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La mañana estaba siendo muy calurosa. Ben permanecía sentado en su silla como tantas otras veces. Había permanecido demasiado tiempo enfrascado en su trabajo y necesitaba dejar respirar a su mente. Levantó la mirada buscando un punto de relajación. Justo en aquel momento, Lea se levantó dos archivadores entre sus brazos. Sus miradas se cruzaron de forma fortuita. Ben sonrió y ella le copió el gesto tras lo cual se puso rápidamente a su tarea. Ben se quedó mirándola. Ella andaba hacia el armario de los archivadores mientras los ojos de Ben se clavaron en su culo. Aquel día lea llevaba unos leggins negros y una camisa larga del mismo color que le hacía las veces de vestido. Los ojos de Ben se perdían entre la parte baja de las redondeadas nalgas de la mujer, perfectamente marcadas en la fina tela del pantalón. A cada paso de Lea, sus nalgas se movían arriba y abajo, de forma excitantemente rítmica.  Sin tener tiempo a pensar, Ben sintió un respingo en su pantalón producido por aquella visión.

Cuando terminó de colocar los archivadores, Lea volvió sobre sus pasos para sentarse en su sitio. Ben seguía mirándola como hipnotizado por sus curvas. Sus ojos se posaron en el movimiento de sus piernas buscando una y otra vez el momento en el que las dos partes de la camisa aparecían tímidamente separadas para observar la luz que surgía entre sus piernas y que silueteaba periódicamente su sexo. Ben no escondió su mirada presa del encantamiento de la mujer, que no tardó en detectar la mirada del hombre clavada en su cuerpo. El descaro con el que Ben miraba a Lea hizo que la mujer sintiera un cosquilleo en la parte donde él había depositado sus ojos, como si aquel tuviese el poder de transmitirle su calor con la mirada.

Lea se quedó mirándole con los brazos en jarra, como entre sorprendida y ligeramente avergonzada. Ben tardó varios segundos en saberse descubierto. En cuanto lo hizo levantó su cabeza y miró a sus expresivos ojos oscuros, Lea pintó una mueca de incredulidad en la cara y sonrió nerviosa. Ben le correspondió guiñándole un ojo con un gesto de satisfacción.

Aunque eran repetidas, Lea aún no se había acostumbrado del todo a las miradas de Ben. Le provocaban una sorda excitación que, no sin cierta dificultad, hasta ahora había conseguido mantener ahogada. Aquel día fue de los difíciles. Ben continuaba teniendo en la retina el precioso trasero de Lea y ella se sentía observada por él. No hablaban, pero el deseo que Ben sentía por Lea se transmitió directamente de sus ojos, al más oculto de los instintos de ella.

La mañana pasaba y aquel latente sentimiento entre Ben y Lea se ocultó. Ben intentaba mantener la concentración, pero el calor del ambiente le hizo necesitar aire fresco y salió de la oficina para poder liberar su mente. Pocos segundos después de salir de la oficina, un ruido al final del pasillo llamó su atención. El ruido parecía provenir del almacén. Ben se acercó para ver qué pasaba. Cuando Ben llegó a la puerta del almacén vio a Lea intentando levantando una caja de cartón por encima de su cabeza para ponerla en la más alta de las estanterías. Lea, de espaldas a Ben, no se percató de su presencia, estaba de puntillas, con los brazos totalmente estirados hacia arriba lo que hacía levantar su camisa y dejar la forma de su culo visible a Ben. Los leggins, que se introducían de forma sexy entre las nalgas de la mujer, proporcionaban a Ben una perfecta visión del culo de Lea. Aquella vez, la latente excitación que había acumulado aquel hombre le sorprendió rellenando su pantalón de forma casi instantánea y provocando que su corazón palpitase cada vez más.

