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Una fantasía que queremos vivir

Quiero contar la experiencia que quiero vivir. (Queremos vivir, en compañía de mi esposo) una parte yo escribí, otra parte escribió él.

Antes de iniciar debo decirles que ya soy una mujer de 40 años que ha tenido una vida plena y feliz, sin embargo no he experimentado las emociones fuertes de tener un amante y es precisamente eso lo que me gustaría experimentar y vivir, pero no los clásicos encuentros esporádicos que todos los hombres buscan donde solo ellos disfrutan y gozan, no, ese tipo de encuentros los encuentras en cualquier lugar.

Yo busco algo diferente aunque parezca lo mismo de tantos otros encuentros.

Busco un hombre cabal, atractivo para mi, solvente, educado, capaz de tomar sus propias decisiones sin afectar a nadie (en caso de ser casado o estar comprometido) que no tenga vicios y sepa disfrutar la vida.

Lo anterior debido a que me gustaría que dicho hombre sea mi amante de planta para poder llevar a cabo muchos juegos y fantasías tanto solos como en tríos hmh al lado de mi marido,

Todo sin compromiso alguno, solo quiero a alguien dispuesto a jugar el juego de la seducción, un amigo con quien poder salir de vez en cuando solo por el placer de la compañía, y también tener la confianza de que me llame o lo llame para decir tengo ganas de ti y salir a tener esa mágica intimidad, que me haga sentir su mujer y me consienta en todos los sentidos, que sepa que puede contar conmigo para todo desde una amena charla hasta un fin de semana completamente solos como pareja.

No, no te confundas, no quiero que me mantengan o que me paguen por encuentro, solo que estés consiente que cubras todos los gastos que se generen y me consientas con pequeños detalles desde un sencillo helado o un café pasando por la clásica lencería, hasta un perfume, flores, o joyería lo que sea que nazca de ti yo no te voy a estar pidiendo nada y este tipo de atenciones me agradaría sean ocasionales y no por obligación

Ups creo que ya me extendí demasiado en como me gustaría ese amante.

Ahora pasare a lo que me agradaría vivir, experimentar:

Conocer a ese hombre cabal que será mi amante, mi hombre, mi macho y que desde aquel primer café en una bonita tarde el día que nos conozcamos (los tres aclaro), me tenga tan absorta que solo desee verlo a el aunque mi esposo este presente. Que sea tan atractivo para mi que me haga sentir ese sentimiento de cuando te seducen por primera vez. Y el solo hecho de verlo de escucharlo e incluso de oler su aroma tan varonil me tenga extasiada de una manera distinta tan fascinante que no conocía.

Una mezcla de deseo ardiente y temor, un instinto salvaje sexual y una señora distinguida que oculta muy bien toda la lujuria que albergaba en lo más profundo de mi ser.

Unos zapatos finísimos me hacían más provocativa aún.

Interiormente llevaba un bikini de color blanco y un sujetador del mismo color el cual apenas cubría la aureola de sus preciosos senos y además los realzaba haciendo lucir mi escote.

Iba así vestida porque mi amante, me lo pidió y me regalo todo el conjunto. Parecía a punto de irme al trabajo.

Además, se comportarme como toda una mujer y en su caso provocativa y me encanta disfrutar según que tipo de situaciones se presenten.

Llegaron y fue en ese momento que pude observar la corpulencia del semental de mi mujer, nos levantamos para dirigirnos a la habitación y él le ayudo muy caballeroso como si él fuera el esposo, yo iba unos pasos detrás, como si fuera un mero transeúnte que observa a una pareja caminando muy juntos y enamorados ya en el ascensor el deslizó su mano y cogió de la cintura a mi mujer, me cuesta decirlo pero hacían una gran pareja. Él es un chico que a diferencia de mi, se cuida mucho y se nota.

Ahí en el ascensor le dio un beso a mi mujer.

