42
La idea de la detective Edurne Balaguer era encontrar a Darío Anglada y hacerle unas cuantas preguntas. Por eso recorría los pasillos de la residencia universitaria, a ver si sonaba la flauta. No sabía en qué habitación se alojaba y para colmo no lo conocía de rostro. Realmente era una pérdida de tiempo estar por aquí, pero cuando se disponía a irse, una chica despelotada y descalza se cruzó en medio del pasillo.
La sorpresa de la detective fue mayúscula. Y sin saber a ciencia cierta porqué, decidió seguirla. La chica caminaba desinhibida y poco le preocupaba que la viesen en pelota picada. Hasta que llegó a una puerta y entró. La detective realizó la misma operación y pasó dentro.
Una segunda chica apareció desnuda y apestando a sexo. Ni siquiera preguntó o se preocupó en saber qué quería Edurne y qué hacía allí. Pasó por delante y se encerró en el baño.
La detective entró de todo y encontrándose con una situación sexual en la cama. Él abajo y ella arriba pegando saltos como una loca.
-Hola, ¿interrumpo algo? –se aproximó la detective a la cama.
-¿Tú qué crees? ¿Eres ciega o necesitas gafas?
-¿Tú eres Darío?
-Depende. Si es para follar sí.
-Tú sigue ahí tranquilo jodiendo. Es solo para hacerte un par de preguntas.
-¿Eres periodista?
-No, detective. Investigo el asesinato del inspector Balaguer.
-¿Y por qué me buscas? ¿Tengo pinta de asesino?
-Ahora no. Ahora tienes cara de “vaya coño me estoy clavando”, eso sí.
-Tú no eres poli.
-¿No tengo aspecto de poli? ¿Y de qué tengo aspecto?
-De puta cabaretera. Seguro que no llevas ni bragas.
-Claro que llevo.
-No te creo.
-¿Es que quieres comprobarlo?
-Ahora mismo.
-Primero corre a esa puta que tienes encima y luego lo hablamos. ¿Puedo hacerte una pregunta directa y sin florituras?
-Claro.
-¿Mataste a mi hermano el inspector Balaguer?
-¿Tu hermano? Querida, yo follo solamente. No rajo a nadie.
-Mientes fatal. Será que esa zorra te folla muy bien y te desconcentra. Por sus gritos calculo que en un minuto revienta.
-Yo no sé una polla.
-No es lo que me ha dicho Ana Etxeberría. Ha confesado que tu participaste en el crimen de mi hermano.
-¿Acaso la has torturado?
-No, mejor. Le he dado lo que más le gusta. Sexo.
-¿Te la has follado?
-Casi. Le corrí el coño con mi mano y en el orgasmo te delató.
-¿Y piensas llevar esa confesión ante un juez?
-Yo no busco jueces ni abogados. Busco venganza. Encargarme yo misma de los asesinos de mi hermano. Y ya te tengo a ti. Es cuestión de tiempo pillar al resto.
-¿Y ahora me tengo que asustar?
-No, ahora te tienes que correr, que ahí viene…
-AHHHHH, COÑO… -soltó la chica el último salto y quedó con el culo pegado a la pelvis de Darío. Ella se apoyó en el pecho de Darío y sin cesar de girar la cadera. Darío se hundió en el colchón de loco placer.
-Buena chica. Sabes moverla muy bien –la felicitó la detective.
-Será que lo hago diez veces al día –rió ella.
-Así me gusta. Mientras más golfa más divina. Choca.
-¡Yeah! –se palmearon la mano-. Míralo, pone cara de gilipollas cuando eyacula. Me dan ganas de hacerle una foto para la posteridad.
-Lo has dejado KO.
-Claro, le he dado un crochet con el potorro.
Ambas rieron.
-¿Quién eres? Molas cantidad.
-Me llamo Edurne y soy detective.
-¿Una poli de verdad? Me has erectado el clítoris en un segundo. ¿Te apetecen unas tijeras?
-Estoy de servicio y no debo.
-Pues dame tu WhastApp, tus bragas y un beso, y quedamos esta noche.
-Tú dale a la polla de Darío que parece insatisfecho.
-Ya estoy harta de follarme a Darío. Hoy es la tercera vez que me lo tiro y sí, te corre bien y la tiene enorme, pero soy promiscua y siempre busco nuevos horizontes.
-Es decir, nuevos orgasmos.
-Así es.
Volvieron a reír.
En ese momento sonó el móvil de Edurne.
-Me llaman. Me voy. Un placer conocerte.
-El placer es mío.
La detective la palmeó una nalga y haciendo reír a la chica.
Era su jefe inspector. Algo ocurría. No solía llamarla nunca a estas horas.
-Dígame, señor.
-Hola, Edurne, ¿dónde estás?
-En el campus universitario.
-¿Y qué haces por ahí?
-¿Me llama por eso?
-Te explico. Acaba de llamarme a mi móvil personal una estudiante de medicina del campus. No sé cómo cojones ha conseguido ese número pero me ha contado las mil y una noches en un minuto. ¿No tienes nada que decirme? Piensa bien antes de contestarme.
-¿Y se ha identificado esa estudiante?
-Claro, se llama Ana Etxeberría y me asegura que estás investigando la muerte de tu hermano en horas de trabajo.
-Qué hija de puta…
-Que yo sepa nadie te ha entregado el caso. No puedes ir por ahí haciendo lo que te de la puta gana solo por llevar placa.
-Necesito hacerlo.
-Y yo necesito que estés centrada en tu trabajo, no en absurdas cruzadas. Además, según esta chica abusaste de ella para sonsacarla información de tu hermano. ¿Es eso verdad?
-Fue sexo consentido.
-¿Entonces es verdad? No esperaba esto de ti, Edurne.
-Sólo fue una treta para que hablara.
-No tiene validez jurídica. Si quieres follar hazlo por la noche y en horas no laborables. ¿Lo captas?
-Lo capto.
-Esta chica, Ana, pensaba demandar al departamento de policía y he tenido que rogar para que cambiara de idea. Es que lo hace y tiene las de ganar. ¿Te imaginas cómo quedaría el departamento? Yo sería el hazmerreír de Málaga y por supuesto el director me zampaba con patatas.
-Se lo repito, señor. Fue sexo aceptado por ambas partes. Solo intenta desprestigiarme.
-No hace falta que Ana te ayude. Te desprestigias tu sola.
-Lo siento, señor, pero anhelo esclarecer la muerte de César.
-¿Me estás escuchando? Mueve el culo aquí. No te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando.
-No puedo.
-¿Cómo dices? ¿Que no puedes? Esto sí que es bueno. ¿Desobedeces las órdenes de tu superior?
-Lo siento mucho, señor.
-Pues tu misma te cavas la tumba. Quedas suspendida de empleo y sueldo, así que sal del campus y vente para acá para darme tu placa y tu arma reglamentaria. ¿O también te vas a negar?
-Lo siento, tengo que colgar. –Y así lo hizo-. Hija de puta… -se acordó de Ana con saña rabiosa. La muy cabrona hundió ocho años de trabajo en una mañana pero Edurne seguía conservando algún que otro as en la manga.
… continuará.