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La taxista

La noche era tranquila, el cielo estaba despejado, con alguna que otra nube; la luz de las estrellas era opacada, por la contaminación lumínica de la ciudad; las calles estaban casi desiertas, por estar a altas horas de la noche; unos pocos vehículos circulaban por las calles, llevando a noctámbulos a bordo; los locales nocturnos estaban abarrotados de personas divirtiéndose sin parar.

Un taxi deambulaba por la ciudad a aquellas horas. Estaba en buenas condiciones, carrocería pulida, sin abolladuras, llantas bien infladas, los faroles funcionando bien, todas sus calcomanías he identificaciones en orden. Iba por la autopista, respetando los límites de velocidad. Estaba trabajando desde el atardecer e iba a seguir en la noche; era un turno duro, pero se hacía buenas ganancias siempre que se moviese bien.

El chófer del vehículo, era completamente fuera de lo convencional. Se trataba de una chica, de unos veinticinco años de edad, caucásica, atractiva, de cabellera castaña clara, lisa, bien peinada y arreglada; tenía teñidos algunos mechones de rubio, para darle más luminosidad. Su rostro era hermoso, pero con un rasgo particular. Se trataba de su nariz, que era un poco más grande de lo habitual, desentonando con el resto de su fisionomía. Curiosamente aquel «rasgo imperfecto», no la hacía fea, sino que le daba un toque único. Sus ojos eran castaño claro, con un tono melancólico y hacían juego con su cabellera. Su testa estaba coronada, por un gorra de plato en buen estado, que decía «Taxi». Llevaba un maquillaje sencillo y moderado, que resaltaba su belleza sin exagerar.

Manejaba por la autopista, mirando el camino con expresión neutra. Era como si estuviese en «piloto automático», aprovechaba ese momento para distraerse…

Otra noche monótona aquí en el camino. Estas semanas han sido pesadas, aunque he tenido buen rendimiento…

El taxi continuó por la autopista…

Quisiera poder divertirme un poco, pasármela bien, pero no sé cómo hacerlo en este trajín de trabajo…

Suspiró ligeramente y bajó la mirada. Sus ojos se posaron en el medidor de gasolina. Observó que tenía menos de la mitad de combustible, eso no era bueno si iba estar toda la noche…

Ok, es hora de hacer una parada en la gasolinera…

Afortunadamente, conocía una que quedaba cerca. Espero hasta llegar a la salida y la tomó. Entró en una zona de edificios de oficina y ahí encontró el lugar. Maniobró el auto para estacionarlo al lado de la bomba, apagó el vehículo y salió de este. Las luces de la estación la iluminaron. Caminó hacia el dispensador de gasolina, mientras la brisa, mecía ligeramente su cabello. Ahí se pudo ver con todo su esplendor.

Usaba un uniforme que consistía en una gorra de plato, saco y corbata de color vinotinto oscuro; su saco estaba abotonado, su corbata bien puesta y en el lado izquierdo del saco, tenía el logo de la empresa; debajo del saco, había una camisa blanca, en buen estado; tenía pantaloncillos cortos de cuero negro, que hacían juego con mocasines del mismo material y color; sus piernas tenían medias pantis, de color beige claro.

Todo su uniforme, estaba ligeramente ajustado, lo que resaltaba de más sus curvas. La gorra poseía una visera negra y estaba ligeramente inclinada de lado; aquel curioso detalle, le daba un cierto toque fino. Su hermosa cabellera sobre salía debajo de la gorra y cubría sus hombros por encima del uniforme.

Aunque era poco curvilínea, eso no le restaba sensualidad. Caminaba, con soltura, seguridad y contorneándose disimuladamente. Su mirada estaba cargada de serenidad y superioridad. Divisó al encargado, un hombre joven con un uniforme sucio y se dirigió hacia él. Este apenas la vio, tuvo un ligero sobresalto que trató de disimular. Ella se dio cuenta de aquello, pero lo ignoró con gracia:

—Buenas noches. —dijo el empleado mientras movía su gorra.

—Buenas noches. —respondió sonriendo fríamente, mientras respondía con el mismo gesto. Luego pasó su tarjeta, comprando unos veinte litros. Metió el surtidor en el tanque y se apoyó en el auto a esperar. Tranquilamente, relajó todo su cuerpo, arqueando su espalda y posó su mirada al frente. Esperaba a que se llenara, haciendo cuenta de que él no existía:

—Hmmm… rondas nocturnas, ¿no?… Aguarda una larga noche. —dijo el encargado que estaba a unos metros detrás de ella.

—Ni que lo digas… —respondió fríamente sin voltear.

Aprovechó que ella estaba de espaldas, para disimuladamente mirarla. Comenzó a explorar todo su cuerpo, mirándola con deseo. Observó su trasero, enfundado en sus pantaloncillos de cuero negro ajustados; no era muy voluptuosa, pero su ropa era provocativa y tenía actitud.

—Bueno… por lo menos a estas horas casi no hay tráfico, así que las calles están tranquilas.

—Así es… Es más cómodo…

El empleado comenzó a fantasear con agarrarle el culo, acariciarlo, nalguearlo, entre otras cosas. También quería tomar su cabello, sobarlo y olerlo. Ella se mantuvo mirando al frente, completamente absorta. Lo que no sabía nuestro «estimado empleado», es que ella estaba al tanto de lo que haciendo.

Ella sospechaba que la estaban mirándola con deseo, pero no estaba segura. Así que muy disimuladamente, ladeó su cabeza a la derecha, para mirar por el rabillo del ojo. Fue lo suficientemente sutil, para no ser notada y pudo ratificar que se la estaban «comiéndosela con los ojos»…

Lo sabía… Pensó, pero únicamente se limitó a reprimir la risa. Se esforzó por contenerlo, quedando con una fría y disimulada sonrisa.

—Oye, si vas a hacer guardia ahora en la noche, deberías de andar con cuidado… —dijo el empleado repentinamente.

Aquello despertó su atención, tanto que la sacó del pequeño «juego» en el que estaba participando:

—Hmmm… ¿Por qué? —dijo girando la cabeza hacia él repentinamente.

El empleado se estremeció, porque lo atraparon in fraganti, en un acto lascivo. Lo único que le quedó, fue bajar la mirada y hacer como si estuviese buscando algo. Ella reprimió de nuevo la risa y solo se mantuvo en espera de una respuesta:

—Eeehh… Escuché que la policía esta intensa… Están poniendo multas y parando a la gente a lo loco. —dijo el encargado tratando de recomponerse.

—Vaya… —reflexionó por un momento, olvidando el pequeño asunto entre ellos. —Gracias, andaré con cuidado…

Él sonrió con seguridad, como si compartir esa información, le «diese puntos» con ella. Ella se dio cuenta de ello y definitivamente no iba a «recibir puntos» con ella. Aunque si la animó a retomar el troleo que hacía con este.

