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No me arrepiento

Sucedió el verano pasado. Mis padres tenían que trabajar y no querían que estuviera en casa todo el verano, por lo que me fui a la casa que teníamos en el pueblo.

Al llegar, tuve que ordenar todo ya que estaba llena de polvo del poco uso que le daba.

En el pueblo vivía mi primo, era 10 años más joven que yo, él tenía 25 y yo 35.

A pesar de la diferencia de edad siempre pasábamos muy buenos ratos juntos, la verdad es que era casi como mi hermano pequeño.

Siempre nos contábamos todo y éramos muy buenos amigos.

Al llegar, Ricardo, que es como se llamaba, me estaba esperando en la estación de tren para ayudarme con el equipaje que, la verdad, pesaba un poco. Cuando me vio levantó la mano y fui hasta él y nos dimos un fuerte abrazo.

Llegamos a la casa de mis padres y empecé a colocar las cosas y a limpiar la casa que la verdad estaba bastante desordenada.

Mi primo tenía el móvil en la mesa y de repente empezó a sonar, en la pantalla apareció la foto de una chica con el nombre de Carla, la verdad es que era una chica preciosa de ojos verdes. Por supuesto yo le di el teléfono y en ningún caso me atreví a preguntarle quien era ya que, no era de las personas que se meten en la vida de los otros. Él descolgó y empezó a hablar con ella, pero, por su forma de hablar sus palabras cariñosas y al despedirse con un ” te quiero” pude intuir que no era una “amiga” más.

Al día siguiente fuimos a hacer la compra, ya que tenía la nevera vacía, y Ricardo me dijo que me acompañaba al súper porque él también quería comprar varias cosas.

Hicimos varias compras de comida y demás, cuando justo en la cola vimos a una chica de aproximadamente un metro setenta con el pelo negro rizado. Vestía una camiseta azul y unos pantalones cortos rosas, la verdad es que era muy guapa, y al girarse descubrimos que era Carla.

Mi primo Ricardo la besó brevemente en la boca y nos presentó.

Nos dimos dos besos en la mejilla y le comenté que estaba de veraneo. Al salir del supermercado continuamos hablando y tomamos direcciones opuestas, por alguna razón, yo volví la cabeza para mirarla y ella hizo lo mismo y me devolvió una sonrisa bastante pícara que en un principio no le di importancia, pero me quedé prendado de esos preciosos ojos verdes como zafiros.

Luego en casa estuvimos hablando y Ricardo me comentó que estaba saliendo con ella desde hacía un par de meses, se habían conocido en la facultad de periodismo e iban a la misma clase.

Fuimos a cenar y después de ver la televisión nos fuimos a dormir, ya en la cama, por más que lo intentaba no podía quitarme de la cabeza la imagen de Carla.

A la mañana siguiente quedamos con ella para correr por un bosque cercano. Hacía mucho calor y ella se puso un top deportivo y unos pantalones cortos muy ceñidos que aparte de acentuar su culito respingón, se le marcaba el tanga.

Empezamos a correr y poco a poco fuimos cogiendo ritmo de carrera e íbamos los tres a la par. Con el paso de los kilómetros empecé a rezagarme y me puse detrás. Sin que fuera intencionado, me quedé detrás de Carla para poder recuperar. No puedo decir que correr detrás de ella no era un aliciente, con cada paso no podía dejar de fijarme en ella, en su espalda, sus piernas, pero sobre todo su trasero. Era inevitable que se me fueran los ojos tras el bamboleo de sus nalgas tan prietas y redondas.

Después de media hora estábamos cansados y Carla se apoyó en un árbol y al bajar la cabeza pude ver dos generosos pechos. Eran redondos y firmes, pero no muy grandes. Si existía la perfección en la tierra esa se llamaba Carla.

Ya en casa, nos duchamos y le di a Carla unas toallas limpias para que se secara, ella me dio las gracias y empezó a secarse con ellas, pero sin querer se dejó la puerta un poco abierta y por el espejo se veía unos pechos muy redondos y unas piernas torneadas y largas que terminaban en un pequeño bosque de vello muy recortado y rizado.

Fue solo un instante, pero esa imagen me quedará en la memoria para siempre.

Después la puerta se cerró y me fui disimuladamente a mi cuarto.

Más tarde fuimos a tomar algo ya cambiados, nosotros llevábamos camiseta y vaqueros y Carla una camiseta de cuadros y vaqueros cortos negros.

