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Encender la llama

Me desperté en aquella habitación que empezaba a conocer tan bien, solo faltaba ella tumbada a mi lado con su cabeza apoyada en mi pecho, y sus piernas enredadas entre las mías.

Me levanté de la cama con tan sólo unos calzoncillos y empecé a buscarla.

La encontré en la cocina, seguramente preparando el desayuno, me quedé observándola sin que ella se diese cuenta. Estaba preciosa con la luz de la mañana bañándola y ella con tan sólo un delantal y unas bragas negras con encaje.

Me acerque sigilosamente, desanude el ligero nudo que llevaba el delantal y puse mis manos sobre su delicada cadera.

– Buenos días – le susurre al oído -. ¿Qué haces?

– Oh, hola. Pues estaba preparando algo.

– Hmmm.

La atraje hacia mí hasta que nuestros cuerpos entraron en contacto. Note su cálida y suave piel contra la mía.

– ¿Y qué preparas? – deslicé mis manos hacia su barriga y la atraje aún más hacia mí, una de mis manos subió hasta llegar al contorno de su pequeño y esbelto pecho, la otra mano bajo hasta rodear su cadera.

– Estaba preparan… – un ligero estremecimiento la recorrió cuando le bese suavemente su nuca – Aah… 

– ¿Siii? – Mis manos siguieron acariciándola por todos lados, sin tocar sus zonas más delicadas, pero haciendo que se estremeciese con cada roce.

– Tonto… Si haces eso…

– ¿El qué? Solo te acaricio, no es como si hiciese… – Le agarre un pecho fuertemente, agarré su muslo cerca de su ingle y antes de que tuviese tiempo de soltar un gemido le mordí el cuello.

– Aaaahh… Pa… Para… 

– ¿Quieres que pare? – ella soltó un ligero gemido que intérprete como un sí. La apreté fuertemente contra mí hasta el punto de levantarla ligeramente, jugué con su pezón mientras estrujaba su pecho. – Está bien… 

Me separe ligeramente de ella, la agarré del hombro y la gire hasta que se quedó frente a mí. Estaba visiblemente sonrojado y exaltada, puse mi mano sobre su barbilla, alzándola y la besé apasionadamente en sus húmedos labios.

-Entonces… ¿Vamos a la ducha? – le propuse con una sonrisa pícara en los labios.

Ella asintió ligeramente, quizás ligeramente avergonzada por imaginarse la situación.

Entramos en el baño que estaba decorado elegantemente, ella cerró la puerta y al girarse le agarre la camisa por abajo.

– Déjame ayudarte con eso.

Le fui subiendo la camisa poco a poco, al descubrir su pecho le tape los ojos y le bese suavemente entre sus pechos, se le escapo un gemido por la sorpresa, termine de quitársela y de un ligero empujón la arrincone contra el cristal de la ducha.

– Así no nos bajaremos nunca… – mientras ella hablaba me fui acercando a ella, arrinconándola aún más contra el cristal y acercando mis labios a los suyos.

– Solo te ayudo a desnudarte.  – Susurre lentamente, dejando que notará el roce casual de nuestros labios al hablar. – No hay prisa. 

Su boca se movió instintivamente hacia la mía, pero la aparte con delicadeza y empecé a besarla en el borde de los labios, la llene a besos por su cuello, que se estiraba y estremecía, llegue hasta su pecho y rodee su delicado pezón sin llegar a rozarlo si quiera, exhale mi aliento sobre él que le provocó un gemido que no pudo reprimir.

Solo con ese acto empezó a crecer, quizás buscando el contacto con mis labios, pero aún era temprano para eso.

Pase mis manos por debajo de su pantalón y con un solo gesto deje que cayese al piso.

Seguí mi camino construido a base de besos y caricias con mis labios. Al fin llegue a la tira de sus bragas que se agarraban a su cintura, agarre aquella tira con mis dientes y baje por sus piernas hasta que llegaron al mismo lugar que los pantalones.

Estaba frente aquello que tan celosamente encerraba aquellas bragas negras, di un cálido y largo beso en la parte superior, deje que me notase a través de mi respiración, pase mi lengua por donde su piel dejaba paso a la carne que tanto placer le daría si mi húmeda y cálida lengua la tocase.

La oía reprimir sus gemidos y notaba cómo todo su cuerpo deseaba que hiciese más, que la tocase con mis labios y mi lengua, que le diese tanto placer que se olvidase de todo lo demás.

Pero aún era temprano para eso.

– Bueno, creo que ya estás lista para ducharte. 

