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Yo lo despreciaba, pero me terminó haciendo su perra (2)

Eliseo tenía todavía su mano derecha en mi muslo izquierdo. Yo sentía sus dedos acariciando mi pierna, yo tenía mi mano sobre la suya, acariciándolo también. Su mano se sentía gruesa, su piel algo rasposa y seca. Mi pierna izquierda estaba cruzada sobre la otra, en parte por comodidad, en parte por timidez. Jamás había tenido una experiencia sexual con alguien en un lugar público y menos dentro de la universidad, donde muchas personas me conocían y podría tener consecuencias negativas si alguien me descubría.

La clase iba a penas a la mitad de tiempo, el profesor hablaba y hablaba, escribía cosas en el pizarrón. Pero para mí era imposible poner atención, en mi mente sólo estaba Eliseo, su piel morena, su bello miembro y su fuerte aroma a sudor. Me sentía en parte muy nerviosa, ya había escuchado rumores sobre Eliseo, según decían ya se había acostado con varias en el salón y la universidad. Para mí ellas no eran más que zorras de clase baja, que no eran capaces de cotizarse o respetarse a sí mismas. Me sentía como si yo me hubiera convertido en una zorra más para Eliseo. Sabía que no estaría satisfecho hasta hacerme el amor. Y peor aún, yo no tenía ninguna intención de detenerlo, incluso mis instintos me estaban orillando a provocarlo a perderme toda clase de respeto.

Como les había comentado en el relato anterior, la facultad de arquitectura tiene bancos y mesas altas para los alumnos. Los bancos no tienen respaldo. De forma tal que mi trasero queda expuesto cuando estoy sentada, cualquiera lo puede ver sin que me cuenta. En ese momento sentía la mirada de mi compañero que estaba en la mesa de atrás. Su nombre era Jorge, era muy tímido y algo feo. De piel pálida y bigote delgado. Era muy caballeroso a la hora de hablarte pero ya lo había descubierto mirándome las pompis o incluso mirando descaradamente mis senos al momento de hablar con él.

En ese momento Eliseo tiró al piso un bolígrafo. Me dijo “Que esperas Putangie, recógelo.” Me excitó mucho el apodo que me puso y el hecho de que me hablara con órdenes. Por supuesto que obedecí y me agaché para levantarlo. Como las mesas con altas, una persona cabe debajo de las mesas a la perfección si se agacha. Pero en cuando estuve a punto de levantar la pluma, sentí la mano de Eliseo tomándome por la cabeza, me estaba jalando un poco el cabello. Y con su otra mano hizo la seña obscena del dedo de en medio y me la empezó a restregar en la cara. Me la pasó por la nariz, por las mejillas, por los labios y terminé besándola, hasta que comencé a chuparla. No me importaba que su sabor fuera como cuando no te lavas las manos, para mi era delicioso y excitante cada uno de sus dedos morenos. Por accidente me di cuenta de que Jorge lo estaba presenciando todo, me estaba mirando a los ojos con cara de sorprendido. Pero yo estaba demasiado excitada, no paré, al contrario, comencé a lamer y besar la mano de Eliseo con mayor lujuria, mientras veía a Jorge a la cara, noté como tanto Eliseo como Jorge tenían una erección debajo de su pantalón, eso me excitó todavía más. Llegó el momento en que ya no aguanté las ganas, besé la entrepierna de Eliseo y le dije con murmullos: “No hay nadie en mi departamento, vámonos.” Me levanté, tomé mis cosas y salí del salón. Sabía que Eliseo me seguiría, por lo que caminé rápido hasta llegar a su coche, lo vi caminado un poco detrás de mi, cuando me alcanzó me tomó fuertemente de las pompis y me dio un beso francés delicioso. Lo interrumpí y le dije que guardara los besos para mi departamento.

Eliseo condujo hasta mi fraccionamiento, en la caseta de vigilancia se detuvo y yo le dije al policía que íbamos a mi departamento. El policía se llevaba bien conmigo, su nombre era Fermín, era chaparrito y muy moreno, algo regordete. Bromeó un poco conmigo y nos dejó pasar. Eliseo me dijo “ese policía se muere por metértela” yo le dije que no era cierto y me reí un poco. Después de que Eliseo estacionara el coche, lo guie al departamento, creo que algunos vecinos nos vieron caminar juntos. Dentro del departamento estuve a punto de darle un recorrido a Eliseo, pero él me dijo “Vengo a domar a la Yegua, no a pasear por el rancho” yo me reí mucho pero él se puso serio y me tomó por la cintura.

“Ya sabía que no eras más que una potranca esperando domador” Eliseo me dijo. Yo no le dije nada, sentía sus fuertes manos en mi cintura, casi pellizcándome la piel. Yo tenía mis manos sobre las de él y estaba mirándolo a los ojos. “Que jeta de zorra tienes Angie, me encanta, más maquillada como prostituta, te ves bien sabrosota.” Me lamió la cara y me llevó de la mano a la sala. Se sentó e hizo que me sentara sobre él pero de frente. Yo quedé de rodillas sobre el sillón, con mis pechos a la altura de su cara. “Tetona, nalgona, con cara de puta, que más puedo pedir?” Me dijo mientas me acariciaba las pompis y hundía su cara en mis pechos.” Estaba besando y tallando su cara violentamente contra mis pechos, de forma que logró desabrochar mi blusa y desacomodar mi brasiere, sentí como me hacía varios chupetones” Yo solo podía gemir por el esfuerzo de tratar de controlarlo, pero el era demasiado fuerte y no se iba a detener hasta terminar lo que empezó.

