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Cinthia, trigonometría avanzada

Cuando el profesor Pastrana renunció, todos los alumnos de la facultad agradecieron, en especial Cinthia que tenía la certeza de reprobar todos y cada uno de sus exámenes de trigonometría. Así que el lunes estaban nerviosos por conocer a su nuevo profesor.

Llegadas las ocho de la mañana, un tipo arriba de los treinta años, con el pelo a rape y una barba espesa, entro al salón. Aunque traía camisa y chaleco, se notaba a leguas que tenía músculos hasta en las orejas. Una espalda ancha y brazos gruesos. Pero cuando se dirigió a la clase, Cinthia sintió un temblor en las piernas y las mariposas de todo el mundo se mudaron a su estómago.

—Hola a todos, Me llamo Jorge y soy su nuevo profesor de trigonometría.

La voz gruesa y profunda hizo que todos prestaran atención. Y a Cinthia le sudaban las manos solo de verlo. La hora que duraba la clase le pareció que duro apenas unos instantes. Cuando salió el profesor, se armó un bullicio en el salón.

—Está bien sabroso el cabrón —dijo Daniela que era conocida por su coquetería.

—Seguro es puto —Alegaban la mayoría de los compañeros. Pero Cinthia en silencio, atesoro cada recuerdo de él en su mente. Y ya esperaba el día siguiente con ansia.

Por la tarde, mientras se cambiaba en el Gimnasio escuchó una voz muy parecida a la de su profesor, pensó que se estaba volviendo loca, pero en cuanto salió se topó con el de frente. Estaba en el banco levantando unos discos enormes, lo ayudaba el instructor.

—Hola profe —dijo tímidamente levantando la mano con todo y su botella de agua.

—Hola… ¿Eres…?

—Cinthia, de la universidad.

—Claro, ¿hola qué tal?

—Bien, creo… bueno voy a…

—Claro, claro… adelante.

Ella loca de amor y el ni siquiera la noto, se fue triste a la caminadora. Mientras tanto el instructor platicaba en voz baja con Jorge.

—¿En serio es tu alumna?

—Al parecer…

—¿Al parecer? ¿Ya viste esas nalgas, como puedes no recordarla? Yo a diario me paro verla, mira cómo se ese culo!

—Si si basta, eso es acoso.

—Yo solo digo.

Aunque fingía que nada pasaba, su mirada se clavó en ella. Chaparrita, el pelo largo se mecía en su cintura, y en efecto tenía unas nalgas divinas, redondas y grandes, podía ver como su pequeño short se metía entre sus nalgas. La erección en su pants, lo obligó a frenar su ruina y fue directo a la ducha.

Al día siguiente, Cinthia llegó devastada por la indiferencia de su profesor, pero él llegó un poco nervioso, quería ver a su alumna del culo delicioso. En cuanto entro clavo la mirada en ella, y aunque su clase fue muy buena. Jorge no sacaba de su cabeza el contoneo de esas nalgas. Al finalizar la clase espero a que ella saliera y la saludo muy cordial.

—Señorita Figueroa, ¿la veo esta tarde en el gimnasio?

—¿que? Digo… si. Ahí lo veo profe —la sangre le hervía, esa voz ronca y viril le hablo directamente a ella, al menos ya sabía que no le era indiferente.

Solo de pensar en ella, Jorge tuvo una nueva erección. Nunca le había pasado eso, era culpa de Mario su instructor por meterle ideas a la cabeza. Cuando llegó al gimnasio recorrió con la mirada todo el lugar pero no la encontró. Debía convencerse de hacer su rutina y salir de ahí, se puso sus audífonos y comenzó, estaba en la prensa para pierna cuando por enésima vez volteó y por fin vio a su alumna en la elíptica. Sus nalgotas se balanceaban, perdió totalmente la concentración.

Espero todo el tiempo hasta que ella bajo y salió a su paso.

—Hola señorita, ¿Hoy que le toca?

—Hola profe, pues pierna —ella estaba agitada por el ejercicio y por tenerlo ahí enfrente con los brazos musculosos y sudados. Se formó un silencio incómodo que ella rompió sin decir una sola palabra. Se quedó mirando fijamente el bulto que se había formado en la entrepierna de su profesor. Y el apenado se retiró disculpándose.