– Ah… Ton… Tonto… – estaba totalmente sonrojada y respiraba entrecortadamente a causa de la extinción.

Me despegue de ella y le abrí el cristal que daba paso al interior de la ducha, ella entro y me apresure a desvestirme y a seguirla.

Dentro de la ducha, con el agua ya corriendo por su cuerpo me di el lujo de contemplarla detenidamente. Tenía una figura esbelta con unas deliciosas curvas encima de su cintura y en sus muslos, sus pechos no eran muy grandes y eso le daba una silueta aún más sensual, sus labios, bañados por el agua y resplandecientes eran inmensamente apetitosos y siempre deseaba besarlos y sentirlos y sus ojos, preciosos en cualquier momento, ahora me gritaban que me abalanzase sobre ella, que mis manos apretasen sus pechos y mis dedos jugasen con sus pezones, que mi lengua recorra completamente su vagina, los labios, el clítoris y cualquier rincón a la que mi lengua pudiese llegar.

Y estuve tentado, pero a más deseo más placer luego.

– Ahora toca enjabonarse… ¿No? – me acerque a ella mientras calentaba el gel entre mis manos, ella miraba mis manos ensimismada, seguramente imaginando y deseando lo que mis manos harían a continuación.

Empecé a extender el gel por su cuello, luego los hombros y poco a poco la giré, seguí con su espalda asegurando me que pasaba por cada rincón de su piel.

Llegué hasta su culito respingón y no pude evitar agarrarlo fuertemente, ella dio un sobresalto y se dejó caer hasta apoyarse en mí.

Con ella apoyada en mi deslice mis manos por su cintura y subí hasta sus pechos, los masajee suavemente mientras ella gemía cada vez que me aseguraba que sus mojados y brillantes pezones se quedaban limpios.

Bajé mis manos por su costado hasta llegar sus muslos y con delicadeza los abrí dejando expuesta su parte más íntima.

-Habrá que limpiar por aquí también. – le susurre al oído mientras mis manos empezaban a rodearlo, con una mano cerré los labios y con la otra recorrí lentamente, apenas rozando, la línea que se había formado, me asegure de que mis manos no dejasen ningún rincón sin tocar y humedecer aún más.

Libere la presión que hacía con mis dedos y estos pasaron a abrirlo aún más.

-Creo que para esta parte… No usare las manos.

Deje que mi pene, erecto y ardiendo por todo lo que sentía con mis manos y por sus deliciosos gemidos, se deslizase entre los labios de su vagina.

Ella no aguanto más y gimió sin reprimirse, esos gemidos eran música para mis oídos y encendían una llama en mí que solo se podía apagar de una forma… 

Pero tenía que aguantar.

Empecé a balancear mi cadera ligeramente hacia adelante y hacia atrás, dejando que ambas partes se mojasen con el agua y con sus propios fluidos, ella alzó sus manos y me agarro en la nuca, en un intento de que no me apartase nunca de ella.

Seguí con el balanceo, cada vez más rápido y cada vez ella gemía más y más se apoyaba sobre mí, sentía como el agua corría entre nosotros, sus manos sobre mí, notaba como ella se deslizaba sobre mi erección, como su interior gritaba que dejase ese juego y la penetrase en ese mismo momento, que la estampase contra el cristal y la embistiese desde atrás y que le agarrase los pecho fuertemente mientras seguía embistiéndola con toda mi pasión.

Y quería hacerlo, ardía en deseos de hacerlo, de poseerla ahí mismo y sentir que era mía.

Pero no era el momento, aún no.

La agarré de la cintura haciendo que me oprimiese más, su gemido más fuerte que los anteriores casi me hizo seguir mis deseos, pero la levante, separándola de mí.

-Yo diría que ya estamos totalmente limpios. – le alcance su toalla, se la coloque encima y me deje llevar en un largo, apasionado y profundo beso.

Ella ya estaba en la cama esperándome, con todo lo que le había provocado durante el día cualquier segundo de más que la hiciese esperar le parecería una eternidad.

Finalmente entro en la habitación y allí estaba ella, encima de una cama rodeada por velas que desprendían un suave aroma a lilas, estaba tumbada boca abajo y cubierta por una fina sábana de un color rojo brillante.

Tenía la cabeza apoyada sobre sus manos, me miró coquetamente, esperando a que me acercara.

Me acerque lentamente deleitándome con su figura envuelta en las sabanas, al llegar al borde de la cama ella se levantó y me planto un beso en los labios mientras me rodeaba el cuello con una mano y la otra mantenía la sábana cubriéndola, solo dejando entrever un conjunto negro y la ligera elevación de sus pechos. El beso continuó bajando por mi cuello, deje escapar un ligero suspiro, deseaba que siguiera, que recorriera todo mi cuerpo con sus labios, pero hoy era su noche y haría que sólo pensase en el placer que le daba.

