Saltar al contenido

La puta que me amó (Segunda parte)

Desde que salí de su apartamento supe que en días iba a regresar. Tenía en mi cerebro la imagen de tan bella chica y esa imagen de cómo ella había fruncido su boca viviendo un orgasmo se me repetía como disco de vinyl rayado que regresaba al mismo surco. Su aliento, el aroma de su piel eran tan embriagantes que como aquel que es preso del alcoholismo y para salir de la resaca debe volver al vicio, de esa misma manera debería regresar a Karina. Toda la noche pasé pensando en esas imagines eróticas que había vivido con ella y el siguiente día al llegar las once de la mañana le volví a llamar y quedamos en vernos a las cinco de la tarde.

En esta segunda ocasión ella ya se encontraba en su apartamento y me hizo pasar a la sala con la advertencia de que se tomaría unos diez minutos pues estaba hablando por teléfono con sus padres quienes vivían en Phoenix Arizona. Me dejó en la sala por unos minutos y me quedé apreciando las fotos que un día anterior a penas les di un vistazo. Esta chica realmente era fotogénica y parecía que tenía un buen fotógrafo, pues una parte de la sala estaba con diferentes estampas en diferentes lugares del mundo. Cuando salió de la habitación, me encontró deleitándome de una foto donde tenía todo ese cabello negro a un lado del hombro derecho cubriéndole totalmente su pecho. Parecía que solo usaba un brasier, dejando ver su sensual abdomen y su pantalón jean estaba desabotonado y su cierre abajo, mostrando su pequeño bikini. Era una foto sensual, erótica y quizá la que más me gusto. Ella me lo preguntó:

-¿Te gusta esa foto?

-¡Me encanta! -le contesté.

-Es una de las últimas que me tomé. Yo tengo copias y si lo deseas, te puedo regalar una para que espantes los ratones de tu casa.

-¡Me gustaría una copia! ¡Te miras muy hermosa! -le dije.

Nuevamente me hizo pasar a la misma habitación que estuve el día anterior. Igual… el cuarto se mantenía bien arreglado y todo parecía igual a excepción de unas velas aromáticas que lo alumbraban, pues Karina en esta ocasión tenía las cortinas cerradas y se miraba todo semi oscuro. Le hice la pregunta de nuevo, pues por teléfono ella no me dio respuesta:

-¿Van a ser $400?00 o $2000.00?

-$400.00 Tony. Como te lo dije antes… eso que tú quieres es solo para una persona especial y no tiene precio.

Para los lectores que no leyeron la primera parte, anteriormente le había ofrecido a Karina $1000.00 por follarme su hermoso culo y chuparle su conchita y me dijo que no y le doblé el precio, por sí se animaba. Puse los $400.00 en el mismo tocador y ella al igual que la primera vez ni los contó y parecía no le daba importancia. Ese día estaba con pantalones jeans y una camiseta alusiva a los Lakers, el equipo de baloncesto de Los Ángeles. No usaba mucho maquillaje, unos aretes que le brillaban, la misma pulsera y el un diamante en su anular. No parecía que me llevaría con prisa y de hecho ella me ofreció un whiskey, el cual acepté. Ella me acompañó con una copa de vino tinto. Pasamos y me hizo sentar en esas sillas de estilo cantina y con esa mesa bastante elevada de unos 90 centímetros de diámetro. Ella volvió a ese tema de mi condición civil, pues no me había creído que no estaba casado. Le conté algo de la tragedia que había vivido meses antes, no porque quería su simpatía, mas bien porque era la verdad.

En quince minutos de plática ella le daba su último sorbo a su copa de vino y yo a mi vaso de whiskey. Luego ella me propuso si me quería tomar un baño, el cual rechacé aludiendo que una hora antes me había bañado. Sin mucho más que decir, ella caminó directo al buró a la par de la cama, sacó un profiláctico y regresó a la mesa. Ella me desabrochó el pantalón, el cual era de esos pantalones formales de vestir, me bajó el cierre y encontró mi falo reaccionando a lo que venía. Sin mucho protocolo nuevamente, me puso el profiláctico sentado en la silla y ella comenzó con la felación. Entrada en ese acto estaba por el correr de un par de minutos y ella lo interrumpió diciendo:

-¿Quieres otro whiskey?

-Bueno, te lo acepto.

-¡No me gusta el sabor de estos condones!

Regresaba con mi vaso con el whiskey y ella traía otra copa de vino tinto. Me mamaba la verga por dos minutos y le daba un sorbo a la copa. Ella seguía completamente vestida, pues Karina sabe con seguridad, que ya sea vestida o desnuda, de cualquier manera, excita a cualquiera. Con su mano derecha me tomaba del tronco de la verga y me chupaba la punta con sus lindos labios. No podía ver la felación en esta posición, pero que rico se sentía a pesar de que esta chica me había puesto un profiláctico. Después de algunos minutos me invitó a pasar a la cama.