Para retomar su jugarreta, hizo lo siguiente: disimuladamente sacó un llavero que tenía. Lo levantó haciendo el ademán de que iba a verlo, cuando lo dejó caer al suelo. Hizo un ligero carraspeo fingiendo molestia, para luego inclinarse a recogerlo. Ella estaba de espaldas a él, así que cuando fue a recogerlo en vez de agacharse, se inclinó hacia adelante y su trasero quedó expuesto.

Quedó embelesado con ese trasero, enfundado en cuero negro. Ella se tomó su tiempo con una sonrisa maliciosa, porque era consciente del «espectáculo» que estaba dando. Recogió el llavero, se levantó con calma y fue cuando el dispensador se detuvo. Ella colocó el dispensador en su puesto, colocó la tapa del tanque y procedió a despedirse del encargado. En todo momento mantuvo su actitud fría, haciendo en cuenta que no había pasado nada:

— Bueno, eso sería todo… —dijo— gracias por el dato, buenas noches.

— Bu… buenas noches. -—respondió el empleado.

Volvió a su taxi, lo encendió y salió de la gasolinera. Mientras conducía su rostro mostraba una sonrisa más marcada y con un cierto aire lascivo…

¿Se le habrá puesto dura?… Pensó.

A ella le gustaba hacer esas jugarretas, sabía que algunos la deseaban y aprovechaba para trolearlos. Con una sonrisa alegre continuó manejando y fue cuando le asaltaron algunos pensamientos…

Y hablando de eso, tengo bastante tiempo que estoy fuera de acción…

Últimamente trabajaba mucho y no se daba tiempo para sí. Aquella picaresca jugarreta, le subió un poco su lívido, una clara señal de que necesitaba más «acción». Se visualizó teniendo sexo con él…

Lástima que no me resultara atractivo… Analizándolo objetivamente, era feo y eso no la motivaba lo suficiente. Aunque si empezó a fantasear con sexo.

Su lívido se acrecentó, su corazón se aceleró y sin darse cuenta se estaba acariciándose. Su mano izquierda soltó el volante y se posó en una de sus piernas. Sintió sus medias panties con la yema de sus dedos. Subió a su vientre y la pasó por encima de su uniforme. Su sonrisa se borró, pasando a una expresión disimuladamente lasciva. Su mente se llenó de imágenes sensuales, que contribuyeron a su excitación. Fue cuando vio la luz roja de un semáforo, reaccionó pisando el freno a poco de la vía peatonal…

Dios, por poco pude haber tenido un accidente, tengo que controlarme más…

Por suerte no había casi nadie y lo vio con tiempo. Tenía que tener cuidado, de ponerse a fantasear al volante…

Creo que necesito divertirme y ya… Concluyó en el momento, mientras lanzaba un ligero suspiro de decepción.

Se adentró por la ciudad escudriñando las calles, buscando a posibles clientes. Llegó a la zona de los locales nocturnos, ahí podía encontrarlos. Vio los grandes anuncios de neón y a los típicos noctámbulos fiesteros. Lo malo de aquí, es que existía la posibilidad que le tocase un ebrio y le había ocurrido antes. Bajó la velocidad, porque había muchos peatones en la calle.

Llegó a un lugar que conocía bien, se trataba de una construcción; la construcción tenía varios meses y al frente había un edificio de oficinas que estaba cerrado. En consecuencia, la calle estaba desierta, porque nadie tenía necesidad de ir.

Se disponía a aumentar un poco más la velocidad, cuando vio algo que le llamó la atención. Era una patrulla que estaba orillada, tenía las luces encendidas. Al acercarse más notó a un policía vigilando y con actitud desafiante. Le pareció extraño, que un policía se pusiese en ese lugar a vigilar. El oficial estaba erguido mostrándose imponente, su miraba se movía a todos lados escrutando el paisaje. Fue cuando posó su mirada en el auto de ella…

¿Qué hará aquí?… pensó.

Cuando estuvo a un par de metros del oficial, este inmediatamente le hizo una seña de alto. Fue rápido, pero ella lo captó…

—¡QUÉ! —exclamó de repente…

Rebaso al oficial pero había recibido el mensaje, debía orillarse y pararse. Lo hizo de forma inmediata, bajó la velocidad, se orilló y se detuvo. En ese momento se quedó sentada sorprendida…

¿Por qué me mandó a pararme?… Se preguntó extrañada.

Manejaba a la velocidad correcta, acorde a la zona en la que se encontraba, no tenía ningún farol dañado y siempre cumplía con las normas. Si llegaba a recibir alguna amonestación, esa iría directamente a su empresa y le metería en un problema. Se puso a pensar en alguna razón, por la que aquel policía haya decidido detenerla. Se quedó sentada pensativa ante la situación en la que se encontraba.

Miró al espejo retrovisor y vio al oficial caminando hacia su vehículo. Las luces de la patrulla brillaban detrás de él formando su silueta. Tragó un poco de saliva, no estaba nerviosa, pero si un poco sorprendida. La silueta se fue haciendo más grande, mientras se acercaba más y más.

El oficial apareció frente a su ventanilla y ella volteó para mirarlo. Debido a la tenue iluminación no pudo visualizarlo bien. Él se inclinó para verla bien, puso la mano enfrente con el puño cerrado y comenzó a moverlo de forma circular. Ella se quedó pensativa mientras veía aquello…

¿Qué está haciendo?… Se preguntó.

El siguió haciendo aquel curioso movimiento con su mano. Ahí entendió a qué se refería, quería que bajase la ventanilla…

Aaah… claro… Se sintió como una tonta.

Giró la manivela y el vidrio bajó. Una ligera brisa entró por la ventanilla y dándole en el rostro. Pudo ver con más claridad al uniformado. Era de más de treinta años, bien conservado, fornido, un poco pasado de peso, llevaba el cabello casi rapé lo que le daba un aire militar; Tenía un rostro con facciones bien delineadas, hasta podría ser bien parecido, si no fuese porque tenía una nariz desproporcionadamente grande; aunado a eso estaba bien afeitado y tenía un bigote bien arreglado.

El oficial la miraba con una expresión, serena, neutra, aunque también atenta y vigilante. Se podía ver que era un profesional, con amplia experiencia en esto. Ella se asomó en la ventanilla y él se irguió al ver que ya tenía su atención:

—Buenas noches, ocurre algo… —dijo ella.

—Buenas noches, licencia por favor…

Ella se mostró con duda, pero fue a la guantera, sacó la documentación y se la mostró al oficial. Ella tenía todo en orden, así que estaba tranquila y confiada. El oficial tomó el documento y comenzó a revisarlo de manera detenida:

—Hmm… Farmiga, eeehhh… ¿Tesa?

—Taissa. —corrigió ella.

El oficial siguió revisando con calma:

—¿Ascendencia Italiana? —preguntó el oficial.

—Ucraniana.

