Saltar al contenido

Alexa, una chica seria que resultó ser una pervertida (3)

Alexa resultó ser una mujer muy caliente y hambrienta de sexo, nuestras conversaciones giraban en torno a fantasías, deseos o bien a revivir nuestros encuentros para sentirnos excitados todo el día, sin embargo, hubo momentos serios donde compartimos otro tipo de situaciones. En esas pláticas me comentó que estuvo casada y que la parte sexual no era muy satisfactoria, ella sentía deseos de experimentar otro tipo de cosas como el sexo anal, que se vinieran en su boca o algunas posiciones distintas al misionero, pero que su ex esposo no le daba la confianza, de hecho le hacía sentir que esos deseos no eran propios de una mujer de su hogar. Por mi parte siempre he dado la confianza a mis parejas de hacer y decir lo que les venga en gana, lo que sucede en la cama ahí se queda y no tiene que ver nada con su vida diaria y mucho menos con su decencia.

Fue en una de esas pláticas que retomamos la idea de ir a un motel para poder ser más libres y ruidosos de lo que podíamos ser en casa de Alexa. A través de mensajes de texto y llamadas telefónicas fue que le dimos forma a nuestro siguiente encuentro.

Quedamos de vernos después del trabajo a unas cuadras de su casa, yo no llevaría auto y ella me buscaría en el punto de encuentro como si se tratara de un encuentro casual.

Llegué al punto acordado, por cinco minutos estuve parado en la banqueta como quien espera la llegada del autobús, entonces llegó Alexa en su auto compacto de color verde, prendió sus luces intermitentes y bajó la ventanilla del copiloto de forma casual para preguntarme por una dirección.

– Disculpe, ¿la avenida Miguel Hidalgo? preguntó Alexa.

– Tiene que seguir derecho 3 cuadras, después a la derecha, ahí va a ver una gasolinera, tiene que dar vuelta ahora a la izquierda y continúa derecho y se va a encontrar con la avenida.

– Suena muy complicado, a ver si no me pierdo.

– Yo voy para ese rumbo, si gusta yo la guío.

– ¿De verdad? Qué amable, suba por favor.

Alexa quitó el seguro de la puerta y subí al auto, me ajusté el cinturón de seguridad y se puso en marcha.

– Puede irse derecho y en tres cuadras damos vuelta a la derecha.

– Háblame de tú, somos casi de la edad.

– Ok. ¿Entonces no eres de aquí?

– No, vine a ver a una amiga, vamos a tomar un café y me dio de referencia esa avenida, dice que ahí hay una plaza comercial. ¿Tú a dónde vas?

– Yo voy a casa.

En eso Alexa sacó su teléfono he hizo como si hablara con su amiga por teléfono…

– ¿Cómo que te surgió un imprevisto? ¿Entonces no llegas?

Alexa guardó su teléfono y me comentó.

– Ya me cancelaron.

– Puedes ir a la plaza sirve que conoces un poco el rumbo para cuando necesites volver.

– Tienes razón, ya estoy aquí.

Continuamos el camino y llegamos a la plaza comercial y casi frente a ella un motel, Alexa comentó en tono de broma…

– Se ve lindo el lugar.

– Si la plaza es agradable.

– Yo digo el motel.

Alexa extendió su mano y acarició mi pierna izquierda.

– ¿No quieres ser mi guía de turistas y mostrarme el lugar? Seguro que ya has ido.

– ¿Estás segura? ¿No te da miedo ir con un extraño?

– Te ves lindo, no tienes cara de asesino en serie. Además tengo toda la tarde libre.

– Lo tomaré como un cumplido. Tú estás manejando, tú decides.

Alexa giró el volante y entramos al motel, era difícil jugar el papel de desconocidos pero había algo que nos excitaba de ese juego, por momentos parecía que todo era en verdad producto de la casualidad.

Cerramos la puerta de la cochera y nos metimos al asiento trasero del coche, ahí comenzamos a besarnos apasionadamente, yo acariciaba sus pechos sobre su ropa y ella mi trasero sobre el pantalón, después cambiamos un poco la posición y ahora era ella quien me acariciaba el pecho y yo sus nalgas, los besos no cesaban y nuestras ropas ya lucían muy maltrechas, los vidrios del pequeño auto comenzaban a empañarse.

Me desabroché el pantalón y me bajé un poco el bóxer, mi verga saltó y sin decir palabra Alexa la tomó con su mano derecha, le dio un par de jalones para sentir su dureza y la metió en su boca, parecía que me la quería arrancar en cada succión, sin duda que Alexa se sentía completamente libre y muy caliente. Como pude le saqué la blusa y el sostén y me quité la camisa. Era delicioso estar en ese pequeño espacio que nos brindaba el asiento trasero de su auto.

