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¿Eres mi ángel o mi tormento?

Mi nombre es Ángel, mis padres decidieron ponerme ese nombre porque para ellos, yo era una de las cosas más puras del mundo. Siempre una buena hija, de excelentes calificaciones, servicial y amable, sin novios, ni escapadas a fiestas.

-Ángel. -Me llamo mi compañera de alado para pedirme un borrador. Y es que estaba en las últimas clases del día y justamente ese día no tenía ganas de prestar atención a la lección de Francés. Aunque desde los 18 años estaba enamorada del profesor mí, él se había convertido en lo único que pensaba en los primeros meses de la Universidad. Y es que era tanta mi atracción hacía él que con el simple hecho de escuchar su voz cerca de cuello sentía unas cosquillas que recorrían mi espalda hasta llegar a mis caderas.

El tampoco parecía indiferente hacia mi presencia. Una sonrisa al entregar mis trabajos, coqueteos y roces nos llevaron a quedar en varios momentos en su casa o en algún hotel. No había amor, solo sexo y atracción. Al ser 10 años mayor que yo tenía más experiencia que me hacía quererlo de manera encaprichada, además de que no tenía que lidiar con la monotonía del romance, pues tenía a su novia de toda la vida con la que compartía los buenos y los malos raros y conmigo solo era deseo, pasión.

Mi apariencia de niña buena, atenta lo habían cautivado y yo podía hacer y deshacer como me diera la gana, me tentaban a desafiarme e incluso a romper con mis propios principios, era su amante pero el deseo que tenía hacía su cuerpo, su voz y sus manos, me hacían estar de rodillas por él. Me hacían romper mis esquemas.

Casi nunca me permitía romper las reglas pero él era la excepción.

Una tarde de otoño fue el preludio de nuestro más apasionado encuentro. Lo recuerdo muy bien por el viento y las hojas secas que adornaban los pasillos de la universidad, llevaba pantalones de mezclilla ajustados negros, una blusa negra de mangas bombachas, chaqueta de cuero roja y mis botas vaqueras que en esa temporada se convirtieron en mi accesorio favorito.

Estábamos en la última clase del día, éramos unos cuantos en la facultad que nos quedábamos a las clases Francés, extrañamente ese día había despertado con mi libido alto, en la mañana una buena paja con mis dedos pero al llegar la tarde y verlo y escucharlo me hacía desearlo, trataba de no pensar en ello haciendo garabatos en las hojas de mi cuadernos, pero era inevitable, ver sus manos e imaginar que tocaban mi cuerpo, sus brazos, su voz, sus gemidos.

Mordía el lapicero aguantando mis ansias y apretaba los puños, no quería ser evidente frente a mis compañeros pero él me conocía a la perfección y me miraba con esos ojos coquetos que me habían cautivado. Espere que la clase terminará para acercarme a él y le susurre en el oído “En 15 minutos nos vemos en la biblioteca”.

Fui casi corriendo a la biblioteca y me asegure de que no entrara nadie, ya en ella me quede en los estantes de la parte trasera. Él sabía perfectamente en donde encontrarme porque conocía cual era mi Literatura favorita, en donde comenzó todo.

-¿No hay nadie en la biblioteca? -Me tomo por la cintura acercándome a su cuerpo.

-Nadie viene después de la última clase además tengo las llaves y me aseguré de colocar el seguro en la puerta y las persianas están cerradas.- Le di un beso corto en el cuello.- Además sabes que después de las 9:00 pm la facultad cierra.

– Le danger dans mon paradis c’est de trouver un ange, et cet ange est tu (El peligro en mi paraíso es encontrar un ángel, y este ángel eres tú) Me reí y nos besamos profundamente. Con mis brazos rodee su cuello y el mi cadera. No pronunciamos nada no dijimos nada, solo sentíamos nuestras lenguas tocarse y explorarse. El aire comenzaba a faltarnos y nos separamos un momento.

-Quiero que me folles aquí, entre los libros y me hagas correrme. Le dije para quitarme la chaqueta y comenzar a desabrochar su camisa y quitársela.

Nos recargamos en un escritorio y el me sentó en él. Primero quito mi blusa y llevo su boca a mi cuello, bajo a mi pecho y luego a mi abdomen. Para ese entonces ya estaba demasiado excitada por lo que desabroche mi brasier para dejar mi busto libre y acariciarlo quedando atrapado en mis brazos por lo que él lo removió de mi cuerpo con sus manos. Me recosté y me beso el busto, lo lamio con la punta de su lengua y al llegar a los pezones los mordió mientras yo gemía. No me importaba si me escuchaban en la puta China, solo quería correrme de placer.

Me levante para volvernos a besar y aproveche para desabrochar su pantalón y luego su bóxer. El tamaño de su erección era grande y me baje del escritorio para acariciarlo con más comodidad, mis manos subían y bajaban y el ahora gozaba al igual que yo viéndolo gemir, lo llevé a mi boca y él se había recargado en el borde apretando los puños con su cabeza hacía atrás y cuando me pedía más me aleje para darme la vuelta y deshacerme de mi pantalón y sacarme las botas. Estando de espaldas y únicamente en pantaletas cubriendo mis pechos con mis brazos, le pedí que prendiera el proyector que estaba atrás del escritorio, una luz blanca alumbro la pared y me di la vuelta. Movía mis caderas y mi cuerpo mientras él seguía desvistiendo. Me agache y al subir fui removiendo mis pantaletas hasta deshacerme de ellas.

-¿Qué esperas? Tómame que soy toda tuya.- Recorrí mi cuerpo con mis manos y lleve un dedo a mis labios.

Fue en cuestión de segundos para que el me tomará y me pegará en la pared para devorarme a besos, sentía su erección en mi vientre subí una de mis piernas en su cadera y el la tomo y sin previo aviso se introdujo en mí. Cada embestida era fenomenal y solo veía mi cuerpo, mi busto rebotar ante el impacto de su miembro en mi cuerpo. Gemía y me aferraba a su espalda mientras lo besaba y este me decía muchas cosas en francés, lo que me ponían más caliente de lo que ya estaba.

Me di la vuelta para quedar frente a la pared, me incline un poco y abrí mis piernas, él me tomó del hombro y se introdujo en mí, era mucho más el placer que sentía al sentir mis muslos chocar en su pelvis y saber que estaba de espaldas frente a él, con la luz blanca de proyector enfocándonos, sus gemidos y los míos iban a unísono. Hasta que llevo sus dedos a mi clítoris y lo acaricio provocando más placer en mí, entre más envestidas y más caricias, mi cuerpo se iba debilitando, sentía como corría el sudor por mi espalda, mi vientre y mis nalgas.

Me aferraba con las manos a la pared hasta que sentí como por mis piernas se debilitaban y mi cadera se tensaba luego de mis fluidos correr en su mano, ya no importaba lo alto de mis gemidos sentía que fallecería ante tanto placer en mi cuerpo, aun dentro de mi nos sentamos en nuevamente en el escritorio, me seguía envistiendo, lo que provoco que se viniera dentro de mí. Él se salió de mí cavidad para quedar frente a frente y besarnos, busque sus dedos curiosos y los lleve nuevamente a la mi entrada lo que me provoco un segundo orgasmo.

Nos recostamos en el escritorio y viendo el proyector con la luz blanca.

– Es-tu mon ange ou mon tourment? (¿Eres mi ángel o mi tormento?).- Removió mi cabello para darme un beso en la frente.

Yo solo sonreí y con mis dedos recorrí la comisura de sus labios.

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