El oficial continúo revisando la credencial. Ella distraídamente bajó la mirada, viendo involuntariamente el físico del oficial. Vio su pulcro uniforme de color negro, también sus pantalones que estaban algo ajustados y fue cuando vio algo inusual. Se trataba de su «paquete»…

Son cosas mías o es «grande»…

En verdad se veía como un bulto grande, probablemente el pantalón estaba muy ajustado. En ese momento reaccionó…

Espera, ¿Qué haces?… Es el oficial que te detuvo, ¡despierta!…

Se recompuso y se reprendió a sí misma por haberse distraído con eso. Ahora estaba lidiando con un oficial de la ley y no podía distraerse. El oficial siguió revisando la credencial para luego, decir:

—Muy bien, señorita Taissa Farmiga, chofer de taxi, ahora por favor… páseme los papeles del vehículo.

—¿Qué? —Ella no daba crédito a lo que escuchaba. —Pero, no entiendo… ¿cuál es el problema?

—¿Qué fue lo que acabo de decirle? —Le increpó el oficial con suavidad pero firmeza, manteniendo su mirada fría y neutra sobre ella.

—Pe… —iba a responder, pero ante la forma en que era increpaba, cedió. Fue a la guantera buscó el papel y se lo dio.

El oficial serenamente, revisó el documento comparándolo con la credencial. Ella se acomodó mejor en el asiento, tuvo el presentimiento de que iba a estar otro rato…

No puede ser, esto en verdad es ridículo, ¿Qué es lo que tanto busca?… Lo que falta es que me pida la partida de nacimiento…

El oficial continuó revisando, para luego tranquilamente entregarle los documentos. Ella lo miró de forma discreta, pero luego bajó la mirada y vio su «paquete»…

Bueno, se ve abultado… ¿lo tendrá grande?… Recuperó su cordura por un momento… No puedo creer que esté pensando en esto en este preciso instante.

Ella levanto la mirada, cuando notó que el oficial no revisaba la documentación, sino que la miraba detenidamente. Se sobresaltó, tratando infructuosamente de disimularlo:

—¿Está buscando algo? —dio él.

—¿Perdón? —dijo ella nerviosa.

—Veo que me estaba mirando el pantalón…

—Eeehh… ¿pantalón? —dijo ella.

—Es una mancha, ¿verdad? —el hizo a un lado la documentación, para luego mirar a su pantalón, justo en donde ella miraba. —No veo nada…

Ella miró a otro lado, para tratar de desentenderse de la situación. Él se revisaba el pantalón, cuando de repente la miró de nuevo y dijo:

—Aaaahhh… Ya creo que sé lo que estaba mirando.

Ella tragó saliva y miró al frente. Esta vez estaba empezando a ponerse nerviosa. Pasaron unos segundos en silencio y fue cuando el oficial continuó charlando:

—Bien, déjeme continuar revisando la documentación… —dijo regresando al documento.

El oficial continuó revisando los documentos. Ella estaba impacientándose, incluso llegó a olvidar que él estaba viendo el «paquete» al sujeto. Fue cuando el finalmente reaccionó y se dirigió a ella con una voz tranquila y calmada:

—De acuerdo, hay un problema… Me temo que sus documentos están desactualizados.

—¿QUÉ? —Taissa no cabía en su sorpresa. —Eso es imposible, yo tengo actualizado todos mis documentos.

—Sip… Es cierto, pero hay un detalle. Faltó ponerle a este documento la nueva forma legal. Aunque efectivamente este actualizado, sino tiene la nueva forma, se toma como si estuviese desactualizado.

—«¿Nueva forma legal?» —No daba crédito a lo que escuchaba. —Esto es ridículo…

—Incluso, este inconveniente puede llevar a la confiscación de la unidad. —agregó el oficial impávido.

Ella no dijo nada, solo se limitó a abrir los ojos, con expresión de horror. Eso la metería en graves problemas con su jefe en la estación. El oficial notó su expresión, aunque tampoco ella no fue discreta en lo absoluto:

—Escuche, no pretenderá confiscar mi unidad…

—Bueno, eso dependerá de algo… —dijo el oficial, pero esta vez mostraba una muy sutil expresión de picardía. Ella lo notó e inmediatamente presintió algo mal:

—De qué… —preguntó con duda e incomodidad.

El oficial bajo su libreta y se puso una pose más cómoda. Luego procedió a mirar a los lados, al parecer se aseguraba de que no hubiese nadie rondando por el lugar:

—De acuerdo, no creas que soy un tonto…

—¿Cómo que un tonto?

—¿Crees que no noté que me estabas viendo el «paquete»? —Luego de decir eso, esbozó una sonrisa maliciosa.

Ella tragó saliva, no podía creer que se hubiese dado cuenta de aquello:

—Yo, yo… yo no… —Ella trataba de negarlo, pero la cosa había sido tan directa que se quedó helada. Solo estaba sentada mirando al oficial con la boca entreabierta.

—Vamos al grano, te llama la atención mi «paquete», de acuerdo… Pues, te doy la oportunidad de darle una… «probada».

Ella lo miró detenidamente por un momento, aún estaba tratando de digerir lo que estaba pasando. El oficial estaba parado esperando una respuesta. Ella tragó saliva mientras miraba al oficial con sorpresa, no podía creer que estuviese pasando eso.

Su cerebro estaba tratando de procesar toda la situación en la que se encontraba, la cosa fue tan intensa que por un momento pareció como si todo el tiempo se hubiese congelado:

—¿Y bien? —dijo el oficial mostrando una ligera impaciencia.

—Eeeehhh… yooo… eeeehhh…. —La verdad es que no tenía una respuesta para la situación en la que se encontraba.

—Bien… —el oficial se cansó de esperar. —En tal caso, voy a llamar a la grúa para el remolque.

Eso la hizo despertar:

—¡No!… No, espere… —dijo ella.

El oficial se detuvo y en el acto la miró:

—De acuerdo… —El oficial suspiró mostrando impaciencia. —¿entonces?

Taissa tragó saliva y dijo:

—De acuerdo… de acuerdo. —Luego asintió nerviosamente.

Ella lentamente bajo la mano, quitó el seguro y abrió la puerta. El oficial cambió la expresión de su rostro a triunfo. Trató infructuosamente de mantenerse sereno, fue imposible…

No puedo creer que esté haciendo esto… Pensó mientras abría la puerta.

Ella se bajó lentamente del auto, estaba tensa, aunque también excitada. Se puso de pie enfrente del oficial, su respiración estaba acelerada, pero trataba de mantener la compostura. El oficial recorrió su cuerpo con su mirada, lo hizo sin pena alguna:

—Eeeehh… yo…

—Shhh… —El oficial le interrumpió, poniéndole el dedo índice en la boca.

Ella se cayó.

—No hables… —dijo el oficial con suavidad. —Déjamelo todo a mí.

Taissa no sabía cómo reaccionar, por lo que se quedó quieta. El oficial acarició sus labios, con su dedo índice, para luego introducírselo, haciéndole abrir la boca. Estaba paralizada con la boca abierta, mientras el dedo hurgaba por esta. Ella reaccionó instintivamente y empezó a chupárselo con suavidad. El empezó a mover el dedo con suavidad, metiéndolo y sacándolo:

—Eso es… —dijo el oficial sonriendo maliciosamente.

