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Me sorprendió

Tenía tiempo de disfrutar el travestismo. Me considero un “Sissy CD” y aunque no tengo una pareja estable, tengo amigos con derechos con los que tengo sexo y disfruto de noches de diversión. Soy muy discreto en este aspecto hasta que Álvaro (el encargado del edificio) descubrió mi secreto…

Era común que Álvaro entrara a mi departamento ocasionalmente a arreglar cosas en mi ausencia. Desconocía que además hacer su trabajo, husmeaba en mi casa. Álvaro es un señor de 57 años, de cuerpo un poco fornido, no es muy excedido de peso, muy velludo y simpático. La relación con él siempre ha sido muy amigable. Hace unas semanas note que me veía diferente y con un poco de lujuria.

Se aproximaba el fin de semana y me preparaba con lencería sexy, perfume y maquillaje para disfrutar con unos amigos travestis las noches del fin de semana, solo eran unos cuantos, tal vez 6 o 7 y unos 2 de ellos traían a su pareja. No compartíamos parejas. Era jueves y salí del trabajo con rumbo a mi casa, estaba cansado y deseaba darme una ducha. Yo tenía 32 años cuando tuve esta experiencia y me mantengo en forma, hago ejercicio para moldear mis nalgas, consumo hormonas, me depilo, y uso el pelo un poco largo. Me encontraba saliendo de la regadera y me disponía a probarme mi nuevo juego de ropa interior y a tener una sesión de travestismo a solas. Una vez que estaba casi listo, escuche que tocaban la puerta de mi departamento y me acercaba a la puerta para ver por el ojo de la puerta quien era. A medio camino escuche que metían la llave en la chapa y estaban abriendo la puerta, en ese momento me vino a la mente que el único con llave para entrar además de mi era Álvaro. Trate de correr a mi cuarto y encerrarme para que no me viera vestido así. Fue un poco tarde pues sentía que mientras entraba a mi cuarto Álvaro había alcanzado a verme travestido. Enseguida, Álvaro se disculpaba y mostraba nerviosismo. Yo le di instrucciones de que hiciera su trabajo si no era muy tardado. El me contesto que no, que tardaría menos de 15 minutos, yo le dije que estaba bien. Me quede en cuarto tocándome tratando de no hacer mucho ruido.

Después de los 15 minutos, Álvaro me informa que había terminado y me pidió que saliera para revisar su trabajo. Yo le tenía confianza a su buen trabajo y le contesto que no era necesario. Álvaro insistió, entonces yo me puse una bata encima y salí, Álvaro me pidió permiso de entrar al baño mientras revisaba yo. Durante mi revisión de su trabajo, me incline un poco y solté mi bata. Fue entonces que Álvaro estaba cerca de mí y me jalo la bata para quitármela y verme en lencería. Yo estaba súper apenado y al mismo tiempo excitado. Álvaro se me acerco más y me admiraba. Me empezó a manosear mi cuerpo, pasando sus manos rudas por mis hombros, caderas, nalgas y piernas. Desvestí a Álvaro, y al quitarle su pantalón vi que traía una trusa tipo bikini ajustado que hacía notar su enorme bulto. Pase mis dedos delineando la silueta de sus bolas y pene. Procedí a quitárselos y a manosearlos, después me hinque y contemplaba su enorme pene, grueso, perfumado, velludo, circundado, su glande era muy brilloso y me lo metí en la boca. Le chupe el miembro a Álvaro durante varios minutos, sin dejar que se viniera. Nos besamos, me desnudo y me lamio los pechos. Después me llevo al cuarto, me puse un poco nervioso porque tenía tiempo de no ser penetrado por el ano. Álvaro me arrojo a la cama boca abajo y me separo las piernas. Se acostó encima de mí y me dijo: “Ya te traía ganas, sabía que te gusta vestirte de nena y me moría de ganas por hacerte mía”. Al llegar la noche, Álvaro tuvo la oportunidad que tanto ansiaba, me hizo suya y pasamos casi toda la noche juntos. La penetración no se concretó por completo debido al tamaño de su pene. Después de esta noche, yo recibía a Álvaro frecuentemente para acostumbrar mi ano a su vergota gruesa y sabrosa.

Continuará…

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