Tiene un cuerpo como le gustan a mi mujer, no muy musculoso, no muy flácido, firme y estético. Es exquisitamente educado y respetuoso con mi esposa y la trata en la calle con absoluta normalidad pero con mucho cariño, dulzura, ternura y simpatía. Sin caer en excesos.

En cuanto a mi me trata con gran cordialidad, amigablemente, también con mucho respeto y educación pero el tono de su voz, aunque es tranquila, firme y armoniosa, esconde implícitamente en las palabras que me dirige un mensaje en forma de cómplice, de macho principal me hace entender muy bien y a lo que yo le contesto respetando el momento y el juego.

Respecto a ella que decir, estaba preciosa con su vestido blanco ceñido y sus bonitos zapatos de pequeños tacones. Llevaba el pelo cogido en una coleta. Si se ponía a contraluz, se veía perfectamente su espléndida figura como si fuese desnuda. Podría apreciarse con facilidad el contorno de los senos de mi mujer y su firme culito.

Cruzamos el pasillo los tres yo siempre iba ligeramente detrás de ellos. El llevaba unos vaqueros ajustados que permitían vislumbrar un paquete de considerable tamaño y ella se dio cuenta enseguida.

Una vez dentro de la habitación como si él hubiese leído mis pensamientos, bajó discreta y lentamente la mano hasta el culo de mi mujer y lo iba acariciando y sobando acompañado del tremendo balanceo de caderas que mi mujer tiene.

Desde el momento en que entramos los tres, supe que yo había desaparecido a los ojos de mi mujer. Parecía como si yo no existiera, como si yo no estuviera en la habitación empezaba a sentirme como en otra dimensión como si yo no existiera para ambos.

Era un sentimiento de invisibilidad e impotencia que inundaba mi mente y que abarcaba todos mis pensamientos. En ese momento comencé a sentir excitación yo sabía exactamente que era un juego que yo ambos mi esposa y yo habíamos planeado y que deseaba en lo más profundo de mi ser que continuara. Esa mezcla de expectativa y excitación hacia que me sintiera a gusto conmigo mismo pero a la vez me fascinaba.

Se miraban uno al otro casi sin pestañear, a menos de 10 cm de distancia. Se deseaban ya, allí mismo. No hacían nada pero el ambiente estaba inundado de deseo y pasión podía notarlo perfectamente. Ellos iban cogidos de la mano como una pareja cualquiera.

Mi mujer había fantaseado con la idea de sentir a un verdadero macho, pero nunca había tenido esta sensación de deseo de entrega total, en cuerpo y mente. A él le conoció como había conocido a otros por internet. Pero los demás no lograron cautivar la. En cambio, el llamó su atención desde el primer momento. Pensaban… Sentían… Se expresaban igual. En su interior sentía la necesidad de conocerlo y sabía que tarde o temprano ocurriría. Y ese momento había llegado. Se encontraba allí, junto a él, expuesta delante mío y un escalofrío, mezcla de miedo y satisfacción, recorrió su cuerpo. Aquello suponía la entrega total a otra persona y harían cosas que ella por si sola no hubiese podido hacer. Estaba nerviosa, pero deseaba que ocurriese lo que iba a pasar.

Su nuevo macho ordenó que yo la desnudara muy lentamente. Oír su voz dándome la orden volvió a hacerla estremecer, pero sin dudarlo ni un momento comencé a descubrir su cuerpo ante los ojos de él.

Deslizó los tirantes de su vestido por sus hombros y lo dejó caer al suelo, dejando a la deseosa vista de el su precioso cuerpo macizo llevaba un minúsculo bikini blanco y se quedó con los zapatos puestos. Sin que él se lo ordenara, ella levanto los brazos entrelazando las manos tras la nuca y abrió ligeramente las piernas, de forma que su mano pudiese examinar su intimidad. Eso me sorprendió pero me gusto, él se acercó a ella y depositó un suave beso en sus labios recorriendo con su lengua el contorno de su cuello, besando de nuevo el lóbulo de la oreja mientras con las yemas de los dedos de la mano derecha empezó a acariciar sus pezones, primero con suavidad, pasando después a lamerlos, chuparlos, pellizcarlos. Ella emitió un pequeño suspiro mientras él repetía la operación alternativamente en cada uno de sus pechos. Después deslizó su mano hasta llevar al pubis.