Ella terminó de entregarse, cerró los ojos, comenzando a chupar con más energía y pasión. Él no desaprovechó la oportunidad y metió otro dedo:

—Eres hermosa… Me gustas. —Exclamó emocionado.

Sacó los dedos y se le quedó mirándola. Taissa gemía ligeramente, mientras lo miraba. Todavía estaba algo nerviosa, pero la lujuria estaba empezando a poseerla. Él la tomó de la cintura, la trajo hacia sí violentamente:

—Ughh… —Gimió ligeramente de la sorpresa.

La besó, conectando su boca a la de ella. Ella se incomodó en el momento, pero al momento cedió. Ambos se besaron apasionadamente, sus lenguas se entrelazaron y sus bocas se succionaban mutuamente. Ahí es cuando la «bestia» terminó de poseerla y lo abrazó.

Ella acarició la espalda del oficial con pasión. Él fue más atrevido, bajó sus manos hasta su culo, el cual mano manoseó con brusquedad, sintiendo el cuero negro de los pantaloncillos. Luego él pasó a atacar su cuello, chupándolo con desespero.

Luego de un momento, se detuvo, la tomó por la cintura y la volteó suavemente poniéndola de espaldas a él. La abrazó por la cintura, comenzó a acariciarla por encima de su ropa. Ella se relajó, se recostó en él, extendió sus brazos atrás y abrazó su cabeza. Comenzó a contornear con suavidad su cuerpo, movió su pelvis atrás, frotó su culo con la entrepierna del oficial:

—Vaya… —el oficial estaba complacido y Taissa oficialmente ya había perdido sus inhibiciones.

Ella comenzó a contorsionar su cuerpo, frotándolo al del oficial. Él no perdió tiempo, deslizando su mano por el cuerpo de ella. Sus manos la recorrieron palpando su figura, lo hizo por encima de su uniforme. Luego, le desabotonó su saco lentamente y lo abrió. Volvió a poner sus manos sobre su camisa, ahí tuvo un contacto más directo y manoseó sus senos por encima de este. Los poseyó palpando su forma y su consistencia:

—Oohh… —Taissa gimió ligeramente ante aquello.

Luego de manosearlos un poco, procedió a desabotonar la camisa y abrir la corbata. Metió su mano dentro de la camisa y tocó su piel. Taissa comenzó a gemir más, a la par que su respiración se aceleraba. El policía movió la cabeza a un lado, para buscar su boca, mientras sacaba la lengua. Ella correspondió y ambos se besaron apasionadamente. Luego de ello él le susurró al oído:

—Ahora te voy a encender… —Le susurró al oído.

Ella no entendió, hasta que él hizo su movimiento. Colocó su mano derecha, en su abdomen, para luego con suavidad, bajarlo mientras la acariciaba. Ella captó a donde iba la cosa y eso le hizo sonreír:

—Tranquila. —dijo el policía.— Vas a pasarla bien, lo garantizo… —Luego le lamió la oreja con suavidad.

Siguió deslizando su mano, hasta los pantaloncillos de cuero y metió la mano con suavidad. Ella cerró los ojos y su respiración se aceleró. Los dedos de él, tocaron sus bragas, para luego meterlos en estas. Se mantuvo con los ojos cerrados y su respiración prolongada. Su mano acarició su vagina, la cual estaba bien depilada. El contacto fue superficial, era algo introductorio, las yemas de los dedos acariciaban los labios mayores, la parte de afuera. La caricia era suave, producía ligeras cosquillas que ella disfrutaba.

—Bien… —dijo el oficial. —Así me gusta, solo déjate llevar…

Estuvo por un rato más, hasta que pasó a la segunda fase. Con mucha delicadeza, metió su dedo entre los labios vaginales y entró en su sexo. Todo esto lo hizo sin mirar, claramente este sujeto tenía habilidad y experiencias en esto. El dedo entró en la vagina, con suavidad y comenzó a deslizarlo por el área. El dedo fue desde el prepucio, pasando por el glande del clítoris, la uretra y terminando en la vagina.

Hacía poco que empezaba, por lo que apenas empezaba a lubricar. El oficial, era consciente de aquello, porque movía el dedo con cuidado, quería que se lubricara primero y lo estaba logrando. Al principio ella sintió un poco de incomodidad, pero poco a poco se volvió un cosquilleo. El cosquilleo fue haciéndose agradable y empezó a surtir efecto.

Su vagina, se empezó a lubricar, mientras ella sentía placer. Pronto comenzó a soltar pequeños gemidos, los cuales eran suaves. Ella metió su mano atrás, con cuidado y alcanzó su paquete. El oficial, no puso objeción, ella lo acarició por encima del pantalón. Rápidamente, pudo sentir como el paquete empezó a hincharse y ponerse duro.

Ella continuó acariciándolo y el siguió metiendo dedo. La vagina se lubricó más, el placer aumento más para ella. Ella comenzó a gemir con más sonoridad, mientras acariciaba la entrepierna del oficial:

—Vaya… —dijo el oficial, mientras disfrutaba la acaricia.— Ahora estás más cooperativa, ¿no?

Ella lo miró con deseo, no dijo nada solo lo miró:

—Estas más lubricada… —Lanzó una ligera risotada.— Ahora va a empezar la «embestida»…

Él comenzó a sacudir más enérgicamente su vagina con su dedo. Ella entre gemidos, continuaba acariciando el paquete:

—Ahora si quieres el «machete»… ¿no? —él rio con gracia. —Ya vamos para allá.

Le metió el dedo un rato más. Luego lo sacó, la tomó por la cintura y con suavidad la empujó al auto. Ella se dejó llevar, llegó hasta el vehículo y se apoyó en este. Sus dos manos estaban sobre el vehículo y estaba de espaldas a él:

—Ahora voy a hacer un cateo más profundo… —dijo él.

Ella soltó un profundo suspiro, sus pulsaciones se aceleraron, intuyendo lo que venía a continuación. Él posó sus manos en su espalda, encima de su saco y la acariciarlo:

—Voy a retirarte el saco, para proceder con más… «Comodidad».

Le retiró el saco con suavidad y lo puso sobre el capó. Luego comenzó a acariciarle por encima de la camisa. Metió la mano, por la parte adelante de la camisa, que estaba abierta, tocando su piel y sus senos. Luego de ello, fue agachándose mientras continuaba las caricias.

Taissa cerró los ojos, mientras respiraba agitadamente, sentía sus manos encima. Aquello le producía gozo, a pesar de que era por encima de su ropa. Él se puso en cuclillas, contempló su trasero enfundado en aquellos sexis pantaloncillos de cuero. Luego de unos segundos, se lanzó a lamerlo…

Pero, qué coño… No quiso decir nada para no interrumpir, pero estaba sorprendida.

