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Una antigua amiga del colegio se convirtió en mi amante (2)

Al salir del motel en el primer encuentro con mi amiga del colegio, a la que por su profesión llamaré de ahora en adelante ‘doctora’, cada uno tomó camino para su casa, y durante el camino a la mía, recibí un mensaje en el celular que decía ‘sigo mojada, siento como si hubiera dejado de ser virgen’.

Los días siguientes fueron de recordar nuestro encuentro y comenzar a avivar la llama para el siguiente y quedamos de vernos el fin de semana para repetir la experiencia.

Acordamos en seguir casi la misma rutina, nos vimos en el mismo centro comercial que queda en su ruta a la ciudad, eran las 3:00 pm, con la diferencia que ahora no fuimos a comer, en cuanto ella llegó al estacionamiento me miró por la ventana como reconociendo a su víctima, a lo que yo respondí con un “Hola doctora”, ella quitó los seguros de su auto y me subí rápido para no afectar a los coches que esperaban detrás de nosotros. En cuanto hubo la oportunidad de estacionarse lo hizo y ambos nos acercamos para darnos un tremendo beso como preámbulo de lo que vendría más tarde.

Su rostro era un poco regordete, sin embargo su mirada me atraía… Sus labios gruesos a la hora de besarlos eran una locura.

Nos abrochamos el cinturón del auto y sin más palabras nos dirigimos al mismo motel del primer encuentro ya que no queríamos perder tiempo en buscar otro. En el camino conversamos un poco del tráfico, del calor, cualquier tontería era solo para no hacer evidente que estábamos deseando el momento de estar juntos nuevamente.

Al llegar a la habitación del motel lejos de empezar el manoseo y los besos ardientes, nos tendimos en la cama y solo nos miramos uno al otro, yo acariciaba su cabello. Ella me miraba y decía mi nombre. Nos acercamos para darnos besos pequeños, tiernos, no voy a decirles que era amor, pero a diferencia de otras ocasiones en donde con otras mujeres solo deseaba saciar mis instintos más salvajes, con la doctora era distinto, quería hacerla sentir querida, deseada, mimada, que a pesar de no tener un cuerpo de revista, no por ello dejaba de ser un portento de mujer.

Después de una tierna sesión de besos, me avisó que deseaba ir al baño y mientras ella estaba ahí aproveché en desnudarme para darle la “sorpresa”… Pero ambos pensamos lo mismo y ella me sorprendió saliendo del baño completamente desnuda. Su piel blanca, su sexo casi depilado y sus generosos pechos, wow, que visión, si tan solo hubiera palabras para describir su cuerpo y su mirada casi de inocencia. La doctora se tendió en la cama junto a mi… Nuestros cuerpos se estremecieron al contacto de nuestra piel fundiéndonos en un cachondísimo beso francés.

Sexo oral mutuo, de misionero, de cucharita, piernas al hombro hasta terminar juntos en una explosión de placer.

Estábamos abrazados bajo las sábanas cuando de repente la doctora se acuerda de algo y me dice “espera, te tengo una sorpresa”. Fue a su bolso que estaba en el sofá de la habitación y saca unas medias negras, una pantaletita y un brasier que hacían juego. Se las puso poco a poco para mi deleite, yo tendido en la cama masturbándome lentamente, y ella poniéndose coquetamente cada prenda. Cuando terminó de ponérselas no pude contenerme y salte de la cama para acariciarla pero me detuvo para el toque final: unas zapatillas negras no muy altas pero que le hacían lucir más sus ya de por sí hermosas y blancas piernas.

Ella estaba igual de caliente que yo, lo decían sus ojos, lo decía su sonrisa, y esa media vuelta que dio ofreciéndome sus nalgas redondas, a lo que yo respondí abrazándola por detrás, restregando mi erecta virilidad mientras que con mis manos apretaba sus pechos, y con mis labios y lengua me recreaba en su cuello. No pude más y le baje la pantaletita, no por completo, a medio muslo a la altura de las medias. Ella abrió sus piernas y apoyándose en la pared abrió sus piernas y comencé a penetrarla de pie, contra la pared, sus gemidos me enloquecían y me hacían embestirla con más fuerza… Salía de ella y terminé de quitarle la pantaleta y fuimos a la orilla de la cama para ponerla en cuatro puntos y proseguí con la penetración. La penetraba suavemente para poder arquearme y buscar con mis manos sus colgantes pechos y pellizcar sus pezones, después pasaba mis manos a sus caderas para sujetarla fuerte y embestirla con fuerza, eso le encantaba, cada vez que cambiamos de un ritmo lento a la fuerza parecía desfallecer, hubo un momento que pensé que sus rodillas no la aguantarían así que la tomé por los brazos, arribita del codo, ella se dejó caer un poco hacia adelante y comencé a penetrarla con fuerza… Sus gemidos eran gritos… No sé cuántas veces se vino pero no nos detuvimos sino hasta que yo terminé a chorros.

Nos recostamos con nuestros cuerpos sudorosos, vimos por la cortina de la habitación que estaba oscuro. Con incredulidad me dice, ‘llegamos como a las 4:00’. Vio su reloj y pasaban de las 8:00 pm. Suelta una risa de satisfacción y me dice. “lo más que habían durado mis experiencias eran 15 minutos”.

Después de la risa, se puso seria y disculpándose me dijo que ya era un poco tarde, que la esperaban en casa, que tendríamos que continuar en otra ocasión…

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