Le coloque la mano sobre la barbilla y la alce interrumpiéndola, me miró dulcemente y mientras con un gesto le indicaba que no la empuje suavemente, tirándola sobre la cama. 

Ella seguía con la sábana agarrada, aunque ahora una pierna quedaba expuesta, llevaba unas medias negras que le llegaban hasta las rodillas, y en ellas se sujetaban unas finas tiras que seguían subiendo hasta más allá de donde podía ver.

Me deje caer sobre ella, parándome a unos centímetros de ella.

Acaricie su rostro y mientras suavemente cerraba sus parpados le susurre al oído.

– Disfruta, mi amor.

Le di un cariñoso beso en la frente y aparte la sábana, dejando su cuerpo a la vista. Su atractivo cuerpo era aún más erótico de lo normal, sus pechos estaban sostenidos por un sujetador negro con un encaje ligeramente transparente que dejaban entrever su suave piel, su cadera estaba rodeado por unas bragas negras que dejaban poco a la imaginación, y unidas a ella un precioso ligero que abrazaba sus curvas.

Estaba preciosa, y endiabladamente sensual.

No sabía por dónde empezar, así que fui a lo que más me atraía de ella, sus labios.
Los bese suavemente y ella los abrió, invitándome a saborearlos, y eso hice, mordí su labio inferior y pase a envolverlo con mis labios. Su gemido amortiguado por mis labios me hizo querer más, pase mi lengua por sus labios, y la suya salió a mi encuentro. Nuestras lenguas danzaron mientras nuestros labios se apretaban mutuamente, atrape su lengua entre mis labios y succione ligeramente mientras la recorría entera con la mía propia y la libere.

Le mire el rostro ruborizado y le acaricie los labios, ella intento abrí los ojos, pero le obligue a mantenerlos cerrados.

– No… Solo siente… Y disfruta.

Agarre su mano y me la acerque, deje que me tocase suavemente para luego besarla y con mi lengua bordear sus dedos.

Seguí besándola por el brazo, subiendo hasta sus hombros, su cuello, lo mordisqueé ligeramente y ella reaccionó con un gemido. Seguí bajando hasta llegar a sus pechos, besé, toqué y lamí todo cuanto aquel sujetador dejaba a mi alcance.

Pase una mano por su espalda y la levante hasta que quedamos sentados frente a frente con las piernas entrelazadas, ella dejo caer su cabeza hacia atrás dejando ver la curva de su cuello así que obedecí su orden muda y mordí fuertemente su cuello, su grito inicial dio paso a un largo gemido y antes de que aquel sonido se apagase desabroche el sujetador, la empuje nuevamente a la cama y me quedé con la prenda en las manos. 

Me abalance sobre ella nuevamente mientras mandaba a volar el sujetador a algún lugar de la habitación, mi boca fue directa a su descubierto pezón, lo cubrí con mis labios, lo besé, lo succione y lo mordí, ella no paraba de hacer notar el placer que le daba con los diversos sonidos que salían de su garganta.

Cuando conseguí sosegarme pase a su otro pecho y con mi lengua lo recorrí entero, dejando un rastro de saliva por donde pasaba y humedeciendo su sensible pezón. Deje que mi lengua jugase, que mi mano rozase, acariciase y apretase aquella parte de su cuerpo que tanto me gustaba. Cuando calmé mi sed de sentir sus pechos seguí el camino hacia su otra zona que me volvía loco. 

Besé y mordí todo aquello que encontré desde sus pechos hasta su cintura, cuando llegue me pare y me di el lujo de apartarme para observar su cuerpo semidesnudo tumbado en aquella cama.

Deje que mis manos la recorriesen entera, agarrando su cintura, acariciando su piel, rozando sus pechos y pasando firmemente mi mano por su cuello hasta llegar a sus labios y posarse ahí durante un momento. 

Volví con mis manos hacia sus muslos, abriéndolos para que me dejasen paso a su zona más sensible.

Me asegure de que sintiese mis labios y mi lengua en cada centímetro de su piel que estaba al descubierto, deje que mi aliento penetrase a través del tejido y la llenase de calor. Pase mi lengua por la entrada de su vagina, cubierta por aquellas bragas que solo la dejarían sentir la presión y el calor, aparte la tira que me impedía sentirla completamente, y bese dulcemente todo lo que antes no había podido sentir directamente. La bese despacio, dejando que sintiera el contacto con mis labios y mi respiración, al besarla mis labios se mojaron de ella, de su excitación, sus ligeros gemidos y movimientos me hacían saber que quería más, quería sentir mi lengua recorriendo esa parte, dejar que mi saliva se mezclase con sus fluidos y llevarla al éxtasis.

