedad que tenía al haber estado andando descalza por la calle y el parque, ya que los tenía negros de suciedad. El aroma de sus pies llegaba a la nariz de Clara como de Lucía entrando por sus orificios nasales mientras su mama se tiró lamiéndolos durante más de dos horas, iba de un pie al otro y del otro al otro. Chupaba los dedos, lamia entre los dedos y las uñas de los pies, dejándolos muy limpios cuando se cansó, porque estaban perfectamente limpios sacó una bolsa de comida del bolso que tenía mientras su esclava le estaba lamiendo sus pies. Ella algunas las dejaba caer al suelo para que su esclava las comiera, mientras las miraba a los ojos tanto a Clara como a Lucía.

Al principio miraban con asco, repulsión y repugnancia, pero después de todo ese tiempo su mirada había cambiado. Entonces llegó la hora de los escupitinajos, Angela le ordenó a su esclava. –Abre tu boca esclava blanca. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. -respondía su esclava antes su mama. Angela empezó a escupir en la boca a veces entraba y su esclava le daba las gracias mi Ama Angela y otras caían en la cara, en el pecho, en los muslos, pero cuando caían en el suelo, ella tenía permiso para lamerlos. Todos eso sucedía en presencia de sus hijas las cuales permanecían ahí calladas, sin decir nada, sin saber qué hacer ante esa situación. Angela fue un paso más allá en el arte de la seducción femenina con las esclavas blancas. Para ella todos los blancos eran inferiores y por lo tanto esclavos de la gente de raza negra, que el mundo se había echado a perder por ellos, pero eso era mentira ella lo usaba para sus juegos de BDSM, los cuales le servían para someter, doblegar y adiestrar a muchos hombres y mujeres tanto blancos como negros.

La gente negra era un subidón de adrenalina para ella ya que se ponía cachonda, pero eso era otro tema para hablar en sus memorias si alguna vez las escribía. Un escupitinajo llegó justamente delante de ellas, así que su esclava fue y delante de sus narices su mama ahora esclava de Ama Angela, lamió varias veces hasta limpiarlo del suelo para regresar a su posición para el siguiente juego de la maquiavélica Ama Negra Angela. –Sabéis que vuestra madre ha limpiado con su lengua todos vuestros zapatos, zapatillas y botas, ¡A qué las tenéis limpias y muy bonitas! –dijo Ama Angela. Pero nunca os habéis preocupado por esas cosas. Ahora como veis es más feliz siendo mi esclava blanca. -ladra esclava blanca. –ordenó Ama Angela. –Guau, guau, guau. –ladraba su esclava muy feliz. Durante ese tiempo Angela las estaba mirando a los ojos y en los últimos minutos ya empezaban a retirar la mirada, ya no eran tan fieras como al principio. Entonces le dijo a su esclava. –Ves a la casa de Estefanía y tráeme mi látigo, esclava. –ordenó Ama Angela. Sonia se fue desnuda a cuatro patas con el collar y su correa. Ella fue al piso de Estefanía para llevar el látigo que le había ordenado su Ama y Dueña. Nada más entrar vio que estaban las amigas de sus hijas y compañeras de clase, todas de rodillas lamiendo los pies y las botas de dos Amas que no conocía.

Entonces se acercó hizo la reverencia, beso los pies de ambas Amas, mientras que comenzó a lamer las botas de Ama Elisa, y cuando terminó lamió los pies de Ama Deiya. –¿Y tú esclava quién eres? –preguntó Ama Deiya.

–“Soy Sonia esclava y perra blanca de mi Ama Negra Angela, le pertenezco y soy de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela” –dijo la esclava Sonia.

–Un placer conocerte esclava, estás muy bien adiestrada y educada. ¿A qué has venido esclava? –preguntó Ama Deiya. –Vine a por el látigo de mi Ama Angela. –dijo la esclava. –toma es este, y lo tiro al suelo, ve a cogerlo esclava. –ordenó Ama Elisa. –ella fue y lo cogió con la boca y espero la orden mirando a los pies de sus Amas Deiya y Ama Elisa. –Puedes marcharte, esclava. –ordeno Ama Deiya. Sonia se fue igual como vino para volver a la casa de su Ama. Mientras tanto en casa de la Ama Angela, las chicas empezaban a doblegarse.

–¿Qué quiere de nosotras Ama Angela? –preguntó Lucía, mientras Clara la miraba, pero Lucía ya no miraba a sus ojos sino bajaba su mirada a sus pies cuando Angela la miraba. –Ama Angela sonreía, pero no decía nada. Sólo las miraba a las dos chicas tanto a Clara como a Lucía a los ojos, pero ya no podía ver los ojos de Lucia porque esta había decidido no mirarla a sus ojos, sino a sus pies, a los pies de una Ama Negra. Entonces miraba todo el rato a los ojos de Clara mientras que ella escupía cerca de ellas, al principio escupía a su alrededor, pero luego escupía en el suelo cerca de ellas. Sin darse ellas cuenta había creado dos caminos de escupitinajos desde donde estaban ellas hacia ella. Sacó comida y repitió lo mismo, pero con comida masticada por su boca para luego escupirla. –La comida se va a secar y se va a desperdiciar si pasa mucho tiempo. –dijo Ama Angela. En ese momento entro su esclava blanca que se quedó en la puerta. –¿Quién es? –preguntó Ama Angela. –Pase a mi casa. –dijo Ama Angela. Por la puerta entro la esclava blanca con el látigo en la boca junto con un paquete envuelto que no se podía saber que era. Angela lo dejó en el suelo al lado de ella.

–esclava, ve a la habitación de tus hijas y limpia todo el calzado nuevamente. –Si mi Ama Angela, como ordene. –respondió la esclava blanca. –Y Nuevamente Lucía preguntó. –¿Qué es lo que quiere de nosotras mi Ama Angela? –preguntó Lucía, mirando a los pies sin levantar la mirada, mientras que Ama Angela movía los dedos los pies dejando que se viera las plantas, restregando sus pies con el suelo. Entonces se levantó para caminar por la habitación para ver a su esclava lo que estaba haciendo, mientras que Lucía seguía sus pies con su mirada. En cambio, Clara miraba la cara de su hermana, fijándose a lo que ella estaba mirando con sus ojos. Entonces dirigió su mirada hacia lo que ella miraba que era el bello cuerpo de Ama Angela hasta que su mirada se quedó fijada en sus pies, caminado por el suelo del salón mientras que ella movía sus dedos. Angela comenzó que bonito día para salir a la terraza. Ella abrió la puerta el balcón para que no sólo se ventilara un poco al ambiente sino para que viniera su esclava a postrarse a sus pies. Sonia se acercó al sentir los pasos de su Ama moverse con ese sonido que ya reconocía a unos metros, hizo la reverencia y nuevamente besaba sus pies para después comenzar a lamérselos. Angela levanta las plantas y ella se tumbó en el suelo para lamérselas, mientras que Angela movía los dedos y los pies con movimientos seductores.

