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De cómo comprobé como mi mujer era infiel

Pasé varios días dándole vueltas en mi cabeza a la confesión que me hizo Eva sobre la relación de su marido y mi mujer. En esos días no tuve oportunidad de hablar con Eva más profundamente sobre el tema, así que me estaba volviendo loco imaginándome escenas de sexo entre los dos.

Una noche, recién acostado y sin poder dormir, me quedé mirando al techo y se me ocurrió algo inverosímil.

Al día siguiente entré en una conocida página de venta online y adquirí una mini cámara espía, que grababa en color y además con sonido. Era realmente pequeña, fácil de camuflar y muy difícil de localizar. Así que en cuanto me llegó la desembalé, leí las instrucciones y aprovechando que mi esposa trabajaba y yo tenía un día libre en el trabajo, me dispuse a instalarla. Sopesé cual sería el lugar idóneo en nuestro dormitorio desde el que mejores tomas se realizarían y decidí que sería en una parte en forma de vaso ancho en el medio de la lámpara la cual era de cinco brazos con sus correspondientes tulipas. Era el lugar apropiado ya que el dispositivo debía estar las veinticuatro horas conectado a la red eléctrica mediante un cargador como el de los teléfonos móviles o en su defecto cargar la batería, instalarlo y volver a cargar cuando se descargara. Realicé una conexión al cable de la lámpara, conecté y ya tenía suministro indefinido de corriente, realicé un pequeño taladro de unos 5 milímetros en la base del cubículo y coloqué la mini cámara con la lente centrada en el orificio, fijándola con un trocito de cinta adhesiva de doble cara para evitar que se moviera. Le introduje así mismo una mini tarjeta sd para que grabara e instalé la aplicación en mi teléfono.

Hice las comprobaciones pertinentes y activé el modo de grabación cuando detectara movimiento.

Me pasé los siguientes días nervioso, comprobando continuamente mi teléfono cada vez que me saltaba una alerta cuando la cámara detectaba que mi mujer entraba al dormitorio.

Después de ocho días me estaba replanteando si había sido buena idea instalar la cámara y la inversión que por ser un modelo de calidad era bastante caro. Aparte que pensé que podría ser que sus encuentros fueran en otro lugar. Al noveno día de tenerla instalada me saltó una alarma por detección de movimiento; como estaba en mi trabajo no podía comprobar, así que hasta que fui a los lavabos no pude mirar.

Ese día le habían dado el día libre a mi mujer y no me había dicho nada. Así que ese día fue el primero de varios que comprobé por mis propios ojos qué ocurría.

En el teléfono sólo podía ver las imágenes en vivo y en el trabajo no podía mirar. Así que me consumía la impaciencia por extraer la tarjeta sd del dispositivo y visualizar lo grabado.

A la tarde, cuando regresé a casa, mi mujer me dijo que iba a casa de sus padres, personas mayores a estar con ellos, ver si necesitaban algo y salir a hacerles compra.

Aproveché estar sólo, extraje la tarjeta y la inserté en el lector de tarjetas conectado a mi portátil.

Entraron el marido de Eva y mi mujer fuertemente agarrados, besándose sin parar y acariciándose todo el cuerpo como dos posesos. Se quitaron la ropa rápidamente y se quedaron completamente desnudos en cuestión de segundos. He de decir que mi pene es normalito, uno 13 o 14 cm y el de Pepe superaba esa medida, tendría unos 18 cm y bastante gordo.

Se tumbó mi mujer en la cama y Pepe comenzó a comerse a Inma entera, besaba y succionaba sus pezones, bajaba por el vientre, volvía a subir y de nuevo bajaba. Después bajó a su chochito y le comenzó a hacer una comida de clítoris que no tenía fin. Inma se retorcía y agarraba con sus manos en cruz las sábanas se retorcía con más fuerzas y movía sus caderas como que iba a correrse. Efectivamente Inma comenzó a jadear con fuerza y a gemir cada vez más hasta que se vino.

Pepe la abrazó, comenzó a besarla y ella le dio un empujoncito y lo tumbó en la cama, ahora fue ella la que comenzó a darle mordisquitos en los pezones, después bajó y comenzó a lamer esa enorme verga como si de un helado se tratara, pasó de lamer a meterse ese voluminoso glande en la boca mientras con la mano lo masturbaba.

Después de un rato así, Inma sacó un preservativo de un cajón de la mesilla, se lo puso a Pepe y se subió encima, entrando esa verga entera y hasta el fondo sin oposición. Comenzó a cabalgarlo muy lentamente mientras él le agarraba las tetas. La cabalgada duró tres o cuatro minutos, los primeros despacio, como saboreando con su coño aquella verga. El último minuto Inma aumentó el ritmo, Pepe la sujetaba por las caderas y la acompañaba en sus acometidas. Inma gemía como una loca, gritaba intentando ahogar la voz, tensó todo su cuerpo, dio varios empujones hasta el fondo y se corrió otra vez.

Conmigo lo máximo se había corrido una vez, después yo y se acababa la función.

Después del impresionante orgasmo de mi mujer, Pepe todavía no se había corrido, no sé cómo aguantaba tanto, así que puso a mi mujer a cuatro y agarrando su miembro lo acercó a la entrada de la vagina y con un movimiento lento y cadencioso se la metió hasta el fondo.

=Ahora me toca a mí, dijo y comenzó a bombear con acometidas cada vez más salvajes. La sujetó por las caderas entraba hasta el fondo y casi la sacaba para volver a meterla con un ímpetu de verdadero semental. Inma tenía la cara enterrada en la almohada, gemía y gritaba ya sin rubor, tanto era el placer que sentía.

Pepe aumentó el ritmo, la sujetó por los hombros y con la verga ya metida hasta el fondo comenzó a realizar movimientos circulares y estocada, así durante varias veces hasta que Inma comenzó a gemir más fuerte, le dijo que fuera más rápido, los dos tensaron sus músculos, las piernas de Inma comenzaron a temblar y de un último empujón se corrieron los dos al mismo tiempo.

Me quedé mudo, ellos se abrazaron, se besaron, se limpiaron y se vistieron.

Lo peor de todo fue que disfruté viendo a mi mujer siendo follada salvajemente y comprobar que gozó como nunca lo había hecho conmigo.

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