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Un médico y la fantasía del examen de apto laboral

Conocí un médico en uno de los saunas a los que iba seguido, pase una tarde entera metido en un privado, con un tipo hermoso, era muy atractivo, fue una de las veces que mejor la pasé en un sauna, generalmente pasaba unas horas en las que tenía encuentros con 2 o 3 tipos, esta fue la única vez que solo estuve con un hombre, me estuvo cogiendo más de cuatro horas, tenía una pija hermosa, estaba circuncidado, cosa que me fascina.

Charlamos mucho y me propuso que vaya un día a su consultorio antes de que empiece a atender pacientes, me dijo que le gustaba jugar un juego, la fantasía consistía en que un aspirante a un puesto laboral iba a su consultorio para saber si estaba apto físicamente para conseguir el trabajo y él era el médico que se encargaba de hacer la revisión y la aprobación dependía solo de él.

La idea me encantó y arreglamos el día de la supuesta entrevista, me dio su teléfono y quedamos en confirmar día y hora, a los pocos días coordinamos y llego el día, habíamos hablado de las pautas generales del juego y los dos fantaseábamos muy parecido, él como el depravado que aprovechaba su posición de poder y yo la víctima que necesitaba imperiosamente conseguir el puesto, no habría un libreto, porque era imposible, solo la idea general, establecimos que el juego empezaría desde el mismo momento en que yo tocara el timbre, no habría saludos reales como las personas que habían cogido en el sauna. Yo tocaría el timbre y me anunciaría como la persona que venía a ver al médico por el examen.

Y así fue, toque el timbre del portero eléctrico, pregunte por el doctor, me anuncie y me hizo pasar, llegue al piso y me recibió en la puerta del consultorio, le dije que venía por el apto laboral y me hizo sentar en una camilla.

– Voy a revisarlo exhaustivamente, quítese la remera – comenzó diciendo

Me senté en la camilla y me quite la remera, se acercó, me agarró los pezones y empezó a apretarlos bien fuerte, no pude ocultar algo de dolor y escuchó un quejido mío,

– ¿que pasa, duele eso?

– No doctor – contesté

– quizás tenga un problema aquí

Siguió apretando y retorciendo fuerte y dije

– ¿es necesario que me apriete ahí?

– si, tengo que asegurarme que esté todo bien

Entonces me apretó fuerte mis testículos, siguió apretando una tetilla con una mano y con la otra abarcó todo mi bulto, que comenzó a agrandarse, no lo soltaba y siguió apretando

– ¿y esto duele?

– sí, un poco

– Si duele no voy a poder aprobar su ingreso

– por favor doctor, necesito el trabajo

Seguía apretando los testículos y una tetilla y mi pija se iba parando, mientras se aceleraba mi respiración y soltaba unos leves gemidos.

– se está excitando ¿es homosexual?, porque en esta empresa no aceptan homosexuales

– no doctor, le juro que no soy homosexual

– a mi me parece que usted tiene un problema, voy a tener que revisarlo más profundamente, baje de la camilla y sáquese los pantalones y los calzoncillos.

Me quité todo y quede desnudo, me hizo darle la espalda y me pidió que me quede de pie e incline el torso ahora sobre el escritorio.

– voy a tener que hacerle un tacto a ver como tiene la próstata

– ¿Es necesario doctor?

– si quiere que le ponga el apto, tengo que hacerlo

– Bueno doctor, necesito mucho el trabajo, haga lo que tiene que hacer, pero hágame entrar a la empresa

– vamos a ver, inclínese bien

Y entonces sentí como empezó a pasar despacio y delicadamente un dedo por mi agujerito, empecé a gemir y jadear, en eso, introdujo todo el dedo, supongo que era el medio y comencé a quejarme

– ay por Dios doctor, ¿que me está haciendo? Ay ahh mmm oh, por favor no

– cállate y aguanta si querés el trabajo, no podés negar que te gusta

Seguía moviendo el dedo hacia adentro y afuera como cogiéndome y yo no dejaba de gemir y emitir quejidos cada vez más femeninos.

– te está gustando, confesá que sos puto, no lo podes ocultar

– No doctor le aseguro que no

– Vamos, si confesas, voy a aprobar tu ingreso

– está bien, soy puto, me gustan los hombres pero por favor, no me rechace

– eso depende de como te portes conmigo

Entonces sacó el dedo e hizo que me ponga frente a él, me ordenó que me ponga de rodillas y me hizo chuparle la pija, recuerdo claramente el glande enorme gordo y con el orificio, digamos el ojito de la pija, bien abierto y grande, nunca había visto el agujerito de una pija tan abierto, empecé a chuparla muy suave y con dulzura y me dijo:

– vamos, chupala bien, metetela bien en la boca, chupala como un hombre

Nunca me habían dicho que la chupe como un hombre, entonces traté de tragarme todo lo que pude esa poronga de macho, la cabeza era increíblemente grande, más ancha que el tronco, y me dio mucho placer chupársela, de pronto sacó la verga, que ya estaba bien grande y dura de mi boca, me ordenó darme vuelta y ponerme como antes inclinado sobre el escritorio. Estaba a punto de penetrarme, yo sabía que al pasar la cabeza iba a dolerme, el alivio y el placer llegaría cuando entre el tronco.

Ya no valía la pena seguir con la fantasía, lo que queríamos los dos estaba más que claro y el juego había sido muy divertido, ahora él quería romperme el culo y yo solo quería que lo haga. Estábamos los dos muy calientes como para seguir actuando, ahora queríamos coger.

Así que me la hizo sentir bien adentro, en segundos me la metió toda hasta los huevos, y yo sabía que me la tenía que aguantar, sin quejas, a él no le gustan los maricones, es de los tipos que disfrutan cogiéndose un hombre, cuanto más machito mejor.

– Ahh papá, oh como me coges, que verga tenés por Dios mmm, que bien lo haces, rompeme el culo papi, dale dámela toda, hijo de puta que pedazo tenés

– toma puto, cometela toda putazo, como te gusta la pija trolo

Y así estuvo dándome caña por más de una hora, hasta que acabamos juntos. Lo visité varias veces y jugábamos al doctor y el paciente abusado.

Espero que les haya gustado

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