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Blablacar sexual

Antes de contar mi experiencia (la primera experiencia morbosa que he tenido en mi vida) me describiré físicamente como he visto que hacen en otros relatos. Mi nombre es Annie (evidentemente no es mi nombre auténtico y la utilizo para proteger mi identidad) y soy una chica de 21 años, pequeña, delgada, pelirroja y de piel blanca.

Soy de Madrid y en mi último año de Universidad decidí hacerlo fuera y opté por la Universidad de Málaga. Una experiencia que nunca olvidare entre otros motivos por el relato que estoy a punto de contarles. Como dije anteriormente, nunca había vivido una situación así y solo de pensar en ella me pongo tan cachonda que no se si aguantare mis ganas de tocarme.

Todo sucedió el verano pasado, cuando las restricciones por el Covid se cancelaron y pude regresar a Madrid de nuevo desde Málaga optando por ir en Blablacar por ser la opción más barata y rápida. Como podréis imaginar, el confinamiento fue fatal para mi vida sexual y el satisfayer no sustituye algunas necesidades así que en el momento en el que sucede toda esta historia hacía tiempo que no disfrutaba de un buen polvo. Y aunque soy usuaria regular de esta aplicación y me ha tocado viajar con chicos que me parecían monos, nunca me pude imaginar que mi mejor experiencia sexual fuera a ser con un hombre que me doblaba la edad.

Total que el día del viaje acudí donde habíamos quedado. El hombre con el que quedé era más bien normalito, un hombre de unos cuarenta y tantos de pelo oscuro y algunas canas, de un metro setenta y tantos y su cuerpo estaba bien pese a tener barriga cervecera. Era en definitiva un auténtico hombre de campo, fuerte y rudo. Aunque si por algo destacaba era por su paquete… quizás era por los pantaloncillos de deporte que le marcaban demasiado (después comprobaría que no) pero nunca había visto algo que se marcara tanto y de ese tamaño. Rápidamente aparté la mirada y con su ayuda metí mi equipaje en su coche.

Durante el viaje, que iba a ser de unas 5 horas, hablamos de mis estudios, de su trabajo, de la pandemia… y sinceramente me alegraba de ello puesto que al estar sentado se le marcaba aún más su enorme paquete y yo podía echar miraditas rápidas aunque temía un poco de que se diera cuenta puesto que llegó un punto en el que ya hacía de forma descarada.

Así que así me pase gran parte del viaje, hablando y mirando de reojo, mientras me iba sintiendo cada vez más acalorada… hasta el punto de tener que abrir totalmente la ventanilla. A medio trayecto, me dijo que pararía en la siguiente gasolinera porque tenía que ir al servicio y me preguntó si yo tenía ganas también. La verdad es que no tenía muchas ganas, pero sabía que era un viaje largo y me daba pudor tener que hacerlo parar dos veces así que le respondí que sí.

Una vez encontramos la primera estación de servicio, aparcamos y nos bajamos. He de decir que los servicios eran exteriores puesto que en otro tipo de servicios nunca se me hubiera ocurrido hacer la que hice. Así que una vez él entró al servicio de caballeros, decidí colarme y ver con mi propios ojos la grande que era ese rabo y para hacerlo me coloqué de pie en el retrete del compartimento de al lado donde estaba mi madurito pollón.

Y digo POLLÓN con todas las letras porque nunca había visto algo de ese tamaño, por lo menos yo en la vida real, puesto que ese miembro era digno de la industria pornográfica. Grande y grueso como los pepinos que me había dicho que cultivaba en Málaga, aquel rabo era inmenso tanto que sentí un pinchazo de excitación en mi vientre que hizo que me flaquearan las piernas, perdiendo el equilibrio y dando un golpe.

De pronto oigo su voz diciendo su voz diciendo:

-Eh tú, el de al lado, me estabas espiando?

Yo sin saber que decir decidí no responder y salir de allí lo más rápido que pudiese, pero mientras intentaba escapar de allí sin hacer ruido el asomo su cabeza y al verme allí me miró con cara de sorpresa.

-Annie, pero… que estás haciendo ahí? me espiabas?