Ella no lo había comentado, pero había estado haciendo cursos de reflexología podal, masajes eróticos antes de empezar la carrera universitaria. Después de eso, Angela cogió la cadena tirando del cuello de su perra para salir a la terraza, fue caminado al borde de ella, apoyándose en la barandilla mientras que su perra estaba a cuatro patas sin moverse. –Al suelo, lame mis pies esclava. –ordenó Ama Angela. Corría un aire fresco que le daba en su cara, alumbrada por los rayos del sol, haciéndola más bella aún de lo que era. Era como si una diosa hubiera bajado a la tierra y estuviese en ese lugar, observando todo lo que había a su alrededor. Por otro lado, Clara y Lucía seguían, calladas mirando todos sus movimientos. Angela se había percatado que la mirada de Clara ya no era de rechazó, sino que había bajado su mirada hacia sus pies. Ese gesto le empezaba a gustar expresándolo con una pequeña muestra que empezaba a mostrar su propósito. En la terraza que era grande había diferentes objetos como una pelota pequeña parecida a una de tenis, pero de esponja de esas de la playa que flotaban en el agua, que muchas veces usaban para lanzársela a los perros. Angela cogió la pelota, lanzándola al suelo, donde la perra la cogía y se la dejaba en la palma de su mano.

De esta manera estuvo durante veinte minutos o treinta jugando con su esclava como su fuera su perra. Una de esas veces que lanzó la pelota cayó justamente delante de los pies de Lucía. Tanto Clara como Lucía miraban la pelota, pero luego miraban hacía la terraza. Al momento, vino la perra y lo cogió con su boca, llevándosela para dársela en la mano a su Ama Angela. Clara y Lucía se dieron cuenta que era la pelota con la que jugaban con un perro que habían tenido desde pequeñas. La siguiente vez la pelota cayó delante de Clara. Ellas se quedaron mirando la pelota sin saber qué hacer cuando vieron que la perra de Ama Angela, la había ordenado estar de rodillas ante sus pies, mirando al suelo. Angela con sus pies tiró al suelo varias macetas desparramando la tierra por el suelo. Angela se puso a caminar sobre ella mientras decía. –¡Qué sensación de paz y de tranquilidad! -dijo Angela.

–¡Qué solecito más bueno para calentarte los pies y la piel! –dijo Ama Angela. Angela volvió a la silla de la terraza para sentarse. –túmbate y revuélcate, esclava blanca. –dijo Ama Angela. –guau, guau, guau. –decía la perra blanca. Sonia se revolcaba por la arena de las macetas todo el rato, pero como no era suficiente. Angela tiró cuatro macetas más para que esta se revolcara mejor. Sin embargo, ella caminaba por encima de la arena con los pies descalzos, respirando el aire puro. Ella no se había percatado, pero tenía a varios mirones de enfrente que parecían no perderse nada de lo que estaba sucediendo. Eso la hizo sentirse alagada e importante como si fuera una actriz o una estrella de la música. –Alguien me tráeme la pelota. –ordenó Ama Angela. –¡Qué llevo todo este rato esperando que alguna de vosotras me la traigáis! –exclamó Ama Angela. –Si, mi Ama Angela, yo sé la llevo. –respondió Lucía, cogiendo la pelota para llevársela. Lucía se acercó a Ama Angela y le dio la pelota en la palma de su mano, pero no miró a sus ojos, soló miraba a sus pies en silencio sin decir nada. Angela le dio un tortazo en su cara. –¿Qué haces mirando mis pies sin mi permiso? –dijo Ama Angela. –¿Te excita mirar mis pies Lucía? –preguntó Ama Angela. Lucía iba hablar, pero no dijo nada salvo decir. –Lo siento la pido perdón mi Ama Angela. –respondió Lucía con la cara roja. Se quedó así varios minutos hasta que le dijo. –Ya te puedes marchar esclava. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Lucía. Mientras que Clara la miraba sin decir nada, mirando todo el rato a los pies de Ama Angela.

Pero cuando Ama Angela la miraba, ella bajaba la mirada hacia sus pies. Lucía volvió con su cara roja a la silla donde estaba sentada y se sentó mirando al suelo callada guardando un gran silencio. Angela entonces volvió a lanzar la pelota, pero esta vez cayó a los pies de Clara. –Tráeme la pelota. –ordenó Ama Angela. Transcurrió unos minutos hasta que Clara le dijo. –Si mi Ama Angela, yo sé la llevo como había hecho su hermana hace unos minutos. Cuando llegó le entregó la pelota mirando al suelo ni siquiera se atrevió a mirarla a los pies. –Muy bien Clara así me gusta obediente y fiel esclava. –dijo Ama Angela, que inmediatamente le escupió en la boca mientras le empezó a darle totazos en las mejillas en un lado y en el otro. –Esto por hacerme esperar y no obedecerme cuando te lo ordené. –decía Ama Angela, mientras le daba tortas durante unos quince minutos, dejando sus mofletes totalmente rojos. Cuando cesó de darle tortazos le dijo. –Coge la pelota con tu boca de mi palma. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela, lo que me ordene. –respondió Clara. –Se una buena perra que eres, y vete a tu silla hasta que te llame. –ordenó Ama Angela. –Tenla en tu boca asquerosa que menuda puta sumisa que eres como tu madre. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondió Clara, marchándose hacia su silla hasta que se sentó en ella. Lucía miraba al suelo sin hablar nada, solamente callada.