– así me gusta, -dijo él-, bien depilado abajo arreglado arriba y muy mojadito

Metió la mano entre las piernas de ella explorando su sexo, desde el clítoris hasta la vagina pasando los dedos por los labios, sin dejar un solo rincón sin examinar. Ella volvió a gemir.

-vaya, veo que ya estás húmeda. Ven… -dijo sacando las manos de su coño, tras lo cual la cogió del brazo y le dijo que la acompañara. Ella no sabía a dónde iban, pero se mostraba tranquila y se dejaba guiar. La echó sobre la cama. La cogió de la cadera y la acercó hacia él. Me miro y me pregunto que como es que no le había presentado antes a mi mujer, ya que él estaba buscando a una hembra como la mía desde hacía mucho tiempo y nunca la había encontrado.

-y ahora ya es mía, soy su nuevo marido, su nuevo macho.-a lo que yo asentí.

Se dirigió a ella y le dijo:

–túmbate boca abajo, en mis rodillas

Ella al instante supo qué era lo que iba a pasar. La iba a dar un masaje en su trasero hasta arrancarle un gemido, para empezar a disfrutar. La simple idea le hizo estremecer. Siempre había sentido el deseo de probar otro hombre, pero ahora que la fantasía se iba a hacer realidad, pensó que no podría resistirlo. A pesar de ello y aunque las piernas le temblaban de forma incontrolada, consiguió tumbarse sobre él. Entonces notó que él estaba completamente desnudo, pues sintió su piel directamente contra la suya y notó su pene erecto contra su vientre. Cuando estuvo recostada, el posó su mano sobre las nalgas y las acarició suavemente. Después ayudándose de la otra mano, separó las nalgas dejando toda su intimidad al descubierto…

-sepárate bien…

Ella lo hizo como por impulso, sin dudar. Durante un rato estuvo jugando con su culo y masajeándolo, como si quisiera calentarlo, hasta que por fin se detuvo

El bikini blanco se le había metido totalmente entre los labios de su sexo y de su culo.y durante unos segundos, no ocurrió absolutamente nada. De repente, cuando menos lo esperaba, sintió el primer lengüetazo. Los primeros le parecieron suaves. Los siguientes eran algo más firmes todo era un juego de morbo y complicidad. Y ambos lo sabían. Ella empezó a gemir más por ese morbo, aun así, acabó con sus nalgas todas llenas de saliva listas para el siguiente paso.

Desde luego, nada de lo que había hecho hasta entonces la había hecho sentirse así, pero sobre todo se sentía excitada. Completamente excitada de una forma muy intensa y morbosa. Le oyó moverse por la habitación. Se alejaba y se acercaba. No sabía bien qué hacía, pero se sentía segura. Era una sensación extraña que nunca había experimentado, pero confiaba plenamente en él.

Note cómo se sujetaba a una sábana la arrodilló frente a un espejo y le dijo que abriera la boca. Ella parecía resistirse. Él le dijo: “eres mi putita y debes complacerme”. Ella asintió y empezó a lamer su verga. Notaba cómo aumentaba entre sus labios. La mamaba con tanto deseo que él tuvo que hacer esfuerzos para no venirse. Le ordenó que se alzara y se pusiera a cuatro patas sobre la cama. Así, ofrecida, él empezó a acariciar de nuevo su vulva hasta notarla otra vez mojada. De pronto, notó que algo la penetraba. Pero no era su pene. Era un consolador de un tamaño pequeño pero más grande que mi pene. Con movimientos rítmicos muy seguidos la condujo al borde del orgasmo, aunque no permitió que llegara a él. Cuando estaba a punto de hacerlo, él se detuvo y dejó el vibrador dentro de ella. Con él en su interior, notó cómo su macho se colocaba ahora frente a ella y sin más preámbulos, le introdujo de nuevo su miembro en la boca.

