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El Intelectual don Alejandro

La noche era cerrada, las calles desprendían ese misterio nocturno, esa parte de la ciudad apartada de todo el bullicio escondía recónditos lugares. Entró en un pequeño local, su paso era largo, erguido y con solemnidad que le daba esa canosa barba cuidada y señorial; se había anudado un pañuelo al cuello, iba bien vestido, pero informal; coqueto, de físico proporcionado y elegante. A sus 60 años Álvaro mantenía una apostura soberbia. Se sentó en el taburete de la barra y pidió un Whisky. Tras unas miradas fugaces vio varias parejas de chicos, unos, a no muchos metros de él estaban acaramelados, otros directamente iniciaban toqueteos y al rato subían al piso superior. El decorado del bar era chillón, tras la barra había la bandera de seis barras con los colores rojo, naranja, amarillo, verde, azul de la bandera estridente tras la barra le llamó la atención. Sintió la necesidad de orinar, entró en el baño, tras él y bajándose la cremallera para ponerse en el urinario contiguo al suyo se encontraba un chico de unos 25 años. Su aspecto era afeminado, de movimientos exagerados, su pelo estaba teñido de rojo y verde, era bajito y llevaba maquillaje exagerado, de mal gusto, le daba ese aspecto de maricón con pluma; sus pantalones verdes le marcaban el pequeño trasero. Álvaro noto la mirada subrepticia del joven y en un gesto espontaneo, pero adrede, hizo un pequeño paso atrás dejando ver su pene aguantado por pulgar y indice e imposible de abarcar todo a una mano. Notó la mirada disimulada, pero penetrante.

Una vez más en la barra vio como el joven se acercaba a él con fingida casualidad caminando como si llevara tacones.

— Hola, tú no eres de por aquí — pregunto con seguridad aparente.

— Cierto es, he venido a tomar una copa, me gusta conocer lugares — dijo Álvaro con aplomo cortes.

— Ya tío, no sé… supongo que el rollo te va a pesar de tus años — dijo con ese tono algo desdeñoso.

— Veo que me achacas mi madurez.

— Para nada tío, no te rayes, incluso molas, eres un tío chulo. ¿ Buscas?

— Tú mismo, chico — dijo Álvaro.

— ¿Qué te va?

— Está claro que soy beta, activo, y no defraudo. Hay habitaciones arriba por lo que he podido observar. Pago peaje y vamos a la cuestión — dijo Álvaro.

— Ok, nunca me lo he hecho con uno de tu edad.

Subieron arriba, nada más entrar en el pequeño habitáculo habilitado para dichos menesteres se comieron la boca, Álvaro en un primer lance agarro le agarró las nalgas. Se desnudaron.

— Eres gay oso — observo el chico al ver su vello blanco

— Soy tradicional — contesto Álvaro mientras descapullaba su glande.

— ¡Menuda tranca viejo!

— Veo que la tuya está bien izada también. ¿Te ves capaz de abarcarla con la boquita nena? — pregunto al mismo tiempo que el chico empezaba una mamada intentando tragar toda la polla y emitiendo sonidos guturales — . Mejor ponte a cuatro y vemos ese culito tuyo lo que depara.

Se puso en posición de perrito y Álvaro le abrió las nalgas para lametear el culo, succionar sus huevos y chupar su polla. Viendo el conducto factible y palpitante afianzo su postura y se puso en posición de embate no sin antes escupir sobre el ano. Tensó su cuerpo y en arqueo de caderas para atrás posicionó el glande en el conducto anal empujando de forma ligera hasta medio miembro. La volvió a sacar y está vez la acometida fue rápida, seca y hasta el fondo en un elástico y elegante movimiento haciendo lanzar un aullido de gozo y dolor al chico al mismo tiempo que pedía un tiempo muerto a gritos.

— ¡¡Joder tío, avisa que con la chorra que gastas necesito más engrase!! — dijo entre aullidos el chico.

Se levantó y fue al bolsillo de sus pantalones sacando un tubo de vaselina y se untó su zona anal. Volvió a coger posición, afianzo con seguridad sus rodilla y se abrió las nalgas con las dos manos invitando a un nuevo ataque. Está vez si, a la segunda fue la vencida, pudo batear el culo con grandes metes sacas, con bravura y estilo no perdiendo el ritmo hasta que entre rugidos y bufidos descargó toda su simiente en el conducto anal. El chico pudo observar que había eyaculado y goteaba su glande, estaba tendido de espaldas, el semen le salía a borbotones de su ano. Entonces Álvaro volvió a abrir sus nalgas y lamer el semen que el mismo había echado para después morrear al chico y traspasar de boca la lefa.

— Eres un puto vicioso — exclamó el chico — me has dejado bien petado, encima me haces comer tu lefa.

— Las mariconas necesitáis que os traten como a tales — dijo Álvarez mientras se vestía.

A la mañana siguiente Álvaro Espinosa Buenavida daba una gran conferencia en la universidad sobre los fundamentos de la física y química ante un abarrotado pabellón universitario dejando asombrados por su capacidad discursiva, argumental y conocimientos de dicha materia. El decano estaba encantado desde el primer momento en que acepto su invitación.

