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Disfrutando de ser tan zorra como puedo (2)

En los dos días siguientes por suerte para mi equilibrio psico emocional no tuve apenas tiempo de pensar en todo lo sucedido, incluso a ratos me parecía que en realidad no había sucedido nada. Solo había sido un calentón, un polvazo más con mi bestia parda, que por cierto se mostraba muy cariñoso, lo cual a mi me encantaba y me dejaba muy tranquila, sin ningún tipo de remordimiento de conciencia.

Era viernes a mediodía, y Félix se marchó a un evento con unos amigos, y no volvería hasta el domingo. Esta situación suponía para mi un triste escenario. No me gustaba quedarme sola en casa, sin mi ración de mimos y de hombre. Cada vez que lo pensaba me ponía de mala leche. Así que, decidí tumbarme en el sofá y esperar a la hora de ir a clase de percusión sin hacer nada. Bueno, casi nada… En verdad estaba deseando tener un rato para tumbarme a la bartola, sin nadie que me molestase, para ponerme a ver las fotos de Manu. Abrí otra vez aquella maldita galería del nuevo móvil y empecé el recorrido, y allí estaba, ese tiarrón con su cara de “te voy a dar caña” posando con su morena verga, mmm, que polla más bonita, se intuía una piel suave, me imaginaba el tacto, el olor… mmm, me dejaba llevar por la imaginación, tratando de sentir la suavidad de su glande sobre mi lengua, analizando con mis papilas gustativas el sabor de aquella exquisita carne. Bufff, me estaba poniendo muy guarra. No pude evitar imaginar cómo sería el encuentro de hoy con Manu. Tenía claro que no quería llevar a la práctica lo que mi coño suplicaba… pero y si sí? No no no y no, me dije toda seria, al tiempo que pasaba de foto para ver otra, y otra, y otra. Me entretenía ampliando las fotos para ver de cerca sus pectorales, sus brazos, su cara y sobretodo su polla, su enorme y atractivo falo.

Lo cierto es que tener que ir a la clase de percu de hoy me estaba alegrando el día, y deseaba ver que iba a ocurrir. Me duché y me vestí. Me costó decidirme, pero al final decidí ponerme un poco guarrilla, hacía calor y me lo podía permitir, puesto que soy friolera, y no encuentro días para vestirme de ciertas maneras. Así que me puse un vestidito corto y me fui a casa de Manu, para ir a clase los dos con un mismo coche.

Llegué sin problemas con la ubicación, Manu vivía peligrosamente cerca pensé en algún momento.

Vivía en una casita pequeña, rodeada de jardín, con algunos arbolitos frutales. La casa era vieja, pero estaba bien cuidada. Me salió a recibir un perrito negro muy simpático, que más que intimidar con sus ladridos parecía invitar al juego. Pronto apareció él, con una camisa de tiras ajustada, parecía que también se había puesto guapete el chico.

-hola Marian, quieres pasar o vamos tirando?

-mejor vamos tirando, y luego al volver me enseñas tu casita.

-si, claro, vamos en el mío, puedes dejar tu coche aquí dentro.

Por el camino estuvimos charlando animadamente, entre risas y miradas de complicidad. Era muy majo y me resultaba fácil sonreír y mirarle a sus ojos, de color marrón oscuro, tenía una mirada muy sincera, muy próxima y muy bonita.

La clase nos pasó volando y cuando me quise dar cuenta estaba de nuevo dentro de su coche, con él, a solas los dos. Se mostraba ahora más cariñoso, sus miradas habían ganado en dulzura y en calidez, pero graciosamente habían perdido en sinceridad.

Ya en su casa me invitó a pasar, me enseñó las habitaciones, la cocina etc., todo en plan antiguo, pero bien conservado, y con partes renovadas. Me sentía una cervatilla acechada por un tigre siberiano, sentía que Manu no sabía cómo hacer para devorarme, pero que estaba esperando el momento oportuno. Yo sin embargo, me debatía entre el bien y el mal, sin saber cuál era cuál. Estaba excitada pensando en lo fácil que era para mi ponerme las botas siendo el banquete de aquel félido hambriento, y deseaba ponérselo fácil, deseaba que se diera el gusto conmigo, ser suya por un rato… Ufff, me subía la temperatura de pensarlo. Manu me hablaba, cada vez más de cerca, me explicaba la historia de la casa, estaba alquilado desde hacía un par de años.

