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(15) Humedades profusas y sombrías

En la madrugada del día 1 de noviembre, es decir, a las 03:00, una secta pone en marcha la ceremonia de captación de quiméricas, y la prueba inicial la muestra en la pared de un edificio cualquiera, son maestros en el arte de la humedad, valga la frase para dos destrezas.

Manejan la humedad en todos los aspectos, tanto de la lluvia como de las mujeres, ambas dos son sus extensiones, sin embargo no todos los humanos poseen ese poder, ya que lo es, y ese poder se encuentra en nuestro cerebro, y el cerebro es capaz de descubrir mensajes a través de nuestros ojos.

La prueba inicial es la felación, y la elegida debe de innovar, no se trata solo de metérselo en la boca, no, hay ciertos detalles adicionales que la han capacitado para ese acto. El prefecto es un ser frío, impasible, ausente y su rostro no muestra emoción alguna, mira al frente.

La secta rinde homenaje a la humedad vaginal, disponen de una memoria gráfica de fluidos escapando de vaginas, y la singularidad de este acto, es que sus cuerpos no han sido excitados previamente. Los quiméricos disponen de ese poder, excitarlas a distancia y lo hace incluso en la vida cotidiana, yo, el observador, incluso algunas veces he sido perseguidor de esos quiméricos, he visto como en el metro, autobuses, e incluso las que están sentadas en bancos en parques, se agitan, cruzan las piernas y miran a todos lados, buscan la causa de su excitación, y más de una ha llamado al amigo de turno para resolver la situación.

El quimérico se apropia de la suma de todo, persigue a la mujer presa del deseo, y desde la calle siente lo que está ocurriendo en uno de esos pisos, incluso algunas lo han satisfecho en un coche, nada escapa a sus sentidos y esas mujeres satisfechas, son las elegidas para la captación de Prendes.

Prendes es temporal, ya que es su voluntad debido al sexo, se convierten en quiméricas, y puestas en libertad, algo que ellas no han comprendido, es decir no saben que ha sido prendidas, sujetadas, para que nos entendamos, y tampoco su vida se ha visto alterada, pero si en un solo aspecto, han conseguido el poder del máximo goce sexual.

Conocí a una, precisamente la que se ve en la humedad de la pared, la entrevisté debido a que hago trabajos a gente rara y la prueba que pasé fue en torno a lo que la gente no ve, mi enfermedad me sirvió, Pareidolia la llaman.

Y la pregunta principal tiene que ver con la felación, para muchas es un calvario, para otras no, y esta me dijo que ninguno se lo tenía que pedir, ella lo hacía para saber que iba a entrar en su vagina, quería saber la medida de ocupación, la sensación de penetración, que para ella era muy importante, además aseguró que le gustaba cuando empezaba a humedecerse, quería sentir ese roce que se adentra en su interior, y además lo guía despacio, no importa que resulte un poco prematura la penetración, aunque esté un poco seca.

Pregunté qué pasaba después, dijo que le sujetaba dentro, no dejaba que embistiera a su aire, ya que si era de su agrado, le iba a culturizar en el poder inculcado por el quimérico que la poseyó. Y una vez que ha pasado la prueba le empuja fuera de su vagina y es cuando cambia la postura.

Ella sabe que cada hombre tiene sus gustos, ella me preguntó qué opinaba de la información que tenía. Dije que primero me basaba en su nivel de excitación, yo tenía una escala basada en ellas. No todas son iguales, además yo nunca tuve prisa, todo lo contrario, y la mayoría no estaba acostumbradas al factor tiempo.

Por otro lado, tampoco sabían que una vez alcanzado el nivel de excitación primario, el que precede al primer orgasmo, yo necesito ese dato. Actúo fríamente debido a que busco algo más que segundos de gusto, y el status me lo marcaron dos mujeres, dos pajas diferentes y ambas con clase, increíble pero cierto, eso no podemos elegirlo.

Y después del primer orgasmo, nada más sencillo que retroceder un dedo a la parte interna del clítoris, este es un fino cordón endurecido, y el nivel de excitación es más leve, hay que darle tiempo, que lo asimile, además ella da señales de continuar, eleva levemente y empuja la pelvis, y aún no ha sido penetrada. Ya mantiene los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, es el momento de subir de nivel.

La quimérica guardaba silencio, me dijo que ella había aprendido a excitarse una vez que agarraba al penetrador, valoraba lo que haría en su interior, sin embargo lo que más le gustaba, era la respuesta del que tenía a su lado, y como crecía y su dureza aumentaba.

Aseguró que yo no participaba en ese polvo o como le quisiera llamar. Que actuaba de una forma fría, le dije que sí, que lo trataba como una operación militar. Ella arrugó la frente y dijo no comprender, le conté un secreto, lo merecía, había sido despierta en algo que se tarda en asumir, le dije que para mí el sexo es ensayo, dominio y que tengo sumisas sin saberlo.

Dijo no entender eso de no saberlo, si lo digo es porque lo sé. Negué con la cabeza, me lo figuro tan solo, ya que algunas se sienten en deuda, bueno, no es la palabra adecuada, ya que lo basan en que ellas apenas han hecho nada en ese polvo. Si me recriminaron que no le di importancia a unas chupaditas, y es que la mayoría piensa que eso lo hace cualquiera.

Me he preguntado muchas veces, que elementos influyeron en mi excitación en el momento de esas dos pajas, los momentos fueron diametralmente opuestos. Sigo aún intentando averiguarlo, ya que ambas fueron diferentes en todos los aspectos, una ignorante y virgen para más detalle, y la otra una mujer casada con dos hijos, diferencia de edad doce años más o menos, y no he descartado que el problema sea yo, que posiblemente sea así.

Hace un mes más o menos, en los jardines de Sabatini, junto al palacio real, contemplé una escena que me dejó sorprendido. En un banco de piedra había una pareja, ambos altos y vestidos de forma diferente, ella un vestido largo que el aire levantaba y movía.

Él tenía su mano izquierda entre sus muslos separados, seguro que ocupado en su clítoris, y su boca en el pezón del pecho derecho. Ella mantenía su mano derecha sujetando la cabeza de él y su mano izquierda en su penetrador, le pajeaba.

Iba hacerles una fotografía, tengo objetivos especiales para primeros planos lejanos, pero ella movió la cabeza negando, y lo sorprendente es que estaba a unos cien metros más o menos, no comprendí como me había descubierto, aunque tampoco me escondí para hacerla, había aligustre a mi disposición para emboscarme, pero no lo hice por una causa.

¿Ella es una quimérica?, la fotografía del edificio de la humedad se encuentra muy cerca.

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