Angela esperaba tranquila sentada en su silla tomando el sol durante unos cuarenta minutos hasta que tocaron al telefonillo. Angela se levantó de la silla para coger el telefonillo. –¡Dígame! ¿quién es? –contestó Angela. –Soy el cartero tengo un paquete Sonia. –contestó el cartero. –Suba que le abro. –respondió Angela con mucha ilusión. Mira un paquete para mi esclava, me pregunto qué podrá ser. –dijo Ama Angela. Cuando subió el cartero preguntó. –¿Es usted Sonia? –No, espere que ahora viene. –Sonia querida ven que hay un paquete para ti. –ordenó Ama Angela. Al momento vino a cuatro patas con la correa en la boca, dándosela en la palma de su mano a su Ama Angela, mientras que el cartero estaba con los ojos abierto mirándola. –Si, soy yo Sonia. –Mi número de DNI es este. –dijo Sonia. –¿Esto qué es? –preguntó el cartero un poco asombrado de verlo. –Es mi esclava y perra Sonia. –respondió con una carita de niña buena que parecía no haber roto nunca un plato. El cartero se puso nervioso hasta se le iban los ojos mirando a Angela. Cuando le dio el paquete Angela le dijo.

–Yo soy Ama Negra Angela y soy la Ama y Dueña de mi esclava Sonia, mientras el hombre desvió su mirada hacia sus pies, encontrándolos muy sucios pero bonitos. –Un placer conocerla Ama Angela, dándose la vuelta para marcharse. –dijo el cartero. –Espere ¿Sabes lo que tienes que hacer no? –Moviendo los dedos de sus pies, señalándole el suelo. –Si Ama Angela, se arrodilló besando sus pies. –lámelos ahora esclavo. –ordenó Ama Angela. Este lamía con pasión sus pies sucios dejándolos totalmente limpios hasta que Ama Angela, le dijo ya te puedes ir esclavo. –Hazme una transferencia por verse de 300 euros por el placer de lamer mis pies. Y como no lo hagas este video lo llevo a tu oficina de correos. –dijo Ama Angela. –Si mi Ama Angela, como ordene. –dijo el esclavo cartero.

En ese momento hizo su transferencia, pero antes de irse le ordenó. –Abre la boca y trágalo esclavo blanco. –ordenó Ama Angela. Este tragó su orina como si fuera una fuente y estuviese sediento de agua hasta que le meo por todo el cuerpo. Después le dio una patada en los huevos, diciéndole ya te puede ir, cerdo blanco de mierda, bebedor de pis y lame pies de mujeres negras. –dijo Ama Angela. Angela le puso el pie en la cara tirándolo al suelo mientras le decía. –Gira la cabeza mirándome. –ordenó Ama Angela. Esta entonces le piso la cara mientras le tiraba una foto, grabando todo lo que había sucedido. Entonces Angela se rio mientras Clara como Lucía la miraron presenciando todo lo que había sucedido. –Ja, ja, ja, menudo esclavo de mierda ha resultado ser. –Me vas a ingresar por PayPal un ingreso de 150 euros mensuales, empezando por este cerdo, mientras esta le escupía en su boca, ordenándole tragárselo. –Si mi Ama Negra Angela, soy su esclavo y perro. –respondía el pobre cartero, que estaba bastante excitado por la situación en la que se encontraba. Angela notó una mancha en la bragueta del pantalón, por lo que se enfadó muchísimo de ver que se había meado o corrido sin su permiso, así que lo cogió por el pelo y lo arrastró a cuatro patas al interior de la casa.

Al pasar por la entrada cogió una cuerda y se la ató al cuello de manera fuerte que le hizo chillar de dolor. –ah, ah, ah, que daño. –dijo el cartero esclavo. –No hables perro que no te di la orden para que hablaras. –ordenó Ama Angela de mala gana. Angela miró a Clara y a Lucía, pero estas miraban al suelo sin moverse y sin decir nada. Estaban en silencio totalmente calladas. Angela cogió las esposas de pies y manos para ponérselas al esclavo cartero. De esta forma quedó de rodillas con las manos y pies atados a la espalda. –No te muevas, esclavo blanco de mierda. –ordenó Ama Angela. Angela cogió del bolso un collar con un pene considerable que se lo puso en la boca a la fuerza, dejándolo pidiendo ayuda a las chicas que ni lo miraban en absoluto. Ama Angela cogió el látigo y se puso a darle latigazos muy fuertes. –Zas, Zas, Zas, Zas. –sonaba el látigo. –Ve contándolos y además me das las gracias, esclavo. –ordenó Ama Angela. El pobre cartero sin quererlo había provocado a una domina implacable que no tenía ningún remordimiento ni vergüenza por él ni por nadie. –Uno, mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela; dos, mi Ama Angela, gracias mi Ama Angela,.. etc. Así hasta que le llegó a dar unos cincuenta latigazos. El pobre cartero le salían las lágrimas de los ojos de dolor hasta que su Ama Negra Angela dejó de darle latigazos. Angela le soltó solamente las manos para que se pudiera poner a cuatro patas como un perro esclavo que era. Entonces le puso las esposas en las muñecas.

Fue en ese momento que apareció su esclavo negro a cuatro patas con un collar y una cadena en el cuello. Llegó a los pies de su Ama Negra Angela, le hizo la reverencia, besándola sus pies sumisamente hasta que ella levantó sus plantas, y este empezó a lamerlos mientras le miraba a los ojos. –Ja, ja, ja, ja, ¿qué esclavo? No te dije que un día ibas a ser mío. –dijo Ama Angela. Cuando terminó le ordenó lubricar su pene con su saliva y ponerse a cuatro patas detrás del esclavo cartero para decirle. –Mira que buena que soy contigo, ves a esa perra, fóllala salvajemente. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Negra Angela. –respondió el esclavo negro. Este se puso detrás y se la metió de un solo golpe haciendo gritar al pobre cartero, aunque sus aullidos eran apenas reconocibles ya que tenía una polla metida en la boca hasta la garganta completamente. El movimiento era fortísimo al principio, pero poco a poco regularizó el movimiento sin parar. Entonces Ama Angela lubricó su consolador de correas con un arnés que se puso, y se la metió de golpe a su esclavo negro, mientras este chillaba de dolor, pero a la misma vez follando al pobre cartero. El ambiente estaba muy caldeado hasta que Angela le ordenó a Clara que le quitara el collar de la boca cayéndose este al suelo. Los gemidos eran tan fuertes que tanto el pobre cartero como el esclavo negro gemían al unísono gritando. –Si mi Ama Negra Angela, muchas gracias mi Ama Negra Angela mientras los contaban ambos. Entonces le ordenó a su esclavo negro Arturo que parara para metérsela por la boca y correrse dentro.