Ella me desvistió primero y me pidió que me acostara. Se subió de pie por sobre la cama y comenzó a desvestirse sin mi asistencia. Su camiseta de los Lakers cayó en la alfombra, su brasier me lo lanzó a mi cara, el pantalón jean poco a poco salió de tal escultural cuerpo y llevaba un diminuto bikini de color negro con rayas doradas como los colores del equipo de baloncesto. ¡Que delicia era verla de esa manera! Poco a poco deslizó su pequeña prenda hasta recogerla con sus manos y me la lanzó también al rostro. ¡Qué mujer… qué conchita más preciosa! Su rutina parecía ser la misma… besar mis pectorales y tetillas, hacer sentir esas hermosas tetas de copa D por mi abdomen y entrepiernas. Llegar a la posición de felación, solo que en esta posición era divino ver a esta mujer mamando. En esta ocasión no me preguntó en que posición quería follármela. Ella simplemente se fue sobre mí a montarme no sin antes pedirme el brassier, el cual se puso pues sus tetas son descomunales para ese torso petit. Si, me montó y me dio una cogida divina, pero tenía que usar ese brassier para evitar ese rebote de tremendas tetas.

Los dos whiskeys me ayudaron a perder en algo la sensación pues quizá de otra manera me hubiese hecho acabar prematuramente. Esta mujer es sensual, un rostro y un cuerpo de diosa. Con ese ritmo sabía que me haría acabar en cualquier momento. Para sacarme de esa presión, le pedí cambiar de posición y le pregunté:

-¿Cuál es tu posición preferida?

-Te va a dar risa… la de mamá y papá: La del misionero. Ayer me hiciste acabar de perrito… primera vez que me vengo así.

-¿Cuál prefieres?

-¡La de mamá y papá!

-Me parece bien, pero quítate ese brassier, pues a mí me gustaría mamarte tus pechos.

-¡Eso me encanta también! -Dijo.

Comenzamos con un vaivén semi lento, pero de penetración profunda. Como dije en mi primera experiencia, esta chica se sentía apretada, muy apretada de su vagina y eso es exquisito sentirlo. Karina parecía disfrutar la penetración y a la vez sentir que le mamaba uno de sus pechos… escuchaba sus gemidos, su profusa respiración. Por un momento me elevé con mis brazos y poder apreciar tan lindo rostro y ella me sonrió y me dio un cumplido que nunca escuché de otra mujer: -Sabes Tony, eres un hombre muy guapo, pero lo que a mi me gusta más de ti, es tu nariz.

Seguimos con la faena en posición del misionero y con el tiempo le dimos más ritmo y sentía que esta linda chica chocaba con más ímpetu su pelvis y yo le correspondía con otro choque igual. Yo en forma de averiguar su estado le propuse cambiar de posición, pero ella me lo dijo de una manera muy seductora: Sigue así… me vas hacer acabar en segundos. – Yo lo sabía, lo sentía y comencé a darle embestidas más fuertes, más profundas y le dejé libre las tetas. Ella se las tomó para que no rebotaran tanto y comenzó a decir algo así: -Si… así, dame así… no pares, no pares… dame así que me vengo. -Cerró sus ojos, frunció sus labios, parecía que se los mordía y dio unos jadeos profundos y su abdomen comenzó a temblar sin control. Yo le seguí dando por un par o tres minutos y me corrí quedando mi rostro por sobre el rostro de esta linda mujer y pude sentir el aroma de las feromonas mezcladas con el vino tinto de su aliento. Me abrazó y quedamos así por unos cinco minutos.

Ella se encargó de limpiarme y me invitó a pasar al baño a darnos una ducha. Acepté y aproveché en seguirla manoseando mientras la enjabonaba. En el baño mientras nos caía el agua ella me lo preguntó:

-¿Quieres cogerme otra vez?

-¡Por supuesto! -le contesté.

-Hoy no tengo mucho tiempo, he quedado con mi amiga a ir a un concierto, pero si quieres lo hacemos aquí.

