Cierta noche de lluvia regreso a casa y veo que mi vecino estaba solo en su casa, y como mis padres no estaban decidí golpear a su puerta y pedirle si podía esperarlos debajo de su techo de enfrente. Inmediatamente me dijo que pase y los espere dentro si quería. Acepté y pasé simulando que tenía frío.
Hablando y tomando café, me ofreció cambiarme de ropa por otra seca de su nieto mientras se secaba la mía. Acepté y espere mientras él iba al cuarto de visitas, cuando volvió me dijo que lo disculpe que su nieto había llevado todo y solo había cosas de su nieta más chica.
Un minuto después me preguntó si me animaba a usar un pantalón de la nieta… ya que notaba que teníamos la misma edad y cuerpo. Le dije que sí.
Después de tender mi ropa muy amablemente, me invitó a pasar al cuarto y me dijo que vea que había y elija tranquilamente.
Cuando abrí los cajones había 3 short cortos, una pollera y un vestido, más varias calzas y ropa interior.
Al salir del cuarto con la toalla puesta me preguntó si nada me había andado y le contesté que sí y dejé caer la toalla y le dije: ‘esta falda de jean’.
-Te queda bien -me dijo- aunque es muy cortita así que ten cuidado de no agacharte mucho. Tenés algo debajo?
-Si, una calza.
Levante la falda y se le mostré un poco. La calza era cortita y negra y se me metía bien en el culo para parte de atrás.
El viejo se me quedó mirando y me dijo:
-vaya! ¿Habías usado unas antes?
– No nunca!
– ¿Y qué te parece?
– Me gusta, es muy cómodo. Ni la siento puesta
– Pareces una nena de espalda.
– En serio?
– Si, con ese pantalón del 1 al 10 te doy un 8
Entonces me di media vuelta y le dije:
-¿Y la bombacha? ¿Qué tal me queda?
Bajé la calza hasta la rodilla y quede con una tanga negra y diminuta…
(Continuará en el siguiente relato)