–Ve y fóllale la boca métesela hasta el fondo. –ordenó Ama Angela. Este se la metía follándole la boca hasta que se corrió dentro de ella. –esclavo, trágatela toda le ordenó al esclavo cartero su Ama Negra Angela. Mientras Ama Angela le metía el consolador al cartero haciéndole gemir como la pueta zorra que era. El esclavo negro mantuvo su polla dentro hasta que el esclavo blanco se tragó todo el semen aun así después de sacársela de la boca, siguió eyaculando semen por el suelo como si fuese un caballo desbocado. Le había metido en la boca una polla de gran tamaño. –Ja, ja, ja, ja, se reía Ama Angela al verlo postrado a cuatro patas como la perra zorra que era. Angela estaba calentando la figurita con su letra A para marcarlo como al ganado. Angela le puso la letra A en su cintura un poco más abajo para marcarlo como esclavo de su propiedad. –Este gritó tan alto que se escuchó bastante. Después de eso le dijo. –Ya te puedes ir, esclavo blanco. –ordenó su Ama Negra Angela. El esclavo cartero se dio la vuelta hizo una reverencia antes los pies de su Ama Negra para a continuación besárselos y lamerlos mientras ella levantaba las plantas y movía los dedos para que su esclavo blanco se los limpiase. Le cogió por la cuerda y tiró de su cuello llevándoselo como un perro a cuatro patas hacia la puerta de la casa donde lo dejó de rodillas como el perro suyo que era. –recuerda, esclavo. –dijo Ama Negra. –Me envías un PayPal mensual con una cantidad de 150 euros, por haberte sometido, domado y doblegarte porque eres un perro esclavo de tu Ama Negra. –ordenó Ama Negra Angela. –El motivo que debes de poner es ¿Quién eres? (nombre, apellidos), ¿Qué eres? ¿Quién soy yo? y ¿A quién perteneces? –dijo Ama Angela. –Si mi Ama Negra Angela. –dijo el esclavo blanco.

Este se quedó quieto, callado esperando a que le dijese algo más, pero no sucedió, así que el esclavo blanco hizo nuevamente la reverencia y volvió a besarla los pies mientras se los lamía de nuevo sumisamente. –Ja, ja, ja, ja, qué maravilla de esclavo perro de mierda. –dijo Ama Angela. –Te tengo totalmente sometido que necesitas lamer mis pies. –Ja, ja, ja. Que risa me das, vaya mierda de hombre blanco que eres, mientras le escupía en la boca, la cara, el suelo. –el esclavo cartero lamía los escupitinajos hasta que Ama Angela le entraron ganas de hacer pis y le meo en la boca, que gran parte se la tragaba, pero otra se le caía en el suelo. Por lo que Ama Angela le dijo¬. –¡Ya sabes lo que tienes que hacer, esclavo! –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –dijo el esclavo cartero, lamiendo el suelo el pis de su Ama Negra para dejar el suelo limpio. –Hazme ahora un ingreso de 600 euros por adiestrarte, domarte, someterte y doblegarte a mis pies como esclavo blanco que eres. –dijo Ama Negra, poniendo como motivo todo eso que te acabo de decir esclavo blanco. –ordenó Ama Negra. –Si mi Ama Negra Angela. –dijo el esclavo cartero. Al momento ella recibió el mensaje que le había ordenado. –Continua, lamiendo la orina de tu Ama Negra, esclavo. –ordenó Ama Negra, mientras ella seguía meándole encima, cayéndose al suelo la orina.

En ese momento, bajaban unas tres chicas que pasaron riéndose, diciendo mira tía así es como tenemos que tratar a los tíos, son todos unos cerdos, mientras lo hablaron entre ellas. -No te conocemos, pero nos parece guay lo que has hecho. –dijo una de las chicas, presentándose, me llamo Rebeca, esta es Susan, y Martha. –Un placer chicas sonriéndolas, yo soy Ama Angela. –Pues un placer conocerte Ama Angela. –dijo Rebeca mientras esta hacia una reverencia y Angela le ofreció su mano que esta la beso con pasión y dedicación. –¿Eres sumisa por lo que veo Rebeca? –preguntó Ama Angela. –Si, Ama Angela soy sumisa y perra sin Ama, en busca de placeres sexuales consensuados. –Martha es Ama y Susan, también es sumisa y perra, pero con Amo. –¿Quién es tu Amo esclava Susan? –preguntó Ama Angela. –Es mi novio, Ama Angela que me ha introducido la semana pasada en estos juegos y me está adiestrando así que lo hablé con mi amiga Rebeca que ella conocía a una amiga suya que era Ama. Y Martha resultó que era Ama Dominante, así que estábamos hablándolo las dos con ella hasta que hemos escuchado todo este revuelo en este piso y de otro de abajo. –respondió la esclava Susan. –Entiendo. –dijo Ama Negra. –Un placer conocerte Martha. –dijo Ama Angela. –Es un placer Angela. –respondió Ama Martha, con una mirada de hielo. Ambas parecían retarse con la mirada hasta que ésta sonrió y dijo, una Ama Blanca de hielo. –dijo Ama Angela. –Y una Ama Negra de fuego. –respondió Ama Martha, sonriéndola.

Entonces haced lo que estáis deseando esclavas blancas. –dijo Ama Martha, pero os quiero mañana en la puerta de mi casa contándomelo todo. –Susan como Rebeca se desnudaron poniéndose de rodillas mirándola sus pies, calladas en silencio sin decir una palabra. Mientras que Ama Martha ya había aconsejado a sus clientes que eran sus amigas, por lo que se había marchado a su casa, ya que no tenía ganas de más sesiones por ese día. Además, como suelen decir “el frío hielo del cielo no es como el calor del fuego del infierno.” –¡Vaya, vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? Pero si son unas esclavas blancas muy guapas desnudas de rodillas ante mí. –exclamó Ama Negra. Angela, las miró detenidamente como analizándolas de arriba abajo, mientras se quitaban la ropa, desnudándose. Se dio cuenta de que tenían un collar en el cuello con las plaquitas con su nombre Rebeca y Susan, del que colgaba una cadena en cada una de ellas. Se veía que se habían documentado preguntando a su amiga Martha. Sea como sea, se dio cuenta que ambas sentían excitación por ser esclavas de una Ama Negra, por lo que Martha, sabiéndolo no había perdido el tiempo que rivalidades. Simplemente, las dejó jugar a ellas como esclavas que eran como amiga suya, aconsejándolas lo mejor que pudo. –Bien, esclavas dadme vuestras correas. –ordenó Ama Negra.