-Yo… –dije, pero la voz no me salía y tampoco sabía que decirle.

Entonces salió de su compartimento y abrió la puerta del mío mientras yo me moría de vergüenza y sin saber qué hacer.

-Admítelo -dijo- me estabas espiando desde arriba -.Una vez dicho esto se bajó pantalón y calzoncillo a la vez y me dijo:

-Es esto lo que querías ver?

Y ahí tenía delante de mí, tenía el miembro más grande que había visto en mi vida, el que llevaba en mi cabeza todo ese rato y por el que me encontraba en aquella situación y tan pronto lo miré me preguntó:

-Quieres tocarlo?

Sin decir nada, me acerqué y agarré con mi mano aquella enormidad que le colgaba y mientras se la cogía, notaba como se iba hinchando y poniendo más dura hasta que se quedó completamente erecta y entonces me preguntó:

-Quieres probarla? -respondiéndole que si con la cabeza y metiéndome su enorme glande en la boca.- Desde el momento en que te vi sabía que esa boquita que tienes está hecha para mamar -me dijo mientras empujaba lentamente su polla en mi boca.

Se la chupé y ensalivé (hasta donde mi boca podía) durante 5 minutos más o menos mientras yo metía mi mano izquierda por debajo de la faldita que llevaba, apartaba a un lado mi tanguita y me tocaba mi clítoris y mis labios como una loca hasta llegar a mi primer orgasmo dejando mi mano y el suelo del baño chorreando.

Al verme así, me levantó, me chupó los dedos y me morreó luego, me giró y me puso en cuatro. Yo me dejaba llevar y poner como él quería… en cuatro, con mi culo en pompa y mis manos apoyadas sobre retrete. Me subió la falda, me bajó y quitó el tanguita y me empezó a lamer de arriba a abajo mi vagina y ano. Yo mientras, disfrutaba y me volvía loca de como su lengua me penetraba, mordiéndome el labio inferior para no gritar de placer.

En ese entonces se puso de pie y me tanteo la vagina como su miembro grueso, caliente y duro encontrando el hueco por dónde meterlo. Lentamente, comenzó a penetrarme y si no fuera por lo cachonda, mojada y ensalivada que estaba… dudo de que hubiera podido entrar.

Sus embestidas lentas pronto fueron haciéndose cada vez más rápidas, más fuertes y yo gozaba como una loca de aquel pollón que me taladraba por dentro una y otra vez mientras él me embestía con fuerza agarrándome de mis caderas… hasta que entró alguien y tuvimos que parar y quedarnos callados hasta que se fue.

Yo quería mas y se lo susurré mientras me besaba el cuello y me cogía en brazos (ventajas de ser pequeña y pesar poco) apoyándome contra la pared del compartimento. Me ensartó con su gigantesco miembro y me subía y bajaba ensartada mientras yo le rodeaba el cuello con mis brazos y le pedía más.

Así estuvimos hasta que me dijo jadeando que se iba a correr. Como follábamos sin preservativo, le dije que se la chuparía hasta el final así que me bajó, me puse de rodillas y mirándolo a sus ojos se la chupé como la perra en la que me había convertido. Pronto empezó a jadear y nada más hacerlo eyaculó de forma potente en mi boca, siendo tanta la cantidad de semen que se caía por las comisuras de los labios. Aun así intenté tragar todo lo que pude y una vez limpia su polla recogí lo que se había derramado en mi camiseta y en el suelo con los dedos y lo chupé con mi lengua. Me había dejado rendida y agotada. Me puse el tanga que estaba tirado por el suelo y me limpié y bebí agua del lavamanos. Una vez listos los dos volvimos al coche y continuamos nuestro viaje.

Al llegar a nuestro destino ya de noche, la di un beso en la boca, dije gracias por el polvazo que me había echado y me quité el tanga diciendo que se la regalaba cogiendo mi equipaje y marchándome a casa sin ropa interior debajo de mi faldita.

Cuando llegué a mi casa la di la máxima valoración en Blablacar y escribí que era una gran persona con muchas otras grandes cualidades.

FIN.

PD: reconozco que me he masturbado cuando escribía la parte de cuando me puso a cuatro patas. No pude aguantar…

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