—Bueno, nos vemos mañana en clase —camino de reversa sonriendo y choco con un banco de ejercicio.

—¡Cuidado!

—Estoy bien, estoy bien.

Ahora ella estaba desconcertada por una razón diferente, ¿su profesor se excitaba cuando la veía? Sabía que muchos le miraban el culo en la escuela, incluso bromeaban acerca de su tamaño. “A ti no te ponían talco de bebé, te ponían royal”. Pero su profesor… diablos!

Ahora ella lo espero hasta que salió de la ducha con su maleta y lo espero en la salida.

—¿Y le gusta mucho?

—¿qué cosa? —no sabía bien a qué se refería.

—Dar clases.

—Pues llevó diez años dando clases, aunque es la primera vez en una universidad. ¿Para dónde vas?

—Aquí a la vuelta.

Use te acompaño, yo deje mi auto acá atrás. ¿Cuánto llevas en el gimnasio? Nunca te había visto.

—Ya voy para seis meses, pero ni se nota, ¿o sí?

—Si, como no! Digo, estas muy… bueno… bonita.

—Pero no como usted, está súper mamado profe!

—Dime Jorge, acá no te enseño nada —sonrió porque quería enseñarle todo.

—Bueno Jorge, yo voy para allá.

—Pues adiós —se despidieron de beso y ella pudo sentir la fragancia a maderas en su cuerpo. Él se quedó quieto mirándole las nalgas mientras ella cruzaba la calle, luego subió a su auto pensando en cómo sacarse de la cabeza a esa alumna suya.

Al día siguiente, Cinthia se puso su pantalón más ajustado. Desde que llegó se llevó varios chiflidos y piropos. “Adiós mamacita”, “en esa cola si me formo”. Pero ella se vistió así por Jorge, cuando entró intentó saludarlo de beso, pero él se retiró.

—Aquí no señorita, tome asiento.

—Perdón…

De nuevo se sentía una idiota, ni siquiera le interesaba la clase, solo quería quitarse esos pantalones dos tallas más chico que la estaban dejando sin aire. Al terminar la clase salió furiosa, pero él la alcanzó.

—No te enojes, pero acá debo mantener un respeto.

—Pues me parece bien profe —siguió caminando si voltear a verlo.

—Y sabes, ese pantalón se te ve espectacular.

Cinthia bajo la velocidad y lo miro a la cara.

—Pero pues acá debe guardar el respeto.

—Pero, te veo en la tarde Cinthia —le pasó su mano por la cintura y recorrió por completo sus nalgas mientras ella inmóvil sentía como exploraba entre sus nalgas.— Es más, te invito un café después del gym.

—Pues no sé si pueda.

—Así enojada paras la trompa, y no sé si estas enojada o quieres beso… o quieres otra cosa.

—¿Qué cosa?¿ese bulto? —con la mirada le señaló el pantalón. Y luego se fue. Aunque, por supuesto que también se moría por probar a su profe. En cuanto llegaron, ambos se buscaron con la mirada, sonrieron al encontrarse. Él fue a la caminadora de al lado y corrieron casi al mismo ritmo.

—Hola.

—Hola!

Ella miraba el sudor escurriendo por su cuerpo musculoso, mientras el sin disimulo la recorría de pies a cabeza. Cuando terminaron, salieron a un café a unas calles. Cinthia con su Frappuccino y el con su cortado doble platicaron durante casi tres horas. Él supo que Cinthia tenía 19, sin novio, le gustaba mucho el reggaetón y adoraba las películas románticas. Por su parte él le confesó tenía 36, Estoque terminó una relación de diez años y desde entonces, se refugia en el ejercicio para no deprimirse, siempre fue más de los libros y el rock. Pero igual bailaba lo que le pusieran. Ya de noche caminaron hasta casa de Cinthia y ella se abalanzó sobre él, dándole un beso tan cachondo que el sin esperarlo solo la sujeto por la cintura, y de manera automática sus manos bajaron a sus nalgas, grandes duras y redondas. Delicioso culo. Pero un momento después se separó casi asustado.

—¡esto no está bien, eres… una niña!

—Pero…

—No, no puedo. Perdóname… ya mejor me voy.