Cuando lo hagáis no hay marcha atrás, seréis mis esclavas blancas como la demás. Tanto Rebeca como Susan, recogieron el extremo de su cadena con su boca y ambas se la pusieron en la palma de su mano. Angela apretó las correas fuertemente y las dijo. –Vamos esclavas blancas, seguidme a cuatro patas como esclavas perras que sois. –Ladrad, esclavas. –dijo Ama Negra, mientras las esclavas ladraban. –guau, guau, guau, guau. –ladraba tanto la esclava Rebeca como la esclava Susan. Angela entró en la casa, cerrándose la puerta. Nada más entrar en el escenario que se iba a producir era el siguiente. Por un lado, estaba la esclava Sonia en la terraza de rodillas con la mirada al suelo, a la espera de que su Ama Negra Angela le diera nuevas órdenes. Por el otro estaba en el salón el esclavo negro de rodillas en la posición del sumiso con las palmas de sus manos pegadas al suelo junto con su cara. Y por último dirigió su mirada hacia las hijas de su esclava blanca que permanecían sentadas mirando al suelo, calladas sin decir nada por miedo a que les hicieran daño de alguna forma. Angela se río de la situación pensando en su siguiente acto. –Id postraros ante esas dos chicas sentadas ahí, besar y lamer sus botas como las putas zorras que sois, esclavas. –ordenó Ama Negra, pero Ama Angela lanzó varios escupitinajos en el suelo para que las esclavas Rebeca y Susan los lamieran, que casualmente lo hicieron sintiéndose más humilladas y denigradas. De momento una era una novata total pero la otra llevaba una semana, o sea nada de nada. Por lo que Angela podría someterlas con facilidad ya que estaban predispuestas. De momento, estaban desnudas a su orden y tenían un collar con una correa puestos, que eso ya era mucho, porque si miraba a Clara y Lucía y aún estaban verdes, pero las tenía a punto de caramelo.

Las esclavas Rebeca y Susan se acercaron hicieron la reverencia y comenzaron besando las botas negras de cada una para luego comenzar a lamerlas con una gran pasión y excitación que las hacían empezar a mojarse cayéndoseles la humedad por sus muslos, demostrando que estaban muy excitadas por esa humillación y denigración. Cuando terminaron les dijo a ambas esclavas que quedaran de rodillas a cuatro patas, mirando al suelo. Angela miro a Clara y luego para decirlas. –Venid aquí. –ordenó Ama Angela. Las chicas fueron hacia ella, poniéndose delante de ella con la mirada en sus pies sin decir ni hablar nada. –Pásale la pelota que tienes en la boca Clara a Lucía. –ordenó Ama Angela. –Lucía muerde la boca y mantenla como lo ha hecho Clara. –ordenó Ama Angela. La pelota estaba babeada por la saliva de su hermana que tenía todos los morros llenos de babas junto con un charco en el suelo. Esto había hecho que Clara se hubiese mojado las bragas notándose unas manchas en su falda, y humedad bajando por sus muslos de sus piernas. Mientras que Lucía ya estaba viéndosele humedad en sus muslos ya que fue la primera en caer a sus pies, la primera en llamarla Ama sin darse cuenta. Angela se acercó a ellas y empezó a escupir a Clara en la boca, cara, cuerpo, cabeza. Mientras que Lucía permanecía al lado con la mirada en el suelo.

Clara también miraba al suelo, pero como estaba delante Ama Angela. Pues ahora miraba a sus pies sin atreverse a decir nada. Angela empezó a mover los dedos de sus pies, mientras movía los pies para mostrar las plantas. Estuvo así unos minutos mientras Clara con los escupitinajos en su cara y cuerpo la miraba a sus pies siguiendo sus movimientos con su mirada. Después de eso, se movió hacia su derecha e hizo lo mismo con Lucía, mientras esta miraba sus pies como se movían, los dedos subiendo y bajando. Entonces Ama Angela la empezó a escupir en la cara, boca, cabeza y cuerpo. Lucía no dejaba de mirar sus pies callada y sin decir nada. –¿Os gusta esclavas? –preguntó Ama Angela. Las dos estaban con miedo, pero al final hablaron. –Si mi Ama Angela, me gusta ser tratada así y ser denigrada por usted mi Ama Angela. –respondieron las dos, una detrás de la otra. –Muy bien, esclavas. –dijo Ama Angela. –¿Cómo deben de estar las esclavas blancas como vosotras ante una Ama Negra como yo? –preguntó Ama Angela. –de rodillas. –dijeron ambas esclavas blancas. –Desnudaos y poneros de rodillas, esclavas blancas. –ordenó Ama Angela. Tanto Clara como Lucía se desnudaron ante su Ama y el resto de los esclavos presentes, poniéndose de rodillas a cuatro patas, la hicieron la reverencia que habían visto y le besaron sus pies para lamérselos detrás. –Muy bien esclavas blancas. –dijo Ama Angela.

Entonces cuando terminaron de lamerle los pies completamente le ordenó seguir de rodillas a cuatro patas mirando al suelo. Angela se acercó al sillón y cogió de la bolsa los dos collares con los nombres de Clara y Lucía, se volvió a poner delante de ellas para colocarles el collar a cada una enganchándola una cadena a cada collar. Esta tiró de ellas para que la siguieran detrás como perras que eran. –Muy bien perras, así me gusta. –dijo Ama Angela. –ahora quiero que ladréis, esclavas. –ordenó Ama Angela. Estas empezaron a ladrar –guau, guau, guau, guau. –Muy bien, esclavas blancas, –Callaros y no habléis si no os doy permiso. –Ahora sois perras y sólo ladráis para llamar mi atención siempre y cuando os de permiso sino calladas o seréis castigadas como esclavas y perras que sois. –dijo Ama Angela. Angela se dirigió hacia la puerta de la calle, saliendo por ella, llevando a sus esclavas Clara y Lucía, detrás de ella. Angela quería denigrarlas y humillarlas por todo ese tiempo que habían perdido, por lo que se decidió en bajar por las escaleras. Ella pensó que con suerte se encontraría con alguna amiga o vecinos de ellas para que la vieran tal y como lo que eran ahora, unas esclavas perras suya. Según bajaban cuando llegaron a cuatro plantas más abajo, unas chicas salían una puerta. Eran Yolanda, Yenni, Suan y María. Eran unas vecinas de Clara y Lucía que en alguna ocasión había quedado para irse de fiesta y se conocían de ir a la misma facultad en la universidad. Angela, nada más verlas les habló primero. –Hola, buenas tardes. –dijo Angela.