Y eso hice.

Deje que mi lengua jugase con aquellos labios, que sintiesen su carne y la humedecieran aún más. Pero ella quería más. Levante sus piernas haciendo que mi cabeza quedase atrapada entre ellas y lleve mi boca hacia su clítoris, lo bese suavemente y deje que mi saliva lo mojase.

Rodee sus piernas con mis brazos y con una mano lo expuse totalmente a mí, y me abalance sobre él. Lo encerré entre mis labios y dejé que mi lengua la sumiese en el placer. Mientras mi lengua pasaba una y otra vez por aquel pequeño bulto, rápido, despacio, apenas rozando, haciendo que sintiese toda la presión de mi lengua, mi mano agarraba firmemente su pecho, acariciaba y apretaba sus pezones y la otra mano la alzaba desde la espalda haciendo que mi boca estuviese más y más pegada a ella.

Y ella no paraba de gemir y suspirar, sus manos pasaban por mi pelo, mi espalda, me arañaba, me apretaba contra ella en un intento de sentir aún más placer. 

Cuando ella me agarro la cabeza e intento que estuviese aún más pegada a ella, que me siéntese más, cuando todo su cuerpo se retorcía y se acercaba más a mí, pare.

Me libere de sus manos y me aparte de ella.

Deje que mis manos la siguiesen acariciando, que no me dejase de sentir. Ella me miró, en sus ojos se reflejaba el placer que había sentido y las ganas que tenia de que siguiese, y un ligero reproche por haber parado justo antes de que llegase al mayor placer.

Me acerque a sus labios y ella se abalanzó sobre mí, sentí todo el deseo que tenia de sentirme, pero la frene, la mantuve contra la cama y la bese brevemente en los labios. Apoye mi cara entre sus pechos y deslice mis manos por su espalda, y la abrace fuertemente contra mí, quería sentir todos los puntos donde nuestros cuerpos se tocaban, y ella también, me apretó aún más con sus brazos y con sus piernas enredadas en mi cintura.

Disfruté de aquel momento cuanto pude, pero ya era hora de apagar aquella llama que ambos llevábamos soportando tanto tiempo.

Me aparte de ella y la mire a los ojos, mi pene rozó los labios de su vagina y lo mojaron con sus fluidos, me balanceé suavemente, notando como se deslizaba tan suavemente gracias a lo mojado que estaba todo por el deseo que había despertado en ella. 

Aparte la tira de las bragas y, coloque la punta en la entrada a su interior, que ya empezaba a palpitar esperándome. La miré a los ojos, puse mi mano sobre su rostro, ella la rodeo con las suyas.

Y empecé a entrar en su cálido interior.

 

Al entrar en ella de su garganta salió un gemido tan alto y con tanto placer en él que apenas me pude resistir de penetrarla y llenarla completamente, pero conseguí no ceder y comencé a moverme lentamente, pero ella no tenía tanta paciencia.

Con sus piernas agarradas a mi cintura me empujó fuertemente hacia ella y nos unimos completamente. Aprovechando mi momento de desconcierto y placer ella se abalanzó sobre mí, tirándome en la cama y quedándose ella encima.

Se dejó caer sobre mi pecho y apoyo ahí su cabeza, sentía prácticamente todo su cuerpo, sus brazos en mi torso junto a su cabeza, sus pechos aplastados contra mí, su vientre pegado al mío, sus piernas apretadas contra las mías y sus pies entrelazados con los míos.

Estuvo así un momento, momento en el que sentí placer en cada parte de mi cuerpo, en especial en donde más unidos estábamos y yo notaba como su interior ardía y palpitaba, exigiendo movimiento y placer. Empezó a mover sus caderas sin alterar su posición, yo la rodee con mis brazos y la abrace sintiéndola aún más. Sus caderas se movían a un ritmo perfecto, se alzaban hasta el punto en el que casi nos separábamos, en el punto en el que sentía como los labios abrazaban la punta y lo succionaban hacia adentro impidiendo que escapase, llegaba a ese maravilloso punto para luego con un rápido y firme movimiento hacer que su interior me envolviese completamente, se paraba un breve instante de esa manera, retorcía sus caderas y me hacía sentir el calor de su interior, lo mojado y húmedo que estaba por mí, por mis caricias, por mis besos y mordiscos, y como volvía a palpitar exigiendo otra vez aquel ciclo que entre suspiros, gritos y gemidos nos llevaba a ambos al mayor placer que podíamos sentir.

