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Mujeres travestis según mi chofer de Uber

Hay algo en el travestismo que siempre ha llamado mi atención. No sé si la exageración de la feminidad, los senos enormes, la ropa ajustada o los tacones altos, pero desde joven me he sentido muy atraído hacia ese espectro de la identidad sexual humana, tanto como admirador de ellas y como travesti de clóset.

Siempre que veo a una travesti guapa no puedo evitar imaginarme cómo sería estar en la intimidad con una mujer con verga. De hecho, cuando era virgen realmente consideré ahorrar mi dinero para tener mi primera vez con una, y es que no sólo me daban ganas de penetrarla ni de agarrar sus tetas, sino que también quería que me dejara tocar su pene, chuparlo y hacerla venir.

Al final perdí mi virginidad con una compañera de la escuela y no estuvo ni bien ni mal, pero descubrí que también me excitaba mucho la ropa interior femenina, así que comencé a conseguir cosas para ponerme y de alguna manera ser mi propia chica travesti.

Antes de iniciar el relato, debo contarte un poquito de mí. Tanto mi complexión como mis rasgos no son los más masculinos, lo cual ayudó mucho a que mis transformaciones fueran todo un éxito. Recuerdo que la primera vez que me puse ropa de mujer fue durante unas vacaciones familiares a la playa, cuando una de mis primas dejó su traje de baño tirado en el suelo. Estaba solo, así que lo observé un momento y decidí ponérmelo. Tenía una edad donde mis piernas y nalgas comenzaban a tornearse y realmente me veía bien. Después de eso aprendí a maquillarme y a acomodar mi pene para que no se notara si me ponía algunos jeans ajustados de mis hermanas o alguna panti. En más de una ocasión robé ropa del tendedero de mis vecinas para tener ropa qué ponerme, y así comencé con lo que fue mi hobbie de muchos fines de semana; vestirme de mujer y tomarme fotos. Después masturbarme imaginando a un macho haciéndome suya de todas las maneras posibles.

Ahora sí, retomando el tema: ¿Todos los hombres queremos coger con una travesti?

Yo digo que sí, o al menos tenemos esa fantasía. Esto lo he comprobado platicando con amigos, colegas y el día de hoy con el conductor de Uber que me recogió hace unas horas.

En el trayecto a mi destino pasamos por James Sullivan, una calle en México popularmente conocida por la prostitución tanto de mujeres como de chicas trans y travestis. Nos tocó el semáforo en rojo cuando una hermosa rubia con maquillaje recargado y enormes senos de silicón se paseaba por la esquina esperando que alguien le pidiera acercarse. Al verla, el conductor dijo: “Está bien buena esa güera, ¿verdad, amigo?”. No respondí y él de inmediato me dijo: “No vayas a pensar mal, no soy gay ni nada de eso”, y yo le respondí: “Está bien, no creo que lo seas y sí, ella es muy guapa”. “Algunas están mejor que las mujeres: ¡mira qué chichotas!, ¡mira qué culote!”, respondió, y ya más entrado en confianza me dijo: “La verdad yo sí me he dado a varias y es otro pedo”. Hacen lo que uno les pida y son muy intensas. Puedes darles bien duro y no se “sacan de onda” como las mujeres.

Por alguna razón verlo excitándose mientras pasábamos por el desfile de chicas y escucharlo hablar tan guarro me excito también. Tanto, que pensé confesarle que uno de mis pasatiempos favoritos era justamente vestirme de mujer. Estuve a nada de proponerle buscar algún callejón para que se sacara la verga del pantalón y yo lo masturbara o que me dejara chuparle el pene hasta que se viniera en mi boca. También pensé en invitarlo a pasar a mi casa para mostrarle lo bonita que podía lucir como mujer y lo sexy que se me ve el culo con un vestido ajustado. Dejarlo que me manoseara y que después me pusiera de rodillas a darle el mejor sexo oral de su vida. Hacer justamente que me tratara como a una puta y que me rompiera el culo como según él lo había hecho con otras chicas.

Al final llegamos a mi destino y no pasó ni una cosa ni la otra. La cotidianidad terminó con mi fantasía, pero le di 5 estrellas y una insignia de “Excelente conversación”.

Creo que la masculinidad es un tema muy frágil para muchos de nosotros y eso nos lleva a cuestionarnos si tener sexo con una chica trans o travesti nos vuelve “menos hombres”, y no sólo sexo, sino también intimidad o sentimientos.

¿Ustedes qué opinan?

¿Han tenido sexo con una travesti?

¿Se han vestido de mujer?

Platíquenme…

Los leo y les respondo.

Besitos.

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