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Mi primer hombre (Parte 3): La entrega

Una semana después de aquel sábado en el que Alberto me desvirgo la cola en mi casa y me convirtió en su puta, me llamo para decirme que consiguió que un amigo le preste un departamento para volverme a coger, sin permitirme preguntar mucho, me indicó que vaya para la esquina de su casa al día siguiente a las 6 de la tarde.

Me preocupaba saber dónde iba a estar el amigo, la verdad me daba miedo que hubiera otro hombre mientras él me sometía, pero no me dio tiempo a preguntarle.

Realmente después de las cosas que me hizo en nuestros dos encuentros anteriores, su forma autoritaria y dominante, me atraía y me hacía sentir que le debía obediencia, de ahí me quedo para toda la vida la atracción que me producen los hombres dominantes, pero no podía dejar de temerle, cosa que también me calienta, en el fondo el miedo es excitante.

Así con todas las dudas y temores que tenía, fui al encuentro acordado en la esquina de su casa, él iba a salir y me iba a llevar hasta la casa del amigo, yo seguía sin saber si íbamos a estar solos, la calentura que tenía por él, me empujaba hacia él, era tal la atracción que ejercía sobre mi, por mi corta edad, falta de experiencia contrarrestando a su madurez y manera de dominarme, me hicieron creer que en mi papel de hembra sometida, me estaba enamorando de este hombre que me doblaba en edad y un poco más.

Ni bien llegué al encuentro, abrió la puerta de su casa y se asomó a ver si yo estaba, al verme me hizo una seña que espere y salió un minuto después.

Me indico que caminemos un par de cuadras hasta la casa del amigo, en el trayecto pude preguntar dónde iba a estar el dueño de casa, y me respondió que nos iba a abrir la puerta y nos iba a dejar solos en una de la habitaciones, mientras él se iba a quedar en otra parte del departamento. No me gustaba mucho la idea de que un desconocido me vea y sepa seguramente que Alberto me iba coger, sabiendo que eran muy amigos y que se conocían bien, no era muy difícil deducir que yo era el puto que iba a ser garchado, pero no tuve más remedio que confiar en la palabra de mi hombre y aceptar que el dueño de casa nos iba a dejar solos.

Al llegar, el amigo bajó a abrirnos, y subimos los tres en un ascensor muy pequeño, yo me quedé mudo por la vergüenza que me daba la situación, mientras noté que el amigo me miraba insistentemente, cosa que me puso más nervioso todavía mientras Alberto disimuladamente me manoseaba la cola.

Entramos al apartamento y el tipo, un gordo feo, desaliñado y mayor que Alberto, realmente me resultaba desagradable, pero tal como había dicho mi macho, dijo que pasemos al dormitorio del fondo y que nos pongamos cómodos allí, antes de que entremos al cuarto, nos deseó que la pasemos bien, cosa que me puso más incómodo, pero ya estaba ahí y aparentemente iba a estar a solas con mi hombre.

Al quedar solos Alberto me ordenó que me desnude y él hizo lo mismo, se acostó boca arriba con su hermosa verga a medio endurecer, comenzó a tocársela para que se le pare y me hizo poner a su lado en cuclillas sobre la cama, tomándome con una mano sobre mi nuca, empujó mi cabeza hacia abajo prácticamente obligándome a comerme toda su pija, traté de chupársela de a poco pero me forzó a tragarla completa hasta empezar a darme arcadas

Tratando de resistirme para no ahogarme, comencé a emitir quejidos, debo aclarar que por la posición en la que me puso en la cama, dándole la espalda a la puerta, mi culo quedó expuesto mirando hacia la entrada del dormitorio que estaba cerrado pero sin llave.

“Ay por favor papi, me estas ahogando, mmmm, por favor amor, ahhh, déjame por favor, no puedo respirar, te lo suplico”. Alberto no contestaba y seguía empujando mi cabeza hacia abajo, por toda respuesta agarró un vibrador con forma de perita ovalada que tenía como una colita que yo había visto sobre la cama, me metió esa perita en el culo, que yo calculo tendría que tener unos 6 o 7 centímetros de diámetro, inmediatamente empezó a hacerlo vibrar con un interruptor que tenía en esa colita que quedaba afuera de la cola, al introducirlo me dolió un poco porque era bastante grueso para mí recientemente desvirgado culito, además la vibración adentro de mi cola empezó a hacerme desesperar, al mismo tiempo apretaba con la otra mano uno de mis pezones me ordenaba casi a los gritos que no deje de tragarme esa verga hermosa, chuparle la pija me tenía totalmente fascinada y la forma en la que movía esa perita vibradora, hacia adentro y afuera me volvía loca, además puso al máximo la vibración y me hizo perder la razón, comencé a gritar como una perra,

“ahh, por Dios, por favor amor, me volves loca, por favor querido, mi vida déjame por favor, te lo suplico, me volves loca ¿qué me estás haciendo por Dios? No puedo más papi”

En el fragor de la calentura y las cosas que estaba sintiendo en mi cola y mi dolorido pezón, no escuché que el amigo había entrado silenciosamente a la habitación, Alberto que estaba de acuerdo con esto, me sacó el vibrador y el gordo horrible que ya estaba desnudo se subió a la cama detrás mío y me penetró, por la excitación y mis propios gritos, casi no me doy cuenta que el amigo acababa de penetrarme, grité como una loca al darme cuenta “no por favor, que me hace papi, no dejes que me coja por favor mi amor, no me hagan esto”, “vamos putita, si a vos te gusta, no te hagas la histérica” me dijo, “hijos de puta por favor”, en eso Alberto me empujó sobre su pija y me la hizo tragar nuevamente para que no grite al tiempo que me decía, “callate puta, tragate la leche y portate bien”.

Unos minutos más tarde Alberto me llenó la boca con esa dulce leche blanca y espesa y me gritó que me la tragué toda y no desperdicié ni una gota, el amigo gordo hijo de puta, hizo lo propio en mi culo y me lo llenó de leche también.

Se levantaron los dos y me dejaron tirada en la cama, toda dolorida y humillada, le reproche a mi macho que había permitido que el amigo me viole y se río diciéndome que habían hecho lo que me merecía por puta, y afirmó “vos ya sabias que esto te iba a pasar, no habrás pensado que mi amigo nos iba a dejar coger en su cama y no te iba a tocar”.

Alberto me pidió que me vista y me vaya solo, y esa fue la última vez que lo vi. Al poco tiempo conocí un tipo por la calle con el que tuve una historia bastante intensa durante unos meses, pero claro, eso se los voy a contar en un próximo relato, esta serie de mi primer hombre, termina aquí, espero que les haya gustado, si alguien desea preguntarme algo puede escribir a mi correo [email protected]

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