Saltar al contenido

El vendedor de plátanos

Yo estaba comprando una gran cantidad de plátanos verdes para un evento que se haría en un grupo de mi ciudad.  Fui al mercado y comencé a buscar buen precio para comprar 300 plátanos. Me comenzó a atender un chico con su mascarilla que caminaba arriba y abajo y yo solo le veía menear el culote y el bulto en su jeans sucio. Usaba gorra así que no podía verle mucho la cara. Cada vez que se movía, se le meneaba el paquetote. Me acerqué y comencé a conversarle. Se quitó la mascarilla y tenía una cara de maloso, con una media barba descuidada y unos labios gruesos, cabello rizado y largo, ojos pardos súper bonitos. Los dientes perfectos. Tatuajes en un brazo. Y yo mirándole el paquete. Él se dio cuenta y se lo acomodaba. Pero la verdad es que me puse tan insistente que no quitaba los ojos de su entrepierna.

-¿Quiere que le lleve los plátanos a su auto jefe? -me dijo con una cara muy expresiva, marcando cada palabra con fuerza.

-Dale, así me das una mano para acomodarlos.

Nos fuimos a mi carro y comenzó a descargar los plátanos, yo lo seguía con la mirada lujuriosa.

-Jefe, se los voy a acomodar bien para que vaya cómodo… -y se agarró la verga.

-Bueno, si tienes tiempo para terminar este trabajo me avisas y te paso a buscar ahorita más tarde, así te ganas un sencillito, te parece?

-Claro, de una vez.

Se subió a mi carro de un brinco. Olía a sudor pero olorcillo sexy, bien rico. Comencé a manejar y enseguida le puse la mano en el pantalón sobre la verga. Un pedazote, pero no se le notaba mucho porque cargaba el jeans sucio y sudado, short y calzoncillo. Me estacioné en el sótano de mi edificio y le saqué la pinga del pantalón, del short y del calzoncillo. Era un taco de pinga, curvada hacia abajo y cabezona, A pesar de que la tenía sudada me la metí en la boca tratando de tragármela completa. Intensa, dura.

Me lo llevé al depósito y me lubriqué el culo, me puso contra la pared y me fue enterrando la verga que la tenía doblada hacia abajo, me haló el pelo y me bombeó como máximo dos minutos, sentí un ardor cuando la leche caliente fue entrando en mi ano. Se metió la verga de nuevo, salimos y nos fuimos. Lo mejor de todo es que grabé cada segundo de este polvo salvaje con un vendedor de plátanos.

Deja un comentario