A lo que ellas respondieron. –Hola, buenas tardes. –dijeron todas, quedándose locas completamente cuando vieron a Clara y a su hermana Lucía, desnudas rodillas a cuatro patas y con un collar al cuello como unas perras. –¿Qué es lo que está sucediendo? –preguntó Yenni. –¿Qué hacéis así, chicas? –preguntó Yolanda. –¿Clara, Lucía? –preguntó Suan. –Esto no me lo esperaba. –dijo María. Angela vio como Clara y Lucía estaban muy nerviosas y tenía la cara colorada por la vergüenza de que las vieran así. –No tengáis miedo a mirarlas, esclavas. –ordenó Ama Angela. –Miradlas y decírselo. –ordenó Ama Angela. Clara como Lucía miraron a las chicas y les dijeron, qué desde hace unas horas, eran esclavas y perras blancas de su Ama Negra Angela, que les pertenecían y que eran de su propiedad para servirla y obedecerla mi Ama Negra Angela. –Exactamente, así es. –respondió Angela. –Yo soy Ama Negra Angela, y ellas son ahora mis esclavas blancas, me pertenecen y son de mi propiedad. –dijo Angela. –¿Pero esto es? –dijo María. –Ya sabéis lo que debéis de hacer, esclavas. –ordenó Ama Angela. –Si mi Ama Angela. –respondieron ambas. Tanto Clara como Lucía se acercaron ante sus amigas y empezaron a besar sus botas para poco después lamérselas, una por una. Entonces les dijo a las chicas, levantad las botas y sentaos, sino no podrán lameros las suelas de las botas. –dijo Ama Angela. Entonces todas se fueron sentando y estuvieron observando como sus amigas les limpiaban las suelas de sus botas con sus lenguas. Cuando terminaron Angela les dijo a sus esclavas. –¿Qué se debe de decir, esclavas? –¡Muchas gracias mi Ama Angela! –dijeron tanto Clara como Lucía. Mientras que ambas miraron a los ojos a sus amigas, diciéndolas. –¡Muchas gracias Señoritas Yenni, Yolanda, Suan, María por dejarnos limpiar sus botas a estas esclavas y perras blancas! Para después de terminar besar sus botas en señal de obediencia, respeto y sumisión.

Entonces Angela tiró de sus cadenas para que la siguieran, y ambas esclavas fueron detrás de ella, totalmente cachondas y mostrando una humedad por sus muslos, dejando descolocadas e impresionadas a las cuatro amigas de Clara como de Lucia. Ellas se quedaron hablando en las escaleras lo que había sucedido, pensando lo que había pasado e intentándolo asimilar. Todas al verlas desnudas de esa manera se habían puesto excitadas, siendo tratadas de esa forma, hizo que todas se metieran en la casa, empezaron a desnudarse y masturbarse. Todas estaban cachondas de ver semejantes escenas y viendo sus cuerpos desnudos. No eran lesbianas, pero les había gustado ver esa experiencia que al principio la rechazaban. Se fueron todas a la habitación de una de ellas, cogiendo los consoladores y juguetes que encontraron para masturbarse. Estaban como muy calientes, y necesitaban polla. Suan, cogió una raqueta del club de tenis, que se lo metía a cuatro patas como una perra en celo, mientras, ella gemía de placer. Yolanda se metió uno de los consoladores, metiéndoselo entero dentro, gimiendo como una perra, diciéndose. –soy una puta, una guarra, una zorra. –decía Yolanda. Esto ponía más caliente a las demás hasta que empezó a decir.

–“Soy una esclava y perra guarra mi Ama, fólleme mi Ama Angela, soy su esclava mi Ama Angela. –decía una y otra vez Yolanda, hasta que las demás empezaron a decirlo, también.”

Estaban todas salidas, excitadas mientras se follaban sus vaginas por lo húmedas que estaban. María se metió una de las patas de una silla que era muy grueso mientras ella se empalaba cada vez más. –Si mi Ama Angela, soy su esclava mi Ama Angela, gimiendo de placer hasta empezar a tener orgasmos sucesivos de gusto. Yenni, se metía otro de los consoladores que encontró, mientras aceleraba su velocidad, gimiendo como una loca para acabar corriendo, diciendo lo mismo. –Si mi Ama Angela, soy suya, le pertenezco y soy de su propiedad mi Ama Angela. Todas estaban encadenando una serie de orgasmos que las dejó completamente tiradas en el suelo, corriéndose, y soltando sus fluidos y orinas por el suelo, gimiendo de placer. –¡Aaah, aaah, aaah, aaah! –¡Mmm, mmm, mmm! Ese momento, todas no dejaron de estar calientes por lo que empezaron por hacer con lo que habían visto, se pusieron a lamer sus fluidos y meadas para dejar todo el suelo limpio de sus cochinadas. Cuando terminaron, se quedaron las cuatro de rodillas a cuatro patatas como si fuera perras. –¡Lo siento chicas, soy una esclava! –dijo Yolanda que era la que empezó a decir esas frases.

Entonces, se pudo a andar por la casa ladrando. –guau, guau, guau. Todas las demás se pusieron calientes y la imitaron. –Somos todas unas esclavas sumisas de mierda. –dijeron ellas, poniéndose a caminar de rodillas a cuatro patas como unas perras en celo. Después de eso, se fueron a lamer sus botas, cada una la de la otra para darse mayor humillación. La cosa no quedó ahí, porque se fueron a la habitación y fueron lamiendo todas las botas de una de ellas, la de su hermana que estaba ten clases y las de su madre que estaban trabajando. Pero muchas querían lamer más así que empezaron a mearse en el suelo. Estas se pusieron a lamerlos hasta dejar todo limpio. Suan que era una chica asiática, le dijo a Yolanda, esclava ponte de rodillas delante mía y abre tu boca asquerosa. –Si mi Ama Suan. –respondió la esclava Yolanda. Esta se puso a mearla en su boca que ella tragaba sumisamente, mientras Suan la insultaba y la denigraba con insultos. Entonces, la demás las imitaron y fueron meándose en sus bocas, en su cabeza y cuerpos de unas a otras. Al acabar todo, se pusieron a limpiar el suelo nuevamente con sus lenguas para quedarse tiradas en el suelo descansando. –¿Qué es lo que hemos hecho chicas? –preguntó Yenni. –Somos unas esclavas y perras blancas. –dijo Yolanda. –Si, somos unas putas sumisas y muy guarras por lo que hemos hecho. –dijo María. –Me puse cachonda y me excité cuando dije mi Ama Angela y que soy una esclava Suan. –dijo Suan. –¿Entonces somos esclavas perras blancas todas? –preguntó María. –Si, eso parece María. –dijo Yenni. –Bueno yo soy una esclava perra amarilla asiática de mierda, asquerosa y guarra. –dijo Suan. –Si, eso es verdad, somos esclavas cerdas guarras. –dijo Yolanda.