— Para nosotros a sido un honor tenerte hoy aquí, la comunidad universitaria a vibrado con tu presencia. Mil gracias una vez más, don Álvaro — dijo el decano.

— Ha sido un placer, además somos viejos amigos, cómo no iba a hacerte esa deferencia viniendo de ti, por cierto cómo sigue tu cadera.

— Bien, aunque no puedo hacer esfuerzos, me operaron apenas hace treinta días, como veras — contesto enseñando las muletas — por cierto, este mediodía almuerzas con mi familia.

Entre aplausos y pequeños comentarios por parte de los alumnos Álvaro se retiro custodiado por el decano y tomando un taxi se dirigieron al almuerzo familiar. Una vez allí lo deleitaron con una comida exquisita.

— Y bueno Álvaro, cómo están los tuyos.

— Bueno, os informo, voy a ser abuelo por tercera vez y es que los valores de una familia se miden por sus miembros— dijo con un deje de orgullo.

— Como decano de la universidad que soy, debo decir, que sí, influye, los parámetros familiares, esbozan una manera de ser, una cultura digamos — dijo el decano.

— Ya veo que sois una familia unida, se os ve también y os agradezco, a tu mujer y a tus hijas y a ti ese honor de compartir esa felicidad, lástima que mi profesión me obligue a estar tan lejos.

— Hoy tenemos mucho que contarnos, está noche he pedido permiso a mi familia para nosotros, aún a nuestra edad nos merecemos eso — dijo en tono sarcástico.

— Os lo merecéis los dos, tomaos vuestro tiempo y recuerda que la operación es reciente — dijo la esposa.

— No te preocupes,

Hicieron las despedidas pertinentes, la mujer del decano junto con sus dos hijas, sus correspondientes maridos y tres niños. Como prometió el decano a las diez hacía acto de presencia en el Hotel que se alojaba Álvaro, abajo les esperaba un taxi el cual les condujo a una reservada zona de la ciudad.

— Ha cambiado mucho esta zona — dijo Álvaro.

— Sí, pero te gustará, hay placeres que con el tiempo se vuelven más asequibles, digamos — contesto el decano mientras subían a un quinto piso con el ascensor.

Álvaro se había acicalado su barba blanca y la cabellera leonina, caminaba con paso largo tras el renqueante decano. El decano pulso el timbre y les abrió un chico con pantalón estrecho, sin camiseta y con arnés en el pecho. Entraron, el recinto era un piso enorme, las luces eran cálidas y la música relajante. Pasaron delante de ellos dos hombre más, muy afeminados. Al fondo del piso fueron recibidos por el promotor, un hombre de mediana edad, con bigote y aspecto rudo pero afable. Les invitó a sentarse y tomar un whisky.

— Rebosa masculinidad, se palpa un ambiente sugerente — dijo Álvaro.

— Sí, lo he escogido para ti — contesto el decano.

El decano se levantó y dirigió al promotor, el cual hablaba con los dos chicos que antes pasaron ante ellos.

— Ahora estaba diciendo a los chicos que es un honor tener a su amigo, uno de los grandes fornicadores pese a su edad.

— La verdad es que sí, ha partido mucho culo, rebosa energía y como veras es elegante, por eso quería algo especial, como te dije.

— Tengo un chaval exótico y aún con el culo cerrado, solo ha practicado mamadas, pajeado y eso. Ha venido hace poco, apenas veinte años. Podéis ir al reservado, pronto lo veréis, espero lo disfrutéis — dijo guiñando un ojo.

Pasaron al reservado, era espacioso, con un gran sofá cama, olía a limpio. No tardó en entrar un chico de rasgos occidentales, bajito y de aspecto andrógino, por vestimenta solo llevaba una camiseta y unos slips. Con una voz aflautada les dijo si querían tomar algo, pidieron ambos whiskys.

— ¿Qué te parece Álvaro?

— Algo frágil, pero es de carne fresca, digamos

— Me han asegurado que no le han metido nunca rabo. Quiero que lo disfrutes.

—¿Y tú? No lo vas a…

— Mi operación… ya sabes, me gustará saber que lo has gozado.

— Detalle de tu parte, aunque puedes verlo por ti mismo, sabes que no me siento intimidado ante espectadores, hago lo que tenga que hacer sin ningún rubor, y lo sabes…, es más, el chaval me pone, ya llevo rabo al rojo vivo — dijo Álvaro sin establecer ninguna linea de corrección en cuanto al lenguaje.

Entró con sendos whiskys, su paso era de pajarito, amanerado y resultaba cursi, apretaba el culo y extendía la mano al servirles como una camarera barata en su primer día de trabajo. Se pusieron a beber, Álvaro le dijo que se acercara y se sentara sobre sus piernas. Actuó con naturalidad y bajo el culo hasta descansar sobre las piernas de Álvaro.

— Eres audaz la verdad, chaval, no me importa cual sea tu nombre, pero sabes estar y mantenerte. ¿Eres gay de convicción? No, supongo que es curiosidad, a tu edad, aún siendo jóvenes lo tienen claro — dijo solemne Álvaro.

