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El sereno de la fábrica

Unas pocas semanas después del encuentro donde Alberto, aquel hombre que me desvirgó, me traicionó entregándome a un amigo para que se aproveche de mí, empecé de a poco a sentir la necesidad y el deseo de volver a tener un macho a mi lado, comencé a salir en el auto de mi papá a dar vueltas solo, en esa época se acostumbraba que los homosexuales anduvieran caminando en las noches por los alrededores de Avenida Santa Fe y Pueyrredón, los que tenían auto iban y venían varias cuadras mirando si podían levantar a alguno, unos más arriesgados se paraban en las esquinas y miraban a los que pasaban en coche, otros caminaban ida y vuelta y había que seguirlos y parar a ver si acercaban al auto y otros hacían que esperaban el colectivo para disimular.

Empecé a dar vueltas por ahí con el auto, pero las primeras veces me daba miedo subir a un desconocido, lo tenía que mirar 100 veces para ver si me parecía confiable, una de esas noches que lo intente, di vueltas por horas hasta que decidí volver a mi casa cansado de no dar con nadie que me caiga bien, no recuerdo por donde fue, pero en la parada de un colectivo vi un morocho muy lindo, tez mate y labios gruesos, alto como de 1.85 o más, yo soy bajito y menudo, solo mido 1.60, pase por donde él estaba y lo miré y él también me miró y se dio vuelta para ver que hacia cuando pasé.

Me gustó su aspecto y a pesar de tener rasgos no muy lindos, me inspiró confianza, creo que sus rasgos también me resultaban muy atractivos, porque lo percibí muy varonil, me animé y di la vuelta y volví a pasar por delante de él, ahora bastante más despacio para poder vernos mejor, al pasar nuevamente no me quitó la vista de encima todo el tiempo que me fui acercando y pasé por delante suyo, pare unos 30 o 40 metros más adelante y me quede estacionado con el motor en marcha y las luces prendidas, entonces hizo los que yo esperaba, empezó a caminar hacia donde estaba mi auto y al pasar a la altura de mi coche, miro sin disimulo, le hice un gesto de aprobación con la cabeza y se acercó a la puerta del acompañante. En esos años no era bien visto que dos hombres se comporten de esa forma y entonces para no despertar sospechas lo mejor era que suba inmediatamente al auto como si se tratara de un encuentro de dos amigos.

Así que subió, ese momento para mí era terrible, sentía mucho miedo cada vez que hacía una cosa así, pero ahora voy a contar ésta que fue la primera vez que levantaba un chongo, como se dice ahora, por la calle, la charla habitual en estos casos empezaba con “¿qué hacías?” y ahí los dos confesamos que estábamos paseando un poco para no aburrirnos, algunos más osados preguntaban que estás buscando, refiriéndose a tu papel en la cama y en este caso Mario, que así se llamaba me lo preguntó, para no perder tiempo y evitar confusiones le contesté claramente que yo era solo pasivo con hombres.

De inmediato me tomó una mano y la llevó a su bulto, que era interesante por cierto, lo toqué un poco y me dijo “si querés podemos ir a un lugar que tengo”. Pregunté si era su casa y me dijo que no, me explicó que era sereno nocturno en una fábrica y que tenía ahí una habitación solo para él, que hasta las 8 de la mañana que llegaba el primer obrero, no nos molestaría nadie, acepté ir con él y me indicó la dirección y como llegar.

Luego de algunos minutos, llegamos. El lugar era en un barrio alejado del centro, tardamos un ratito, en el camino hizo que manosee su bulto mientras manejaba y claramente se le había puesto bastante grande, al notar mi expresión me preguntó si me gustaba lo que tenía para mí. Al fin llegamos y estacioné frente al lugar, no puedo negar que sentí algo de miedo, no saber con qué me iba a encontrar adentro.

Por fin bajamos del auto y entramos por una puerta lateral y encendió una lámpara de la entrada, era un galpón enorme lleno de máquinas, era una tornería muy grande, caminamos como unos 50 o 60 metros entre la maquinaria hasta llegar a la puerta de su habitación, allí el descansaba mientras cumplía su labor de cuidar el lugar.

Entramos al pequeño cuarto, solo había una camita de una plaza para una persona, una mesita de luz y un pequeño armario, entramos y los nervios me consumían, mi falta de experiencia no ayudaba mucho, se acercó a mi y me besó en la boca, al sentir su lengua buscando la mía, cerré los ojos y respondí su beso moviendo mi lengua para que se toquen dentro de nuestras bocas, fue muy dulce y me sentí mucho más tranquilo, mientras nos besamos, empezó a desprender los botones de mi camisa, la abrió toda y mientras rozaba dulcemente mis pezones me besó el cuello.

Quede inmóvil ante la dulzura de sus besos y caricias, pronto me quitó la camisa que ya había desprendido completa y siguió besando mi cuello y bajó con su lengua a chupar mis pezones que estaban bien duritos por la calentura. Me pidió que me siente en la cama y recostó mi torso, me desprendió el pantalón y me lo sacó en segundos, me quitó los zapatos y luego hizo lo mismo con mi ropa interior y quedé completamente desnudo ante él.