Sabía que se estaba excitando demasiado, sentía sus fuertes manos apretando mis pompas con todas sus fuerzas, era un dolor muy placentero.

“Ya nalgona, párate y encuérate” me dijo “mueve tu colita mientras te vas encuerando”. Puso música en su celular. Yo comencé a contonear las caderas mientras me quitaba la blusa, luego me desabroché el pantalón mientras le sonreía y me di la vuelta, poco a poco me comencé a bajar el pantalón, hasta que me lo logré quitar. Él se reía me decía “Ay pinche Angie, lo que tienes de mamona lo tienes de buena.” (Ya me he descrito en los otros relatos: mido 1.62 m. Tengo la piel blanquita. Algo bronceada por el sol y el pelo castaño obscuro, labios carnosos, ojos café grandes y cejas pobladas. Todas las mujeres de mi familia son muy caderonas y tienen un enorme trasero, desde los 12 me empecé a ver igual. También las mujeres de mi familia somos de pecho prominente, siempre que alguna se embarazaba, no faltaban las señoras del pueblo que nos pedían que si les vendíamos leche para los recién nacidos de sus familias.)

Se levantó de su lugar y abrió la cortina de la sala, ya había escuchado rumores de que le gustaba exhibir a sus conquistas, pero no me lo creía. Me dijo que me pusiera a bailar en la mera ventana. Yo no quería pero él se levantó y se puso detrás de mí, me comenzó a besar el cuello (uno de mis puntos débiles) y a tocar la entrepierna por arriba de mi tanga. Me terminé excitando demasiado, hasta que me dijo que bailara en la ventana, le hice caso, estaba súper caliente. Me comporté como una verdadera puta, movía la cola, la sacudía, a veces la pegaba al vidrio de la ventana. Pensaba que ojalá ningún vecino nos viera. Me tomó de la mano y me regresó a la sala, me puso en cuatro sobre el sillón más grande de la sala. “Vas a ver como te voy a ir quitando lo fresa a base de cogidas” No se molestó en quitarme la tanga o desvestirse él. Escuché como se bajó el cierre y sentí su miembro sobre mi trasero. “Ya estas en celo Angie, bien mojadota” Sentía como hizo mi tanga a un lado y poco a poco fue entrando su pene. Como les dije, es mediano, huevos grandes. Cuando por fin tocó el fondo de mi vagina (el cérvix) yo hice un pequeño gemido. Sentí como si mi cuerpo se calentara y pasara electricidad, pero al mismo tiempo se me puso toda la piel de gallina. “Sabía que eras de las que gozan la verga Angie” Me dijo antes de sacar su pene y comenzar a meterlo de nuevo. Lo hacía lentamente, cada que sentía yo que otra vez iba a entrar, yo exclamaba un pequeño “uuuhhh”. Yo lo estaba gozando muchísimo, cuando su miembro acariciaba poco a poco todo mi interior sentía super bonito pero a la vez una especie de escalofrío. Esa sensación se repetía cada que la metía de nuevo. Sin darme cuenta yo tenía la colita súper parada, en una posición completamente receptiva, él se dio cuenta y sacó su pene. “No que muy fresona y de clase alta Angie? Jajaja Mira nomás con tu cola toda levantada, ahora si te voy a usar pa lo que sirves perra.” Me la metió fuertemente, hasta el fondo, yo estaba muy mojada, por lo que no dolió, solo se sintió muy fuerte, di un grito corto, pero a él no le importó. Me la empezó a meter y sacar muy fuertemente, de repente sentía una o varias nalgadas muy fuertes, toda la habitación se llenaba con el ruido de las palmadas que me daba en el trasero, yo sólo sentía como mis cachetes se sacudían con cada palmada. Cada vez me empujaba más fuerte, también se empezó a escuchar cuando su cuerpo chocaba contra mis nalgas, era imposible que los vecinos no escuchara la escena, mis gritos, el rechinar del sillón contra el piso, las palmadas de las nalgadas que me daba o cuando chocaba su cuerpo contra el mío. De igual forma Eliseo gritaba mucho, de repente decía cosas como “Ay Angie estas bien rica!” o “que rica estas pa’ coger pendeja!!”. Yo sólo podía gemir y aferrarme con todas mis fuerzas al sillón para resistir su cogida. Llevamos como 20 minutos así, tuve mi primer orgasmo como a los 15 min y el segundo casi enseguida. El seguía cogiéndome con intensidad, ambos estábamos muy muy sudados. No me preocupaba que no usara protección pues yo soy muy disciplinada con mis inyecciones anticonceptivas. “Di que eres mi perra pendeja” me ordenó.

“Soy tu perra pendeja”

“Soy tu perra pendeja”

“uuhmmmm”

“Soy tu perra pendeja”

Seguí diciendo mientras me cogía como él quería. Hasta que por fin sentí como su pene palpitaba dentro de mí y una gran cantidad de líquido tibio y espeso me llenaba. En parte sentí alivio porque ya estaba muy cansada y ya había experimentado dos orgasmos. Sacó su pene y me soltó, yo caí rendida sobre el sillón.

El prendió un cigarro y se lo empezó a fumar, tiraba la ceniza al piso, cuando llevaba medio cigarro se puso de pie y se subió el cierre. Yo seguía acostada, la habitación se llenó de olor de cigarro combinado con olor a sexo. Me aventó algo de ceniza sobre el cuerpo, me dio un último vistazo de pies a cabeza y dijo “Que buena puta eres Angie”. Salió de mi departamento y cerró la puerta.

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