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Vacaciones, franceses y una pedazo baguette

Antes de confesar me gustaría presentarme, me llamo Kilian, soy un joven de 23 años y resido en Maspalomas, Gran Canaria. Desde que perdí la virginidad siempre quise fantasear de muchas maneras con el primer tío que se me pasaba por delante, da igual dónde la cosa era hacerlo.

Hace varios veranos, marche con unas amigas de apartamento. Lo teníamos todo para pasarlo en grande, buena música, bebidas a reventar. Iban a ser los mejores días de aquel verano. La misma tarde del día que llegamos al alojamiento, baje a la piscina con las chicas y pillamos hamacas al lado de unas que estaban cogidas por otros. No hicimos caso omiso hasta que nos metimos en el agua y vimos que se trataba de un grupo de jóvenes franceses. El calor que me entró por el cuerpo daba para hacer jacuzzi la piscina. Le dije a mi amiga que iba a salir para hacer un chequeo hasta que uno de ellos se me quedó mirando. Moreno, alto de un 1,70 aproximadamente, de pelo negro muy rizado y con un cuerpo tonificado.

Le hice una mirada y me la devolvió con una sonrisa. Le hice señas a mi amiga de que estaba cañón. Se le marcaba todo en aquel bañador tipo slip en color rojo. Me metí nuevamente en el agua y acto seguido se metieron ellos. No podía evitar mirarle hacer saltos y acrobacias desde el bordillo. Mi amiga para joderme, me dejó solo, atontado. El chico me sonrió y pensé que se estaba riéndose de mí hasta que me di cuenta de que quería algo. Quise hacerme el sueco y me giré elevando el culo. Nadie se estaba dando cuenta, mis amigas se quedaron dormidas cogiendo sol y sus amigos se fueron a comprar dios sabe qué. El tío se me acercó sin enterarme y me roza el culo con su polla erecta. Me hice el asombrado y nade un poco.

Pero era solo el comienzo, cuando nos fuimos de nuevo a la habitación decidimos preparar algo de comer. Sacamos unas pizzas y al terminar cada una fue a lo suyo. Para mi asombro, resulta que los franceses estaban justo a dos habitaciones de la nuestra. Tenían una montada en su habitación que se oía a kilómetros. En eso les digo a mis amigas que iba a bajar a comprar gominolas como excusa para acercarme hasta la habitación cuando en eso que voy a coger el ascensor, sale el joven francés, solamente con el bañador. Le sonreí y me dice Hé! encore ici beau algo así que me quedé mosca y me reí creyendo que era algo gracioso cuando me coge de la cintura y me apretó una nalga. Sin poder evitarlo puse una mano en el cuello y le bese con lengua un buen rato.

Me intentó explicar que su habitación estaba de fiesta y le dije con señas que no me importaba, me cogió de la mano y me metió en su apartamento. Sus amigos no se dieron cuenta porque estaban en el balcón, cantando y riendo. El francés me metió en la habitación y me tumbó sobre la cama. Se me echó encima y me empezó a besar por el cuello, bajando lentamente por el abdomen hasta la pelvis. Me baje el pantalón que llevaba y enseguida me puso una mano en su paquete que estaba bien duro. ¡Por fin me iba a comer una baguette! Me pase la lengua por los labios y le baje el bañador. Su polla salió disparada de aquel apretón, era enorme, morena y súper depilada, suave y brillante. Le pase las manos por sus pectorales, hasta su tableta y oblicuos y me introduje su polla en la boca. Se la chupe lentamente hasta que puso sus manos en mi cabeza para que me la tragase entera. Me pidió que le chupara los huevos y lo hice. Nunca lo había hecho pero estaba para comérselos todo el día.

Me pidió que me pusiera boca abajo y que doblara la espalda, sabía lo que quería. Me agarré a la almohada y estiré la espalda, dejándola bien arqueada. Bajo su mano por la boca, sacó demasiada baba y surcó sus dedos entre mis nalgas hasta encontrar el ano. Cerré los ojos del placer hasta que note que metió un dedo. El tío tenía pinta de ser un guarro y eso me excitaba mucho. Palpitó su polla sobre mis nalgas y empezó a jugar con ella haciendo que la metía. Se bajó de la cama, cogió unos condones y luego me colocó las piernas. Introdujo el glande y se apoyó alrededor de mis manos. —¡Agh, joder!—gemí cuando metió su pollón entero y sin piedad. El tío no avisó, quería sorprenderme. Sentía su respiración en mi nuca y comenzó a empotrarme duramente haciendo sonar la madera de aquella cama. El calor invadía nuestros cuerpos en aquella habitación y me daba morbo que sus amigos no se estuvieran dando cuenta de aquel espectáculo.

Para sorpresa, me dio una bofetada en una nalga y me giró repentinamente. Elevó mis piernas, se las colocó a los hombros y volvió a meterla haciendo caer saliva sobre ella. De un golpe la metió entera. Tenía el ano como goma pasada. Colocó sus brazos a ambos lados de mi cabeza y empujó dando golpes, haciendo rugir los muelles. Dios mío, estaba soñando. Solo podía verle su tableta empapada en sudor, sus pezones tiesos y su cara mojada, con la mirada sexualizada.

Para finalizar, se acostó a mi lado y sujetó su polla, el glande estaba súper brillante y no podía evitar darle otra comida. Me puse a cuatro y empecé a tragármela entera un par de veces. Cuando vi que estaba en su punto, me subí encima de él y me la metí despacio. Flexiones mis piernas y comencé a mover la cintura rápidamente. Él puso sus manos en mis nalgas. Luego me puse de cuclillas y salté sobre él, me daba cachetas, varias veces. Casi a punto de correrse, prefirió follarme en el aire. Se reincorporó, me cogió de la cintura, agarró mi culo y se levantó de la cama conmigo enganchado.

—Joder, córrete hijo de puta.—le dije agarrándome de sus hombros. Me resbala del sudor que teníamos. Al frente había un espejo y eso excitaba una barbaridad. Parecía un porno casero. Me miró con asco y empezó a cogerme con fuerza hasta romperme el ano, veía las estrellas. Yo apretaba las manos y cerraba los ojos sintiendo cada estampida y notando como aquella polla salía entera y entraba como si nada. Tenía que tener el ano escocido. Al rato, me dice algo en francés que no entendí y me bajó al suelo. Puso sus manos en la polla y empezó a masturbarse hasta correrse. Abrí la boca, cerré los ojos y no espere ni dos segundos hasta que soltó toda aquella lefa sobre mi cara, salpicando suelo, mi abdomen y el pelo. Era bestial. Se tumbó en la cama cansado y me dio una toalla del baño.

Me limpie como pude porque había perdido la noción del tiempo y mis amigas capaz estuvieron preguntando por mi. Le iba a echar de menos porque aquella follada no la olvidaría jamás. Así que me vestí y salí de allí por patas. De ahí cada vez que salgo de vacaciones, ver a un extranjero casi de mi edad es una puta tentación de la que soy capaz de comer, follar y tragar. Sin duda, la mejor experiencia.

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