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Desafío de galaxias (capitulo 7)

—Marisol, tienes que venir urgentemente a Mandoria, — Anahis estaba seria, y se la veía ligeramente asustada.

—¿Pero que pasa? —preguntó dándose cuenta de que algo alteraba a su flamante amor.

—No te lo puedo contar porque no te lo ibas a creer: tienes que venir.

—¡Joder tía!

—Marión y yo hemos encontrado algo sorprendente. Mi padre cuando lo ha visto, casi se desmaya y ha avisado al presidente Fiakro. Ya está en camino.

—Mira que me joden estás reuniones sorpresa, y llenas de políticos, — y con una sonrisa añadió—. En doce horas estaremos allí. Tengo ganas de… olerte.

—¡Anda! no seas boba, —contestó Anahis con los ojos brillantes— y mueve el culo rápido hasta aquí. Cuándo lo veas te vas a quedar muerta.

Marisol, junto con Loewen, Clinio y Opx, entraron en una sala de reuniones, cercana a lo que fue la antigua sala del trono del palacio real de Mandoria, y que ahora era el mausoleo de la princesa Súm y de Ramírez. El presidente federal ya estaba allí, y con atención leía una tableta. La vio entrar y se dirigió a ella entregándosela. Marisol comenzó a leer:

“Terror y dolor,

espanto y rechinar de dientes

en la cuarta centuria.

El abismo se abrirá

y por él llegará el mal,

como río desbordado

en la cuarta centuria.

Todo parece perdido

en la cuarta centuria.

Por el túnel llegará quien,

con valor la hispana empuñara,

y la mía en cápsula de plata.

El cisne vengador se alzara,

los antiguos estandartes

del olvido surgirán

y al viento ondearan.

Con mano firme la almagreña,

a la victoria conducirá.

Pero la certeza segura no es,

es la clave y en peligro está.

En el pedestal que me sustenta,

el principio de todo, está”

—¿De dónde cojones ha salido esto? —preguntó con cara asustada.

—Del diario personal de la princesa, —respondió Anahis— es la última anotación que hay, de muchos años antes de que muriera.

—Y está escrito en el mandoriano antiguo de las montañas del sur, —añadió Marión—. Nos ha costado traducirlo y por eso no rima muy bien.

—Bien señores, —el presidente se dirigió a todos los presentes—. Hay cosas en esa… runa, que se me escapan. ¿Qué es un cisne, o que significa?

—En el emblema de la Princesa, la figura principal es un cisne, un pato… muy bonito, de la Tierra—le contestó Anahis—. Los carros de combate del 5.º Ejército lo llevaban en los laterales, y Ramírez y la guardia de la Princesa, también lo llevaban en los escudos.

—¿Y lo de la hispana?

—Se referirá a Eskaldár. La madre de Matilda era de Nueva España y la propia Matilda se sentía muy orgullosa de sus orígenes hispanos.

—¿La cápsula de plata? — quien preguntaba ahora era el canciller de Mandoria.

—Eso no lo sabemos padre, — respondió Anahis.

—El receptor que trajeron de Akhysar, estaba en un contenedor… y es metálico, —razonó Marisol paseando por la sala mientras su cerebro trabajaba a toda velocidad—. Para mí, lo más desconcertante es lo de “almagreña”

—Está escrito así en el original, y no es mandoriano, —dijo Marión—. No tenemos ni idea de lo que significa.

—Yo si, — dijo Marisol sin dejar de pasear y meneando la cabeza, añadió—. ¡Esto no es posible!

—¿A que te refieres, general? —preguntó el presidente.

—Yo nací en Almagro, —Marisol miró fijamente al presidente Fiakro— por lo tanto soy… almagreña.

—¡Hostias!

—¡No me jodas!

—¿Cómo es posible?

—¡La leche!

—¡Joder!

—¡Vale, vale! No nos alborotemos, —intervino el presidente muy serio, y después de meditar un momento—. En principio, me preocupa la última parte. La general Martín es la clave y podría correr peligro. Al menos, yo lo interpreto así.

—¡Señor presidente! No nos desviemos de lo verdaderamente importante, —exclamó Marisol con impaciencia mientras seguía paseando por la sala, con los brazos a la espalda y mirando al suelo mientras se estrujaba el cerebro—. Primero, la espada de la Princesa está adjudicada. Hay que hablar con la priora de Konark para que acelere el adiestramiento del receptor, y como decimos en España, que le dé caña. Segundo, alguien que llegara por el portal empuñara a Eskaldár. Ahí no podemos hacer nada, al menos por el momento, aunque eso si, todo parece indicar que este asunto no es algo de unos días, va a ser largo, y eso nos da más opciones a nosotros. Y tercero, “el pedestal que me sustenta”. Solo se me ocurre una cosa.