Continuó lamiendo el cuero, en verdad disfrutaba de aquello. Aprovechó también para acariciar las piernas de la chica. Luego agarró el cierre de los pantaloncillos, los jaló y bajo la prenda de ropa. El culo quedó al aire, ella vestía unas bragas negras, que hacían juego con los pantaloncillos. El oficial lamió las nalgas, luego empezó a mordisquearlas, controlaba su fuerza, para no ocasionar daño. Taissa apretó los ojos, mientras su respiración se aceleraba. Él posó sus manos sobre el trasero y con cuidado bajó las bragas. Su culo estaba expuesto con todo su esplendor…

Va a hacer lo que yo creo…

Él se quedó acuclillado, contemplando su vagina con calma. La tenía limpia, afeitada, se veía hermosa:

—Tienes una vagina bonita… —era un cumplido, pero sonaba muy extraño.

Taissa estaba a la expectativa. Entonces, él se lanzó a disfrutar, metió su lengua, en su sexo y comenzó a degustar. Ella no sintió nada inicialmente, pero se mantuvo en el lugar. El oficial se tomó su tiempo y continuó el «trabajito». Su lengua, continuó recorriendo el sexo y poco a poco comenzó a hacer efecto. Ella sintió un cosquilleo y este poco a poco empezó a acrecentar:

—Oohh… —Ella soltó un ligero gemido, mientras movía la cabeza a los lados mirando la calle. Estaba desierta, no había nadie en el lugar, por el momento no iban a tener interrupción. El oficial continuó lamiendo, la vagina fue poco a poco ablandándose, y el cosquilleo se hizo más intenso.

El cunnilingus surtía efecto, Taissa comenzó a gemir continuamente. El cosquilleo se volvió placentero, ella cerró los ojos y se dejó llevar. El oficial cambió de postura, poniéndose de rodillas para darle mejor. Después de un par lamidas, comenzó a meterle la lengua en el ano. Mientras introducía el índice en la vagina y lo frotaba. Sus gemidos comenzaron a intensificarse y su vagina terminó de lubricarse. Estuvo un rato más dando, cuando de repente se detuvo y se incorporó.

Taissa volteó a mirar atrás, porque no sentía nada, se encontró con el oficial mirándola directamente:

—Ahora me toca a mí…

La tomó por un brazo y la jaló suavemente hacia sí. Ni siquiera pudo subirse sus pantaloncillos y bragas. Se sorprendió por esa acción, la tomó por los hombros y la miró directo a los ojos:

—Supongo que debes saberlo hacer. —repitió.

Ella comprendió, él suavemente presionó sus hombros haciéndola arrodillarse. Ella miró el paquete, pudo ver que estaba «abultado»…

Debe tenerla grande… Pensó, se acomodó y procedió a acariciar el paquete.

El cunnilingus había logrado encenderla, así que estaba dispuesta a todo. Abrió la correa, desabrochó sus pantalones y bajó la cremallera. En ese momento, el paquete, se vio mucho más abultado. Ella posó su mano, acariciándolo y luego bajó los calzoncillos.

El pene salió proyectado hacia adelante. Debido a los calzoncillos, este estaba doblado hacia atrás y sujeto por la ropa interior. Una vez libre de sus «ataduras», pudo mostrarse con todo su esplendor. Debía de tener unos quince centímetros de largo, lucia robusto, bronceado, su cuerpo estaba lleno de venas, su glande se mostrada redondo y morado oscuro. Ella bajo la mirada, vio al escroto contraído por completo. Todo estaba listo para la acción.

Taissa contempló aquello con sorpresa, aquel miembro se veía muy bien. Lo tomó con su mano derecha y empezó a masturbarlo un poco:

—Aahhh… —El oficial gimió un poco ante esa acaricia.

Ella lo masturbó un poco, para luego con cuidado metérselo en la boca. Empezó a chupar el pene, con suavidad:

—Uuughh… —El policía entrecerró los ojos, el placer lo inundaba.

Ella empezó a chupar, pero fue incómodo, porque necesitaba lubricación. Ella se lo sacó, acumuló saliva y con cuidado escupió sobre el glande. El gargajo se quedó en el glande, ella rápidamente le puso el dedo y lo regó sobre todo el miembro.

El oficial la miraba desde arriba:

—Ugghh… Tienes experiencia en esto… ¿no?

Ella sonrió con una mirada maliciosa, para luego volver a la carga. Comenzó a chupar el miembro, esta vez fue con comodidad y vitalidad. Hundía la verga en su boca con confianza, sus labios y lengua, acariciaban el miembro desde el glande hasta el final:

—Oh, mierda… —El oficial cerró los ojos, respiraba agitadamente mientras subía el rostro.

Ella disfrutaba el miembro, después de chupar un poco, con delicadeza lo levantó, para luego comenzar a chupar los testículos, afortunadamente, estaban bien afeitados y limpios:

—Ok… eehh… espera. —El oficial la detuvo. —No acabes todo rápido… Todavía falta la embestida.

Ella lo miró con duda y él agregó:

—Pon el preservativo. —Se metió la mano en un bolsillo y lo sacó.

Ella lo abrió, para luego dar un par de mamadas más y con cuidado ponerlo.

Luego de eso volvió a dar una mamada, el preservativo tenía un sabor dulce:

—Te gusta… ¿eh? —dijo sonriendo. —Sabor a patilla.

A Taissa dio unas probadas más, entonces él la tomó del brazo con suavidad y la levantó. La trajo hasta su rostro y la miró detenidamente:

—Estas humedecida y yo duro… Ahora viene la embestida.

La volteó poniéndola de espaldas, llevándola al taxi y apoyándola contra este. Sus bragas ya estaban abajo, por lo que estaba lista. La tomó por la cintura, empujó su espalda, para hacerla inclinar hacia adelante. Ella se apoyó contra el auto, para recibir la penetración.

El policía con cuidado metió un dedo en su vagina, para asegurarse de que estuviera lubricada. Luego metió suavemente el glande en la vagina y empezó a embestir. La penetración empezó, ella se había excitado lo suficiente, para estar debidamente lubricada. Al principio, la penetración costó un poco, pero al rato pudo entrar sin problemas. La cosa se hizo más rítmico y enérgico. Taissa comenzó a gemir, sintió placer ante aquello. El pene cubierto por el preservativo, entraba y salía por la vagina. Producía un curioso ruido que sonaba como: «chuk… chuk… chuk».

El oficial puso sus manos en su cintura, para tener un buen agarre:

—Aaaah… —Taissa gemía con fuerza con los ojos cerrados.

El oficial aumentó la intensidad, puso expresión agresiva y su respiración se aceleró. Ella entre gemidos dijo:

—Aaaaghh… Agárrame por el pelo… oooohhh…

Él la tomó por su cabellera castaña, su gorra se le cayó y el oficial domó a su «yegua» tomándola por sus «crines». Aquello volvió a levantar su brío, haciendo que embistiese con más fuerza. Tomo sus cabellos con sus dos manos y continuó embistiendo con más fuerza. Luego de unas embestidas más, la abrazó por detrás. Taissa excitada, se recostó de él con los ojos cerrados y gimiendo. .