Una vez más calmada, apoyo sus manos sobre mi pecho y se irguió, desde esa posición pude contemplar aquellos pechos ligeramente mojados por el sudor y mi saliva, ella lo noto, y con sus manos agarro las mías.

Junto a sus manos recorrí sus muslos, sus caderas, su vientre y finalmente las coloco sobre sus pechos y apretó fuertemente, yo no necesitaba más para empezar a sentirlos de mil maneras, acariciándolos, apretándolos, pellizcándolos y todo lo que mi cuerpo deseaba hacer, y ella no necesito más para empezar a subir sus sinuosas caderas hacia arriba y hacia abajo en un continuo movimiento con el que sentía cada parte de su interior apretándome y dándome placer.

Sus manos recorrieron mi cuerpo, dejando una marca por donde pasaban sus uñas, llegaron hasta el punto donde nos uníamos y siguieron subiendo por su cuerpo hasta dejarlas por encima de su cabeza y empezar aquella danza mientras sus caderas cambiaban a balancearse sobre mí, haciendo que su interior me apretase aún más y notar como se clítoris se frotaba suavemente contra mí.

Aquel suave balanceo me volvía loco y mis manos buscaron su cintura y la agarraron fuertemente ayudándola con su balanceo, haciéndolo más largo, más fuerte y más profundo.

Ella gimió al sentirlo y se dejó caer sobre mí, me beso apasionadamente con sus labios y su lengua busco la mía por puro deseo, disfrutamos de aquel momento hasta que sus manos quitaron las mías de su cadera, y mientras me miraba lujuriosamente puso sus piernas cubiertas por aquellas medias a mi lado, y apoyándose sobre sus delicados pies se dejó caer ligeramente hacia atrás.

Y en aquella postura, en donde podía verlo todo, desde su pie a mi lado hasta su cuello que describía una sensual curva, pasando por sus brillantes pechos que subían y bajaban lentamente, en aquella postura ella empezó a bajar una mano lentamente desde su cuello hasta el lugar que tanto placer nos proporcionaba.
Aquello empezaba a hacer que mi deseo ardiera hasta tal punto que no podría controlarme, en el momento en el que sus dedos empezaban a llegar ella coloco su pie sobre mi pecho, impidiéndome abalanzarme sobre ella, sus dedos rozaron su clítoris y ella gimió, y empezó a jugar con el delante mía, gimiendo y soltando suspiros de placer, deseaba moverme, mover su cintura para volver a sentir como su interior me acariciaba y no estar quieto sintiendo como su interior palpitaba y me apretaba cada vez más exigiendo aquel movimiento. 

No podía apartar mis ojos de sus dedos, moviéndose grácilmente entre sus bragas negras y aquel liguero mientras se proporcionaba placer, y no podía aguantar aquello más.

En aquel momento ella me miró, volvió a recorrer su cuerpo con la mano que segundos antes provocaba sus gemidos y apartó su pie de mi pecho, no necesite más.

Me abalance sobre ella, tumbándola en la cama y pasando mis brazos por su espalda la abrace fuertemente contra mí, sintiendo su piel y todo su cuerpo.

En aquel punto ya estaba fuera de control y la embestía con toda mi fuerza y pasión, haciendo que la cama se moviese y chocara reiteradamente contra la pared. 
Ella gemía y gritaba sin ningún tipo de control, pasaba sus manos por mi espalda arañándome y clavando sus uñas, me abrazaba apretándome aún más contra ella y retorciéndose buscando más placer del que ya sentía.

Y en aquel momento, cuando ambos solo pensábamos el uno en el otro, cuando solo sentíamos el cuerpo del otro contra el nuestro y el cómo la penetraba y llenaba su interior completamente, en ese momento ambos llegamos al orgasmo.

Ella arqueo totalmente su espalda haciendo que la penetrase más profundamente y clavo sus uñas en mí.

Yo me abalance sobre su cuello clavando mis colmillos en ella.

Y tras ese instante lleno de placer, en el que el mundo se había parado para nosotros y solo existíamos nosotros, gritamos fuertemente el nombre del otro, haciendo saber al mundo entero a quien pertenecíamos. 

Cuando el grito se apagó ambos nos desplomamos, nos quedamos frente a frente en aquella cama de sábanas rojas y nos besamos, sin deseo, sin lujuria, sin ansias, solo y únicamente con el amor que sentíamos.

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