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Amigo ratón del queso (C. 1): Se pasó de copas

-¿Ahora los amigos bañan a sus amigas ebrias? -dice con una sonrisa pícara mientras se desabotona el pantalón, “autocontrol Tomás” le contestó -Parece que me tocará bañarte- ella abre la boca sorprendida -entra en la ducha- le ordené -No pienso sacarme la ropa- advierte “parece que ya recobró un poco la lucidez”. Le señalo la ducha, luego de quitarse las botas le ayudo a entrar.

Abro la regadera y mientras reguló la temperatura del agua me quito mí camisa, al darme vuelta ella ya se había quitado la suya, quedando en brasier, es de color blanco, mi mirada baja inconscientemente a sus senos, son perfectos… Me hace señas para que le mire a los ojos.

-No puedes mirarme con esos ojos de deseo amigo -dice acentuando la palabra amigo… Otra historia seria si fueses mi novio “al parecer el licor le suelta más de la cuenta sus pensamientos”.

Se acerca a mi boca y tengo que girar la cara “ella me pidió que fuésemos amigos, si quiere cambiar de opinión debe hacerlo estando sobria… No pienso aprovecharme de su estado”.

-¿¡Me rechazas!? -se aparta volteando la cara- No puedo aprovecharme de ti, no es correcto en tu actual estado -tomo su rostro con una mano haciendo que me mire- me pediste que fuéramos solo amigos -y ella deja caer su cabeza en mi mano, se apoya completamente en mi posando una de sus manos en mi pecho y con la otra me abraza por la cintura.

Mientras el agua corre por nuestros cuerpos ella balbucea palabras que no logro escuchar con claridad, su mano empieza a acariciar mi espalda y se pega más a mí, tomo una esponja que tiene y le echo jabón, sacando algo de espuma le digo -vamos a lavarte la cara un poco y sacarte el maquillaje- recorro su cuello y cara suavemente, se deja hacer, mueve su cabeza hacia los lados dándome espacio para que recorra su piel, la visión es angelical, con sus ojos cerrados y el agua corriendo junto a la espuma hace que me provoque comérmela a besos.

Al finalizar cambio el agua para que esté más fría –Oye, no seas malo -se recuesta contra la pared, cierro el agua y busco la toalla, le ayudo a sentarse en el inodoro– ¿por qué eres así? -me dice, -¿así cómo? -le contesto- sí, así, todo tierno, dulce, amable, cariñoso -“que ironía, sabes como soy y tuve que sacarte borracha de un bar por culpa de ese imbécil”.

-Estoy empapada, así no me voy a acostar en mi cama -se levanta y apoyándose en mí se empieza a quitar el pantalón “autocontrol Tomás, autocontrol…” queda en un cachetero blanco, hace juego con su brasier “Esto es demasiado, que espectáculo su cuerpo es escultural, está mejor de lo que me imaginaba”.

-Vamos a la cama, ayúdame -me abraza por el cuello y literalmente se cuelga, tuve que atajarla para que no cayera al suelo, le cargo y pone sus manos en mi pecho apoyando su cabeza en mi hombro, la llevo hasta su cama y acostándola suavemente, trato de secar su cuerpo con la toalla, sin duda alguna esta ha sido una de las pruebas más duras que me ha puesto en mi vida, su piel es suave y tersa, ninguna parte de su cuerpo es flácida, está toda firme sus piernas, sus curvas son perfectas.

Ya acostada le arropo, se ve hermosa me es inevitable admirarle, busco una toalla mediana en el baño y le cubro el cabello para que no moje la almohada, regreso al baño a recoger el desastre, seco como puedo todo, cuando regreso para decirle que me ya me voy para mi casa, brinca y me abraza halándome –tú no te vas a ningún lado, ven, quédate conmigo, acuéstate -no me suelta y me dice- quítate esa ropa que me estás mojando -“porqué la vida me hace esto, a mí y al pato Lucas”.

Me quito el pantalón y las medias, me molesta las medias mojada… termino de acostarme, ella levanta la cobija invitándome a entrar, se voltea y se pega a mí, me agarra un brazo y hace que lo pase por encima abrazándole, y a su vez, ella se abraza a él –buenas noches -me dice, solo le contesto- duerme bien, sueña bonito -ella suspira y se acurruca como acomodándose más hacia mí dejando todo en silencio con un último suspiro de ella que denota estar en paz.

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