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(17) Los amores de Ana Etxeberría

28

A estas horas, Ana y sus tres amigas ya estaban almorzando con la bandeja de cada una llena de comida.

-Joder, esto qué es. Parece la cagada de un oso polar –escudriñó Martina en el puré de patatas con el tenedor.

-Yo prefiero no comer y así no me intoxico –se le quitó el hambre a Belinda-. Además, si cojo un kilo me da un infarto. Este cuerpo vale su peso en oro tal y como está.

-Sois unas putas anoréxicas –masculló Carolina.

-Cuando tengas el culo como un pandero ya me contarás –insistía Belinda-. Yo me conformo con mis barras energéticas y mis claras de huevo.

-Hey, tías, mirad quién ha llegado –señaló Ana a un chico fibroso y atractivo. Las tres se giraron y embobadas con el chaval.

-Wow, Tony está para quince polvos seguidos –suspiró Martina.

-Yo me lo follaba gratis –aseguró Belinda.

-Si me diese el predictor positivo, montaba un fiestón –soñó Carolina.

Justo en el instante en que ninguna miraba, Ana se echó aposta el zumo encima de la blusa.

-Oh, mierda…

Las tres se desternillaron de risa viendo a Ana mojada de zumo de tomate.

-Joder, tía, eres una pava –rió Belinda-. ¿Qué te ha pasado?

-No sé, se me escurrió el vaso de la mano y mira.

-Eres puta y tonta. Lo tienes todo, querida –se burlaba Martina.

-Tendré que irme a cambiar.

-No puedes, Ani. Ese poli nos ordenó estar juntas –la criticó Carolina.

-Es ir y volver, joder. Me he pringado toda y no puedo estar así.

-Venga, te acompaño –se dispuso Carolina.

-Claro, y de paso me pones el tampax como una niñita buena.

-Puta…

-En cinco minutos estoy aquí. Ah, y mis nuggets de pollo ni tocarlas.

-Lo que mande la zorra –rió Martina.

-Ani, esos nuggets se te agarran al culo. Es fritura basura –seguía Belinda a lo suyo.

-Joder, no sé porqué tengo que estar con vosotras. A ver si esta mierda acaba pronto –se fue Ana haciendo un papelón frente a sus tres amigas.

-Joder con la Ani –seguía Martina riendo-. A veces pienso que tiene el cerebro en la entrepierna.

-Porque es así –lo confirmó Carolina-. Esa zorra mataría a su madre por un polvazo con Megan Fox. Me quedo sola con ella en una isla y me suicido.

Ambas rieron.

En ese momento sonó el móvil de Belinda.

-Joder…

-¿Quién es? –se preocupó Martina.

-Mi profesor de estudios.

-¿Ese cabrón de Ricardo Morán?

-Cabrón o no tiene las llaves para que yo acceda al master.

-¿No lo coges?

-Ya sé lo que me va a decir.

-Tú cógelo y échale coño, venga –intervino Carolina.

-Vale, voy. –Y se puso-. Dígame, señor Morán… Sí, claro… Vale… ¿Ahora?… No, no hay problema. Voy ahora mismo… ¿Dónde?… Ok, ahí estaré… Sí, ya salgo. Bye. –Y colgó-. El muy cabrón quiere verme ahora mismo.

-¿Para lo del master? –se interesó Martina.

-Sí, dice que hay novedades así que me marcho y vuelvo en diez minutos, ¿vale, chicas?

-Otra que se va –bufó Martina.

-Es un momento, joder, en breve estoy de regreso. Qué pesadas sois, coño. –Y Belinda se marchó. Su contoneo de culo atrajo a varios chicos que silbaron a su paso. La reacción de ella fue una peineta con el dedo para todos.

-Me encanta esta Belinda –se descojonó Carolina de la risa.

Pero la mirada de Martina la tenía fijada en una chica dos mesas más allá. Una chica se la insinuaba con la lengua y arrugando los morritos.

La chica gesticula con la boca SEXO.

Martina afirma con la cabeza.

Ahora la chica pone la mano abierta y deletrea TOILET.

-¿En cinco minutos? –puso Martina también la mano abierta.

La chica asiente con un movimiento de cabeza.

Ahora Martina lo confirma con el dedo pulgar tieso.

La chica guiña un ojo y señala su reloj de pulsera.

-¿Sabes, Carol? En cinco minutos me largo a mear.

-¿Qué pasa? ¿Tu vejiga es un reloj de cuco?

-Veo que no lo entiendes.

-Ah, vale, zorreo, ¿no?

-Exacto. Te dedicaré el orgasmo con mucho cariño. ¡Yeah! –aulló Martina feliz.

… continuará.

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