Mientras sentía sus labios llenos de la virilidad de su macho, notaba la incesante vibración del aparato que ocupaba su vagina. Sintió como aquél falo crecía en su garganta. Chupó y lamió hasta provocarle una tremenda erección. El me ordeno que me pusiese detrás de mi mujer y siguiese con lo que él había empezado, mover y mover ese pedazo de verga de látex dentro del coño de mi mujer, que estaba disfrutando al máximo. El mientras me decía que mirase y aprendiese de dos machos verdaderos, él y su verga de látex.

El salió de su boca, me quito de en medio de un empujón y le sacó el vibrador de golpe. Cogió el bikini de y se lo arrancó de un tirón para pasar a ocupar el lugar del vibrador.

Le gustaba verla así, apoyada en los antebrazos, con la frente tocando el colchón y las piernas muy abiertas, para que de esa forma tuviese el culo muy en pompa y todas sus partes accesibles. Él se puso de pie tras de ella y, muy lentamente, metió su polla en el coño. Lo hizo apenas sin dificultad debido a lo mojada que ella estaba mi mujer me miraba con los ojos muy abiertos y respirando entrecortadamente; enseguida supe que nada de ese calibre le había entrado antes por su coño.

La cogió por el pelo y la obligo a acompasarse a sus movimientos. Ella pensaba que no iba a tardar en correrse, pero cuando pensó que estaba al límite, el salió de repente dejándola vacía e insatisfecha. Notó su decepción y se acercó hasta el oído de ella para susurrarle:

-no pensarías que iba a dejar que te corrieras ya, ¿verdad…?

-sí, por favor…- contestó ella. Él se limitó a responder calma, calma tenemos toda la noche

Te correrás cuando yo desee, ¿entendido…?

Volvió a ensartarle el vibrador en su vagina y se dispuso a penetrar su culo en una especie de doble penetración. Le excitaba terriblemente la idea de desvirgarlo. Se puso de pie delante de ella de manera que la tremenda verga de ell quedaba a la altura de la cara de mi mujer. Tal era el deseo mutuo y la atracción magnética entre ambos.

-si, cógela. Es tu nueva verga, la que llenara tu vida de ahora en adelante. La que llevas años esperando y anhelando. – dijo él.

Ella la cogió con las dos manos voluptuosamente. La acariciaba, la sobaba, la apretaba, la masturbaba… la deseaba. Adoraba a su nuevo dios y a su espectacular falo.

Yo me encontraba sobreexcitado y de ver como el hacía gozar a mi esposa sentía envidia

Él le susurro algo al oído a mi esposa quien sonrió de oreja a oreja de una manera tremendamente lasciva, podía adivinar en su mirada de desdén y burla hacia mi miembro viril que no competía ni con el de látex ni con el de su nuevo macho semental.

Le dio la vuelta y se puso sobre ella. La penetró de nuevo, ahora cara a cara. Después de varios empujones, ella volvía a estar a punto y él la follaba como un poseso. Ambos gritaban como bestias, totalmente poseídos por la lujuria. Él le dijo que ya podía correrse. Ella no tardo ni 10 segundos. Y luego vino otro orgasmo, y otro, y otro… estuvieron así más de 30 minutos. Mi mujer estaba preciosa, ahora ella se sentaba encima. Yo la veía disfrutar como nunca antes, se movía de una manera frenética

Se contorneaba de mil maneras sentada encima de la tranca de él, sacudiendo sus pequeños pechos que saltaban sin control, golpeando en la cara de su macho quien apenas atinaba a besarlos, a chuparlos, a cogerlos con sus manos.

Ya llevábamos más de 3 horas de sexo ininterrumpido, pero los dos amantes se comportaban como si hubiesen empezado hace 5 minutos. Sus cuerpos eran solo uno, sudorosos y acalorados. Nunca había visto algo así.

