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Arrepentidos los quiere Dios (Capítulo 21)

Capítulo 21

 

Me había alojado en el Sheraton Río Hotel, a la espera de que Raúl se fuera, ya que Margarita no representaba ningún inconveniente; al contrario, me alegraba que se quedara unos días, así podría darle un abrazo.

Después de lo que me contó Darío con respecto a su hija, aquella escena que no llegó a ser lésbica, mis simpatías hacia Marga se acentuaron. Al día siguiente, Raúl, alegando que había dejado las cosas muy claras con su madre/padre y su hermana, nada le retenía en Río de Janeiro; y tomó el primer avión rumbo a La Isla.

Nos citamos a la hora del aperitivo en la cafetería del Sheraton. Al verme Marga, en su rostro observé un gesto de aprobación sobre el futuro de Darío y yo.

–¡Mi querida Manolita! Se abrazó a mí, y me besó en ambas mejillas. Estás más guapa aún si cabe que antes.

–Gracias Margarita. Pero la que está bella y radiante eres tú. Estás preciosa.

–Qué vayas a ser mi mamá me complace mucho, ¿Sabes?

–Bueno, espero que tu padre no se eche para atrás y lo impida ¿Has visto como le han dejado?

–¡Jolín! Ya lo veo; más bonito que un San Luis. Ya le puedes atar corto, que seguro se las va a llevar de calle.

–Buenos niñas, dejaros ya de cuchicheos, y vamos a hacer planes. Dijo Darío poniendo un mohín de enfado.

–¡A ver si ahora nos vas a salir machista, papá!

Contarme la reacción de Raúl. Pregunté con incertidumbre. ¿Cómo se lo ha tomado?

–Mejor de lo que pensaba. Dijo Darío con complacencia. Me ha deseado suerte, y no ha quedado ninguna sombra de duda al respecto.

–¿Pero le has dicho quien es tu novia?

 –No, no, eso no.

–¿Y por qué no?

–Porque no ha hecho falta.

–No te entiendo.

–Porque ya lo sabía.

–¿Cómo que lo sabía?

–No me lo ha dicho, pero repito que lo sabe; además se casa. Ya ha formalizado relaciones con la hija de uno de los terratenientes de La Isla.

Efectivamente, la boda de Raúl despejaba todas mis dudas. Por lo que dije:

–Le deseo toda la felicidad que yo quiero para mí, y a continuación añadí:

–Margarita. ¿Te gustaría venir a Madrid y pasar allí unos día con tu padre y conmigo?

–Miró a Darío esperando su aprobación.

–Por mí, encantado. ¿Qué te parece niña?

–Me encantaría Papá, pero no puedo dejar los asuntos de la exportadora sólo para Raúl. A propósito: ¿dónde y cuándo va a ser la boda?

Darío me miró, para que fuera yo la que respondiera la pregunta.

–Bueno, es cuestión de informarnos bien de los trámites que cada país tiene para estos casos. Como la boda ha de ser necesariamente civil y celebrada en España, no creemos existan dificultades. Y menos ahora, que han cambiado las cosas.

–Me encantaría que la boda se celebrara en Madrid. Dijo Margarita en un abrir y cerrar de ojos.

–También a mí me gustaría. Dijo Darío.

–Pues decidido. En Madrid la boda. Dije muy convencida.

–Notificarme el evento con tiempo. No me lo pierdo por nada del mundo, dijo Marga alborozada, y a la vez me preguntaba:

–Manolita.

–Dime Marga.

–Me vas a enseñar el ambiente de Madrid.

–¿Qué ambiente? ¿El intelectual, el artístico… o el otro?

–Tonta… todos me interesan, pero el que se visita de noche.

–No me digas que te va…”ese ambiente”.

–No tonta, es por curiosidad. ¡Cómo en la Isla no se ven esas cosas..!

–¿Pero tienes inquietudes del otro bando?

–No te entiendo.

Terció Darío.

–Hija puedes hablar claro a Manolita.

–Si te refieres a que tengo fantasías lésbicas, debo confesar que sí. Pero sólo fantasías ¡eh! No sé si en el momento de la verdad…

–Eso tiene fácil solución. ¿No crees Manolita? Dijo Darío,

–¡Nooooo! No me digas que lo que estoy pensando es verdad.

–Vamos a ver niñas. Si Marga tuviera una experiencia lésbica, ¿con quién..? ¿No sería mejor que la tuviera contigo? Y así se evitarían los riesgos que conlleva realizarlo con una desconocida.

Marga se puso colorada como una amapola.

–Por favor Papá, que me sonrojas.

–Pero… ¿La tendrías o no con Manolita?

Me miró como si yo fuera la que tuviera que dilucidar la cuestión. Y la mirada sin duda era de conformidad.

–Si a Marga no le importa la diferencia de edad… Por mí, esta misma noche.

–Pero las dos solas. Yo no quiero ser testigo del acontecimiento. Apostilló Darío.

–¡Joder que fuerte! Follé con el padre, con la madre, con el hijo, y ahora con la hija. Para ganar el Guinness Record. 

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