—Pues ya se te ocurre más que a nosotras, —admitió Anahis mientras Marión asentía.

—¿Dime? ¿cuándo abristeis la cripta de la Princesa, te fijaste en su tálamo mortuorio?

—Claro que me fije, es muy bonito y… ¡está totalmente grabado… con relieves!

—Pues hay que volver a abrir la cripta.

Salieron de la estancia, y se encaminaron al antiguo salón del trono, mientras el canciller llamaba por su comunicador para que varios operarios se personaran también. Cuando llegaron, volvieron a soltar la pesada lápida que la cubría y la levantaron con los elevadores magnéticos. Por indicación de Marisol, instalaron unos potentes focos en su interior. La visión del cuerpo incorrupto, y perfectamente conservado de la Princesa causo sensación en los que no estaban presentes la primera vez.

—Es increíble, —comento Opx con admiración—. Podría abrir los ojos, levantarse y empuñar la espada.

—Y es guapísima, —Anahis la miraba con fervor—. Tenía una idea de ella, como de una mujer muy ruda. En cambio, su cuerpo da una imagen totalmente distinta.

Mientras los demás divagaban con chorradas, Marisol estaba de rodillas, en el fondo de la cripta, revisando el pedestal en compañía de Loewen.

—Veo los registros de las batallas más importantes… —comenzó a decir Marisol.

—Si, esto es la batalla en Laloba, y esto puede ser el ataque a Ciudad Numbar, —intentaba descifrar Loewen—. Y esto la batalla naval de Axos… y el cisne está por todas partes…

—¡Aquí, aquí! Esto parece un portal, —la interrumpió Marisol. Las dos mujeres se centraron en el círculo que claramente estaba grabado en el costado izquierdo del tálamo, a la altura del hombro de la Princesa. Descifraron los símbolos sin resultado. Marisol sacó su pistola y con la culata golpeo en círculo suavemente—. ¡Suena hueco!

Presionaron, tiraron, golpearon, sin resultado. Finalmente, Loewen giro el círculo y se abrió una pequeña tapa dejando al descubierto un cristal de datos. Desde arriba, Clinio alargó el brazo y cogió el cristal que le tendía Marisol mientras Loewen, con la culata de su pistola, continuaba dando golpecitos por cualquier lugar sospechoso del tálamo.

—Mi señora, está tecnología no la conocemos: o es muy antigua o muy avanzada, que todo puede ser, —dijo Clinio señalando el cristal que en ese momento tenia Opx en sus manos—. Nos lo llevamos a la sala de trabajo a ver que averiguamos.

—De acuerdo, aquí no parece que halla nada más.

—General, por favor ¿puedes alcanzarme ese mkuki y los kingas? —preguntó Marión.

—¿El qué y los qué? —respondió Marisol mirando a su alrededor.

— Los escudos pequeños alargados y la barra de hierro que están a su lado, —Marisol se los entregó.

—¡Qué maravilla! —exclamó Marión contemplando los relieves con los que estaba decorado, y dirigiéndose al canciller, le preguntó—. Señor canciller necesito armas, ¿me las puede prestar hasta que termine el conflicto?

—Puede quedárselas, son las armas de los escoltas de la Princesa.

—¿Eso es un arma? —preguntó Marisol.

Marión hizo un movimiento seco con la muñeca y dos extremos afilados salieron convirtiendo la barra en una lanza de doble punta de dos metros de largo. Haciendo florituras con una sola mano, contestó—. Es un mkuki, y después de cuatrocientos años funciona perfectamente. Estos escudos alargados se ponen en los antebrazos y se llaman kingas.

—¡Joder con las monjas místicas! —bromeo Marisol.

—Esta arma no es mística, es mandoriana, —dijo Marión con una sonrisa.

—Todos los escoltas de la Princesa eran mandorianos, —contestó Anahis— todos menos Ramírez.

Una hora después, regresaron a la sala de trabajo y encontraron a Clinio y Opx trabajando con el cristal.

—¿Habéis conseguido algo? —preguntó Marisol.

—Mucho, —contestó Opx—. Hay una especie de presentación, empezaremos por ahí. Si te ha gustado el poemita, con esto te vas a cagar.