Él se detuvo y le susurro que le iba a coger por el culo. Mi mujer está acostumbrada a hacerlo conmigo y le apasiona. Pero una cosa es mi humilde pene y otra es meterse en el culo una verga descomunal como la de él.

-uf, no sé si entrara- le dijo ella un poco temerosa.

El por toda respuesta soltó una gran carcajada.

Le dio la vuelta, la apoyo a cuatro patas en la cama y me llamó.

Pon vaselina en el culo de mi mujer ¡ahora! -me espetó.

Procedí a hacerlo lo más rápido que pude. El me aparto bruscamente, cogió con sus grandes manos el culazo de mi mujer y sin mediar palabra, le ensarto su tranca en el culo poco a poco. Mi mujer aulló como una loba. Dos grandes lágrimas caían por sus mejillas pero no hacía falta mucho para darse cuenta que ya desde la primera embestida, se había acomodado y acompasado al ritmo frenético de él. Ella estaba casi en trance, gritando y gimiendo como una autentica zorra. El, a la par que la sacudía como a una muñeca, se acercó a la cara de mi mujer. Mi esposa buscaba con frenesí la boca de ángel totalmente fuera de si, se besaban como dos novios apasionados, se mordían las bocas como un león y una leona apareándose. Ella se corrió varias veces y finalmente él se salió del culo de mi mujer. Se limpió el gran mástil y regreso para volver a ensartarla ahora por la vagina.

Yo me acerque con una toalla para cada uno, dando gracias pensando que la sesión ya se hubiese terminado. El me miro y me dijo.

-acabo de empezar a disfrutar de mi nueva mujer. Dirigiéndose a ella dijo: ponte de rodillas y chúpame la, polla. La quiero erguida de nuevo en menos de un minuto.-

Mi mujer se arrodillo y con una sonrisa que me hizo desearla como nunca, empezó a trabajarse la verga de él. Qué manera de chupar pene la de mi mujer. Eso es verdadero arte. El cipote de el ya estaba como un mástil y a mi mujercita le habían sobrado 45 segundos, la muy…

Él estaba disfrutando con la tremenda mamada que le hacia mi mujer. Creo que antes tenía otro plan inmediato, pero fuese cual fuese, lo dejo ir. Estaba totalmente entregado a la boca y las manos de mi esposa.

La felación duró más de 10 minutos, ella estaba entregada como una profesional a su labor; chupaba y chupaba sin dejar ni un centímetro de la verga y los huevos de él. Arrodillada ante su nuevo macho sacudiendo su melena de leona mientras se comía ese enorme miembro…

De repente el grito y se sacudió con grandes espasmos. Se corrió en su pecho, en su cara y en su boca. Por último, la obligó a limpiar su verga ahora flácida lamiendo hasta la última gota.

-bueno, ahora quítate el bikini y el sostén… y sus ojos se clavaron en los de él. Se miraban y deseaban empezar otra vez, yo podía sentirlo.

-oigan ya son las 12 de la noche, tal vez podríamos pensar en terminar ¿no?-dije

No me oyeron. Creo que mi mujer ni siquiera se acordaba de que yo estaba allí. Estaban de pie. El a abrazo por detrás. Se besaron otra vez, con las manos cogidas.

Mierda, el falo de él volvía a reclamar su ofrenda. Solo con pegarse al culazo de mi mujer, cogerle sus dos preciosos pechos y devorarle la boca, ya estaba listo para el combate.

Le dio la vuelta a mi mujer, ahora estaban cara a cara. La levanto a horcajadas y la llevo a la cama de nuevo. La tumbo y se giró hacia mí:

– estimado amigo, lo que vas a ver no te va a gustar pero te vas a aguantar porque tu mujer es de mi posesión y haré con ella lo que le venga en gana a ella y a mi. ¿Algo que objetar? Con un movimiento de mi cabeza dije no, y agregue desde este momento te entrego a mi mujer cada que vengas ella está a tu disposición.