–Bueno, yo soy negra, así que soy una esclava perra negra asquerosa y guarra. –dijo Yenni. –¿Y qué hacemos ahora chicas? –se preguntaron todas. –¿Podemos mantenerlo en secreto? –preguntó Suan. –Si, supongo que sí. –dijo María. –Nadie nos ha pillado haciendo las cochinadas. –dijo Yolanda. –Si es cierto. –dijo Yenni. Además, en mi casa con lo machistas que son, me caería una muy buena. –dijo María. –Yo voy a comprarme un collar con una correa como los de Clara y Lucía, que me gustaría tener uno en mi cuello para jugar. –dijo Suan. –Si la verdad que fue muy mono vérselo puesto a Clara como a Lucía. –dijo Yenni. –Si, me gusta. –dijo María. –También, a mí. –dijo Yolanda. Todas se conectaron al pc para buscar collares con cadena que fuesen bonitos. Pero no encontraron unos que les gustaran lo suficiente, así que buscaron tipos de relaciones BDSM. Todas se informaron en que consistían todos esos tipos de juegos o fantasías, por lo que buscaron vídeos sobre eso. Con la cosa de estar buscando la información, se excitaron nuevamente, mientras miraban videos sobre juegos de dominación femenina entre Amas y esclavas o de dominación masculina entre Amos y esclavas. Una a una, empezaron a excitarse por lo que decidieron pedir los collares con las correas. Encontraron una tienda muy cerca en el centro que vendía ese tipo de material así que entraron en la sección que buscaban. Collares de plata finos muy bonito diseñados para esclavas sumisas junto con collares finos. Se regala la placa con el nombre tanto para la Ama/o como para el esclavo/a. –Dale, pide cuatro collares con sus cadenas a juego y pon nuestros nombres. –dijo Suan. –Yolanda fue poniendo sus nombres e hizo el pedido pagando por PayPal.

En ese momento, le llegó una notificación del cobro del pago y un e-mail en el que decían qué en un día, el pedido estaría en casa, así que estaban todas contentas. Entonces se sentaron todas en la cama continuando con la conversación de antes. La verdad que entiendo se sentían tanto Clara como Lucía, Ama Negra Angela imponía bastante. –dijo María. –Crees que detectó que éramos esclavas sumisas como Clara o Lucía? –preguntó Yenni. –No lo creo. –dijo Suan. –Estuvo mirándonos de arriba abajo todo el tiempo. –dijo Yolanda. Entonces Yolanda que estaba más cerca de Yenni, empezó a besarle los pies, dulcemente para empezar a lamérselos con su lengua. –Joder, Yolanda ¿Ya estás caliente otra vez? –preguntó Yenni. –Si mi Ama Yenni. –dijo Yolanda, mientras Yenni se reía, ja, ja, ja. –¿Qué eres una puta esclava sumisa Yolanda? –preguntó Ama Yenni. –Si mi Ama Yenni. –respondió Yolanda. Cuando Yenni le ordenó pues para de lamer mis pies esclava blanca, que no te lo he ordenado. –Si mi Ama Yenni. –dijo Yolanda que se puso de rodilla ante Yenni mirándola a sus pies. –Mírala, esta cachonda la esclava de nuevo. –dijo Ama Yenni. –Abre la boca, esclava. –Si mi Ama Yenni. Mientras Yessi la escupía en la boca y las demás se animaron. –¡Trágalo todo, esclava! –ordenó Ama Yenni.

Yolanda trago los escupitinajos mientras estaba excitada. Entonces le ordenó lamerle los pies que Yolanda los lamía con mucho placer. Cuando la demás le preguntaron Ama Yenni nos permite lamerle sus pies, ¡Por favor! Yenni estaba cachonda así que les dijo que sí. Entonces todas lamían sus pies hasta que se los dejaron limpísimos. Entonces Yenni cogió cuatro de sus medias y se las ató en los cuellos a las tres, venga poneros de rodillas a cuatro patas, esclavas. –ordenó Ama Yenni. –Si mi Ama Yenni, –dijeron todas. Yenni tiró de ellas y las paseo por toda la casa mientras que ellas estaban excitadas mojado sus partes incluyendo sus muslos y parte del suelo. Yenni fue más allá, abriendo la puerta de la calle para sacarlas a la escalera. –Esperad aquí, esclavas que voy a vestirme. –dijo Ama Yenni, que como vuestra Ama no puedo ir desnuda. Yenni se puso las botas negras una falda con abrigo junto con una camiseta blanca. Parecía una Ama Negra Dominante cuando salió por la puerta. Entonces, todas se quedaron embobadas mirándola. –¿Qué hacéis esclavas? –Venid a besarme las botas, putas sumisas zorras blancas. –ordenó Ama Yenni. –Si mi Ama Negra Yenni. –respondieron todas, una detrás de la otra sumisamente y obedientemente. Primero fue Yolanda que hizo la reverencia y besos sus botas, detrás fue Suan que las beso con amor, detrás y última María, que lo hizo sumisamente. –Muy bien, esclava. –dijo Ama Yenni. Yenni bajo con ellas detrás de rodillas a cuatro patas, tiradas por las medias hasta que llegó al portal para volver a subir por las escaleras. No se encontró con nadie así que entraron a la casa, cerrando la puerta. Entonces, Yenni se sentó en el sofá mientras sus esclavas se pusieron delante de rodillas.

