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(16) Los amores de Ana Etxeberría

27

Nada más entrar en la facultad de Medicina, un miembro de la seguridad universitaria avisó al inspector Balaguer de que le reclamaban en el despacho de la decana Miranda Pereira. Algo ocurría. Gracias a las indicaciones que fue recibiendo aquí y allá, pudo encontrar el despacho. La puerta se encontraba entornada y el inspector Balaguer asomó la mirada para avisar que entraba.

-¿Hola?

-Pase, inspector –le esperaba la decana Pereira sentada en el filo de su mesa y con las piernas cruzadas muy sensualmente. No debía tener más de 35 años y se notaba la belleza carnal en cada zona de su cuerpo de gimnasio. Además, se soltó el pelo y se abrió la blusa para mostrar escote. Esta no quería hablar, quería zorrear. La pregunta es porqué.

El inspector Balaguer fue verla y sentir un estiramiento en su escroto. Menuda hembra estaba hecha la decana.

-Hola, soy la decana Pereira. Me gustaría tener una conversación amena con usted.

-¿Ha ocurrido algo grave?

-Dígamelo usted.

-Ahora no caigo.

-Me dijeron que era usted guapo pero no sabía que lo fuese tanto. Ahora lo entiendo todo.

-¿Entender el qué?

-He recibido una llamada en mi móvil hará unos 10 minutos y me ha puesto al día de sus investigaciones.

-¿Una llamada de quién?

-¿Conoce a Ana Etxeberría?

-Sí, claro. ¿Qué la ha contado?

-Todo.

-¿Todo como qué?

-¿De verdad pensaba que yo no lo sabría? Mi cargo universitario es promoción y antiguos alumnos. Estoy al día con mis estudiantes. E Irene Fernández no es menos.

-Joder…

-¿Qué es eso de grabar un video sexual con Irene?                              

“Qué hija de puta, Ana”, pensó el inspector Balaguer con rabia.

-No se avergüence. Irene está muy rica y se la follaría cualquiera.

-¿Cómo? –se sorprendió el inspector Balaguer. Esperaba una reacción más reacia.

-Es mi sobrina. Ya conozco lo golfa que es y es comprensible ese deseo voluptuoso por ella.

-Lo siento… no sé qué decir…

-Creo que usted y yo estamos en el mismo bando. Ana quiere joderle la fiesta a mi sobrina, acudiendo a mí. Lo que Ana no sabe es que yo estoy invitada al rodaje de esta noche.

-¿Cómo dice?

-Hay tres personas que estarán presentes. David Fitzpatrick, un político republicano norteamericano por el Estado de Illinois, yo y Salma Ahmed, esposa del mayor magnate de petróleo de Dubai. Su jet privado aterriza en el aeropuerto de Picasso en media hora. No es consciente de lo importante que es grabar ese video esta noche.

-¿Y eso?

-Hay mucho dinero de por medio. A medida que han ido pasando las horas la bola de nieve se ha ido haciendo más grande, y ya no hay vuelta atrás aunque usted se negara a hacerlo. Los WhatsApps están que arden y mi sobrina ahora mismo es el centro de atención de todo Teatinos.

-Vaya, no sé qué decir…

-No tiene que decir nada, simplemente cíñase a follar y todos saldremos ganando.

-Creía que la universidad era otra cosa.

-No me joda, inspector. La universidad es otro modo de prostíbulo con el pretexto de estudiar. Yo controlo a una veintena de universitarias que me consiguen dinero follando a cambio de favores y becas. El dinero me sale por las orejas, y solo tengo que pegar el precioso culo a mi asiento sin hacer nada. Eso es la universidad actual. De hecho, llevo unas bragas de Calvin Klein que me costaron 800 euros. ¿Desea verlas?

-Bueno… yo no…

Pero la decana Pereira se bajó de la mesa y se bajó las bragas. Sacó un tobillo, luego el otro y se las quitó. Fue un momento impactante.