Entonces me enseñó su habitación, la tenía reformada, no parecía formar parte de aquella casa, estaba forrada de madera por arriba, muy limpita y ordenada, acogedora… Sentí que se me puso detrás mientras inocente de mi miraba para su cama, yo gire la cabeza para mirarle, con una sonrisa cómplice, él me miró mostrándome una hermosa sonrisa también.

Tímidamente eché un paso hacia atrás poniendo mi culito respingón sobre su paquete, muy suavemente, ofreciéndole mi cuello desnudo a la vez. Manu pilló el mensaje en el acto, me agarró muy suavemente las caderas mientras me olió y besuqueó el cuello… mmmm, mi corazón se puso a mil, le dejé más cuello que besar, y apreté mi culito más contra su paquete, el cual sentía duro, notaba su bulto hambriento, mmmm, me excité morbosamente, pensando en que mi marido se iba a poner cachondísimo con esto, me sentí esta vez más que nunca una zorra, y me gustaba.

Me dejé llevar, Manu me dio la vuelta y me besó, me besó la boca, el cuello, la cara… Yo me dejaba, me encanta dejarme hacer… No soltaba mis caderas, me besaba, sus besos me sabían a deseo, a placer… Él me apretaba contra su bulto y yo le seguía el juego, le agarré del culo y me lo acerqué más aún. Le olía, olía bien, me gustaba, me excitaba cada segundo más y más, me puse muy calentorra, y a él le tenía salidísimo.

Me lo arrastré hasta la cama sin soltarle el culo ni el mis caderas, entonces me agarró las dos nalgas, me tumbó en la cama, se puso encima de mí y me levantó el vestidito, y sin dejar de empujarme su bulto me empezó a sobar las tetas. Fue ahí, fue ahí que me sobrepasé, me vi desbordada, me saturé, le pedí que parase por favor.

-buff, lo siento Manu, estoy un poco acalorada, necesito aire.

-lo siento Marian, perdona, me vine arriba, me gustas mucho y me excité.

-y te crees que yo no tonto? A mi también me gustas, y mucho, solo que es un poco acelerado todo esto, pero no es tu culpa eh, no te sientas mal.

-ya, me vine arriba, lo siento.

-no te disculpes guapo, pero no quiero follar ahora ya, así sin más, no se…

-tranqui, joder que no pasa nada, ya te digo que me puse muy cachondo y…

-mmmm, me encanta que te pongas cachondo, pero no te voy a dejar así… Le miré con una sonrisa picarona…

-si quieres te toco hasta que te quedes a gusto vale?

-si quieres tú, preciosa…

Llevé mi mano sobre su paquete, lo acaricié, y fui desabrochando su pantalón, lentamente… Con la otra mano le levanté la camisa, haciendo que se la quitase. Se bajó los pantalones con rapidez, aceptando mi propuesta, sus boxers a punto de reventar me deparaban una muy agradable sorpresa…

Se los bajé, y ahí estaba, la polla de las fotos, mmmm,

-que polla mas bonita tienes Manu. Dije con voz dulce y complaciente.

La empecé a acariciar, y luego a tocar, estaba durísima, y si, tenía una piel muy suave. La empecé a menear muy despacio, Manu se retorcía tumbado boca arriba en la cama, yo me salía de excitación, con aquel pollón por fin en mis manos, me puse cómoda, miraba de cerca su miembro mientras lo movía arriba y abajo, muy despacio, quería conocerle bien, despacio, disfrutar esa polla como a mi me gusta.

Manu gemía dulcemente, cual niño bueno, el muy cabrón lo había conseguido.

-solo te la voy a tocar eh…

-ufff, que gustito, hazme lo que quieras princesa.

Aquello me gustó, se portaba muy bien, me ensalivé la mano, al tiempo que me la olí disimuladamente, buuffff, el aroma de su polla me puso los pelos de punta, joder que rico olía, me acerque la cara un poco más, tenía la polla de Manu a 15 centímetros de mi cara, olía su sexo, intenso, pero suave, me ponía loca, mmm… Le eché saliva por encima, y seguí meneándosela dulcemente, de vez en cuando cruzábamos alguna tímida y tierna mirada…

El gemía, se retorcía, y endurecía su polla como un tronco, bufff, como me estaba gustando su tronquito, era enorme, un pelín más larga que la de Félix, con el glande no tan grueso, pero muy bonita y tremendamente apetitosa. Se la empecé a menear más rápido, él respondió con gemidos más intensos, su prepucio subía y bajaba cubriendo y descubriendo el glande cada vez, mi cara, a 10 centímetros, recibiendo su olorcito, mmmm, me estaba poniendo fina masturbando al gran felino, que empezó a acariciarme el pelo tiernamente, como quien acaricia a una linda gatita mientras esta le ronronea.