Ya en el bar empezamos a tomar cervezas y combinados, tampoco demasiados, y me dijo que era enfermera y estaba haciendo las prácticas en un hospital cercano.

Resultó que conoció a mi primo por casualidad ya que el tuvo que ir un día a urgencias y ella fue la que le atendió.

Ya era tarde y nos íbamos a marchar cuando mi primo dijo que tenía que ir al servicio. Estábamos los dos solos y nos cruzamos una mirada, cuando de repente mi primo nos llamó y ella se levantó y dejó caer un papel al pasar junto a mí. Yo lo recogí y me lo guardé en el bolsillo mientras ella me echaba una mirada de complicidad.

Para que no se notara no leí el papel nada más cogerlo sino que esperé a que mi primo fuera con Carla hasta su casa. Decía lo siguiente:

“¿Acaso crees que no lo he notado? Se que me has estado mirando muchas veces, no soy tonta, pero puede que hasta me guste y todo. (número de móvil) Carlaxx”

Lo sabía, estaba jugando conmigo, y lo de ir a correr no era más que una excusa para calentarme, así que me dije y ¿por qué no? Y agregué su número y empezamos a hablar por WhatsApp.

Luis: Hola

Carla: Sabía que me escribirías Luis.

L: No es lo que parece Carla.

C: Pues yo creo que si, porque si no no estarías hablando conmigo.

L: No quiero problemas

C: No sé de qué problemas hablas Luis.

L: Lo sabes perfectamente, mi primo y tu edad.

C: Mi edad? Vamos Luis que tengo 29 tampoco es para tanto.

L: y mi primo?

C: tu primo no lo va a saber si tú no dices nada.

L: No puedo hacerle esto. Es de pervertidos no lo entiendes?

C: Lo sé pero cuando te veo me pongo super cachonda y de verdad que no lo puedo controlar.

L: Y que propones?

C: de verdad me lo preguntas tío? Lo sabes muy bien

L: no no lo sé

C: echar un polvo, gilipollas

O acaso eres un cagao?

L: pero la edad…

C: No empieces porque sé que tú también quieres y no me digas que no

L: la verdad es que si pero…

Carla me envío una imagen de ella en sujetador con unas braguitas en la mano

C: necesitas más alicientes Romeo? Jijiji

L: No puedo más, lo reconozco te deseo, desde que te he visto no deseo más que follarte.

C: Ves como no era tan difícil?

C: (imagen) – Carla me envía una imagen de ella

En tanga

L: Te arrancaría el tanga a mordiscos perra.

C: (imagen) – Carla me envía una imagen de ella abierta de piernas y tocándose.

L: si me envías una foto más voy a tu casa y te reviento el coño ahora mismo.

C: jajaja estás súper salido tío, pero eso me pone. Este fin de semana Ricardo ha quedado con su cuadrilla para ir por ahí tenemos tres días. Lo tomas o lo dejas.

L: te veo el viernes…

Viernes

Le dije a Carla de quedar en mi casa ya que estaba sólo y estaríamos más cómodos. Sabía que me arrepentiría de esto pero no había vuelta atrás. Eran las 9 de la noche y había preparado una cena. Nada especial, pero al menos eso crearía algo de ambiente. Sonó el timbre de la puerta y allí estaba Carla con una blusa azul y una minifalda negra muy corta que apenas ocultaban sus bragas. Le invite a pasar y le di un beso en la mejilla.

C: Vaya cena, vas a ser un caballero después de todo, dijo sonriendo.

L: Tengo mis momentos, cuando la ocasión lo merece

C: ¿Soy yo esa ocasión?

L: Tú que crees…

Carla entró y le acompañé a la mesa. Empezamos a beber vino y a comer algunos entrantes, para pasar al plato principal.

C: ¡Que rico! Eres una caja de sorpresas Luis.

L: Espera al postre.

Después de tomar una tarta que había preparado nos sentamos en el sofá y nos tomamos un par de copas…

C: ¿Te gustan las cartas?

L: Si, se me dan bien algunos juegos

C: Venga juguemos al póker

L: vale.

Después de 4 rondas yo iba perdiendo bastante dinero y Carla me dijo al oído.

“Vamos a darte un aliciente” y cambiamos a la modalidad de strip póker.

La primera mano la ganó Carla y me tuve que quitar la camisa.

Después gané yo y Carla se desabrochó sensualmente la blusa mostrando un sujetador blanco que hizo que mi pene tuviera una erección muy notable.