Alexa se sacó la verga de la boca y en tono de mandato dijo.

– Cógeme, ya no aguanto, estoy muy mojada.

Nos quitamos el resto de la ropa y en cuestión de instantes estábamos los dos desnudos solo con los calcetines puestos, Alexa se recostó sobre el pequeño asiento y yo me subí en ella, abrió las piernas y yo le metí la verga de un solo empujón, efectivamente estaba muy mojada, así que le entró toda, yo me agarré de donde pude y comencé a embestirla, lo estrecho del lugar evitaba movimientos fluidos pero permitía que entrara profundo, estábamos muy calientes, los vidrios se empañaron por completo y la respiración se hizo un poco complicada, Alexa me tenía bien sujetado por el cuello y la espalda, yo movía mi pelvis con fuerza, sus gemidos eran fuertes, sin ningún tipo de reparo, no había por qué contenerse, después de todo para eso habíamos ido al motel.

Sujeté a Alexa por la cabeza, su cabello estaba despeinado y su maquillaje un poco corrido, nos miramos a los ojos y lamí su cara, ella sacó su lengua e hizo lo mismo, éramos como dos animales dándose placer.

Nuestros cuerpos estaban llenos de sudor, su auto era un sauna, era casi imposible respirar y eso provocó en ambos una nueva sensación a la hora de venirnos, su auto quedó muy mojado, no se podía distinguir si era el sudor, sus jugos o mi leche.

Salimos del coche desnudos y sentimos una brisa fresca, bajamos las ventanas del auto, recogimos nuestra ropa y subimos a la habitación. Mientras Alexa subía las escaleras yo miraba su trasero enrojecido moviéndose rítmicamente y pude notar un hilo de semen corriendo entre sus piernas.

Entramos a la habitación dejamos la ropa en el piso y nos tendimos en la cama, nuestros cuerpos se habían secado un poco y nos abrazamos, reímos con complicidad y Alexa comentó.

– Somos unos pinches calientes.

– Me gustas mucho.

Alexa retomó el juego y su personaje.

– Que bueno que mi amiga me canceló.

– Sin duda esto es mejor que tomar café.

– Vaya que sí.

– Por cierto… ¿cómo te llamas?

– ¿Hace alguna diferencia?

– No, ninguna.

– Entonces solo cógeme y ya.

– Ven, vamos a la ducha.

Tomé a Alexa de la mano y fuimos juntos hasta la regadera para sacarnos el sudor. De regreso a la habitación nos secamos el cuerpo mutuamente y nos volvimos a tender sobre la cama, y pedí a Alexa se acomodara boca abajo.

Besé su nuca, sus hombros y su espalda, recorrí su columna vertebral con mi lengua un par de ocasiones, aunque en la segunda bajé más y metí mi lengua entre sus nalgas. Ella suspiró y abrió un poco las piernas y levantó un poco el trasero, yo tomé una almohada y la metí por debajo para ayudarle, besé sus nalgas, las acaricié con mis manos y las apreté un poco, volví a meter mi cara entre sus nalgas y comencé a lamerle el ano. Su primera reacción fue de sorpresa y apretó un poco pero a los pocos segundos aflojó su cuerpo y se dispuso a dejarse hacer lo que yo quisiera.

Continué lamiendo y lejos de desagradarme me gustaba que su ano tenía un sabor dulzón, eso me invitaba a seguir comiéndomela, después de un rato comencé metiendo un dedo, luego dos, luego tres… en un momento pensé en meterle el puño en modo de fisting, pero decidí reservar eso para otro día, así que aprovechando una nueva y firme erección me subí sobre las nalgas de Alexa y lentamente la penetré analmente.

Sentí que Alexa contuvo el aire, y acomodó bien su cuerpo sobre la almohada, poco a poco elevé el ritmo y profundidad de la penetración

– Si bebé… cógeme por la cola… (Decía Alexa con una voz entrecortada)

– Qué rica colita tienes mamita.

– Es tuya, métemela toda.

– ¿Te gusta cómo te estoy cogiendo?

– Dámela… dámela toda.

Los gemidos de Alexa inundaron la habitación, por fin podía gemir, gritar y maldecir como lo deseaba. Salí de ella y la acomodé a la orilla de la cama de lado casi en posición fetal, su vagina y su ano quedaron completamente expuestos a mi disposición así que le metí la verga en su vagina y di algunos bombeos, cuando sus gemidos me indicaron su nivel de excitación cambié a penetrarle el culo, eso la prendió más, y con la verga lubricada por sus propios líquidos vaginales el movimiento era más fluido, cuando sentía que disminuía la lubricación regresaba a cogerla por la vagina y repetimos así por un buen rato.

