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El repartidor (Parte 2)

Continuamos así durante unos minutos. A veces ella entrecruzaba los pies, aumentando la presión en su vulva, otras veces separaba las piernas momento que aprovechaba para acariciarle el coño, meterle un dedo que salía todo lubricado y frotarle el clítoris.

En ocasiones era ella la que ponía sus manos en sus nalgas abriéndoselas, enseñándome su culo abierto y dejándome ver como toda mi polla se introducía en su ojete. Ese espectáculo me ponía muy burro, tanto que la cogía por las caderas y empezaba a follarla salvajemente hasta que ella las soltaba.

De repente se quedó quieta y dijo, quiero que me fotografíes el culo abierto. Así que sin mediar más palabras ni comentarios me entrego su móvil, con la cámara ya preparada. Separó las piernas, inclinó el cuerpo hacia adelante y se abrió el culo.

Desde mi posición y a través de la cámara del móvil tenía una visión de su coño y de su ano totalmente abierto.

– Toma. Comprueba si te gusta o la repito.

Dejó el móvil en el mueble, miró la foto durante unos segundos apretándose los pechos, volvió a abrirse el culo y me dijo.

– ¿Continuamos?

Como qué si continuamos, pensé yo.

– Vale, pero ahora déjame que dirija yo.

– OK! Me contestó.

Acerqué mi polla a su ojete, la introduje hasta que desapareció la cabeza, la sacaba y la volvía a meter así varías veces y de repente, toda de golpe dentro. Otra vez la misma operación y otra vez toda dentro, cada vez más y más fuerte. Hubo un momento que Julia, que había mantenido las piernas abiertas, juntó las rodillas, echó la cabeza hacia atrás y se estremeció. Ese gesto hizo que tras dos o tres embestidas más me corriera en su interior, empujándola con fuerza.

Nos quedamos quietos durante unos segundos, ella sin sacarse la polla de su culo giró y se acercó a darme un beso en la boca, introduciendo su lengua buscando la mía.

Me dijo.

– Quiero que ahora grabes un video saliendo tu leche de mi ojete y quiero que se vea bien como chorrea, porque lo que he sentido cuando te has corrido es como si me inundarás el recto.

Todavía entre jadeos, solo acerté a decir

– Como quieras, video de tu trasero saliendo mi leche.

– ¿Correcto, estás preparado?

Me dio otra vez su móvil, preparado para grabar video. Me agaché, enfoqué y al separar las nalgas empezó a salir la leche de lo que antes era un ojete pequeño y ahora un agujero grande, rojo, totalmente dilatado.

– Te has portado muy bien. Te mereces una ducha, ven.

Me cogió la polla, como quien coge una manguera y nos fuimos al cuarto de baño.

Después de preparar el agua, se metió dentro y empezó a mojarse mientras yo me acababa de desnudar. Entre en la ducha y me dio una esponja y me hizo frotarle la espalda, los pechos, las piernas.

Me quitó la esponja y puso gel en mi mano y me dijo que le lavara el coño y el culo. Uff su culo, como estaba. No sé si algún día volvería a la normalidad.

Después fue ella la que me froto la espalda, el pecho y también, poniéndose gel en su mano empezó a frotarme la polla. Me miraba y sonreía.

Cuando terminó, le echo agua para quitarle el jabón, se agachó y se la metió en la boca.

Coño!! Me estoy empalmando otra vez.

Mirándome a los ojos desde abajo me dijo.

– Parece que le gusta cómo te la como y rio.

Se la volvió a meter y notaba como su lengua pasaba por toda la cabeza.

De repente paró se separó y riéndose me dijo dándole una palmada

– Está muy tonta, toma termina de secarte.

Pensé, muy tonta? Y como quieres que esté si me la estas comiendo como nadie lo ha hecho.

Salió del cuarto de baño y al momento la escuché decir

– Ven, estoy en el dormitorio.

Al llegar la vi con el juguete que le había traído. Me dijo si me apetecía jugar con él y le pregunté que a qué se refería con lo de jugar, porque conmigo no iba eso. Ni masaje prostático ni pollas en vinagre.

El dormitorio de Julia tenía un armario cuyas puertas eran espejos, espejos de cuerpo entero.

Entre risas, me dijo que me sentara en el borde de la cama, ella calculó más o menos la altura y apretó la ventosa del juguete que quedó preparado para el siguiente juego.

Abrió las piernas, cogió el pene y empezó a pasárselo por el coño.

Yo sentado. Mirando como si se tratará de un espectáculo.

Al agacharse aprovechó para meterse el de plástico en su coño y el mío en su boca. Era un movimiento coordinado, se metía el juguete en el coño y al mismo tiempo sacaba la polla de su boca, y al revés se metía mi polla en su boca y sacaba el juguete de su coño.

Hubo un momento que se me quedó mirando, arqueo su espalda y se estremeció, juntando las piernas.

Se echó en la cama y me pidió que me pajeara y me corriera en su boca. Así que sin más empecé a frotármela y cuando estuve a punto de correrme, la acerqué a su cara al mismo tiempo que ella me la cogía y sin dejar de pajearme se la metió en su boca donde descargué toda la leche.

Siguió mamándomela durante unos segundos más, cuando me pregunto si me había gustado, ya no le quedaba nada de mi semen.

Realmente fantástico.

Descansamos un rato, ambos desnudos. Me levanté y ella estaba dormida. La contemplé desnuda. Una preciosidad.

Al salir de la habitación vi el pene todavía sujeto al espejo y pensé riéndome para mí, pues una sesión follándola doblemente no estaría nada mal.

Me despedí dándole un beso en el hombro y dejándole mi número de teléfono por si alguna vez quiere volver a jugar. Y si no me llama ya compraré otro juguete y un día llamaré a su timbre y le diré:

-Julia Romero, un paquete.

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