Le dije que estaba bien, que intentaría no quitarle mucho tiempo. Karina solo abrió la puerta corrediza de la tina de baño y de una gaveta sacó otro profiláctico. Lo diferente en esta ocasión fue que me comenzó a dar una felación a lo natural. Por supuesto que mi verga reaccionó y estaba dura y lista para otra batalla y Karina no desperdiciando el tiempo tan pronto esta estaba erecta, me puso rápidamente el condón. Ella se puso con manos contra la pared de la tina y con el culo expuesto para que me la follara. Busqué el agujero delantero y ella sintió mi penetración diciendo: ¡Ve con cuidado… que me duele! – Realmente se sentía más apretada y luego ella me decía que en ese ángulo sentía mucho más el grosor en la penetración de mi verga. Una vez asimilada la posición pareció que había valido la pena para Karina, pues cualquier hombre disfruta el sexo en cualquier posición en cualquier circunstancia.

Le había taladrado su pequeña conchita por unos siete minutos constantes y también en esta ocasión le masajeaba su ojete con uno de mis dedos. Pensé que me lo iba a prohibir, pero no sé sí le gustó o simplemente quería satisfacer a su cliente. Le comencé a dar a una velocidad más fuerte y ella me lo había aprobado y pedido: Si… así… dame así… ¡qué rico! -Yo que había acabado solo minutos antes podía seguir por largo tiempo, pero cuando ella restregaba sus nalgas contra mi pelvis y comenzó a masajear mi huevos cuando gemía como loca, me hizo acabar a los minutos y ella me lo decía: ¡Nunca me había corrido en esa posición y tú me has hecho acabar por detrás en dos veces ya!

Obviamente me hacía sentir bien y creo que esto es lo más gratificante del sexo. Y es que uno disfruta esta faena haciendo disfrutar a alguien más… y eso es lo más rico de todo esto. Nos vestimos y Karina se vestía lindísima para ir a ese supuesto concierto. No sabía si era la verdad o tenía otro encuentro sexual en algún otro lugar. Ella se vistió con un vestido marfil bien ajustado a su cuerpo que apenas le llegaba a su rodilla, un abrigo de pelos de un animal que realmente nunca supe de que era, pues no soy experto en ello. Vi cómo se maquilló y lo que más recuerdo era esa prenda íntima estilo bikini de color marfil, el mismo color de su vestido y hasta me pidió mi opinión. Sin lugar a duda le dije que se miraba bellísima y quedamos en que pronto le volvería a llamar.

En aquella semana la visité en tres ocasiones, lo que significaba le había pagado $1200.00 por un poco de tres horas de sexo. El sexo puedo ser adictivo y este accionar igual. Sé que muchas personas se han metido en problemas económicos por haber perdido el control y quizá en mi caso, esa oportunidad de tener que follar a muchas chicas disponibles me ayudó a no sucumbir a la tentación, pues realmente esta linda chica era una tentación. Todo esto ocurría en un mes de noviembre y en diciembre todo esto tomaría un nuevo rumbo. Creo que, para antes de la navidad de ese año, quizá había visitado a Karina en unas diez ocasiones y si hacemos la matemáticas, le había pagado unos $4000.00 en solo servicio de sexo. Antes que ella me llamara, ya habían pasado dos semanas que no la veía y esto se daba días antes de la navidad. En esta ocasión me sorprendió su llamada, pues nunca me había llamado.

-¡Hola Tony! ¿Cómo has estado?

-¿Todo bien Karina? Me has sorprendido con tu llamada.

-Ya han pasado más de diez días de no verte y solo quería saber que estabas bien.

-Gracias por preguntar… y si… todo está bien.

-¡Me alegro… pero no te me pierdas!

-Cuando pueda te llamo y quizá te diría que llego hoy si aceptaras mi propuesta. Sigue pendiente sabes.

-Ya no tenía en mente tu propuesta, pero como te dije antes… eso es especial para una persona especial también.

-Entiendo… cuando pueda te llamo.

Llegó enero y verdaderamente no me recordaba de Karina, pues por ese tiempo me estaba follando a diferentes chicas y chicas muy lindas. Karina era un buen palo, pero un palo que costaba $400.00 la hora y con estas chicas después de una cena de $60.00 o $80.00 me las cogía toda la noche. La tentación de Karina ya no tenía ese misterio, ni nada nuevo. Era concluyente de su parte que no me dejaría saborear su conchita o follarme su culo, así que no me apetecía llamarla para más de lo mismo. El último fin de semana de enero la compañía para la que laboraba presentaba reconocimientos a ejecutivos, vendedores y otros trabajadores y debido a que quería evitar a una chica que trabajaba para la compañía y que se me insinuaba abiertamente, decidí llamar a Karina y ver si ella me podía acompañar a este evento. Le dije que era un evento de tres horas y especificando que no habría sexo envuelto, ella me dio la cómoda suma de $600.00. Acepté, pues sabía que iba a impresionar a todo el mundo y hacerle saber a esta otra chica por qué no quería nada de ella. Y desde ese día las cosas cambiaron.

Continuará.

[email protected]

Deja un comentario