Decidí demostrarle lo caliente que estaba, no podía aguantar más, abrí la boca y me metí aquella preciosidad de rabo en la boca, mmmm, nunca olvidaré ese momento, y creo que Manu tampoco. Sentí ese glande sobre mi lengua, lo dejé entrar hasta la garganta, muy lentamente, mientras mis labios cerraban aquel tronco suave y terso con toda la ternura, saboreé con la lengua la polla de aquel macho tremendo, el cual se retorcía y gemía mas fuerte ahora, dándome a entender que era justo eso lo que él quería, que le comiese la polla con mi boquita, y yo, así lo hacía, para complacerle, para complacerme…

Subía y bajaba por aquel tronco sin soltarlo, mis labios hacían un aro perfecto con su tronco y gracias a mi saliva subía y bajaba con total suavidad y precisión, como si aquella polla estuviese hecha para mi boca… O viceversa… mmmm me deshacía del gusto, mi boca sabía a polla, a polla de macho caliente, rebosante de esperma para mi, para mi boquita. Quería su leche, la quería, nadie me la iba a robar, estuve un buen rato mientras mi compa de clase se derretía entre gemidos y agradecimientos.

Tan solo decía “oh, que gusto Marian”, y cosas así, no le daba para más. Me la saqué de la boca un momento y seguí masturbándole, fuerte e intensamente, hasta que echándose hacia atrás empezó a balbucear…

-me corro Marian, me corro, oh, sigue, sigue…

Acerqué mi boca y me metí en ella el glande mientras seguía el ritmo con mi mano, noté un gesto de sorpresa de Manu, tal vez no pensaba que me iba a querer meter su chorro de leche en la boca, pero yo sí, yo sabía lo que quería, seguí machacando su verga contra mi boca hasta que Manu empezó a gruñir y a gritar tímidamente, se estaba corriendo en mi boca, noté primero dos chorros más a presión, que me llenaron la boca de un sabor entre dulce y salado, muy caliente, y, acto seguido, mi boca, se inundó de más semen y de su aroma, muy intenso, tuve que tragar ese primer trago para hacer sitio, porque siguió saliendo, esta vez a borbotones, más espeso, con un toque amarguito, mmmm, que rico, me deshacía de gusto saboreando su leche sin sacarme la polla de la boca, aunque parte de la leche se me escapó, al tragar la que tenía me dediqué a relamer los alrededores, y a dejarle la polla bien limpia.

Manu se convulsionaba exhausto derribado en la cama, mientras yo no dejaba ni rastro del delito. Limpié todo con mi boca y sonriente le dije:

-y aquí no ha pasado nada.

-uff, Marian, madre mía, lo que me acabas de hacer, dios… Nunca me lo habían hecho, me ha encantado joder.

-a mi también me ha encantado guapo, tienes una polla y una leche muy rica.

Me tumbé a su lado, con mi mano sujetando su polla, que se iba poniendo blandita y relajada poco a poco. El pobre se quedaba medio dormidito, con una carita de angelito que nunca ha roto un plato que me encantaba. Yo por mi parte estaba salidísima, hambrienta de polla, deseaba ser follada, pero la situación me invitó a abandonar el terreno, al menos de momento.

Preferí irme, reflexionar, digerir aquella situación, y digerir los tres tragos de semen que Manu me había echado cariñosamente en mi boca, a través de esa maldita polla, de la cual no sabía cómo me iba a librar. Me despedí en voz baja, dándole un besito en la frente.

-hablamos guapo, me tengo que ir.

-cuando quieras preciosa, hablamos prontito, gracias, me has dejado en el cielo.

-de nada guapo, nos vemos prontito.

Y así, extasiada cogí el coche y me fui para casa, no sin antes despedirme de Zumba, su simpática perrita.

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