—Por cierto, ¿conoces a alguien llamado… “María de la Soledad”? —preguntó Clinio.

—¿Por qué lo preguntas? —volvió a preguntar Marisol parándose en seco.

—Porque la presentación es para ella, —contestó Opx.

— Sí, la conozco.

—¿Quién es? —preguntó el presidente Fiakro con cara de extrañeza, aunque, a estás alturas ya se lo creía todo.

—Yo, —contestó imperturbable. Todos la miraron flipando en colores. Después de unos momentos de reflexión, continuo—. ¿Sois conscientes de lo que está pasando? ¿os dais cuenta, de que hace cuatrocientos años, una Princesa supo de mi existencia en el futuro? —y después de unos segundos, continuo—. Yo no se como estaréis vosotros, pero yo estoy acojonada. Por cierto, me da la impresión de que hemos empezado por el final, en lugar de buscar respuestas en el Manuscrito Sagrado, teníamos que haber revisado primero el diario de la Princesa. ¡Venga! Pon eso de una puta vez.

—Un momento general, —dijo Clinio sin dejar de mirar su terminal—. Creo que te voy a dar una alegría. Me parece que tengo la situación de las naves perdidas.

—Vale Clinio, gracias, pero ahora pon la presentación y terminemos con esto.

La pantalla principal se activó y todos prestaron atención. En la imagen aparecieron la Princesa Súm y Matilda, sentadas, y rodeadas por Ushlas, Ramírez, Camaxtli, Neerlhix, Moxi, Daq, Nicci, Didym, Comaxtel, Rizé y O´Reilly.

—Te estarás preguntando que cojones está pasando… —comenzó a hablar la Princesa.

—Ya está la Princesa malhablada, —interrumpió Matilda—. Contrólate un poquito, que esto lo van a ver dentro de un huevo de tiempo. ¿Qué van a pensar de ti?

—Como te estaba diciendo, te estarás preguntando que… narices está pasando, —volvió a empezar mirando a Matilda con el ceño fruncido—. Hace cuatro años, más o menos, me retire temporalmente al Monasterio de Erdene Zuu, en Montrias 6 para descansar y meditar. Allí, conocí a una sacerdotisa muy especial, una especie de pitonisa, que cuando estuvo en contacto conmigo, entró en trance y me revelo el futuro. Durante dos semanas trabajé con ella, y entonces pedí a Matilda que se reuniera con nosotras. A la vista de la información revelada, y con la complicidad de nuestros amigos, decidimos poner en marcha este plan. En está unidad de almacenamiento encontraras información muy útil, para conocer a tu enemigo, y para enfrentarte a él. Pero, déjame hacer un poco de historia. Hace más de mil años, a través de un corredor artificial intergaláctico, llegó una avanzadilla de los kedar, más concretamente de la etnia Nahs, a los que conocemos como los ancestros, y que son los únicos que genéticamente pueden interactuar con la energía mística. Se instalaron en Karahoz y en Akhysar, donde construyeron los dos monasterios que actualmente conocemos. A causa de la energía mística que usaron para mantener el portal, todo el sector se desestabilizó, y las únicas naves grandes que podían navegar por la zona eran las suyas. No vinieron a colonizarnos ni a conquistarnos, en los doscientos años que estuvieron aquí, nunca lo intentaron. Los monasterios eran para ellos un lugar de retiro y meditación. Pero algo terrible ocurrió, su galaxia de origen fue atacada por los bulban, una civilización depredadora procedentes de una galaxia vecina. Como no tenían tecnología de túnel, realizaron un viaje de 236 años con más de 60.000 naves con las que trasladaron a todo su pueblo, más de 1.000 millones, en cámaras criogénicas. El motivo de ese éxodo tan colosal fue el agotamiento total de los recursos de su galaxia. Los Kedar no estaban preparados para una guerra tan brutal, y finalmente cayeron todas las etnias que la integran. Para proteger la nuestra, y para impedir que los bulban tuvieran acceso a esa tecnología, destruyeron las instalaciones que generaban el portal, en el origen. En está unidad de almacenamiento encontraréis también información adicional sobre las galaxias de unos y otros, así como tecnología mística, armas, en fin, un montón de cosas que serán muy útiles.