Entró casi llorando a casa y pasó la noche sin dormir. Que le pasaba a ese imbécil, no podía darle todas esas señales y de pronto botarla y decirle niña. Ya soy mayor de edad, pensó y se quedó dormida por fin casi de día.

Pasaron varias semanas sin que él le dirigiera la palabra, y aunque ella lo buscaba en el gimnasio, el no apareció ni un solo día. Seguro, regreso con su novia, no le gusto. Cada hipótesis posible pasaba por su cabeza a diario. El fin de semana sería la feria de ciencias de la escuela. Él era Juez y ella aprovecharía para tratar de hablar y aclarar todo de una buena vez.

Lo encontró tomándose un refresco, se acercó y se detuvo a su lado. El vestía un traje ajustado con corbata y chaleco. Se veía espectacular. Su barba había crecido considerablemente.

—¿Estás enojado conmigo?

—Señorita, le recuerdo que debe dirigirse a sus profesores con respeto.

—Solo dime que no sientes nada y me lavo a la mierda!

—En el fondo de la escuela, donde está la cancha, en las escaleras junto al barandal, ahí en cinco minutos.

—¡¿QUÉ?!

—En cinco…

Se alejó y le sonrió a un grupo de profesores, estaba por comenzar el concurso. Cinthia se fue hasta el fondo, estaba totalmente solitario, se sentó y espero impaciente. Escucho ruidos, pero era el conserje que guardaba sus herramientas en una bodega. Al fondo vio a Jorge venir a prisa y quitándose la corbata, cuando llegó, ella se quiso levantar pero él se lo impidió. Le tomó las manos y las sujetó con la corbata, luego las sujeto a la baranda, encima de su cabeza. Ella quiso decir algo, pero miro como él se bajaba el cierre del pantalón sacaba su verga dura como roca, percibía el olor cerca de su boca.

—Vamos a ver si esa boquita sabe hacer milagros.

Cintia ya estiraba el cuello en busca de la verga de su profesor, pero él se adelantó y la tomó de la nuca, hundió su verga hasta el fondo sin dejarla respirar.

—haaaggg!

—Creo que sí, esta boca es milagrosa.

La sacó un momento y Cinthia jalo aire.

—Ahí vamos niña

Comenzó a cogerla por la boca, sentía como sus genitales chocaban en su mentón y se sofocaba a cada arremetida que daba y eran muchísimas, solo la sacaba para que ella jalara aire e inmediatamente le volvía a meter por completo. El esfuerzo hizo que unas lágrimas resbalaran por su cara y el maquillaje comenzaba a caer. No podía hacer nada y no quería hacer nada en realidad. En su sexo un leve calor anunciaba la excitación y sabía que comenzaba a humedecerse.

—Eso! Aguanta que rica boquita tienes!

Jorge sentía como se acumulaba el semen y en cualquier momento acabaría. La baba acumulada hacía que Cinthia tosiera y escupiera sin lograr que su profesor sacara su verga de la boca. Cuando al fin la sacó, ella quiso tomar aire, desesperada, pero un chorro de semen la tomó por sorpresa. Apenas y pudo cerrar los ojos, sentía el cosquilleo de aquel líquido viscoso y caliente bajando por su cara, intento abrir los ojos, pero el semen sobre su papado se lo impedía y el sol que le daba de frente lo hacía aún más difícil.

—¡por Dios ya quería hacer esto!

Lo escuchaba bufando, sacando las últimas gotas de semen y sentía su verga sobre su cara, esparciendo el semen por cada parte si dejar nada limpio. Su cara estaba pegajosa, Jorge pasó sus dedos pulgares sobre sus ojos para que pudiera verlo.

—¡Hola!

—¡estoy toda batida!

Rieron al mismo tiempo aunque Cinthia apenas podía abrir los labios, Jorge se acercó para desatarla de la baranda. A consecuencia su verga cucho de nuevo con los labios de ella, que en cuanto se sintió liberada buscó con su boca aquella verga, la metió en su boca y se ayudaba de ambas manos para estimularlo. Ahora ella misma se atragantaba con la verga de su profesor, la metía hasta su garganta mientras escuchaba los gemidos de su profesor, que rápidamente volvió a soltar semen, esta vez Cinthia lo tragó por completo y limpio hasta el último residuo. Los ruidos de varios chicos que se acercaban los alertaron. Se levantaron de inmediato y Cinthia corrió a los baños para lavar su cara.