-Tome. Se las regalo –se las dio la decana Pereira.

-¿Para mí?

-No huelen mal. Están perfumadas con J´adore. Compruébelo.

El inspector Balaguer las olió con gusto.

-Es verdad.

-Es usted un macho alfa precioso y mi debe es catarlo antes.

-¿Cómo que catarlo?

La decana Pereira cerró la puerta de su despacho con un contoneo de caderas de ramera.

-¿Qué hace?

-Lo que todas hacen en los despachos de este piso –apoyó los codos en la mesa y sacó el culo para luego subirse la minifalda hasta más arriba de la cintura.

-Wow… -se le escapó al ver su pomposo culazo.

-Vamos, adentro.

-Pero…

-¡Venga, joder! Me han pedido hacerte un perfil.

No se lo pensó más, y el inspector Balaguer se fue bajando los vaqueros y luego los bóxer.

-Madre de amor hermoso –se llevó la decana Pereira una sorpresa muy agradable al ver la polla de actor porno que protuberaba el inspector de policía-. Me recuerda a los chorizos que parrillo los fines de semana en mi jardín.

-¿Por qué sois todas tan putas?

-Tu pollón es una buena respuesta.

-Separa los muslos.

-¿Así?

-Saca más el culo.

-Vale. ¿Te gusta así?

-Calla, zorra. Me traéis por el camino de la amargura –la agarró de los pelos para impulsarse y meterlo todo de un golpazo.

-¡Ay, coño! –aguantó el tremendo puntazo.

Una vez enganchada, el inspector Balaguer fue empujando y sacando con estilo.

-Mmmmm, por ahora te doy un ocho de nota…

-Que te calles, joder –la abofeteó el culo.

-¡Au!

-¿Te ha dolido?

-Sí, otra vez.

La testosterona del inspector de policía ebullió como el agua en una olla, y el sexo se convirtió en algo salvaje.

Los gritos de la decana Pereira cogieron tanto volumen que el inspector de policía la tuvo que callar con una mano. Los embistes se volvieron enfermizos…

-¡AHÍ VOY, ZORRA!

… y la eyaculada fue de burro desbocado.

-¡JODER! –alcanzó ella dos orgasmos y, aun así, parecía no tener fin-. Ahhhh, coño…

-Bufffff, joder…

Ambos jadeaban embadurnados de sudor.

La decana Pereira se irguió sobre la mesa y besó al inspector de policía con un giro de cuello.

-¿Nota? –esperaba él la aprobación.

-Matrícula de honor. Eres un follacoños de primera. ¿Puedes sacarla?

-Creo que sí.

-Necesito un cigarro.

Ambos lograron moverse y la decana Pereira se encendió un Chesterfield sin querer vestirse.

-Mmmmm, me has quitado 10 años de encima –se rascaba la decana el pubis con una mano.

-Siento que me usáis como un condón.

-Eres un condón. No lo olvides. Aquí manda esto –se señaló el potorro en su mano.

-Putas de mierda –se fue vistiendo el inspector Balaguer.

-Cuando acabe el rodaje esta noche, te vienes a mi casa y seguimos la fiesta, ¿te parece?

-Ya no sé qué pensar. Estoy muy confuso.

-Tu folla esta noche como ahora y todo irá bien. Has estado alucinante. Hacía años que no me follaban de este modo. Ya tengo un sustituto para mi marido.

-Tengo que irme.

-Se te olvida algo.

-¿El qué?

-Un besito a mi clítoris.

-¿Cómo?

-De rodillas y beso.

-Joder… -pese a la humillación, obedeció y besó el pequeño clítoris de la decana Pereira.

-Mira bien mi potorro. A él le debes pleitesía y sexo.

-¿Puedo irme ya?

-Dilo.

-A tu potorro rindo pleitesía y sexo.

-Vale. Nos vemos esta noche. Descansa para tener energías con Irene. Ala, largo de aquí, coño.

… continuará.

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