Él la abrazó por atrás mientras continuaba penetrándola, eso lo acercó más. Luego de ello, comenzó a besarle la mejilla con pasión. Luego subió hasta la oreja y comenzó a lamérsela. Se introdujo el lóbulo en la boca y comenzó a succionarlo.

Continuó penetrándola con fuerza, puso su mano en su rostro, para con cuidado moverlo a un lado y encontrarse cara a cara con ella. Ambos se miraron para luego empezar a besuquearse. Abrieron sus bocas, sacaron sus lenguas y las entrelazaron.

La penetración continuó, ambos estaban llegando al clímax. Poco a poco fue creciendo, hasta que finalmente alcanzaron el orgasmo. Ambos lo hicieron juntos:

—Aaaghhh…. —Lanzaron un último y largo gemido, el cual se apagó lentamente.

Taissa se recostó en el auto, jadeando y sudada. El oficial estaba también transpirando, se fue a un lado mientras se subía los pantalones y cerraba la cremallera. No sin antes sacarse el preservativo y lanzarlo a la calle.

—Oficial… Creo que acaba de ensuciar la acera. —dijo burlonamente.

—Ya terminé mi turno… —respondió tranquilamente mientras, se subía los pantalones. Ella se acomodó sus pantaloncillos para luego recostarse en su taxi. —Estuvo bien…

—¿Vas a multarme?

—Bueno, creo que llegamos a un «buen acuerdo» —dijo el oficial bonachonamente, mientras se terminaba de arreglarse.— Bueno, esto estuvo genial… Pero mi turno ya terminó, así que fue un placer.

Taissa se terminó de acomodarse los pantalones y se despidió:

—Un placer. —Luego volvió a entrar al taxi.

El oficial fue a su patrulla, la encendió y procedió a largarse. Taissa se terminó de arreglar torpemente, para luego entrar en su unidad de nuevo. Ella quedó sentada en el asiento, estaba cansada, sudada y desarreglada. Estaba sorprendida por lo que hizo, pero fue el mejor sexo en mucho tiempo. Respiró profundo para recuperar el aliento y relajarse. El policía llegó hasta su patrulla, se montó y se fue por la calle…

Vaya, no puedo creer que haya hecho eso…

En ese momento sonó la radio de su vehículo. Se sobresaltó ligeramente:

—¡Atención!, ¡atención!… Unidad 225, aquí central, cambio. —dijo la voz en la radio.

—Oh, no… —Taissa se sorprendió.

Tuvo que reportarse con central hacía un rato, pero con el asunto del policía se le olvidó. Además reconoció la voz en la radio, era su supervisor y no tenía «buenas migas» con él…

Oh, mierda… Pensó mientras atendía a la radio.

—Aquí unidad 225, cambio…

—Farmiga, ¿Qué fue lo que pasó? —dijo una voz grave y severa. Se parecía un poco a la del oficial.

—Eeehh, sí… Perdón por no reportar, lo que pasa es que tuve un… «Inconveniente». —dijo nerviosamente.

—¿Inconveniente? —Sonó con duda.

—Era una persona perdida y preguntaba direcciones. —Estaba ligeramente nerviosa.

—Aah, bueno… —sonó más tranquilo, por lo que Taissa suspiró ligeramente. —Voy a mandar a la unidad 145 para que cubra tu ruta, regresa a la estación.

—Enterado, voy en camino…

—De acuerdo, fuera… —cortó la comunicación.

Apagó la señal, para indicar que estaba fuera de servicio. Arrancó el auto y fue conduciendo por la ciudad. Venía pensando en lo alocado de todo aquello. Mientras más pensaba sobre eso, se excitaba más. Las imágenes de todo lo que hizo, rondaban en su mente y eso la encendía. Pronto puso una mano en su muslo y empezó a acariciarlo. Usaba las yemas de sus dedos para acariciarse.

Luego se la puso en el pecho y se acarició por encima de la ropa. Estaba cachonda, tuvo que calmarse, porque no podía masturbarse mientras conducía. Tal vez podría hacerlo en la estación. Finalmente llegó a la estación y la encontró vacía. Eso era habitual porque o estaban en sus casas, o haciendo rutas nocturnas. Entró en su vehículo, comenzó a maniobrar hasta su puesto y se estacionó. Se bajó del auto, caminó hasta salir del estacionamiento y fue por un pasillo en donde estaba la oficina de su supervisor. Se acercó a la puerta para ver si estaba, porque se podía escuchar a través de esta. A veces lo escuchaba hablando, pero esta ocasión era diferente. Escuchó gemidos ligeros y sabía de qué se trataba. Su jefe estaba viendo porno, aunque podría haber metido a una chica, pero, en su opinión, era demasiado patético para eso.

La puerta estaba ligeramente entreabierta. Al parecer cuando entró, se descuidó y no cerró la puerta correctamente. Ella sintió curiosidad, así que sutilmente, se acercó, inclinó y miró por abertura. Lo que vio lo confirmó, estaba viendo porno, sentado en su cómoda silla. Apenas estaba empezando, porque se veía tranquilo y apenas se desabrochaba la camisa.

Ella pensó en irse, pero le despertó curiosidad y terminó espiándolo. La pantalla del ordenador estaba de espaldas a ella, no podía ver, pero escuchaba los gemidos. El miraba boquiabierto, por lo que el video debía de ser bueno. Pronto, él se puso la mano en el pecho, acarició su piel en el pecho, se abrió más la camisa…

Hmmm… Estás pasándola bien, ¿no?… Pensó mientras sonría pícaramente.

Bajó las manos por su pecho, llegando a su abdomen, al estar sentado en el escritorio no podía ver bien. Pero era claro a donde estaba hiendo todo, pronto iba a empezar la «faena». Escuchó como se abría el cinturón y se bajaba la cremallera…

No puedo creer, que este viendo esto… Iba a retirarse, pero tuvo la opción de espiar a su jefe.

La cosa comenzó a ponerse más intensa, su jefe se estaba entregando al placer. Se levantó para acomodarse en la silla, fue cuando ella vio su «armamento». Fue por un momento, pero fue suficiente para ver lo bien proporcionado que estaba. Ella se sorprendió por aquello…

Vaya, tiene algo «interesante» después de todo…

Ella ya venía excitada, con lo que estaba viendo llegó al tope. Comenzó a acariciarse el cuerpo, por encima de su ropa. Se le ocurrió la alocada idea de tener sexo con él, a ella nunca le había parecido atractivo, pero ahora mismo estaba excitada…

A la mierda… Pensó… Voy a jugarme el todo por el todo…

Ella quiso tomarlo por sorpresa, por lo que abrió con suavidad y lentitud. La puerta era nueva, en buen estado, por lo que no chirriaba, ni hacía ruido. La abrió con suavidad y lentamente entró a la oficina, iba con cuidado de no hacer ruido. Su jefe estaba en faena, porque miraba la pantalla embelesado; eso sumando los gemidos y las luces apagadas, no notó su presencia. Tenía su mano abajo, la movía rítmicamente en una sesión onanista. Ella lo contempló en silencio, mientras se relajaba dejando que su libido la dominase.

