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Le gusta hacerme de rogar

Jamás me había sentido tan liberada sexualmente como hasta ahora. Cada roce, cada beso, cada caricia es una nueva experiencia que se convierte en un calor sensual saliendo de mi pecho y que baja hasta mi clítoris convirtiendo en fuego cada parte de mi incluyendo mi alma. Hace que me convierta en una perra insaciable hasta querer recrear todas y cada una de mis fantasías sexuales y oscuras.

Cuando lo visité anoche no esperaba que su juego se tratara de convertirme un su sumisa sexual con ganas de todo y más. Después de romper el hielo hablando tumbados en su casa comenzamos a besarnos y saborear nuestros cuerpos, metiendo sus dedos en mi boca y frotando mi clítoris contra su pierna mientras noto que su polla se hace grande y desprende calor.

Me encanta besar su cuello y pasar mi lengua por su suave piel al lento ritmo de la música que tenemos de fondo. Noto como desliza sus manos desde mi pecho hasta la cintura apretando mi cuerpo cada vez más hacia el hasta que no dejar espacio entre nosotros ni siquiera para respirar. Me quita la camiseta para así apretarme los pechos y poner su nariz en mi canalillo para olerme, se queda ahí un rato, como queriendo pensar cual va a ser su siguiente paso.

Mientras me quito el sujetador porque me muero de ganas de que me chupe los pezones y pase la lengua alrededor de mi aureola, ‘joder este tío es muy sexy’ me digo a mi misma. Ya estoy mojada y apenas me ha tocado, pero adelantarme a los hechos sabiendo que tiene una sorpresa preparada hace que me corra sola. Así es, mientras se lanza a comerme una teta con la boca me estruja la otra con la mano, pero con una presión perfecta que hace que esa sensación recorra mi cuerpo y una vez más me estremezca echando mi cabeza hacia atrás para exponer mis pechos aún más con la sensación de no querer que esto se acabe nunca.

Me empuja, fuerte, pero con delicadeza, me tumba y con una mano niega que me levante para así arrancarme los leggings que llevaba, se acerca a mi oído y me pregunta ‘¿Has traído la venda de los ojos?’ le indico que están en mi bolso junto al lubricante y los juguetes para que sepa que también los he traído.

Cuando los encuentra vuelve a la cama, me tapa los ojos y me susurra que no me mueva. Me agarra una mano tal y como me gusta, sin preguntar y siendo brusco. Escucho el sonido del velcro, ahora ya se lo que viene. Me ata todas las extremidades para así anular cualquier posibilidad de movimiento.

Va directo al grano, él no se anda con tonterías, noto su templada lengua en mi clítoris, hoy me quiere toda. Con ambas manos me abre los labios para lamerme a fondo y comer cada parte de mi coño, sigue chupando, de arriba abajo, de mi ano hasta el monte de venus sin perderse un rincón. Mete su lengua en mi vagina muy lentamente, sabe que eso me vuelve loca porque hace que quiera que me folle fuerte.

Escucho como se está tragando mi corrida y eso hace que me retuerza de placer, pero estoy atada y solo puedo mover mi cadera en círculos, estoy desesperada y todavía no ha llegado lo mejor. Se gira hacia mi muslo, me muerde flojito para no dañarme. Sube de nivel, noto como acerca sus dedos… ya estoy temblando y expulso más flujo involuntario. ‘Por fin’ pienso para mis adentros.

Noto como desliza sus dedos índice y corazón lentamente, me engaña al volver a sacarlos sabe que eso me enfada y suelto un pequeño gemido de disgusto, lo vuelve a hacer varias veces hasta que le pido por favor que deje de hacerlo, sé que eso le gusta, sé que le gusta le ruegue y causarme sufrimiento. Sé que ha sonreído porque no es la primera vez que lo hace. Entonces sí, empieza su masajeo dentro de mi que poco a poco va acelerando y ese juego sigue el ritmo de mis caderas que no paran de sacudirse.

