Mamá lleva diez años de viuda y hace poco, justo después de que yo había cumplido los dieciocho, apareció en casa con un hombre al que me presentó como su novio y con el que, me dijo, era muy feliz.
“Está bien, tiene derecho, es joven todavía, cuarenta y cinco y es atractiva…”, pensé mientras me daba cuenta de que el señor me miraba raro, por decirlo de alguna manera… En realidad me estaba comiendo con los ojos, sin ningún disimulo a la vez que mamá lo miraba a él y esbozaba una extraña sonrisa…
Por esos días yo luchaba contra un descubrimiento que me asustaba y atraía al mismo tiempo: mi atracción por los hombres, o mejor dicho por los hombres mayores, maduros e incluso viejos…
Poco antes había empezado a entrar en páginas web y sobre todo en una –que no menciono por discreción- donde aparecen hombre viejos desnudos y exhibiendo sus pijas… Tengo una computadora en mi cuarto, así que de noche tarde, cuando mamá ya dormía, miraba esas imágenes que me calientan tanto y después iba al baño a masturbarme imaginando que mamaba la pija de uno de esos viejos y que después él me daba por el culo.
-Es lindo mi nene, ¿cierto, Emilio?… Te lo había dicho…
-Sí, Celia… Es muy lindo… Así que vos sos Jorgito… -me dijo sin dejar de mirarme a los ojos mientras retenía mi mano en la suya después del saludo…
-Tu mamá me habló mucho de vos… Me dijo que está orgullosa de tener un hijo tan lindo… -y seguía reteniendo mi mano… -Me dijo también que sos un chico muy estudioso, que te portás muy bien, que la ayudás con las cosas de la casa, que sos muy obediente…
Empecé a sentir que ese señor me ponía nervioso y a la vez caliente, por tanto halago, por el tono de su voz y por su forma de mirarme…
Calculé que tendría unos sesenta años, era alto y robusto, de cabello canoso…
Intenté librar mi mano pero él me la retuvo con firmeza… Entonces mamá dijo: -Bueno, son las nueve de la noche, hora de comer, ¿no creen?… Poné la mesa, hijo…
-Sí, mamá… -e hice lo de todas las noches pero agregando un plato más… Mamá me siguió a la cocina y ahí me preguntó:
-¿Qué te parece Emilio?…
-Bu… bueno, no sé, mamá… A… apenas lo conozco… -y le oculté la fuerte impresión que me había causado…
-Te va a gustar, ya vas a ver… Se van a llevar muy bien los dos… -y el tono con que lo dijo me pareció sugerente…
Pedimos una pizza y durante la comida el novio de mamá parecía concentrar su atención en mí más que en ella y aparentemente a ella eso no le molestaba…
El señor me preguntó muchas cosas, sobre la escuela, si tenía novia…
-No…
-Qué raro, con lo lindo que sos debés tener a muchas chicas detrás tuyo…
-Seguramente, pero Jorgito es muy tímido, ¿cierto, mi bebé?… –intervino mamá y yo estaba cada vez más nervioso…
Mamá me dijo que su novio iba a vivir con nosotros y que la mudanza iba a ser al día siguiente…
Se hizo la mudanza ese sábado a la mañana y lo ayudé a Emilio a acomodar sus cosas, que por suerte no eran muchas, unos libros que fueron a la biblioteca que teníamos en el living, y la ropa, en el placard del dormitorio principal, que él habitaría con mamá… Era enero, pleno verano, y yo me había puesto un shorcito blanco de jean, y una camiseta sin mangas…
Estábamos solos, porque mamá se había ido a hacer unas compras, según nos dijo antes de salir…
Cuando acomodábamos su ropa, Emilio me dijo en una especie de murmullo:
-No hay caso, Jorgito, no puedo mirarte sin…
-¿Sin qué, señor Emilio?… –pregunté inquieto…
-Es que sos tan lindo… Esa carita y ese cuerpo…
-Ay… por favor…
-No te asustes…
-Sí me asusto, señor…
-Bueno, tranquilo, Jorgito… No quiero asustarte… Lo que quiero es que los dos lo pasemos bien…
-No sé… -dije y salí poco menos que corriendo de la habitación… Él me dejó ir sin perseguirme y más tarde los tres almorzamos en silencio… Al terminar me fui a mi cuarto…
-Voy a dormir la siesta… -les dije y poco después mamá entró a mi cuarto…
Yo no podía dormirme, agitado por fuertes e inquietantes sensaciones y estaba desnudo bajo la sábana…
-Hola, Jorgito… -me saludó mamá y se sentó en el borde de la cama…
-Quiero que hablemos, hijo…
-Sí, mamá…
-Jorgito, yo… yo sé…
-¿Sabés?… ¿Qué sabés, mamá?…
-Sé que… que sos gay, hijo…
-¡Ay, mamá!… –y sentí arder mis mejillas…
-Sí, hijo, pero no te asustes, porque no estoy acá para reprocharte ni nada de eso… -me tranquilizó mamá y tomó el borde de la sábana para deslizarla lentamente hasta descubrir por completo mi cuerpo…
-Por favor, mamá… -supliqué invadido por la vergüenza…
-¿Sabés?… Hace unos días, mientras estabas en la escuela entré en tu computadora y comprobé lo que yo sospechaba…
-¿Qué viste, mamá? –pregunté sin atreverme a mirarla a la cara…
-Vi esa carpeta con fotos de hombres, de hombres mayores…
-Pero… ¿por qué… por qué sospechabas, mamá?…
-Ay, hijo, intuición de madre… Te tuve en la panza nueve meses, te vi nacer, oí tu primer llanto… Y ahora te miro, te miro entero y me siento orgullosa de tener un hijo tan lindo… ¡Tan hermoso!…
-Ay, mamá…
-Sí, Jorgito, sos hermoso… Tu carita de facciones tan delicadas, ¡esos ojos negros grandes y luminosos que tenés!… Esos labios tan bien dibujados… Este cuerpo… -y al decirlo vi que mamá deslizaba su mirada por toda mi figura…
-¿Te das cuenta, hijo, de que tu cuerpo es… es tan sugerente?
-¿Su… sugerente, mamá?…
-Sí, hijo, tu cuerpo sugiere tu condición… Fijate, no tenés vello, salvo ahí abajo… Tu cintura es tan fina que podría ser la… la de una nena… Tus piernas, Jorgito… Tus muslos largos y suaves… tan suaves y tan bien torneados… -y al decirlo mamá deslizaba una mano por mis muslos y yo temblaba imaginando que esa mano era la de su novio…
-Sos tan hermoso que no me extraña que le gustes tanto a Emilio… Supongo, o quiero suponer, que sos virgen, Jorgito…
-Ay, mamá…
-Contestame, hijo…
-S… sí, mamá, soy… soy virgen…
-Qué alegría me das, Jorgito… Entonces todo da para que le estés reservado a Emilio y eso me tranquiliza, ¿sabés?, porque no vas a tener que andar buscando por ahí, sería muy peligroso eso…
-No… no sé qué decirte, mamá…
-Decime que vas a dejar que Emilio y yo te cuidemos, hijo…
-¿Qué… qué quiere decir eso, mamá?
-Quiere decir que… que te vas a entregar a Emilio y que… que los dos vamos a ocuparnos de que seas solamente de él…
-Ay, mamá, tengo tanta vergüenza…
-No, Jorgito, no quiero que te avergüences de lo que sos, de lo que sentís… Y ahora calmate que ya te mando a Emilio…
(Continuará)