–¿A qué esperáis esclavas blancas? –preguntó Ama Yenni. –Empezad a limpiarme las botas, esclavas. –ordenó Ama Yenni. –Si mi Ama Negra Yenni, –dijeron las tres esclavas. Unas detrás de otras fueron lamiendo las botas de su Ama Yenni hasta que se las dejaron limpias completamente ya que había andado toda la escalera y se había ensuciado la suela de sus botas. Yenni encendió la televisión mientras ellas estaban de rodillas a cuatro patas mirando al suelo em silencio sin decir nada. Yenni se reía a carcajadas de todas ellas cuando las miraba. –Miradme a los ojos esclavas. –ordenó Ama Yenni. –Si mi Ama Negra Yenni. –dijeron todas. Entonces Yenni les preguntó. –¿Realmente os gustaría tener una Ama Negra y ser sus esclavas? –Si mi Ama Negra Yenni. –Lo que os pasa es que habéis visto a Ama Angela que es negra como yo, y os habéis puesto cachondas perdidas. –dijo Yenni, levantándose para desnudarse y ponerse de rodillas junto a ellas. –Soy una esclava perra negra como vosotras esclavas perras blancas. –dijo Yenni. –Si lo sabemos, pero nos has puesto cachondas perdidas, nos ha gustado lo que nos ha hecho mi Ama Negra Yenni. –dijeron las tres. –Lo sé, por eso lo hice. –dijo Yenni. Bueno mañana vendrán nuestros collares junto con nuestras cadenas. –dijo Yolanda, muy ilusionada.

Quería ponérselo para probarlo y verse como le quedaba como una nueva esclava. Las demás, también estaban muy emocionadas ya que era algo nuevo para ellas. En teoría, a todas las mujeres les gusta los collares en el cuello y más si son finos, bonitos y de diseño como las pulseras en manos y tobillos. Por eso, estaban excitadas por ver el pedido. Una de ellas, María empezó a decirlas por la hora que es. Mis padres deben de estar al venir, por si no os habéis dado cuenta, estamos desnudas tiradas en el suelo y de rodillas con una media al cuello, así que vamos vistiéndonos o nos pillaran. –dijo María. –Si, pero vamos a ducharnos que olemos a pis y fluidos. –dijo Yenni. –Si es verdad. –dijo Yolanda. –Si, es verdad. –dijo Suan. Como la ducha era grande se metieron todas juntas duchándose, mientras se lavaban la una a la otra. Ellas no se dieron cuenta, pero sus padres llegaron en ese momento junto con su hermana y su hermano. –¿Dónde estás María? –preguntó su Madre. Entonces, ellas ya habían salido de la ducha y se estaban secando con unas toallas. –Estoy en la habitación, mama. –respondió María. Una vez secas se vistieron para salir todas para saludar a los padres de María junto a sus hermanos. Los padres las saludaron y dijeron si se iban a quedar a cenar ya que era muy tarde para que no les pasase nada. Ellas dijeron que sí, por lo que bajaron a cenar para estar todos juntos. La noche fue muy divertida mientras hablaban todos sobre la facultad, las bromas de sus años cuando eran jóvenes. El padre de María estaba en su salsa, ya que estar con tres chicas jóvenes de la edad de sus hijas en casa, le emocionaba por recordar aquellos años de su juventud.

Mientras que ellos, hablaban Teresa fue al ordenador cuando abrió el navegador vio lo que habían estado haciendo su hermana gemela y sus amigas. Encontró en el historial la compra de cuatro collares con placas con sus nombres. Y a la misma vez empezó a ver videos de dominación femenina que habían visto su hermana y sus amigas, mojándose las bragas mientras se excitaba. Ella se llevó las manos a su coño y empezó a tocarse mientras gemía de placer. Digamos que Teresa era la hermana gemela en gustos como su hermana María. Entonces entró María, quela pilló con las bragas bajadas corriéndose, mientras tenía la boca abierta por la que se le caiga la baba por la boca, gimiendo mientras sus fluidos salían por su coño. María se acercó, cerrando la puerta, empezando a darle un beso en la boca. Luego paso al su coño en el que metió su lengua y lamió todos sus fluidos mientras ellas alcanzaban unos orgasmos sucesivos, uno detrás de otro. Mientras Teresa veía los vídeos de como una Ama, insultaba, humillaba y denigraba a un sumiso y a una sumisa. Después de terminar de lamerla toda, María le empezó hacer una reverencia y le comenzó a besar los pies descalzos hasta que se los lamió completamente, dejándoselos limpios. –Teresa entonces preguntó a su hermana. –¿María te has convertido en una esclava sexual? –Si Teresa, me gusta ser una esclava. –respondió María. –¿Por qué quieres ser una esclava? –preguntó Teresa. –¿Por qué has estado viendo esos videos Teresa? –preguntó María –¿A qué te has excitado también Teresa? –dijo María.

–Si, María. –dijo Teresa. María le contó lo que habían visto ellas en la escalera, mientras le contó todo lo que habían hecho hasta que le dijo que habían comprado unos collares con cadenas con sus nombres. Entonces, Teresa le dijo compra uno más para mí, que quiero ser una esclava perra blanca como todas vosotras. María cambio el pedido añadiendo un collar nuevo y con su cadena con sus datos. –De todas maneras, mañana estamos en la facultad, así que si viene habrá que recogerlo. –dijo Teresa. –Si, es verdad. –dijo María. Esa noche todas se fueron a la cama para dormir. De manera, que Teresa se unió a ellas. Por la mañana, ya se habían ido a la facultad y nada más volver de ella antes de la comida, llegó el pedido. Menos mal que sus padres no comían en casa por el trabajo, así que estaban todas presente cuando cada una puso el dinero que tenían que darle a María, y abrieron el paquete. Al pedir cinco collares con sus cadenas y plaquitas, les habían hecho un regalo la tienda, cinco pulseras con sus nombres para las muñecas y otras cinco para sus tobillos de sus pies. Ellas fueron cogiendo cada una su collar con su plaquita con su nombre. Realmente eran muy bonitos junto las pulseras. Todas se pusieron las pulseras de la mano como la de los tobillos. Todas tenían unas pulseras en casa mano y una en cada tobillo. Eran un super regalo que les encantó a todas. Entonces, se pusieron los collares con sus cadenas por dentro de sus blusas. Todas estaban excitadas, mojándose con todas esas cosas puestas, así que se los quitaron y los guardaron en secreto sin decírselo a nadie, ya que sería su gran secreto.

Deja un comentario