Saltar al contenido

Mi primer relato

A pesar de que la conocí por un chat, la confianza que me aportó fue poco a poco aumentando, hasta el punto en que ya me veía en sus manos, dejándome llevar, totalmente seguro de que todo fluiría hasta que nuestras fantasías más grandes se fuesen cumpliendo poco a poco.

Con cada mensaje mi mente imaginaba una nueva situación, y ya podíamos hablar sobre nuestras personalidades o visión del mundo, sobre cuerdas o sobre lo bien que me sentaría su ropa interior, que mi excitación y ganas de conocerla físicamente aumentaban sin freno. Y además, sabía ya mis puntos débiles y utilizarlos a su favor, lo cual no sólo no me disgustaba, sino que me encantaba que tuviera ese poder tan grande.

Habíamos acordado vernos en la calle y dejarnos llevar, pero cuando la vi me recorrió un escalofrío. Quizás eran mis inseguridades y falta de confianza intrínseca, pero cuando acudió a mí para darme dos besos, mi cuerpo estuvo tranquilo y recordó la confianza que me aportaba en cada mensaje que nos enviábamos. Decidimos dar un paseo por alguna zona tranquila cerca del mar para poder así compartir cara a cara todos aquellos pensamientos que tanto habíamos hablado, y eso volvió a afianzar mi tranquilidad y seguridad. Yo vestía ropa interior femenina de encaje por debajo de mi ropa masculina, pero ella lo sabía y lo aprovechó tanto para vacilarme como para provocarme durante todo el paseo y la charla.

Finalmente, tras una hora y algo hablando sobre todo, decidimos acudir a su casa, pues sabíamos que estaría vacía y podríamos estar todavía más tranquilos. No teníamos ninguna intención en particular, pero poco después de entrar y que me enseñara la casa, estando ya sentado en el salón, nos dejamos llevar. Ese primer beso que me dio agarrando mi cara hacia ella hizo que el tanga de encaje que tanto me gusta se hiciera demasiado pequeño, y más todavía con los siguientes besos, tan apasionados, devorándome lentamente, sintiendo mi cuerpo y toda la energía que fluía entre los dos.

Entre tanta pasión, comenzó a acerca su mano hacia mi cintura y a levantar sutilmente mi parte de arriba para pasar su mano por debajo de la camiseta que yo vestía y sentir mi piel. Por mi parte, dejándome llevar, sentí necesario retirar su top y ver su piel desnuda, sentir cómo me rozaba mientras sus labios no se separaban de los míos. Sin embargo, mientras la abrazaba y acariciaba su espalda y su cara, me retiró las manos, se sentó encima de mí y comenzó a realizar unos movimientos que hicieron que no sintiera más que placer, mientras su cuerpo se fundía con el mío, aún con la parte de abajo puesta.

Fuimos a su dormitorio, y allí se desnudó primera para posteriormente pasar a desnudarme a mí, permitiéndome ver su hermoso cuerpo, pero dejándome con esa ropa interior que tanto le había gustado en fotografías. Había dos posibilidades, que ambos nos riéramos o que la excitación se multiplicase, y fue este segundo caso el que sucedió. Me agarró por lo poco que ese tanga tapaba y me besó de nuevo, aunque pronto se vio en la obligación de desnudarme por completo para que mi pene se pudiese estirar completamente. Poco le importó cómo estaba porque una vez estaba desnudo y tumbado hacia arriba, movió sus caderas sobre mí hasta llegar a mi cara, donde se sentó y me permitió sentir su excitación provocar un aumento en ella. No sé exactamente el tiempo que me tuvo en esa posición, pero yo seguiría constantemente escuchándola gemir mientras devoraba ese delicioso lugar.

Cuando lo creyó oportuno, se apartó, buscó en su mesilla un preservativo, se lo puso y directamente se introdujo mi erecto miembro para que ambos soltáramos un gemido al unísono que pronto se convirtió en algo prácticamente musical, una combinación de sonidos, gritos, roce de piel y golpes, de su cuerpo contra el mío y de azotes que daba a su culo mientras seguía con unos movimientos tan sensuales que hacían que me volviera loco. Y cuando parecía que estábamos llegando a nuestro momento de máxima excitación, decidió parar y quitarse de encima de mí. Ese gesto provocó todavía más ganas de seguir, pero la condición era que tendríamos que cambiar papeles y pasar a actuar como activo. Dicho y hecho, se tumbó hacia arriba, abrió sus piernas y me abrazó con ellas, provocando que me introdujera de nuevo en ella, y retomando esa armonía tan musical que llevaba un rato sonando. Los besos fluían, me devoraba con la mirada y se sentía que éramos uno, rozando nuestras pieles con cada gesto, sintiendo hasta lo más profundo de su persona.

Y llegó de nuevo un punto en el que toda la excitación llegó a su punto álgido. Ahí me ordenó retirarme, antes de que yo explotase de placer, cuando ella lo había hecho un par de veces ya. Pensé que iba a torturarme sexualmente un poco más, pero sin embargo me puso de pie, se arrodilló ante mí para retirar mi preservativo de un miembro que había sido parte de ella durante más de media hora, y comenzó a saborearlo. Todo mi ser sintió un placer extremo mientras ella utilizaba sus manos y su boca para darme placer, hasta que no pude más y me pidió que soltara todo sobre ella, sobre su pecho y su cara. Iluso de mí por pensar que se había acabo, pero ella no estaba de acuerdo con esa idea, y para demostrármelo se limpió todo lo que yo había ensuciado, se lo llevó a la boca y comenzó a besarme con una pasión mayor que antes, volviendo a sentir su piel, tocando para parte de mi cuerpo mientras mis manos fluían alrededor del suyo, intercambiando lo que había soltado sobre ella con unos movimientos de su lengua que claramente me ponían a su disposición, teniendo que dejarme hacer y satisfaciendo ese último placer de algo que habíamos generado juntos.

Nos tomamos un tiempo para descansar, abrazado, acariciándonos, sintiendo de nuevo nuestra piel pero de una forma distinta, aunque quizás más satisfactoria que hasta el momento. Los besos pasaron a ser más cariñosos que pasionales, todo ello mientras nos recuperábamos de todo lo que había pasado.

Y tras un rato así, en el que ambos nos habíamos sentido cuidados, decidió levantarse de la cama donde me había hecho suya y desaparecer, aunque no tardó en volver… Pero lo que trajo consigo y lo que pasó después es algo que se podrá leer en otro relato.

Deja un comentario