Lo miró por un rato mientras lo estudiaba, para luego entrar en acción:

—Con que eso es lo que haces en tu oficina todas las noches… —dijo tranquilamente.

—¡Ouugh! —Su supervisor lanzó un chillido de sorpresa, mientras se sacudía violentamente hacia atrás y levantaba la vista al frente. Tenía el rostro deformado en una mueca de sorpresa, vergüenza y miedo. Empujó violentamente su silla atrás, mientras se levantaba un poco mostrando su pene erecto. El movimiento violento, le hizo perder el control, chocar contra la pared y volver caer en la silla. Se quedó sentado, con expresión de sorpresa y luciendo como un estúpido:

—¿Quién es?… —Gracias a que la luz estaba apagada y recibía la luz de la pantalla directamente, no podía ver bien.

—Vaya forma de pasar las noches. —agregó ella burlonamente.

—Pero que… —trató de acomodarse la ropa nuevamente.

—Hey, hey… Estabas empezando la faena, no te detengas…

El supervisor se quedó en silencio, se mostraba meditabundo, cuando respondió:

—¿Farmiga?… ¿Eres tú?

—Muy perceptivo. —Caminó a la entrada a donde estaba el interruptor y encendió la luz.

El cuarto se iluminó, el supervisor la miró sin habla:

—Debe estar bueno lo que estabas viendo… Bueno, felicidades te toca el espectáculo en vivo.

Él retrocedió, inclinándose en su silla, atemorizado por lo que pasaba. Su mirada estaba clavada en ella, tragó saliva y su respiración estaba agitada. Solo se quedó quieto, mirándola, no sabía qué hacer. Ella la contempló con cierto hastío y agregó:

—Ok, ¿por qué paras?… Vamos continua… —La miró con duda, al parecer no entendió lo que hablaba.— Estabas pajeándote, vamos… sigue. En vez del video, vas a tener el espectáculo en vivo. —Continuó mirando, tratando de digerir lo que estaba pasando.— Pon en YouTube música sexy para poder bailar…

De manera temblorosa, el supervisor manipuló el ratón y el teclado. Al poco momento comenzó a sonar K-Pop, era una canción pegadiza y movida. Ella comenzó a mover su cuerpo al ritmo de la música, con suavidad y lentitud. Posó sus manos encima de ella y comenzó a acariciar su cuerpo, por encima del uniforme. Comenzó a contornear su cuerpo suavemente, dejándose llevar por el momento. El la miraba asombrado sin dar crédito, mientras ella continuaba su baile. Con el rato comenzó a intensificarlo, haciéndolo más movido y atrevido. Taissa por un momento lo miró, estaba asombrado, pero no estaba masturbándose y le increpó:

—¡Oye! —Él se sobresaltó un poco.— Te pajeas viendo porno, pero te montan el espectáculo en vivo y te congelas.

Ella lo miró con molestia, él reaccionó y torpemente sacó su miembro. Una vez lo sacó, comenzó la faena, mostrándose incomodo por la situación. Ella retomó su baile, se quitó su gorra y la lanzó hacia él. Luego contorneó su cuerpo, mientras se quitaba el saco al ritmo de la música, para luego lanzarlo a un lado y quitarse la corbata con suavidad.

Él se puso en sintonía con la situación y comenzó a menearla con más energía. Su respiración se mostraba agitada y su boca se entreabrió. Logró alcanzar la erección y ella pudo ver su «arma» desde donde estaba…

Hmmm… No está mal… pensó.

Comenzó a desabotonarse la camisa, no se la arrancó, porque era su uniforme. Se terminó de desabrochar su camisa, mostrando unos senos, proporcionados, redondos y cubiertos por un hermoso brasier blanco. Además tenía un abdomen plano, definido y con un buen bronceado.

Con suavidad puso la camisa en el suelo y el baile se hizo más suave. Continuó con la contorsión, pero con movimientos suaves. Sus pantaloncillos de cuero negro, pudieron resaltarse con más claridad:

—Oye, pon algo más suave… más lento, íntimo… —dijo ella.

Él pensó por unos momentos, para luego buscar en YouTube y poner Quit playing games with my heart de los Backstreet Boys. La canción era suave, pegadiza, romántica, aunque con percusión moderada y muy marcada.

Ella continuó, posando sus manos en su cuerpo y acariciándose. Recorrió su cuerpo, sus senos, abdomen, rostro, luego se puso de espaldas a él y empezó a acariciarse las nalgas. Sus manos acariciaron el cuero negro, para luego darse unas nalgadas y él lanzó una risotada. Se desabrochó los pantaloncillos, para luego bajárselos lentamente, descubriendo unas bragas blancas que hacían juego con su brasier; estas se metían en hilo dental entre sus nalgas, mostrando un culo bien proporcionado y tonificado.

El supervisor seguía en su faena, estaba más alegre y animado. Ella terminó de quedarse en ropa interior, mirándolo, para luego posar su mirada en su pene. Este sobresalía por la erección, ella quedó contemplativa por un momento. Él se excitó más al notar aquello, entonces se quitó su ropa interior rápidamente, sin hacer nada y quedó completamente desnuda:

—Vaya… —exclamó el supervisor terminando de verla desnuda.

Taissa se paró desnuda enfrente de él, él la contempló detenidamente emocionado. Era de contextura esbelta y con curvas definidas; su piel era suave, perfectamente bronceada, con un tono equilibrado y agradable; su cabello caía sobre sus hombros suavemente, pero ella lo movió a atrás; sus senos claramente pasaron por cirugía estética, se los pusieron bien proporcionados, redondos y sólidos; todo su cuerpo estaba depilado, las piernas, axilas, incluso su sexo tenía una depilación brasilera.

— Guau… — dijo él en voz baja, mientras la miraba.

Ella bordeó el escritorio poniéndose frente a él. El giró su sillón para tenerla de frente. Ella miró su pene, no era como la del policía, pero le pareció «bien»:

— Quédate quieto. —dijo ella, para luego agacharse.

Él se sobresaltó ligeramente, moviéndose de su sillón.

— Tranquilo… Te la voy a mamártela, ¿no quieres eso?

Asintió quedándose quieto y ella se arrodillo enfrente de él. Ella tomó su miembro y lo acarició:

— Ohh… —el supervisor lanzó un ligero gemido.

Ella comenzó a masturbarlo, con su mano derecha. La mano sacudía el miembro rítmicamente, eso comenzó a producir un efecto y aumentó la erección. El cerró los ojos, dejándose llevar por los estímulos. Ella se complació por el resultado de su acción y vio el pene erecto. Aún no era tan espectacular como el del policía, pero estaba bien. Continuó, pero adicionalmente, acarició sus testículos con cuidado. Aquella aumentó el placer, e hizo que cerrara los ojos. Luego de un momento, pasó a hacer la felación. Se inclinó más y se lo metió de la boca. Comenzó a chupar suavemente el miembro, el placer no se hizo esperar:

—Aaaahhh… que bien. —el supervisor cerró los ojos, mientras su respiración se aceleraba.