Se tiró mi lado y me llenó de besos, en el cuello, la boca, los pezones y luego empezó a bajar con su lengua y parecía que iba hacia mi pene, le rogué que no me bese allí y me hizo girar quedando mi cola a su merced, siguió pasando su lengua por mi espalda y no sé en qué momento se sacó toda la ropa, de pronto abrió mis cachetes, separó mis nalgas y sentí su lengua jugando en mi hoyito, me apretó bien las nalgas mientras chupaba dulcemente mi agujerito que ya parecía pedir a gritos ser penetrado, sentí como nunca que mi ano se abría solo deseando ser poseído por ese macho grandote y hermoso.

Yo estaba como flotando en una nube, me dejé llevar en todo momento, él mandaba, yo solo dejé que el maneje toda la situación, después de chupar mi cola un buen rato y hacerme ver las estrellas, me acomodó en la cama a su antojo, me acostó boca arriba, se subió y montó sobre mi pecho, poniendo su verga hermosa, divina, oscura, el glande no tenía casi diferencia de grosor con el tronco, era como un tubo de desodorante, todo igual, un diámetro enorme, me la puso en la boca sentándose sobre mi pecho y devoré su polla con pasión.

-Cometela toda putito -me dijo y me la comí entera.

Se la chupé fascinado, me la puse todo lo que pude en la boca, no quería dejar de sentir esa belleza bien adentro, me encantó chuparla, lamer esa poronga divina y sentirla llegar a mi garganta. De pronto se bajó yéndose para atrás, levantó mis piernas separándolas como las de una mujer, las puso sobre sus hombros y apuntó la cabezota de su pija al borde de mi ano, que a esa altura y empapada con la saliva que me había dejado al chuparla, parecía una concha, apenas la apoyó estaba tan lubricada que prácticamente se deslizó sola hasta adentro de mi culo.

-Ay mi amor, que bien me coges, que divino sos, me volvés loca papi.

Ya no pude ocultar mi lado femenino y empecé a hablar como mujer, la excitación me pone muy puta y él respondió:

-Que puta sos, me encanta que seas tan puta y que te sientas mujer.

Al escuchar eso me sentí más libre para expresar lo que estaba sintiendo y me puse putisima, baje mis piernas rodeando su cintura, crucé mis pies en su espalda y mirándonos fijamente a los ojos me recogió, me ensartó hasta que sus huevos golpearon mis nalgas al entrar y salir su verga de mi culo.

-Ay por favor como me coges mi vida, que pija hermosa tenés papi, mmm, por Dios papi, dámela toda mi amor, soy tuya querido mmmm dame pija papi, por favor, llename toda, me rompes la cola mi vida.

-Como te gusta la pija puta.

-Dame la leche papi, lléname toda de leche.

En ese momento me tenía toda ensartada, acercó su boca a la mía y nos besamos con amantes, me chuponeó toda y me preguntó:

-Donde querés la leche putita?

-Quiero sentir como te desarmas adentro de mí papá.

Entonces me la sacó, me hizo poner como un perrito con mi cabeza casi pegando a la pared y mi cola hacia el borde de la cama.

Cuando me estaba por volver a penetrar en esa posición, escuché que la puerta se abría, me di vuelta hacia la entrada de la habitación y vi un chico más joven que Mario, más bajo, bastante parecido a él, enseguida escuché que mi hombre le pegaba un grito:

-Qué haces acá boludo, andate y cerrá la puerta!

Yo me asusté y pregunté quién es, me dijo que era su hermano menor que a veces venía a dormir en unos sillones que había adelante y que seguro nos escuchó y vino a ver qué pasaba.

-Nos vio desnudos, me muero de vergüenza.

-No pasa nada, no te preocupes no va a volver a entrar, sentate en la cama y chupamela un poco así te cojo un poco más.

Me senté, la cama era bien bajita y él se paró frente a mí, le acaricié con dulzura los huevos y me deleité con el sabor de esa verga maravillosa, dulce, de piel suave y tersa, me agarré de sus nalgas redondas, las apreté fuerte y me tragueé esa verga hermosa que me hacía sentir bien mujer, y que me fascinaba sentir en mi boca, enseguida volvió a estar reduro y me hizo volver a mi posición de perrito con el culito hacia afuera, parado al borde de la cama me volvió a penetrar y me recontra cogió esta vez con fuerza, me hizo sentir bien quien era el macho, antes de terminar y dejar toda su leche adentro de mi vagina de puto, me volvió a decir:

-Vas a ser mía muchas veces putita.

Y yo le respondí que todas las veces que él quiera iba a ser su mujer.

Nos quedamos un buen rato abrazados y mientras descansamos un poco, le dije que no quería cruzarme al salir con el hermano, me dijo que él iba a procurar que no salga de donde estaba y que me iba a poder ir tranquilo, me preguntó si quería visitarlo al menos una vez por semana y pasar la noche con él, si me venía bien podíamos hacerlo todos los lunes que él llegaba más temprano así teníamos tiempo de coger tranquilos.

Me pareció excelente, me había hecho disfrutar mucho y me parecía una situación ideal el hecho de que tenga que estar toda la noche allí, prácticamente sin nada más que hacer que cuidar el lugar, lo único que me preocupaba era el hermano que nos había visto desnudos en la cama y que me daba vergüenza que me vea sabiendo que era puto, me dijo que le iba a aclarar que yo solo era su puto y que no podía ni cruzarse conmigo.

En los siguientes dos meses fui a verlo y acostarme con él como si fuéramos amantes una vez por semana hasta que un día sucedió algo inesperado y me encontré una sorpresa, pero eso lo contaré en otro relato.

Espero que les haya gustado, cualquier pregunta que quieran hacerme pueden escribir a mi correo [email protected]

Besos a todos.

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