Sentí que no iba a tardar en venirme, así que la acomodé de perrito a la orilla de la cama y la penetré analmente, deseaba llenarle de leche el culo, así que la tomé por los hombros para empujar más fuerte y la embestí hasta que no pude más y me vine. Alexa cansada iba a recostarse en la cama pero le pedí se quedara en esa posición y a los pocos segundos por su cavidad anal comenzó a escurrir mi leche con algunos puntos de sangre y heces. La imagen era de lo más pervertida, eso me encantaba, finalmente tomé una toalla y le sequé la zona.

Nos tiramos nuevamente a en la cama, comenzamos a besarnos tiernamente, por primera vez las miradas pasaron de ser de deseo y lujuria a cariño. Alexa acarició mi cabello mientras me miraba a los ojos y me dijo.

– Estás muy guapo.

– Tú eres hermosa, ¿ya te lo habían dicho?

– Me apenas, lo dices por ser lindo.

– Solo soy un desconocido sin nombre, no tendría por qué mentir.

– Es verdad, somos solo dos desconocidos.

Ambos seguíamos mirándonos y riéndonos como dos adolescentes, ¿acaso empezaba a haber algo más que atracción? Es curioso cómo minimizamos los sentimientos en las relaciones de este tipo donde aparentemente solo hay sexo, no nos damos cuenta que para llegar a cierto nivel de complicidad hay que tener confianza, respeto y cariño por la otra persona. No se trata de usar al otro para satisfacer una calentura egoísta, se trata de compartir juntos, de llenar vacíos y juntar soledades, se trata de convertir una fantasía en una realidad que de alguna manera haga más llevadero nuestro día a día. Hay veces que el sexo pareciera ser un mejor termómetro a la hora de conocer a alguien, pareciera que en la cama no hay cabida para la hipocresía ni la falsedad.

– Tengo una fantasía… (Comentó Alexa)

– Dímela y lo hacemos.

– Cógeme en el coche.

– Acabamos de hacerlo ahí.

– Bueno, no adentro, sobre el cofre.

– Suena bien, vamos.

Tomé una toalla y la extendí sobre el cofre, Alexa se puso de rodillas frente a mí para darme sexo oral y provocar una nueva erección. Con sus caricias y alguna que otra palabra cachonda la erección se hizo presente, ayudé a Alexa a levantarse y la recosté de espaldas sobre el cofre del auto, sus piernas quedaron colgando así que las tomé y las descansé sobre mis hombros, me acerqué a Alexa y lentamente la penetré, di un par de empujoncitos dentro de ella para acomodarme y me quedé dentro sin moverme.

Pasé mis mejillas por sus tobillos acariciándolos, Alexa me miraba con ternura, ambos queríamos coger pero también queríamos sentirnos cerca, queríamos algo más que solo sexo. Di pequeños besos en sus pantorrillas, Alexa cerró sus ojos y comencé a moverme lentamente, no eran embestidas fuertes ni profundas, su lubricación no era abundante pero permitía un movimiento libre y fluido.

– ¿Me sientes?… pregunté a Alexa

– Sí bebe, te siento todo.

Cerré mis ojos y besé sus pantorrillas nuevamente, cuando los abrí noté que ella también tenía sus ojos cerrados y su respiración levemente agitada por el placer de la penetración, era una nueva forma de acariciarnos. Estuvimos así por un largo rato, las pausas y los movimientos lentos me permitieron aguantar más. De repente sentí más humedad en Alexa, había tenido un rico orgasmo, casi en silencio, después vino otro, y finalmente uno más. Yo por mi parte sentía ganas de eyacular pero sin las contracciones de otras veces, era como si solo tuviera que dejar fluir mi cuerpo, así lo hice y solté varios chorros de semen en el interior de Alexa.

Sin salir de ella, me agaché y busqué su boca, ella me recibió con sus labios carnosos y nos fundimos en un delicioso y húmedo beso francés.

-Te quiero “extraño”… susurró Alexa

– Te quiero “extraña”… respondí en su oído.

Regresamos a la habitación y dormimos abrazados por una hora más o menos, ya era casi media noche, así que decidimos volver a nuestras casas, ya que al día siguiente había que ir a trabajar. Nos vestimos casi sin decir palabra, Alexa subió a su auto y yo fui a abrir la cochera, cuando entré al auto olía a sexo.

En el trayecto de regreso prendimos la radio y no dijimos gran cosa, pero nos tomamos de la mano en los semáforos en rojo. Alexa me dejó a una cuadra de mi casa, nos despedimos con un beso y siguió su camino.

Cinco minutos después recibí un mensaje de ella diciendo que todo estaba bien, y deseándome una linda noche.

*****************

Si te gustó el relato házmelo saber y escríbeme a [email protected].

Deja un comentario