Ella lo degustaba con calma. Posó las manos cerca del cuerpo de miembro, así poder hacer mejor la felación. Abrió sus piernas, para poder apoyarse mejor en el piso, relajó la espalda y esto la arqueó. Así la hermosa taxista quedó en una sensual pose, mientras ejecutaba la felación:

—Oooh… mierda. —el supervisor la contempló y eso aumentó su excitación.

Ella se dio cuenta de la miraba y le devolvió el gesto. Continuó chupando el miembro, mientras lo miraba detenidamente. Chupaba con suavidad, se ponía el glande entre sus labios y con cuidado engullía, acariciando el resto del miembro con los labios. Luego hacia lo mismo al revés, el pene era succionado con suavidad. La felación duró unos segundos más y se detuvo:

—¿Tienes condón?

—Eeehh… sí. —estaba jadeando, dedujo lo que seguía.

Abrió un cajón, metió la mano y hurgó desesperadamente. Estaba lleno, porque se escucharon muchos papeles y cosas moviéndose. Luego de un momento, lo consiguió y lo levantó con un ridículo gesto de triunfo:

—Dámelo… —dijo ella, mientras lo tomaba.

Dio unas mamadas más, para luego abrirlo y ponerlo cuidadosamente. Reviso que estuviese bien puesto, dio otra mamada y vio que sabía a naranja. Se puso de pie, para luego levantar una pierna y pasarla por encima de las de él. Se iba a sentar sobre él, para la penetración:

—Ohh… sí. —El supervisor estaba emocionado.

Ella estaba de pie dentro de su guardia. El sexo de Taissa quedó frente a él, y no se resistió a tocarla. Acarició sus labios vaginales con las yemas de sus dedos. Ella cerró los ojos, mientras disfrutaba de ello momentáneamente. Luego ella procedió a inclinarse lentamente, para ser penetrada.

—Espera… —dijo él, manipulando su miembro «enguantado», para que acoplase bien. Puso la glande en la vagina de la chica:

—Ok, listo.

Taissa terminó de bajar lentamente y fue penetrada. Estaba excitada, pero no del todo lubricada, por lo que hubo complicaciones:

—Uuugh… —Ella gimió más por incomodidad, que por placer. Afortunadamente el lubricante del preservativo, pudo asistir a ese inconveniente. Ella lentamente fue subiendo y bajando mientras el pene entraba y salía. Tampoco el preservativo ayudaba mucho, ya que reducía la sensibilidad. Pero Taissa prefería sacrificar placer, en favor de la protección.

Él supervisor estaba extasiado, contemplándola en acción. Miró sus senos apetitosos, no se contuvo en saborearlos y dio una buena probada. Comenzó a chuparlos, lamerlos y saborearlos. Taissa se sobresaltó porque no esperaba aquello, pero lo aceptó. El continuó con aquello, incluso comenzó a mordisquear sus tetillas cuidadosamente, mientras seguía la penetración.

Ese «trabajito» en los senos rindió sus frutos, porque aumentó placer en ella. Aquello la ayudó a lubricarse más y mejoró la penetración. Pronto su vagina se dilató más, por lo que el pene entró con comodidad. Oficialmente, ya había empezado la cabalgata. Ella empezó a hacer movimientos más pronunciados, moviendo las piernas y las caderas de forma unísona. Lo hacía pausadamente, haciendo que la penetración fuese suave:

—Aaaghh… —Exhaló un suave y ligero gemido, mientras él chupaba sus senos. Se acoplaron perfectamente, ella encima hacía movimientos pélvicos, mientras él la tomaba de la cintura moviéndola al unísono. El movimiento era continuo, fluido y era acompañado por un curioso sonido…

Chut… chut… chut…

Ese era el sonido de fricción de la penetración, que se hacía más rítmico y enérgico. Era un movimiento unido y coordinado…

Chut… chut… chut…

El placer fue aumentando, ambos cerraron los ojos mientras continuaban. El placer fue acrecentándose, no hicieron nada, solo se mantuvieron en esa posición…

Chut… chut… chut…

Continuaron así hasta alcanzar el orgasmo, que los invadió al unísono. Los dos lanzaron un gemido, sonoro y breve. Realizaron un par de movimientos más, para terminar de rematar. El supervisor se recostó en la silla y con ella encima de él. Estaban abrazados, sudorosos y jadeantes:

—Espera… —dijo el suavemente, ladeando su cuerpo a un lado y sacando su miembro de su vagina. Todavía lo tenía un poco erecto, aunque cedía rápidamente.

—Estuvo bien… —dijo el supervisor.

—¿Ibas a reprenderme? —dijo ella entre jadeos.

—¿Qué pasó?… ¿por qué no te reportaste?

—Un patrullero me paró, amenazó con confiscar mi unidad. Pero solo quería sexo…

El supervisor se asombró ligeramente:

—¿Solo quería sexo? —dijo.

—Sí y lo tuvimos en medio de la calle. Estuvo muy bien…

Su asombro aumentó un poco más, meditó un poco y continuó:

—Ok… Pero… ¿y esto?

—Cuando llegué aquí, te vi pajeandote… Tenía ganas de más y aproveché la oportunidad.

Se quedaron un momento más en silencio, luego ella se levantó, recogió su ropa y comenzó a vestirse. Sacó un pañuelo de sus pantaloncillos de cuero y trató de secarse un poco el sudor. Él se limitó a quedarse sentado en la silla, seguía desnudo, tenía los pantalones abajo, su miembro ya estaba flácido y lucía ridículo. Se limitó a mirarla mientras ella se vestía y su rostro se mantenía inexpresivo:

—Ya di mis explicaciones… ¿Aún estoy en problemas? —dijo ella mientras colocaba su brasier y luego se ponía la camisa.

Él respiró profundamente, para luego levantarse y subirse los pantalones torpemente. Ella también continuó arreglándose, aunque lo miraba esperando una respuesta. Él se terminó de arreglar, lo hizo torpemente y la ropa le quedó arrugada.

—¿Y bien? —preguntó mientras se ponía su corbata.

Él lanzó un pequeño bufido y dijo:

—Ok, ok… ¿cada vez que la líes, vas a follar conmigo para la absolución?

—¿No te gustó? —Ella se mostró dudosa, aunque también burlona.

Él se quedó pensativo por un momento, para simplemente concluir:

—Bueno punto…

El asintió, mientras se ponía su saco y gorro:

—Estupendo… —Sonrío, ligera, fría y maliciosamente.— Bueno, ya terminé por hoy… Feliz noche, no te quedes toda la noche aquí.

Se dio media vuelta y caminó de manera sensual alejándose de él. Atravesó la puerta y se dirigió a su locker para cambiarse. Había tenido una noche divertida en mucho tiempo, eso le hizo sentirse bien. Ahora iba a ir a su casa a descansar.

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