»Te estarás preguntando, por qué sabiendo todo esto, desmantelamos el ejército. Te he expuesto la línea temporal principal, pero no es la única. Se pueden producir variaciones en la línea de tiempo que, aunque parezca extraño, no variara el evento final, es decir, la devastadora invasión de los bulban. En otra línea temporal alternativa, cien años antes de la invasión, se produce un golpe de estado y el ejército convierte la República en una terrible dictadura militar aún peor que la que acabamos de derrotar. Tantos años de guerra, tanto esfuerzo y tantos amigos muertos, para nada. Decidimos seguir la línea temporal actual porque en ella apareces tú, María de la Soledad…

—¡No seas tan pomposa! —la interrumpió Matilda—. María de la Soledad, María de la Soledad, llámala Marisol como hacen las personas normales.

—¿Me quieres dejar tranquila? Me resulta complicado hablarle a alguien que va a existir dentro de 400 años.

—No tienes que adornarlo tanto, está niña es lista… es española.

—¡A ver las dos! Formalidad —intervino Ushlas con tono autoritario—. Al final, esto va a quedar hecho una mierda.

—¡Es esta! Que no me deja, —protesto la Princesa.

—¡Pitufa!

—A los que estén viendo esto, les dices que vosotras dos habéis ganado la guerra, y de la risa se caen de la silla, —ahora Ushlas parecía enfadada—. ¡Vamos, sigue!

—Pues eso… Marisol… tú eres la clave. Eskaldár y Surgúl te ayudaran, pero como jefes militares, la dirección de la guerra es tuya. La era de las espadas místicas ha pasado. Tendrás que ser fuerte, tendrás que tomar decisiones difíciles, terribles y muy jodidas, que supondrá la muerte de compañeros… y amigos que luchan contigo. Te lo vuelvo a repetir, en está unidad encontraras información que te será muy útil. A corto plazo, para enfrentar al enemigo, y a largo plazo, para derrotarlos en una guerra que necesariamente será genocida. Solo una cosa más, sus naves de guerra, no son tan poderosas como las nuestras, y aunque tienen buenos guerreros, no les gusta combatir en tierra con grandes ejércitos. Y ya no me enrollo más…

—¡Ya era hora! —la interrumpió otra vez Matilda—. Normalmente hablas poco, pero cuando te lías, no hay quien te pare. —y mirando a la cámara añadió mientras cogía la mano a la Princesa y la besaba—. Hemos almacenado en el DAE-3 todo el material del 5.º Ejército y algunas cosas más que te serán muy útiles. Los transportes de tropas, y algunas naves de batalla están en una instalación especialmente preparada. Desgraciadamente no hay cruceros, porque por su tamaño no entraban, —guardo silencio un par de segundos y con una sonrisa añadió—. Vas a protagonizar una aventura colosal… ¡Joder! Como me gustaría estar a tu lado…

—Y a mí, —intervino la Princesa— pero no es posible. Está aventura es tuya… Y vigila a los políticos: como te despistes te la clavarán seguro.

—Por fortuna tienes a Fiakro que actuara de colchón, —añadió Matilda—. Confía en él.

—Una cosa más, —la Princesa miró fijamente a la cámara—. Necesariamente correrás riesgos lógicos por tu forma de ser. Tú no eres una cobarde, pero si mueres, ninguna línea temporal conduce a la victoria. Tenlo muy en cuenta.

—Las personas que nos rodean no son colaboradores, son amigos… y algunos algo más. Ellos son igual de artífices de la victoria como nosotras. Busca a los tuyos y rodéate de ellos, aunque supongo que ya habrás encontrado a alguno… o alguna, —y con una sonrisa añadió—: creo que nos gusta el mismo color.

La imagen desapareció de la pantalla. Anahis de ruborizo violentamente con el último comentario de Matilda, y a nadie paso desapercibido, sobre todo a su padre. Marisol se sitúo detrás de ella y la acaricio el pelo para tranquilizarla.

—Prioritario. Encontrar donde están las naves…

—Eso ya esta, —la interrumpió Opx—. Tengo las coordenadas exactas.

—Y mucho más prioritario, —intervino el presidente federal— protegerte. Tendrás un grupo de escoltas que te acompañaran a todas partes, —y atajando la protesta de Marisol, añadió— ¡y no es negociable!

—Si le parece bien, señor presidente, yo puedo ocuparme de eso, —se ofreció Marión—. Puedo formar un grupo de confianza con españoles y mandorianos de confianza.

—Conforme, ocúpate de eso, y si la tienes que dar una colleja, se la das. Estás autorizada.

—¿Qué es una colleja? —preguntó Marión provocando la hilaridad de todos—. ¿Y una pitufa?

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