En un momento, Ben decidió jugar con Lea. Silenciosamente, se metió en el almacén, y utilizó la llave para cerrar ruidosamente la puerta. Lea que notó el ruido giró la cabeza. Al ver a Ben cerrando la puerta con una sonrisa en la boca, lea se puso nerviosa. La caja que Lea estaba intentando subir la balda más alta de la estantería parecía comenzar a ceder hacia atrás. Antes de que cayera, Ben corrió en su ayuda y la sujetó en lo alto de la estantería. Sin haberlo planeado, Ben estaba totalmente pegado a la espalda de Lea. Los cuatro brazos impedían que la caja no cayera. La cabeza de Ben estaba muy cerca de la de Lea, que podía sentir su cálido aliento en su nuca, y el inocultable bulto del pantalón de Ben introduciéndose entre las nalgas de Lea. La mujer comenzó a excitarse al notar el calor del hombre a su espalda. Ben se estiró empujando la caja para poder colocarla en lo alto de la estantería. Al empujar la caja, el paquete de Ben apretaba aún más el culo de Lea que casi inconscientemente abrió sus piernas ligeramente para dejar espacio para la dureza de Ben dentro de su culo. Cuando la caja estaba estabilizada, ambos quedaron en esa posición unos segundos. Disfrutando de la cálida tensión entre los dos. Al fin, Lea se giró, y puso sus labios a apenas unos milímetros de los de Ben, que observaba como su pelo se introducía por la comisura de sus labios de forma sexy.

  • Gracias – Susurró Lea haciendo que su aliento se mezclara con la respiración de Ben

El calor y la humedad del aliento de Lea fue el detonante. Ben no puedo evitar acariciar sus labios con los suyos, mientras que Lea bajó sus brazos para acariciar la nuca de Ben mientras movía sus caderas. La mujer sentía como el paquete de Ben se iba poniendo cada vez más duro entre sus nalgas. Ben bajó sus manos y comenzó a desabrochar la camisa de Lea. Comenzando a sentir la suave piel de Lea entre sus manos. Sus bocas comenzaban a fusionarse con pasión al tiempo que Lea llevó sus manos al pantalón de Ben soltando sus botones esperando sentir la dureza del pene de Ben sin la rugosidad de su vaquero como intermediario.  Ben termino de desabrochar la camisa y bajó sus labios por las mandibulas de Lea en dirección al cuello a la vez que comenzaba a manosear sus pechos por encima de su sostén. Lea se arqueó y utilizó sus manos de para bajar suficientemente el pantalón de Ben como para poder tocar la totalidad del duro miembro de Ben a través de la tela del calzoncillo. El pene de Ben se hacía cada vez más duro entre las manos de Lea. Como producto de esa excitación, Ben comenzó a mordisquear con pasión el cuello de Lea y rápidamente soltó su sujetador para amasar sus pechos con fuerza. Los erizados pezones de la excitada mujer arañaban la palma de las manos de Ben que, totalmente erotizado, masajeaba con sus labios el cuello de Lea. Lea empezó a gemir de placer debido a los escalofríos producidos por los labios del hombre en su piel.

 

Lea estaba tan caliente que intentó bajar los calzoncillos de Ben con la intención de sentir la piel de su rabo entre las manos. Pero Ben tenía otros planes. En el momento en el que Lea intentó despegar los calzoncillos de su piel, Ben agarró las manos de la mujer y utilizó un ovillo de cable para atar a Lea en la parte de arriba de una de las columnas de las estanterías de metal que había en el almacén

  • Que… ¿Qué haces…? – Acertó a decir Lea sin poder disimular su excitación. – nos van a pillar!!!
  • Tu déjame hacer… – dijo Ben con una pérfida sonrisa en la boca – No te preocupes que no te hare sufrir… demasiado.

Lea no contestó y se dejó hacer un sentimiento mezcla de excitación y frustración recorrió su cuerpo. Quería sentir su polla en su mano, masturbarla y notar como se hacía más y más grande entre sus dedos o incluso entre sus labios. Pero Ben la había maniatado y estaba a merced de lo que quisiera aquel hombre. Ben comenzó a amasar el culo de Lea a través del pantalón. La mujer comenzó a respirar fuertemente movida por el placer. En un momento, Ben agarró el pantalón de Lea y lo comenzó a bajar hasta los tobillos. Unas braguitas eran lo que separaba a Ben del culo de la excitada hembra.

  •  ¡Nos van a pillar!! – Lea apremiaba a Ben

 

Lea se impacientaba, pero no por miedo a ser descubierta sino porque su excitación era cada vez más inaguantable. Ben no dijo nada, se bajó los calzoncillos y pegó su miembro entre las nalgas de Lea. Lea, al sentir el calor de la polla de Ben en su culo comenzó a mover sus caderas arriba y abajo. Al tiempo, Ben empezó a bajar las bragas de Lea saboreando cada centímetro. La verga de Ben pronto acarició la suave piel del culo de la mujer que no hacía más que moverse intentando sentir más y más la dureza del hombre. Ben bajó las bragas de Lea por sus rodillas y dejó que la tremendamente excitada mujer le masturbara con sus nalgas mientras el amasaba jadeante sus pechos.