— Si… si, no entiendo mucho… pero me molan los tíos, la verdad es que he hecho no muchas cositas, como pajitas, mamaditas, uste ja sa… sabe…

Álvaro y el decano se miraron con media sonrisa de complicidad y Álvaro dijo:

— Procedo.

— Un honor poder contemplarlo — dijo el decano.

Se apartaron otra del sofá en su parte más larga donde quedaba terreno, como una cama grande, Álvaro se lo sentó en sus piernas otra vez.

— Tiene uste el pelo y la barba muy blancos — dijo el chaval.

— Saca la lengua — dijo Álvaro con ojos voraces.

Sacó la lengua y Álvaro la succionó con su boca, al mismo tiempo que iba al bulto del slip.

— Llevas polla envarada, chico.

— Es lo que me pasa cuando estoy con chicos… no sé…

Álvaro le comió la boca al chaval ardientemente, chupones, saliva, besos a presión, el joven correspondía.

— Quítate la ropa, dijo Álvaro, mientras él se desnudaba, quedando un pecho velludo cano y un pene de considerables dimensiones rodeado de una mata de vello púbico blanco. Por su parte el joven se desnudo de forma fácil, solo su camiseta y el slip, tras el cual salto un pene de no muchas dimensiones erecto en su totalidad.

— Tiene uste una gran polla, nunca había visto una tan grandota.

— Supongo que no es la mejor para un desvirgamiento, pero una buena maricona nunca olvida su primera enculada, te quedará marcada, sé de lo que hablo, pero, es inolvidable. Sabrás lo que es ser desvirgado por un activo dominante.

— Sí, señor… es… no…

— Ponte en cuatro patitas y te cotejo ya…

Obediente se puso a cuatro patas, fue masajeado, piernas, espalda, para al final abrirle las nalgas y besuquear los lados anales, succionó testículos y al final le metió lengua en el ano todo lo profundo que pudo; el chaval gozaba, ronroneaba de gozo. Álvaro, le hizo mamada también en su parte trasera con la polla tensionada, metió dedo en su zona anal y dijo al chaval:

— Muy cerrado, busca vaselina, es un desvirgamiento con todas las de la ley — dijo de manera excitada y apasionada.

El decano fue al baño y todo estaba preparado, encontró la vaselina ( de marca) bien a la vista, la llevo a Álvaro, el cual embadurno la entrada anal y metió dedo, mientras decía:

— Hagamos el 69

— ¿Qué es eso?

— Uno encima de otra chupando ambas pollas, es hora de que me comas rabo, mientras te dilato.

Y así transcurrió, el joven arriba mamando polla que no podía abarcar y Álvaro metiendo dedo en zona anal previamente envaselinada. Un dedo, dos dedos, intento tres, no abarcaba. Se impaciento, sus ojos estaban fuera de órbita y ya lo posicionó en postura perrito. Alineó el glande y lo entró, quejidos del chaval, se impacientaba Álvaro. Puso más vaselina y atacó en 5 cms de polla; gran berrido por parte del chaval (estaba en erección el chaval). Volvió a coger posición y atacó con ligera embestida, hubo aullidos. Álvaro estaba entre el deseo y las ganas. Tocaron a la puerta, el decano acudió:

— ¿Todo bien? o

— Sí, no hay problema, hay más gente por el tugurio, pregunto.

— No, le respondieron, tiene barra libre.

El decano hizo gesto de aprobación a Álvaro, el cual embistió a fondo tras un largo y berreante grito del chico, se la había clavado hasta el fondo. Aguanto la posición con respiración profunda por parte del joven y volvió a atacar en bombeo uniforme, ágil y veloz. A grito pelado aullaba el joven. El decano tenía su polla fuera y se masturbaba. Álvaro estaba fuera de sí, embestía como un león y gritaba “hijo puta” “ya la tienes toda” “aprovechala” “eres cerrado de cojones” “ te ha tocado, hijoputa”. Al mismo tiempo le pegaba en las nalgas se las abría, estaban rojas de cachetazos. Vino el orgasmo y se corrió dentro del ano, un suspiro largo y estridente, el chaval, había lefado también. Quedaron tendidos, el decano tenía sobre su barriga la lefa de su paja. El chaval quedo exahusto, era un ser sin peso, abierto su culo y lleno de de semen. Como norma Álejandro le comió en culo donde había dejado su lefa, recogió algo y lo morreó acto seguido.

— Ya eres una maricona, sabes — le dijo Álvaro.

Se levantó Álvaro, echo una soberana meada en el baño y le dijo decano que ya era hora de dejar la plebe analfabeta y volver al mundo actual.

A la mañana siguiente Álvaro era informado que era abuelo una vez más, siendo despedido efusivamente por la familia del decano. A continuación fue al mostrador de quejas del aeropuerto por la falta de información en cuanto a maletas y pasajes, dejando claro ante el encargado que si creía oportuno al llegar a su país tendrían la correspondiente denuncia.

 

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