Saltar al contenido

Dany y su profesor de geografía (2)

-Por favor, señor Abaroa… Por favor…

-Pero las súplicas no detuvieron al profesor, dispuesto a disfrutar de ese bocadito que tenía a su disposición.

Cuando estuvieron tendidos en la cama, el señor Abaroa advirtió que su alumno tenía una erección.

-Ah, picarón… Mirá cómo tenés el pito… Estás caliente, Aguirre…

-Ay, señor…

-Yo también estoy que ardo, Aguirre, mirá cómo tengo la verga. –y el chico miró la verga de su profesor de Geografía, una verga bien dura y erecta.

-Quiero ver qué tal sos con la boquita, Aguirre… Ocupate, vamos…

– ¿Qué quiere que haga, señor Abaroa? –preguntó Dany entre desorientado y ansioso.

-Que me la chupes, Aguirre. –y el chico, ya completamente entregado a la obediencia, se incorporó a medias sobre su brazo derecho para después inclinarse lentamente y buscar con su boca esa verga que palpitaba hinchada y dura.

-Bien… Bien, Aguirre… aaahhhhhhh… Muy bien… -aprobó el señor Abaroa en cuanto el chico comenzó a chupar entusiastamente. De vez en cuando miraba la cara del profesor, que mostraba una expresión de intenso placer.

Dany sentía que le encantaba chupar esa pija bien dura que le llenaba la boca, advertir la diferencia de textura entre el glande y el resto del tronco, solazarse con su sabor.

Mientras seguía chupando pensó cuánto lo excitaba ese señor mayor, dominante y perverso que no había vacilado en extorsionarlo para hacerlo suyo.

“Sí, siento que soy suyo y que voy a hacer lo que él quiera” … -se dijo agitado por un fuerte estremecimiento.

Fue entonces cuando el profesor le sacó la pija de la boca:

-Bueno, Aguirre, basta de eso por ahora… Ponete en cuatro patas que quiero probarte el culo… ¡Ese culazo de hembra que tenés!

El chico sintió que el miedo volvía a ganarlo. ¡¿Esa cosa tan grande entrándole en el culo?! Pero ya no había vuelta atrás.

El señor Abaroa sacó del cajón de la mesa de noche un pote de crema, se embadurnó la verga, puso un poco de esa sustancia en el orificio anal de su alumno y se acomodó entre las piernas del chico, listo para consumar la violación.

La pija se fue acercando hacia el objetivo guiada por la mano derecha del profesor. Dany esperaba tembloroso, con la cara apoyada en la sábana y sus manitas entreabriendo las nalgas.

Corcoveó al sentir el contacto de la verga con su orificio anal e imaginó, atemorizado, la desproporción entre el agresor y el objetivo a conquistar.

-Quieto, Aguirre, ¡quieto!… –lo intimó el señor Abaroa y de inmediato comenzó el operativo penetración. Entró el glande y enseguida algunos centímetros más. Dany gritó de dolor y volvió a corcovear, pero el profesor lo aferro con fuerza por las caderas y de un solo envión le metió toda la pija, que comenzó a ir y venir dentro del culo del chico.

Dany notó, aliviado, que el dolor iba disminuyendo hasta casi desaparecer y entonces fue placer, un placer intenso lo que sintió. Un placer que nunca imaginó que se podía experimentar con la verga de un señor dentro de su culo.

Ya no gritaba, sino que gemía y jadeaba inmovilizado por las manazas del profesor en sus caderas. Al cabo de un rato, el señor Abaroa lanzó un fuerte suspiro que se transformó en rugido mientras su pija expulsaba tres chorros de semen en el culazo de su alumno.

El profesor sacó su verga y cayó de espaldas a un costado de Dany, que se derrumbó también sobándose el pito y abrasado por una violenta calentura.

-Señor, quiero… quiero mastur… masturbarme… ¿puedo?…

-Andá al baño, nene… -jadeó el señor Abaroa… es… esa puerta… a la… a la derecha…

Y allá fue Dany, se sentó en el inodoro y en alguno segundos calmó su calentura con un largo orgasmo en medio de fuertes estremecimientos.

Volvió a la cama, donde su profesor dormía, y se quedó dormido también.

Más tarde, cuando ambos bebían gaseosa y Dany estaba a punto de volver a su casa el profesor le dijo:

-Oíme, Aguirre, con lo que rico que estás seguro que en la escuela hay compañeros que te deben querer dar…

Dany se puso colorado de vergüenza y contestó: -Sí… sí, señor Abaroa, pero…

-Pero ¿qué?

-Yo no me… no me dejo porque… porque con los chicos de mi edad no siento nada… No me gusta, nunca… nunca lo pensé con ellos…

-Mirá vos… ¿Y quiénes son esos compañeros que te quieren dar, Aguirre?

-Lencina… Reggiardo… y Legnani… Me manosean en los pasillos y en las duchas se me vienen encima…

-Los entiendo, nene, con el cuerpo que tenés se deben volver locos cuando te ven desnudito…

Dany sintió que las mejillas le ardían y el profesor lo acompañó hasta el hall del edificio para abrirle la puerta. Lo despidió con una palmada en las nalgas y le dijo: -Bueno, Aguirre, ya te voy a avisar cuando quiera que vuelvas.

-Sí, señor… -fue la sumisa respuesta del alumno.

 

(continuará)

Deja un comentario