Me encantaría tocarlo, aunque sea con mi pierna, pero sigo atada. Ahora me masturba todo a la vez y añade la lengua, no hace falta que le diga lo que quiero, él ya lo sabe. Su movimiento constante de manos y lengua cada vez es más rápido hasta el punto que noto que me voy a correr y entonces acelera, él también lo sabe. Estoy a punto de correrme, noto como mi vagina se inflama, como me caliento por dentro y ya no puedo aguantar mis gemidos, los dejo ir mientras me corro y lo empiezo a mojar todo.

Le pido que me bese y se abalanza sobre mi con pasión y fuerza sin dejar de masturbarme. Noto mis fluidos en su saliva. Cuando acabo y me tiemblan las piernas me dejar, pero de vez en cuando sigue tocando mi clítoris que está en espasmos como el resto de mi cuerpo. Puedo sentir que se está quitando los pantalones. Es mi turno. No me desata, pero noto su pene en mis labios, tan suave y caliente, me encanta como huele. Lo empiezo a acariciar con la lengua, pero él no quiere eso, hoy quiere dominar.

Me mete la polla en la boca mientras él se mueve, lo escucho gemir, eso me pone. Le hago una mamada sin manos y empiezo a salivar. Me la quiere meter hasta el fondo sin importarle si me cuesta respirar o no. Le gusta el ruido que mi garganta hace, él se pone muy cachondo y comienza a ir más rápido. No consigo respirar, me cuesta, el constante movimiento de su polla dentro de mi boca hace imposible que respire.

A su vez él está muy concentrado en su placer, tanto que se olvida completamente de mi agonía, por un momento parece que me voy a ahogar, que me voy a desmayar. Mírame! Le ruego con mi mente. Y por fin se calma y la saca. Tomo aire y reposo mi cabeza en colchón húmedo de sudor.

Me quita la venda de los ojos y a continuación cambia de posición, pero no se ha saciado, ahora está de rodillas encima de mí y entonces sí, su ano ha quedado expuesto y eso solo puede significar una cosa. Le empiezo a lamer los huevos y poco a poco subo hasta humedecer su agujero, me encanta sentir como se retuerce encima de mí y continúo, quiero comerle todo, quiero todo su placer, quiero que se corra en mi boca y tragármelo. Estamos conectados nos estamos lamiendo mutuamente, está siendo el 69 más caliente de toda mi vida, me muero de ganas por tocarlo, acariciarlo, besarlo…

Él continúa llevándome a los límites, esta vez está sentado a mi lado besándome y lamiéndome el cuello y el lóbulo. Estoy extasiada y ansiosa. Por fin se lo digo: Follame. Sonríe. Coge un preservativo y se frota contra mi cono. Me embiste con fuerza, no me esperaba menos, aunque tampoco quería menos. Por fin lo tengo dentro, tocando cada pared de mi vagina hasta el fondo.

Me desata los pies y me sitúa mis piernas en su pecho, sigue follándome sin parar. Ahora las separo y lo abrazo por la cintura, eso lo enloquece y pone los ojos en blanco para después agarrar mis muslos y continuar con ese baile tan sensual. En un momento se tumba adelante y me besa, es ahí cuando le susurro: azótame. De él despertó un animal salvaje que desconocía, se ergio sobre mi levanto su mano y azoto, azoto y azoto… para después agarrarme el cachete y apretarlo con toda su fuerza abalanzándose sobre mi de nuevo para embestir con todas sus fuerzas fue ahí cuando me corrí como nunca y me pecho se llenó de felicidad con ese gran orgasmo.

Mientras él continuaba se apartó, saco la polla y se quitó el preservativo para correrse en mi barriga. Estaba completamente saciada y extasiada de tener su semen sobre mi. Cayó rendido sobre mi y me besaba mientras me desataba las manos, ahora podía abrazarlo y sentir su vulnerabilidad sobre mi.

Y así sin hablar ni preguntarnos sobre nuestras vidas nos dormimos sintiendo nuestras pieles.

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