  •  ¡Eres un hijo de Puta!  – dijo Lea mientras intentaba soltar sus manos para poder masturbarse – quiero más!!! no me dejes así!!!

Ben apiadándose de la mujer, utilizando una de sus manos bajó su pene introduciendo su duro glande entre sus nalgas. Cuando la dura polla del hombre acarició el ano de Lea, ella no pudo evitar emitir un gritito de placer. Ben continuaba bajando su polla hacia el coño de Lea mientras con la otra mano aprisionaba una y otra vez sus tetas. Cuando el rabo de Ben estuvo horizontal, comenzó a deslizarlo por la rajita de Lea, mientras ella gemía de placer al notar el calor y la dureza de aquella enorme polla. Como una puta viciosa y hambrienta de sexo, Lea comenzó a masturbar el miembro de Ben con los labios de su coño moviendo sus caderas adelante y atrás a gran velocidad. Mientras, Ben, deslizó su mano y comenzó a estimular con destreza el clítoris de la mujer. Ben gemía erotizado mientras notaba la tremenda humedad de la mujer que masturbaba su polla con los labios de su coñito. Las nalgas de Lea golpeaban una y otra vez con la cadera de Ben produciendo un sonido que excitaba a los dos amantes.  Las manos de Ben masturbando su clítoris y amasando su pecho complementaban al duro miembro de Ben en una coreografía de sensaciones tan excitante, que Lea tenía que ahogar sus gemidos para que no los descubriesen

  • ¡Fóllame ya! ¡Fóllame ya, Cabrón!!  – suplicaba Lea

 

Ben atendió a las suplicas de la mujer y separó ligeramente su cuerpo colocando su mano en la base de su rabo para dirigirlo correctamente al interior de la rajita de Lea. Lea echó su culito hacia atrás y abrió las piernas todo lo que pudo para facilitarle en camino a Ben. El hombre no tardó en colocar su glande entre los labios de Lea que tuvo que tapar un gemido de pasión con su brazo. Ben comenzó a penetrarla saboreando cada milímetro del interior del jugoso conejito de Lea. La verga de Ben entraba en Lea como un cuchillo en la mantequilla. Cuando la mujer pensaba que no podía caberle más, la cadera de Ben chocó contra las nalgas indicando que toda su polla estaba introducida en el interior de su coño. Ben comenzó a masturbar su pene con la vagina de Lea. Lea sentía el morbo de sentirse atada en el almacén del trabajo siendo follada por uno de sus compañeros con el peligro de ser descubierta en cualquier momento. El duro rabo de Ben violaba una y otra vez la raja de Lea, cuya tremenda excitación estaba a punto de llevarle a un violento orgasmo. Inevitablemente, un escalofrío recorrió la columna vertebral de Lea que explotó en lo más profundo de su vagina. La mujer comenzó a morderse los labios para limitar los gritos que se producían desde lo más profundo de su garganta. Tal excitación produjo que su coño prácticamente convulsionase como resultado de un profundo orgasmo. Sentir tal terremoto en su polla hizo que Ben no pudiera más y se corriera. En un momento Ben esparció toda su leche en el interior de la rajita de la mujer. Ben se agarró a Lea para sentir los temblores de su cuerpo bien cerca mientras el interminable orgasmo saciaba las necesidades de sexo de los dos amantes. Cuando Ben soltó las manos de Lea, aún estaba temblando y con su miembro clavado en lo más profundo de su sexo. Ella no se tenía en pie y tuvo que hacer fuerza para evitar que cayera. Ben sacó su pene ya fláccido y satisfecho del sexo de la mujer, le ayudó a vestirse y le abrazó para ayudarle a entrar en calor mientras se recuperaba.

 

Una vez Lea volvió a entrar en calor, y los temblores orgásmicos cesaron. Ben abrió la puerta con cautela y se asomó antes de irse para que cerciorarse que nadie le viese salir.

  • ¡La próxima vez no intentes subir tu sola una caja así!  – dijo Ben antes de salir- Me llamas a mí y te ayudo!
  • No dudes que lo haré — contestó Lea

Y ambos soñaron con la próxima vez.

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