El subió a la cama y se acercaba lentamente a ella caminando a gatas. Sonreía como un lobo acechando a su presa. Ella intuyo lo que iba a pasar y se echó hacia atrás, cerrando las piernas

Oye… -le dije- ¿no pretenderás…?

-¡cállate! -me dijo- ¿es que te he preguntado?

Abrió las piernas de mi mujer de un solo tirón. Ella no quería pero no podía hacer nada ante la fuerza de su macho. Se posiciono entre sus piernas abriéndolas con las suyas. Le agarro las dos muñecas y le abrió los brazos. Su verga entro como una alimaña en la madriguera, sacudiéndose, gritando, vociferando. Estaba loco de placer. Para mi desazón final, el rictus de mi mujer cambio en breves instantes. Ya no se oponía a él, le dejaba entrar, le cogía del culo muy fuerte con las dos manos, se movía debajo del cuerpo de él como una posesa. Y de hecho, estaba siendo brutalmente poseída. Pero a diferencia de roda la tarde y noche, no se corría.

-siiiii, soy tuya… hazme sentir por fin como una hembra en mi vida… te deseo para siempre, te quiero siempre conmigo… dámelo… dámelo! Haz que mi esposo sea un auténtico cornudo!!!

Yo estaba atónito por las inusuales frases que profería mi esposa no la reconocía pero me gustaba, si, me gustaba y mucho, yo también estaba mojado…

Estuvieron así más de una hora finalmente, llego una explosión final que retumbo en toda la habitación. Con unos gemidos de placer desbordado, ambos se corrieron a la vez. Ella gritaba termina dentro, préñame el escupía su semen una y otra vez en el sexo de mi mujer, con unas descargas tales que pensé que se iba a romper la espalda y le decía si te voy a preñar te voy a dejar panzona, ella se retorcía de placer debajo, recibiendo y guardando ese tesoro que él había depositado en su interior. Tal era el placer que recibía que estaba arañando y haciendo sangrar la espalda de él y repetía tu si eres un macho.

-dios, ha sido el mejor orgasmo de mi vida-dijo ella. Él sonreía complacido.

Tardaron unos minutos en recobrar el aliento. Permanecieron abrazados, exhaustos pero felices por todo lo ocurrido.

Sabían que, a partir de ese momento, les iba a resultar muy difícil esperar a una nueva ocasión para verse pues por su trabajo de él solo vendría unas tres veces al año. Se besaban ya de una manera suave y apasionada tumbados ambos en la cama. Pensé se terminó por hoy… pero él me dice:

-amigo, vístete y vete, tu labor aquí ya ha terminado, te rente una habitación ahora por favor dejamos solos, cómo pudiste darte cuenta ella está en muy buenas manos y ya es tiempo que disfrutemos solos, otro día con gusto te invitamos.

Eran más de las 3 de la mañana. Mire suplicante a mi mujer. Ella me miro como si mirase a un adorno de la habitación y se dio media vuelta abrazando a su macho, comenzando a mordisquearle el lóbulo de la oreja.

Me vestí y me fui hacia la puerta. Antes de cerrar volví a echar una última mirada. Ambos yacían abrazados y parecían quedarse dormidos en la quietud de la noche. En ese momento desee que no hubiera charlado con él por internet y no haber hecho la cita que hicimos para conocernos en verdad nunca imagine que un hombre tuviera esa capacidad sexual y que fuera el inicio para el de despojarme de mi mujer y convertirla en su mujer de juegos como una muñeca cada que visitara la ciudad, solo me consuela que la atenderá como reina y la consentirá en todo, como yo mismo le dije a partir de ese momento ella era suya y cada que estuviera en la ciudad estaba a su disposición y yo para servirles a ambos con la esperanza que de vez en cuando me permitan participar y hacer un trio hmh.

Esa es nuestra fantasía y solo es para uno que tenga la solvencia de llevarla a cabo con nosotros. Esperamos opiniones en nuestro correo.

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