—Corre corre!

—Guarda eso —le dijo señalando su verga que seguía asomándose por su pantalón.

Antes de lavarse la cara, se miró al espejo, su cara estaba sucia, su cabello también tenía un poco de semen. Sonrió y después se enjuago por completo la cara. Cuando volvió al patio principal, Jorge estaba entregando unas medallas a los ganadores. Ella siguió de largo, sabía que lo vería por la tarde y eso le emocionaba.

“Tengo junta de maestros, pero te veo a las 8 en la plaza, te invito al cine”.

Cinthia tampoco fue al gimnasio, paso toda la tarde eligiendo su ropa y a las 7:30 tomó un taxi a la plaza comercial, vio su carro estacionado, se emocionó de al fin salir con él. Y él la recibió con una gran sonrisa. Ella quiso besarlo, pero la detuvo.

—Acuérdate que sigo teniendo casi el doble de tu edad!

—No me importa!

—Pero a la gente si, ya apagaran las luces allá adentro, no seas ansiosa.

Compraron palomitas y refrescos y se acomodaron en las butacas, en cuanto apagaron las luces ella lo besó.

—Guau!

—¿no quieres?

—Claro que quiero.

Él le tomó la cara y le metió la lengua, un beso apasionado que se debían hace mucho.

—Me puse falda para ti.

—¿Para mí?

—siii

Tomó la mano de Jorge y la metió bajo su falda, no llevaba ropa interior. Pudo sentir su clítoris al frotar su vagina. Luego sacó su mano y se chupo los dedos.

—Que delicioso!

—¿Quieres más?

Cinthia ya le sobaba la verga sobre el pantalón, no importaba lo que sucediera en la pantalla. Ellos estaban navegando en su pasión. Jorge metió su mano y un par de dedos se hundieron en el sexo de Cinthia, que correspondía con besos cachondos y apretones sobre su verga.

—con permiso!

Una familia numerosa se sentó junto a ellos y tuvieron que parar, y mirar la película, aunque fuera algo que ya no les importaba. En cuanto termino y subieron a su auto se besaron y el metió sus manos bajo su falda, sentía sus nalgas y su sexo totalmente rasurado. Sus fluidos mojaban sus dedos, recordó el sabor delicioso de aquella panochita. Y aunque se interrumpían cada que alguien pasaba cerca, no querían parar.

—Ya son casi las doce, mejor te llevo a tu casa.

—Nooo

—Siii, si queremos que esto funcione.

Arrancó el auto y salieron de la plaza, en cuanto pudo, Cinthia se abalanzo sobre su pantalón, la verga de Jorge quedó al descubierto y ella la chupo como una paleta, quería saborear cada parte y no escatimaba esfuerzos. Mientras el levantaba su falda para sobar sus nalgas que a la luz de la carretera lucían preciosas. A unas calles de llagar el bajo la velocidad, sabía que por tercera vez en el día se vendría. Apretó las piernas y se aferró a su nuca, ella tragó todo y siguió mamando. Mientras el le acomodaba la falda, estaban frente a su casa.

—¡eres perfecta!

—Tú eres perfecto

Toda Italia con sabor a semen lo beso y bajo de su auto.

—Te veo mañana

—Nos vemos mañana mi amor!

Cuando llego a su casa, Jorge vio que tenía dos notificaciones en su teléfono.

“Buenas noches, sueña conmigo“

Los mensajes incluían dos fotos de ella empinada con las piernas separadas y la cabeza abajo. Una tanga rosa pastor se perdía entre su hermoso culo. A pesar del día, Jorge entró a la ducha y se masturbo viendo las fotos de ese culo hermoso.

Fue hasta el sábado que pudieron volver a verse en forma, el la invitó a bailar a un lugar alejado de su casa y la escuela. Cinthia se puso minifalda, pero esta vez una ajustada, hacía lucir su culo de manera espectacular. Desde que llegaron, mochos de los hombres no le quitaron la vista de encima, a ella le gustó, pero a él le encantaba.