“Joder tío cómo estás”-dijo. Y empezó a meterme la mano en la bragueta buscando mi polla para acariciarla.

“¿Seguimos? Pregunté

“Vamos campeón que te voy a destrozar” río desafiante Carla.

La siguiente mano la perdí y me quite el pantalón solo estaba en calzoncillos y ella todavía tenía el sujetador y la minifalda con sus braguitas.

“No ha acabado el juego cariño” – le dije

Esta vez saqué un poker y ella una pareja así que se quitó la minifalda y me obsequió con unas braguitas color fucsia que hicieron que me empalmara todavía más.

C “Eres duro de pelar Luisito, pero esto no ha acabado” – dijo Carla desafiante-“la última mano todo o nada, si ganas te dejo hacerme todo lo que quieras y no le diré nada a Ricardo, pero si pierdes o te rajas me voy y le cuento todo a tu primo”

L “Sabes, creo que me has estado calentando la polla todo este tiempo pero se acabó, acepto el desafío” -asentí enfadado

Repartimos las cartas de primeras me salieron dos ases, pedí dos cartas más y conseguí un trio, la suerte estaba echada. Carla riendo mostró su jugada, era una pareja de dieces y le dije enseñando mi jugada:

L “Eres mía zorra”

La sonrisa de Carla se desvaneció rápidamente al ver la jugada

C “Por favor Luis, no pensarás que todo esto va en serio”- dijo balbuceando

L “Cariño, las deudas del juego se pagan y de aquí no te vas a ir hasta que no cumplas con lo prometido”

La cara de Carla se tornó en una mueca de disgusto pero no tuvo más remedio que aceptar lo pactado.

L “para empezar vas a quitarte esas braguitas que tengo ganas de verte el ese coño tan estrecho que tienes zorra”

Carla no tenía opción y se bajó las bragas enseñando su coño completamente depilado.

Lentamente le quite el sujetador y sus enormes pechos saltaron ante mis ojos.

Estaba bastante empalmado, y Carla estaba sudorosa y nerviosa. Y de repente nos fundimos en un abrazo, levanté a Carla que me rodeó la cintura con sus preciosas piernas la llevé hasta la pared del cuarto y la empecé a besar, ella cerró los ojos y jadeaba diciendo “para para” pero me agarraba del pelo y me bajó la cabeza para que le chupara los pechos. Eran pequeños y redondos, los chupé y saboree mientras Carla gemía de placer, la llevé a la cama y una vez recostado Carla dijo:

“Soy toda tuya” – y se abrió de piernas mostrando una vagina rosa y delicada.

Empecé por acariciarle los labios de la vagina, y empezó a humedecerse, le introduje los dedos y se mojaron, para darle más morbo Carla los empezó a chupar y se excitó todavía más.

“Estás preparada”-le susurré al oído.

“Revientame el coño hasta dentro” – contestó mordiéndome la oreja.

Llegó el momento y le introduje mi polla lentamente para que no le doliera porque tenía un coño muy estrecho. Carla soltó un quejido y después empecé a empujar con fuerza mi cuerpo contra el suyo, ella gritaba de placer y me arañaba la espalda, yo seguía empujando cada vez más fuerte, y ella se arqueaba cada vez que empujaba, los dos gritábamos hasta que por fin le dije me voy a correr y rápidamente saqué la polla para no correrme dentro de Carla.

Después de eso los dos nos abrazamos y nos quedamos dormidos el uno junto al otro hasta la mañana siguiente.

Al día siguiente cuando me desperté estaba sólo y encontré una nota de Carla que decía:

“No está mal abuelete… Tal vez repita en otra ocasión”

Xxx Carla.

Lo cierto es que ese verano nos vimos más veces pero preferimos guardar las distancias estando mi primo de por medio.

Epílogo.

Septiembre

Madrid

El verano terminó pero no podía dejar de pensar en ella. Sabía que estaba mal lo que hicimos, pero el corazón no atiende a razones. Una mañana me levanté y vi que tenía un mensaje en el teléfono móvil que decía:

¿Otra partida? Xxx

Te espero a las 8

Seguida de una dirección.

No debí entrar pero el mero hecho de pensar en Carla me encantaba. Llegué al portal y toqué el timbre, la puerta de abrió y se oyó la voz de Carla decir: “esta vez te voy a ganar yo abuelete….”

Fin.

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