—Todos están mirando tu culo

—Sí, ya me di cuenta.

—Ven, date vuelta y págamelo en la verga. Que sepan quien se va a comer esas nalgas.

Ella obediente le bailo muy sensual restregando su culo, podía sentir como le crecía el paquete en el pantalón. Que la vieran la ponía muy calienta. Desde siempre notaba que los hombres la miraban, pero ahora la miraban porque sabían que el tipo mayor y musculoso se cogería en algún momento de la noche.

Las cervezas se le subieron a la cabeza y Cinthia era cada vez más atrevida, mordía sus labios, apretaba sus pezones y lo besaba por todos lados. Así que él la tomó de la cintura, pago la cuenta y salieron del lugar, era de madrugada y el estacionamiento estaba casi vacío. Aun así algunos en el balcón de fumadores los seguían con la mirada.

—Dales gusto amor.

—¿que?

—Levántate la falda, que te vean el culo.

—Estás loco.

Aun así, ella se recargó en el cofre de su auto y levantó lentamente su falda, mostrando su hermoso culo, con una tanga negra que se perdía entre sus nalgas. Todos, dejaron de hablar y de beber para admirar el hermoso culo juvenil de Cinthia.

¡CÓGETELA!

—Cógeme!

—Ja ja ja…

—¿No quieres?

—¡en serio!

¡Órale!

—Ven!

La colocó en cuclillas y se sacó la verga del pantalón. Solo para que miraran que era muy grande. Luego sonrió y le dijo a Cinthia.

—Chúpala!

—Por supuesto!

Se metió la verga en la boca y mamo como una verdadera Estrella del porno, la metía por completo y la sacaba para saborearla, mientras Jorge le detenía el cabello, así todos podían ver su cara con esa verga entrando y saliendo de su boca. Después de unos minutos, la levantó y la recargó sobre el cofra, Justo como ella lo había hecho para mostrar su culo. Bajo su tanga hasta sus talones y metió su verga muy lentamente, quería disfrutar aquel momento.

Separó las nalgas de Cinthia y su verga resbalo dentro.

—Que rico!

—¿Te gusta que te vean?

—Siii contigo!

¡NO SE VE!

¡PONLA DE LADO!

Jorge la giro y la sujeto por los hombros, estaba en el aire, y así comenzó a penetrarla fuertemente.

—Haaa! Haaaa! Siiii! Siii!

—Que deliciosa!

—Siiii cógeme! Méteme tuuu vergota! Haaa! Haaaa!

—Eso, eres mía!

Una gran ovación surgió desde el balcón donde ahora todos los de bar contemplaban aquel acto. Los elementos de seguridad impedían que alguien pudiera grabarlos. El ruido de sus nalgas chocando contra el rompía el silencio de la noche. Ya no podrían ser maestro y alumna nunca más, al menos no en la escuela.

—Ven acá!

—heey!

La levantó y la llevó a la pared del balcón, Justo debajo del griterío de los espectadores en el bar. La puso de espaldas al muro y la cargó por las nalgas, para penetrarla así, estaban frente a frente, él se la comía a besos. Y ella ni siquiera escuchaba el bullicio sobre ellos. Estaba concentrada en sentir a Jorge, su verga entraba y salía vigorosamente. Sentía que estallaría en cualquier momento y se aferró ella. Pudo sentir como inundaba el interior de Cinthia, mientras ellas se aferraba a su nuca disfrutando por completo.

—¡Haaaa que riiiico!

—Haaag haaaag que deliciosa estas!

“¡BRAVO!”

Gritos, chiflidos y aplausos acompañaron su regreso al auto. Él se la echo al hombro como un costal y camino con ella hasta su auto. Cuando entró, él se puso frente al público, metió su verga en su pantalón e hizo una reverencia. Todos aplaudieron festejando como si su equipo favorito hubiera metido gol.

La llevo a su casa casi al amanecer y pasó todo el día recordando el sexo con su profesor, el sexo con su amante, el sexo en público. El lunes en cuanto entro Jorge al salón, intercambiaron miradas y sonrisas cómplices.

—Buenos días, hoy tenemos examen sorpresa.

Mierda, pensó Cinthia. En todo el fin de semana no estudio nada en absoluto.

@MmamaceandoO

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